sábado, 18 de enero de 2014

DIOS ESTÁ AQUÍ POR MÍ

Un par de textos para reforzar la vivencia de la Palabra de este mes. 
El primero sobre Mons. Klaus Hemerle, (estamos en el 20º aniversario de su partida hacia la casa del Padre), y el segundo, de Benedicto XVI:


DIOS ESTÁ AQUÍ POR MÍ
         
Hemmerle escribió la Carta Pastoral para la Cuaresma de 1976 comenzando con una pregunta: "¿Qué tal ha ido esta semana? Escoged un título que pueda sintetizar la semana que acaba de pasar… ¿Y cuál es este título? El título es: Dios forma parte en mi vida, Dios me ha asumido hasta el punto extremo y, por tanto, me toca en lo más profundo de mí, Dios está aquí por mí, me ha dicho "sí" a mí, Dios me ama. En la Primera carta de Juan, todo el Evangelio se sintetiza en una frase: "Y nosotros hemos creído en el amor que Dios nos tiene" (cfr. 1 Jn 4, 16). Si nos preguntamos sobre un posible título para poner a nuestra vida, quizá no logramos encontrarlo.
Pero si nosotros pedimos a Dios que ponga un título a nuestra vida, entonces hallamos la respuesta: esta respuesta es Jesús. Él es la Palabra que nos dice quiénes somos: nosotros somos amados por Él, nosotros estamos aquí para poder volver a dar y llevar a todos su amor".
        Hemmerle quería hacer comprender que Dios ha puesto un título, es decir, el título de su Palabra, a toda la vida del hombre. Así habló de la Palabra de Dios que en Jesús se ha hecho carne explicando cómo Jesús ha vivido la vida humana con nosotros "en nuestra cotidianeidad, en nuestras desilusiones y esperanzas, en nuestras alegrías y en nuestras angustias. Él ha compartido todo esto con nosotros hasta la muerte de cruz en la más total soledad".
         Con esta primera carta pastoral… quería que la iniciativa fuese dejada a Algún Otro: se trataba de seguir Sus huellas junto a todos los creyentes de la diócesis. Por este motivo se enraíza firmemente en la Palabra de Dios. Él invitaba a escoger una Palabra tomada de las lecturas de la liturgia dominical y a vivirla juntos. No era una palabra elegida por él, sino la Palabra que proviene de la Escritura que la Iglesia propone en el año litúrgico. El Obispo concluye la carta pastoral con un deseo: "Estaré feliz de poder escuchar de vez en cuando alguna de esas experiencias".
         En la diócesis esta Carta Pastoral fue tomada muy en serio. Hubo muchas respuestas, tantas que ocho semanas después… escribe una carta a aquellos que le habían contado experiencias realizadas viviendo la Palabra: "¡Queridos amigos en la Palabra! Con este apelativo quiero dirigirme a aquellos que han querido responder en primera persona a mi carta pastoral para la Cuaresma referida a la Palabra".
         Él percibió claramente que la Palabra comenzaba a obrar en su diócesis suscitando una realidad de comunión entre los creyentes y con el Obispo. Esto le empujó, no pudiendo contestar a cada uno personalmente, a responder a todos con una carta abierta: …contaba en primera persona cómo había vivido la Palabra en los meses de marzo y abril, qué Palabra lo había tocado en particular y lo había guiado, dejando en él una huella. Invitaba a vivir la Palabra y ponía ejemplos concretos en referencia a cómo se podía vivir…

Mons. Klaus HEMMERLE, (Obispo de Aquisgrán)
(+23-I-1984) 
Primera Carta pastoral, Cuaresma 1976,

citada y comentada en W. HAGEMANN, 
Klaus Hemmerle: innamorato dalla Parola di Dio
Città Nuova, p. 129 ss.

(traducción mía)





DONDE SE VE A DIOS COMIENZA REALMENTE LA VIDA

         “Los hombres vivimos alienados, en las aguas saladas del sufrimiento y de la muerte; en un mar de oscuridad, sin luz. La red del Evangelio nos rescata de las aguas de la muerte y nos lleva al resplandor de la luz de Dios, en la vida verdadera. Así es, efectivamente: en la misión de pescador de hombres, siguiendo a Cristo, hace
 falta sacar a los hombres del mar salado por todas las alienaciones y llevarlo a la tierra de la vida, a la luz de Dios. Así es, en verdad: nosotros existimos para enseñar Dios a los hombres. Y únicamente donde se ve a Dios, comienza realmente la vida. Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida. No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con él. … en definitiva es un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere hacer su entrada en el mundo. 

BENEDICTO XVI, Homilía, domingo 24 abril 2005

No hay comentarios:

Publicar un comentario