miércoles, 30 de abril de 2025

EL DESIERTO FLORECERÁ

VIDA DE LA PALABRA                         últimas semanas de ABRIL

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de abril («Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?», Is 43, 19) y la de marzo («¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?», Lc 6, 41):

1.-        Durante 3 días y medio he estado con otros veintitrés amigos sacerdotes descansando de la Semana Santa y viviendo en unidad la Pascua, tanto en los momentos de espiritualidad y formación, como en los de asueto y de conocer Málaga, en cuya casa diocesana estábamos alojados, (sitio de paraje envidiable en pleno monte y, a la vez, colindando con la ciudad).

         En todos esos ámbitos tratábamos de vivir el amor recíproco entre nosotros, que hacía posible que experimentáramos las “huellas”, (paz, alegría, gana de crecer interior y comunitariamente, etc.) del Resucitado, quien prometió “donde dos o más están unidos en mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”.

         Y ciertamente nos parecía a todos, aunque nos vemos todos los años, que “algo nuevo” está creciendo: verdaderamente el Resucitado se dejaba percibir. “¿No lo notáis?”. Estos días varias personas me han dicho: “se te nota renovado”, “transmites más todavía”, “te percibo pletórico”.

 

Alguna de  vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?», Is 43, 19), la de marzo («¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo?», Lc 6, 41) y la de febrero («Examinadlo todo y quedaos con lo bueno», 1 Ts 5, 21:

1.-        “estamos todavía impresionados por la marcha del Papa Francisco, la Iglesia está celebrando todavía los novendiales pidiendo todos por su alma. 

A la vez me surgía un profundo sentido de gratitud hacia él, nuestro afecto por él, que se está manifestando en estas horas, no debe quedar como una simple emoción del momento: debemos acoger su legado y hacerlo vida, abriéndonos a la misericordia de Dios y siendo nosotros también misericordiosos los unos con los otros, palabras de Mons. Parolin a los fieles, muchos de ellos jóvenes que estos días llegaron a Roma para participar también en el Jubileo de los Adolescentes.

El Evangelio nos dice que precisamente en estos momentos de incertidumbre Jesús se presenta ante nosotros con la luz de la resurrección, para iluminar nuestros corazones. El Papa Francisco nos lo ha recordado desde su elección y lo ha repetido con frecuencia, poniendo en el centro de su pontificado esa alegría del Evangelio.

También nos ha recordado que no puede haber paz sin que reconozcamos el valor del otro, sin la atención al que es más débil y, sobre todo, que no puede haber nunca paz si no aprendemos a perdonarnos.

 

2.-        “ahora bien, que ha venido la familia y podemos compartir estos momentos del año tan especiales como es la Pascua. Después de meses en paro he empezado a trabajar para arreglar caminos rurales. El caso es arreglar cosas que están rotas, que es lo que se me da bien. Doy gracias porque todos tenemos salud y por todo lo que nos rodea. Cada día es un tesoro que se nos da y lo que hagamos con él, es lo que nos diferencia. Gracias por seguir ahí al pie del cañón.

 

3.-        “acabamos de salir de la Vigilia Pascual y solo quería desearte una muy feliz Pascua.

Estamos muy bien, gracias a Dios, echando mucho de menos nuestra tierra, pero felices y agradecidos de la oportunidad que Dios nos ha dado.

Mi hija se confirmará en junio y estamos muy felices; un poco con la pena de no poderlo hacer ahí en nuestra parroquia y con nuestra gente, pero al final lo importante y lo que nos llena de alegría es que está preparada para recibir el Sacramento. Ha sido un proceso maravilloso en el que ha hecho un gran grupo de amigos que la van a acompañar ya siempre.

Me tuvieron que volver a operar de mi cáncer: todo bien, aunque en los momentos de flaqueza piensas “¿por qué otra vez?”. Pero, ¿cómo quejarme, si mucho más sufrió Jesús por nosotros?. Yo doy gracias de que me pase a mí y no a mis hijos o a mis padres.

La verdad es que echo de menos nuestras charlas y confesiones.

 

 

 


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