VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de FEBRERO
1.- El pasado fin
de semana ha sido intenso por confluencia de horarios y compromisos ya
programados, ¡sin acordarme que, además, nos tocaba a nuestra parroquia
“guardia” para los posibles servicios en el tanatorio! ¡¡Y llegaron estos!!
Hemos tratado de
organizarnos los dos sacerdotes confiando todo el uno en el otro, aunque nos
cargáramos mutuamente de ocupaciones. P. ej., el sábado hubo que ir 3 veces al
tanatorio. Con gran vergüenza por mi parte, (confiando en que “Dios me ve” y
“Dios le ve”) tuve que sugerirle al otro que él los realizara todos, además de
sus propias tareas, pues yo tenía previstas desde hace meses en el Centro Mariápolis
mañana y tarde completas con dos grupos distintos a la vez.
1b.- Por otro lado,
precisamente con estos dos grupos en unos mismos espacios, parecía difícil
compaginar: la Adoración Nocturna buscaban que yo les diera un día de retiro
espiritual en silencio y oración; el otro grupo eran 70 matrimonios (con 40
niños) de “Familias Nuevas” de España y Portugal. Además, les propuse que la
Misa fuera en común para todos.
Me fiaba del “Dios que me
ve” y siendo Amor se encarga de todo. Al principio parecía que el primer grupo,
(aparte que bastantes de ellos se perdieron al llegar), quizá pudiera sentirse
incómodo y no aprovecharan bien la jornada. Me pareció un auténtico milagro que
al final todos, los de un grupo y los de otro, quedaran verdaderamente felices,
(unos por unas cosas y otros por otras, que yo ni me hubiera imaginado), y
obteniendo todos abundante fruto espiritual.
1c.- Ese domingo a media mañana me comprometí para la tarde en
otra ciudad para asistir en grupito a otra Misa y a continuación adoración al
Santísimo. Y… al poco rato llaman del tanatorio… ¡para un servicio a esa misma
hora a la que me había comprometido! Cuando me avisaban, justo estaba yo
revestido para empezar una de las Misas de la mañana aquí en la parroquia,
(después de haber celebrado otra preciosa en el Centro Mariápolis): no me daba
tiempo a llamar a unos y otros para encajar y cuadrar horarios. Me vino la
tentación de inmenso estrés, pensando en que iba a quedar mal con unos y otros.
Pero recordando “el Dios que me mira”, me abandoné a sus manos y celebré con
toda la concentración posible. Y ya después de acabar la celebración y despedir
y saludar a toda la gente, empecé a hacer llamadas para ajustar todo: en una de
ellas, me sugieren una solución que yo no había imaginado. Así que, nuevas
llamadas para “negociar” pequeñas variaciones de horarios tipo “tetrix”.
Al final pude ir realizando
la mayoría de las cosas relativamente bien, (espero que sin multa por despiste
en semáforo en ámbar-rojo), y sobre todo con serenidad y sin dejar de amar a
todos.
Incluso al final de la
Adoración al Santísimo, el sacerdote de allí, (sin conocerme; y con mi bufanda,
yo no era distinguible como sacerdote), inesperadamente apoyó un instante la
custodia con Jesús Eucaristía en mi frente mientras yo estaba orando de
rodillas con los ojos cerrados.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13), la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):
1.- “…la PdV de Febrero me hace
reflexionar sobre dos aspectos fundamentales.
El primero: Dios se hace más cercano
en el desierto. Ese fue un lugar de encuentro ÚNICO entre Dios y Agar.
Entendemos el desierto de la vida, como aquellas etapas difíciles; podrían ser
momentos de soledad, de enfermedad, de dolor, ansiedad,
depresión... es decir, en situaciones que humanamente suponen ruptura, el
Señor se deja "palpar". Frente a la ruptura personal, el consuelo de
la cercanía Divina. Así actúa Dios... Examinando mi vida a lo largo de los
años, los momentos de mayor sosiego y Paz del Alma han aparecido después de
grandes crisis (al nivel que fueran). ¿Será que el Espíritu de Dios se
manifestó en mí de una forma especial? El Señor permitió el
sufrimiento, lo vivió junto a mí y tras la tempestad vino la calma, la Paz
de Dios.
El segundo; ¡Dios nos ve! Cómo cambia la vida cuando
experimentamos la certeza de la presencia de Jesús en y con nosotros en el
día a día. Practicamos este deporte: vivir sabiendo que no estamos solos y que
Él que nos acompaña no es cualquiera, con sus aciertos y limites...: ¡es
Jesús!, Él no falla, su principal "interés"; nuestra
santificación…”.
2.- “…me he dado cuenta que en nuestra
Parroquia, todo el grupito de gente sencilla que tratamos de vivir la Palabra
de Vida mensual y compartir entre nosotros las experiencias, al final unos y
otros somos los que estamos colaborando calladamente en todos los servicios que
mantienen vivas todas las realidades pastorales…”.
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