PALABRA DE VIDA agosto 2023
que te suceda como deseas»
(Mt 15, 28)
«Mujer, grande es tu fe; que te
suceda como deseas».
La mujer acepta la negativa; comprende que su mundo no forma parte de la
misión primaria de Jesús; asume que su Dios no es una máquina dispensadora de
gracias, sino un padre que pide una relación acorde con la verdad, que pasa por
reconocer también la propia pobreza personal. Esta mujer, consciente
de esto, mira a Jesús a los ojos: «Sí, Señor, pero también los perritos comen
de las migajas que caen de la mesa de sus amos». Pone a Jesús contra la pared,
por así decir, y Él se conmueve por la humildad de quien se contenta con las migajas.
Hasta sus gritos parecen expresar su fe, y lo llama «Señor, hijo de David».
«Mujer, grande es tu fe; que te
suceda como deseas».
Su gran fe está esculpida en los Evangelios por varios verbos: la mujer
sale y va hacia Jesús; grita; llora; pide piedad; lo reconoce como Señor y se
postra ante él; mantiene
intacta su tenacidad y la certeza de que lo imposible es posible para el Señor;
responde a la dureza de Jesús con una lógica impecable. Amor materno y confianza son sus puntos
fuertes. «Y desde aquel momento quedó curada su hija».
Esta palabra es la fotografía de la fe viva y operante
de una persona. Y al mismo tiempo muestra la constancia y el camino de
la primera comunidad cristiana a la que se dirige Mateo, en su apertura al
mundo no judío que está en búsqueda y alberga una gran fe.
«Mujer, grande es tu fe; que te
suceda como deseas».
Como para esta mujer sirofenicia, «también nuestra fe puede entrar en crisis por una
dificultad imprevista, por un hecho imprevisto que viene a perturbar
nuestros proyectos, por una grave enfermedad, por el prolongarse de una
situación muy dolorosa»[1], y
–podríamos añadir– por la falta de paz en el mundo, por las injusticias
estructurales, por la grave enfermedad del planeta, por conflictos familiares y
sociales… Y
una de nuestras debilidades podría ser la falta de perseverancia y de confianza
plena. «Dios permite que nuestra fe pase por situaciones
difíciles y a veces absurdas. Él quiere purificarla, quiere ver si de verdad
sabemos abandonarnos en Él y creer que su amor es mucho mayor que nuestros proyectos, deseos y expectativas»[2].
Así le sucedió a Saliba. También él parecía obligado a dejar su ciudad,
Homs (Siria) y a sus padres mayores. La tienda de su padre, vidriero, había
quedado destruida durante la guerra en una ciudad destrozada. Como otros
jóvenes, Saliba pensaba en buscar nuevas oportunidades en otro lugar, pero no
se rindió. Con sus 22 años y la tozudez de quien no renuncia a hacer algo por su pueblo
herido, aprovechó la ocasión que le ofrecía el proyecto RestarT[3] de abrir
una tiendecita donde sus conciudadanos encontrasen queso, yogur y mantequilla
artesanos hechos por su madre, además de verdura, aceite, especias y café. Ya
cuenta con un frigorífico y un generador. Ayudado por su anciano padre, en los
días en que la tienda esté cerrada, repartirá cestas de comida entre las familias
sin recursos[4].
VICTORIA GÓMEZ y el equipo de
la Palabra de Vida
[1] C. Lubich, Palabra de vida, junio 1994, en Ciudad Nueva n. 300 (6/1994), p.
33.
[2] Ibid.
[3] https://www.amu-it.eu/progetti-int/restart-ripartire-per-restare/.
[4] https://www.unitedworldproject.org/workshop/siria-il-minimarket-di-saliba-alzera-presto-la-serranda/.