domingo, 19 de enero de 2014

ORAR POR LA UNIDAD

EN CAMINO HACIA LA PLENA UNIDAD VISIBLE
Del 18 al 25 de enero se celebra cada año la Semana de Oración por la unidad de los Cristianos (este año preparada por un grupo ecuménico de Canadá).
         El resto del año no hay que dejar de pedir con Jesús al Padre "que todos sean uno". Es su testamento su deseo más ardiente: "como en el cielo, así en la tierra".
         Algunos textos del Papa en referencia a ello.

NO DESISTIR EN EL EMPEÑO ECUMÉNICO
“...Frente a algunas voces que no reconocen más como objetivo factible la plena unidad visible de la Iglesia, estamos invitados a no desistir en nuestro esfuerzo ecuménico, fieles a cuanto el mismo Señor Jesús invocó del Padre: "Que todos sean una sola cosa"...
...De hecho, el ecumenismo es un proceso espiritual que se realiza en la obediencia fiel al Padre, en el cumplimiento de la voluntad de Cristo y bajo la guía del Espíritu Santo..."
PAPA FRANCISCO, Discurso a la delegación ecuménica de Finlandia, 17 enero 2014



EL DIÁLOGO ECUMÉNICO
            El empeño ecuménico responde a la oración del Señor Jesús que pide «que todos sean uno» (Jn 17,21). La credibilidad del anuncio cristiano sería mucho mayor si los cristianos superaran sus divisiones y la Iglesia realizara «la plenitud de catolicidad que le es propia, en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el Bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión». Tenemos que recordar siempre que somos peregrinos, y peregrinamos juntos. Para eso hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas, y mirar ante todo lo que buscamos: la paz en el rostro del único Dios. Confiarse al otro es algo artesanal, la paz es artesanal. Jesús nos dijo: «¡Felices los que trabajan por la paz!» (Mt 5,9). En este empeño, también entre nosotros, se cumple la antigua profecía: «De sus espadas forjarán arados» (Is 2,4).
         Bajo esta luz, el ecumenismo es un aporte a la unidad de la familia humana. La presencia en el Sínodo del Patriarca de Constantinopla, Su Santidad
 Bartolomé I, y del Arzobispo de Canterbury, Su Gracia Rowan Douglas Williams, fue un verdadero don de Dios y un precioso testimonio cristiano.
         Dada la gravedad del antitestimonio de la división entre cristianos, particularmente en Asia y en África, la búsqueda de caminos de unidad se vuelve urgente. Los misioneros en esos continentes mencionan reiteradamente las críticas, quejas y burlas que reciben debido al escándalo de los cristianos divididos. Si nos concentramos en las convicciones que nos unen y recordamos el principio de la jerarquía de verdades, podremos caminar decididamente hacia expresiones comunes de anuncio, de servicio y de testimonio. La inmensa multitud que no ha acogido el anuncio de Jesucristo no puede dejarnos indiferentes. Por lo tanto, el empeño por una unidad que facilite la acogida de Jesucristo deja de ser mera diplomacia o cumplimiento forzado, para convertirse en un camino ineludible de la evangelización. Los signos de división entre los cristianos en países que ya están destrozados por la violencia agregan más motivos de conflicto por parte de quienes deberíamos ser un atractivo fermento de paz. ¡Son tantas y tan valiosas las cosas que nos unen! Y si realmente creemos en la libre y generosa acción del Espíritu, ¡cuántas cosas podemos aprender unos de otros! No se trata sólo de recibir información sobre los demás para conocerlos mejor, sino de recoger lo que el Espíritu ha sembrado en ellos como un don también para nosotros. Sólo para dar un ejemplo, en el diálogo con los hermanos ortodoxos, los católicos tenemos la posibilidad de aprender algo más sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre su experiencia de la sinodalidad. A través de un intercambio de dones, el Espíritu puede llevarnos cada vez más a la verdad y al bien.
PAPA FRANCISCO, Evangelii gaudium 244-246

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