VIDA DE LA PALABRA mes de enero
Alguna de mis EXPERIENCIAS
tratando de vivir la Palabra de vida de enero ("Jesucristo, único
cimiento de la Iglesia") y de diciembre (“el Señor os haga rebosar
de amor mutuo y de amor a todos”):
1.-
El día de Navidad por
la tarde fuimos "en comandita" toda la familia (mis padres, hermanos,
sobrinos) a visitar a nuestra tía, (hermana mayor de mi madre), monja clarisa
en su convento. Fue precioso. Disfrutamos. Veías un alma entregada a Dios y,
por amor a Él, al servicio de todos con su oración por toda la humanidad,
trabajo y vida
de clausura. Nunca nos había contado tantísimas cosas. Estábamos
con lágrimas en los ojos todos. Nos narró también historias de su juventud, de
cuándo iba a entrar al convento a sus 21 años de edad, (hace 57 años que allí
recibió el hábito), algún posible pretendiente, otra gente que trataba de
quitarle la idea…: "tú eres una persona culta y formada, allí no te van a
aportar nada". Y ella contestó: "con que aprenda la humildad y la
pobreza, me basta". Típico de los/las franciscanos. Y nos añadió a nosotros:
"¡y bien que lo he aprendido!, ¡¡y lo estamos experimentando
ahora!!". Ahí se nos hizo un
gran nudo en la garganta a todos nosotros.
Pero a ella la veíamos feliz: me venía a la mente el "solo Dios
basta" de Santa Teresa. Sí, están teniendo que arreglar todas las
cubiertas y tejados del amplio convento, (las lluvias torrenciales de
mayo-junio estropearon incluso la parte nueva y entró agua en las bóvedas de la
iglesia)… y… en tiempo de crisis… con pocas ayudas…
Antes,
entrando, se nos ocurrió añadirle al regalo la ayuda económica que cada uno
pudiera aportar (aunque no era excesiva) y que le dimos luego al final.
El día de Epifanía fuimos mis padres y yo a la iglesia del convento y pudimos
hablar un poquito con ella. Habíamos visto que, a pesar de llevar en obras
varios meses, estos días de lluvias habían tirado varias hileras de
tejas. Y
nos decía con paz y alegría envidiables: "…y todos los días algo hemos
tenido para comer. ¡No hemos tenido que buscar en los contenedores, como tanta gente!".
De nuevo nudo en mi garganta.
Siempre que voy a visitarlas (y lo mismo toda la gente) viendo su ejemplo de
serena alegría y la paz que transmiten, me hace recordar (¡y más este mes!):
"Jesucristo, único cimiento de la Iglesia". Y no sólo un mes, ¡toda
una vida!
2.-
Una familia nos
invitó el sábado a comer. Una de las hijas, casada hace un año, nos anunció que
esperan bebé. Y justo hoy, (¡en los tiempos que corren!), dejará de ser becaria
y la harán "fija" en el trabajo, donde están muy contentos con ella:
"es perfecta, el único defecto es que está casada", comentan
inmisericordemente.
Para mí, este jovencísimo matrimonio (y toda la familia) un ejemplo más de que…
"Jesucristo, único cimiento".
3.-
Mi teléfono móvil empezó
a fallar hace semanas. Estos días incluso, se me apaga y reinicia hasta 5 ó 6
veces cada día. Menos mal que "los Reyes Magos" me tienen prometido
uno nuevo, que me traerán dentro de un par de semanas.
Me ha venido esto muy bien para no impacientarme, para acordarme de la Palabra
del mes: "Jesucristo, único cimiento", ¡no el
teléfono! Aunque pierda
tiempo: con paz. Fiarme del Señor.
Incluso el viernes, que llamé para una posible beca a un compañero, (que
vendría fenomenal), ¡se me cortó y reinició 3 veces! Pero no perdí la
serenidad: mi confianza no está en los medios materiales, aunque haya que
servirse de ellos.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS
tratando de vivir la Palabra de vida de diciembre (“el Señor os haga rebosar
de amor mutuo y de amor a todos”) y de vida de enero ("Jesucristo,
único cimiento de la Iglesia"):
1.-
“… GRACIAS POR TU
GRAN AYUDA. YO HE PASADO SOLA ESTOS DIAS, PERO HE ESTADO UNIDA POR LA MISA DEL
VATICANO A TODOS...
EN ESTOS DIAS HE TENIDO LA OPORTUNIDAD DE DAR LA PAZ EN LAS MISAS A QUIEN NO ME
SALUDA POR ALGUNAS DIFERENCIAS Y, AUNQUE LE COSTABA, ES LA ÚNICA FORMA DE
TESTIMONIAR QUE SOY CREYENTE.
Y CUANDO ME SIENTO SOLA REZO POR LOS QUE ESTÁN ACOMPAÑADOS CON PROBLEMAS
DE RELACIÓN Y SUFREN…"
2.- “…gracias una vez más por la Palabra
de Vida. Deseo para ti (y para todos los que contigo hacen presente a Cristo,
Cuerpo, al unirse contigo en el diario vivir), Paz y Bien. Me gustó mucho la
expresión "...si sus Palabras nos viven a nosotros hasta hacer de nosotros
"Palabras Vivas""… "la Palabra se hizo carne" y
nos sigue viviendo en toda carne que se hace Palabra, es decir, en toda
existencia que respira a Dios, y como Dios es amor, en toda existencia que
respira amor: que ama, que se deja amar…
… Amando, y con lo que cuesta amar "de verdad", vivimos un martirio,
que como dijo
Teresita de Liseux, es un "dulce Martirio" ("Morir
de Amor es un dulce martirio, y es el martirio que sufrir quisiera"). Esto
no es un llamado solo para el religioso …
…con tanto tiempo en casa tengo la facilidad de disponer de muchos momentos
para vivir este "dulce martirio", para dar testimonio de que creí en
el Amor y definí mi existencia según Él. Desde realizar cada día el aseo de la
casa, como ir a realizar una encomienda, o simplemente soportar con paciencia
el genio tan diferente de cada miembro de la familia: todas son oportunidades
de Amar. No siempre logro hacerlo como manda el Amor, y es el Amor el que me
confronta examinando mi conciencia, pero la Voluntad de hacerlo a diario como
un acto consciente de amor está…"
3.- “…la Navidad? … en el
aspecto interno, espiritualmente hablando, -- estuvimos en casa de una hija --,
¡nunca he amado tanto!: colaboré todo lo que pude... Pena, sí, porque según
ellos, son agnósticos... Dios no está en su vida. Llevo 26 años sin poder ir a
la Misa del Gallo, sin poder recibir la bendición del Papa... Ya que este día
siempre me toca con esta hija... No obstante he estado muy alegre, presentando
al Niño Dios mi corazón, junto al de ellos, y pidiéndole que haga con ellos lo
que pueda. Ya que somos nosotros quienes tenemos que darle el "sí"...
abrirle las puertas.
Acabo el "testamento" deseándoos que el año que entra seáis más
santos que éste, aferrándoos fuertemente a Xto., único cimiento de la Iglesia…”
4.- “…comparto
una experiencia particular que he estado trabajando iluminado por la Palabra de
Vida del final de año:
Vivo en un edificio
familiar. En el primer piso vive mi abuela, abuelo y dos tíos. En el segundo mi
papá, mamá, hermana y yo. Después de haber estado 2 años fuera de casa, al regresar,
te encuentras con situaciones nuevas, las cuales debes aceptar y aprender a
sujetarte a ellas. Una es encontrar en casa de mis abuelos a una tía con la
cual me he caracterizado por tener diferentes caracteres. Desde pequeño me
acostumbré a estar con la misma naturaleza tanto en el primer piso con mis
abuelos como en el segundo.
Ahora, con mi tía
viviendo con ellos, cada día es una oportunidad para vivir aquel amor que debe
rebosar entre nosotros: cuando termino de ayudar con el aseo del segundo piso,
bajo al primero y le pregunto a esta tía si aún no ha acabado de hacer sus
oficios y si no lo ha hecho, le ayudo. Trato de no ocupar la televisión de mis
abuelos, pues sé que ella también le gusta pasar tiempo allí. Miro de no
responder cuando se le escapa algún comentario imprudente, sobre mí o mi futuro
entre otras cosas, que me hacen sentir…
Una segunda experiencia.
Mi abuela fue criada en la práctica de un cristianismo riguroso
"puritano". Una de sus hijas, la mayor, vive con un hombre que no es
su esposo, y desde aquel día mi abuela le prohibió volver... Ha sido un trabajo
de cada día hablándole a mi abuela sobre la misericordia del Padre, leyéndole
la parábola del hijo pródigo o del buen samaritano. Hoy, por ejemplo, le leí
una de las catequesis del papa: "Dios no se cansa de perdonar, antes nos
cansamos nosotros de pedirle perdón"…”
5.-
"…donde más me
muevo es en Cáritas, pero me sentía agobiada: no sabía si dejarlo; pero soy
feliz con el trabajo.
Cuando la gente me pide cosas, me digo: "tengo que conseguirlo, pues es
Jesús quien me lo pide". Si me piden comida, recuerdo el Evangelio
"tenía hambre y me…". Ahora para Reyes he intentado buscarles
juguetes o darles vales para que vayan a comprar. El Evangelio también lo dice:
"pedid y se os dará". Me siento feliz pidiendo las cosas. Pero tenía
que pararme y pensar: "si lo hago, tengo que realizarlo y escucharles a
fondo". En mis "noches oscuras" le pido al Señor: "¿qué
quieres que haga?". Yo sentía como que me decía: "ama, ama y todo irá
bien". Y todo va bien ahora de momento.
Trato de ayudar a mis compañeros: una me pide cómo se hacen unos papeles. Le
explico todo con detalle. Al poco me vuelve a preguntar lo mismo: se lo vuelvo
a explicar con amor. Yo ya había acabado y le digo: "te ayudo".
"¿Me haces fotocopias?: no tengo vales de ropa". Le digo: "no te
preocupes: yo te doy de los míos; yo consigo la semana que
viene". No sabía cómo darme las gracias.
Otro compañero me pregunta: "¿te marchas?; es que va llegar una
persona y no quiero estar solo…, pero viene tarde…". Contesto: "no te
preocupes, no tengo prisa". Le di gracias al Señor porque me pide que me
quede, pues fue un sin parar (teléfono, atender a la gente, buscar fichas,
etc.). Yo era tan feliz, porque pude amar en cada momento, y el Evangelio
afirma "a quien se lo hagas, a Mí me lo haces".
Pido por ti para que sigas ayudando a tanta gente..."