VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de OCTUBRE
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21) y la de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2):
1.- La parroquia nos hemos ido uniendo a los diversos
llamamientos para una Jornada de oración y ayuno por la paz, tanto en Tierra
Santa y Ucrania, (como en los otros 21 conflictos armados enquistados desde
hace años y casi olvidados totalmente en diversos lugares del planeta).
En
esas ocasiones hemos organizado desde antes del amanecer hasta entrada la noche
turnos de media hora de oración ante Jesús Eucaristía en la capilla.
Uno
de esos días, bien temprano, antes de la hora “oficial” habitual de abrir el
templo parroquial y el despacho, se presentó una señora marroquí pidiendo
alimentos, como suele de vez en cuando. Al principio me incomodó, (a esa hora,
en teoría, no tenemos ni abierto nada), pues me rompía mi horario y quehaceres
matinales, pero reaccioné rápidamente, (y más siendo jornada por la paz, que
incluye ayuno y penitencia), y charlé un buen rato con ella interesándome por
su salud y todos sus problemas y luego le di un “vale” para canjearlo en el
supermercado por alimentos frescos.
1b.- Ese mismo día, por la tarde me acerqué a una
población vecina a un acto de oración interreligiosa por la Paz: habían
invitado a algunos judíos y musulmanes.
Desde junio me han encargado ser el Coordinador, (a nivel de toda esta
amplia Vicaría), para el ecumenismo y del diálogo interreligioso, así que me
sentía doblemente llamado, y no solo, pues, por la espiritualidad de la unidad
que trato de vivir.
Antes
de empezar ese acto, saludando yo a los organizadores, llegó en ese momento un
musulmán y nos reconocimos mutuamente por haber participado ambos en junio en
un concierto de “las tres culturas”. Estuve charlando muy amigablemente con él
y a la hora de empezar el acto, nos sentamos juntos.
Además
del discurso, muy profundo y bonito de los organizadores, (en el que, por
cierto, se vislumbraban frases o discursos de Chiara Lubich), había 3
intervenciones-oración: un católico; una musulmana, que, además de textos de su
tradición religiosa, incorporó la “oración simple” de S. Francisco de Asís
(“hazme, Señor, instrumento de tu paz”) y un poema de Machado (“se hace camino
al andar…”); y una judía.
Y después de cada intervención, una canción de algún modo relacionada
con esa respectiva religión, mientras que, a la vez, quien quería se podía
levantar y encender una velita para colocarla en un amplio candelero con arena.
Durante la última canción, ofrecí al musulmán si quería encender una
vela e, incluso, que podíamos encender una única vela entre los dos. Fue un
signo bonito.
Antes de finalizar, se nos invitó a todos a dar un abrazo de paz a
quienes teníamos cerca, que impresionó mucho a todos.
Todo el acto resultó en sí enriquecedor y sembrador de esperanzas de paz.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios», Mt 22, 21), la de septiembre («Todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre», Sal 145 [144], 2) y la de agosto («Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas», Mt 15, 28):
1.- “…creo que le dedico a Dios menos tiempo del que debiera y,
sin embargo, encuentro tiempo suficiente para hacer otras cosas.
He
pensado en devolverle a Dios ese tiempo que le robo cuando me entretengo en
cosas que no me pide.
He
calculado que, de las 24 horas del día, debería darle el diezmo, dedicándole
esas 2 horas y 20 ó 30 minutos; para ello he elaborado un sencillo plan de vida
por el que intento cada día darle más directamente la décima parte de mi
tiempo: oración, Eucaristía, rosario, lectura de la Palabra y otras lecturas
espirituales.
A la
noche lo reviso. La verdad es que me cuesta. Me cuesta más que dar de mis
ingresos dinero a los necesitados, pero Jesús me está pidiendo ahora,
particularmente, eso con su Palabra…”.
2.- “… como sabes, estoy estudiando para
una oposición y tengo el examen ya dentro de pocos días. Hoy domingo,
concentrada en los estudios, vi que llegaba la hora de Misa y, ante la
tentación de falta de tiempo, me acordé: “dad a Dios lo que es Dios”. Así que,
fui a la parroquia a participar en la Misa.
Por la tarde, ante el encuentro formativo
para adultos en la misma parroquia, de nuevo idéntica preocupación y de nuevo
quise reaccionar con la PdV del mes: me resonaba que tengo que dar a Dios lo
que es de Él. Participé plenamente en la reunión…”.
3.- “…somos enfermera, técnico de laboratorio y médico. Trabajamos en
diferentes departamentos de un mismo hospital. Estamos convencidos de que el
Evangelio vivido no se limita a transformar al hombre, sino que también puede
renovar estructuras, barrios y lugares de trabajo. Por esta razón, casi
siempre, por la mañana, antes de comenzar a trabajar, buscamos un momento para encontrarnos
y compartir nuestros esfuerzos y alegrías, y recordarnos y declararnos que
queremos vivir por la unidad, para que Jesús esté entre nosotros también en el
trabajo. Es un descubrimiento continuo entender que podemos trasladar a nuestro
ámbito laboral esta carga de amor concreto por todos, viviendo nuestra tarea
profesional diariamente…”.
4.- “…considero que,
gracias a Dios, tengo un buen trabajo que está bastante bien pagado, por lo que
creo que debo compartir, aunque somos familia numerosa y, además, me ocupo de
mi tía.
Desde ya
algunos años, una vez al mes de las que voy a hacer mi compra, le ofrezco a una
vecina comprarle lo que necesite, dado que la dejó su marido después que ella
padeciera un ictus y desde entonces no le van del todo bien las cosas…”.
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