VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de FEBRERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de febrero («Examinadlo todo y quedaos con lo bueno», 1 Ts 5, 21) y la de enero («¿Crees esto?», Jn 11, 26):
1.- Participé
en una ceremonia en la que mi hermano, como casado, hacia las promesas de
entrega a Dios dentro del Movimiento MI.ES. (Misioneros de la Esperanza).
Momento muy bonito en el que declaraba su amor por Dios, habiéndose dejado
tocar por el del Señor. Emocionado cuando en una de las frases de la fórmula,
miró a su esposa allá lejos, pues era un compromiso, a la vez, de ser más
todavía un buen esposo y un buen padre: yo también me emocioné viendo eso. ¡Y luego
poderle yo dar el primer abrazo, fuerte, apretado, de hermano mayor entre
lagrimillas de los dos!
Y en esa misma
ceremonia, una seglar célibe emitía sus votos de consagración a Dios, después
de 10 años de ir renovando sus promesas: me recordó que mi hermana pequeña también
los hizo en junio pasado y al verla allí tocando la guitarra en la ceremonia
también me emocionaba.
Todo ello me empujaba
con esperanza a vivir yo más y mejor mi entrega.
Así que, todos
cantábamos desde lo profundo del alma y con todas las gana una de las canciones
de esa ceremonia, parafraseando al profeta Jeremías, (“me has seducido, Señor,
y me dejé seducir”):
Señor,
no soy nada
¿Por qué me has llamado?
Has pasado por mi puerta y bien sabes
Que soy pobre y soy débil
¿Por qué te has fijado en mí?
Me has seducido, Señor
Con tu mirada
Me has hablado al corazón
Y me has querido
Es imposible conocerte
Y no amarte
Me es imposible amarte
Y no seguirte
¡Me has seducido, Señor!
Señor,
hoy tu nombre, suena más que una
Palabra; es tu voz que resuena en mi
Interior, que me habla en silencio
¿Qué quieres que yo haga por ti?
Señor,
yo te sigo, y quiero darte
Lo que me pides, aunque a veces
Me cuesta darlo todo
Tú lo sabes, yo soy tuyo
Camina, Señor, junto a mí
Me has
seducido, Señor
Con tu mirada
Me has hablado al corazón
Y me has querido
Es imposible conocerte
Y no amarte
Me es imposible amarte
Y no seguirte:
¡me has seducido, Señor!
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la de Palabra de Vida de febrero («Examinadlo todo y quedaos con lo bueno», 1 Ts 5, 21), la de enero («¿Crees esto?», Jn 11, 26), la de diciembre («Nada es imposible para Dios», Lc 1, 37):
1.- “…madre mía,
Paco, ¡qué bonito todas estas experiencias!; ¡qué bonita, como siempre,
la palabra de vida de febrero!: el leer todo esto me da esa fuerza y ánimo para
decir “yo también tengo que vivir cada momento presente con este ‘sí, creo’”. Muchas gracias por todo,
tenemos Jesús en medio…”.
2.- “…hace unos días fue
mi cumpleaños; había quedado con las de Cáritas a tomar café. Se me hizo un
poco tarde, aunque me levanté pronto para
hacer las galletas. Iba a llevar el coche porque iba muy cargada; no voy a
encontrar sitio para aparcar y en un segundo me vino a la mente: “si me fío del
Señor, encontraré”. Cuando iba llegando me dije: “me sigo fiando” y casi en la
puerta veo un sitio, pero se me adelantó otro. “Pero me sigo fiando de Ti,
Señor” y ¡a diez pasos hay un sitio buenísimo mejor! Le di las gracias, cogí la
bolsa y me fui a Cáritas.
Estuve un rato hablando con la gente
mientras me felicitaron, preparé las cosas y estuvimos un rato y estaban
felices.
Me fui en el coche a comer con mi hermana y
sobrinas, pero por su casa aparcar también es imposible. Me seguí fiando del
Señor. Me pasó lo mismo. Yo llevaba la comida porque mi hermana se pone
nerviosa y le había dicho que no se preocupara de nada: lo que a ellas les
gusta; estaban muy contentas; yo también por todo, aparte del regalo.
Me fui pronto porque tenía la Novena de la Virgen de Lourdes. Estaba muy cansada y me venía a la mente: “quédate en casa”. Pero en seguida reaccioné. Empezó la misa. El párroco dijo una Homilía preciosa. El Evangelio era el mismo que el día que a Bernardette se le apareció la Virgen. Empezó mi mente a estar atenta. También ese día, (Jornada mundial de la persona enferma), se administraba el sacramento de la Unción de enfermos: como casi todos éramos mayores, la recibimos muchos. Para mi sorpresa empecé a sentir algo: era una Paz… y una alegría increíbles… Era feliz como nunca había estado. Cuando me fui, había ya anochecido: desde que me atracaron, me pongo muy nerviosa, pero me fui tan contenta y feliz, que no me lo podía creer…”.
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