martes, 28 de febrero de 2023

TU TIEMPO, BAJO LA MIRADA DE DIOS

 VIDA DE LA PALABRA                últimas semanas de FEBRERO



Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13) y la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17):

1.-        El pasado fin de semana ha sido intenso por confluencia de horarios y compromisos ya programados, ¡sin acordarme que, además, nos tocaba a nuestra parroquia “guardia” para los posibles servicios en el tanatorio! ¡¡Y llegaron estos!!

         Hemos tratado de organizarnos los dos sacerdotes confiando todo el uno en el otro, aunque nos cargáramos mutuamente de ocupaciones. P. ej., el sábado hubo que ir 3 veces al tanatorio. Con gran vergüenza por mi parte, (confiando en que “Dios me ve” y “Dios le ve”) tuve que sugerirle al otro que él los realizara todos, además de sus propias tareas, pues yo tenía previstas desde hace meses en el Centro Mariápolis mañana y tarde completas con dos grupos distintos a la vez.

1b.-     Por otro lado, precisamente con estos dos grupos en unos mismos espacios, parecía difícil compaginar: la Adoración Nocturna buscaban que yo les diera un día de retiro espiritual en silencio y oración; el otro grupo eran 70 matrimonios (con 40 niños) de “Familias Nuevas” de España y Portugal. Además, les propuse que la Misa fuera en común para todos.

Me fiaba del “Dios que me ve” y siendo Amor se encarga de todo. Al principio parecía que el primer grupo, (aparte que bastantes de ellos se perdieron al llegar), quizá pudiera sentirse incómodo y no aprovecharan bien la jornada. Me pareció un auténtico milagro que al final todos, los de un grupo y los de otro, quedaran verdaderamente felices, (unos por unas cosas y otros por otras, que yo ni me hubiera imaginado), y obteniendo todos abundante fruto espiritual.

1c.-      Ese domingo  a media mañana me comprometí para la tarde en otra ciudad para asistir en grupito a otra Misa y a continuación adoración al Santísimo. Y… al poco rato llaman del tanatorio… ¡para un servicio a esa misma hora a la que me había comprometido! Cuando me avisaban, justo estaba yo revestido para empezar una de las Misas de la mañana aquí en la parroquia, (después de haber celebrado otra preciosa en el Centro Mariápolis): no me daba tiempo a llamar a unos y otros para encajar y cuadrar horarios. Me vino la tentación de inmenso estrés, pensando en que iba a quedar mal con unos y otros. Pero recordando “el Dios que me mira”, me abandoné a sus manos y celebré con toda la concentración posible. Y ya después de acabar la celebración y despedir y saludar a toda la gente, empecé a hacer llamadas para ajustar todo: en una de ellas, me sugieren una solución que yo no había imaginado. Así que, nuevas llamadas para “negociar” pequeñas variaciones de horarios tipo “tetrix”.

Al final pude ir realizando la mayoría de las cosas relativamente bien, (espero que sin multa por despiste en semáforo en ámbar-rojo), y sobre todo con serenidad y sin dejar de amar a todos.

Incluso al final de la Adoración al Santísimo, el sacerdote de allí, (sin conocerme; y con mi bufanda, yo no era distinguible como sacerdote), inesperadamente apoyó un instante la custodia con Jesús Eucaristía en mi frente mientras yo estaba orando de rodillas con los ojos cerrados.

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13), la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):

1.-        la PdV de Febrero me hace reflexionar sobre dos aspectos fundamentales.

            El primero: Dios se hace más cercano en el desierto. Ese fue un lugar de encuentro ÚNICO entre Dios y Agar. Entendemos el desierto de la vida, como aquellas etapas difíciles; podrían ser momentos de soledad,  de enfermedad,  de dolor, ansiedad,  depresión... es decir, en situaciones que humanamente suponen ruptura,  el Señor se deja "palpar". Frente a la ruptura personal, el consuelo de la cercanía Divina. Así actúa Dios... Examinando mi vida a lo largo de los años, los momentos de mayor sosiego y Paz del Alma han aparecido después de grandes crisis (al nivel que fueran). ¿Será que el Espíritu de Dios se manifestó en mí de una forma especial? El Señor permitió el sufrimiento, lo vivió junto a mí y tras la tempestad vino la calma, la Paz de Dios.

El segundo; ¡Dios nos ve! Cómo cambia la vida cuando experimentamos la certeza de la presencia de Jesús en y con nosotros en el día a día. Practicamos este deporte: vivir sabiendo que no estamos solos y que Él que nos acompaña no es cualquiera, con sus aciertos y limites...: ¡es Jesús!, Él no falla, su principal "interés";  nuestra santificación.

 

2.-        me he dado cuenta que en nuestra Parroquia, todo el grupito de gente sencilla que tratamos de vivir la Palabra de Vida mensual y compartir entre nosotros las experiencias, al final unos y otros somos los que estamos colaborando calladamente en todos los servicios que mantienen vivas todas las realidades pastorales.

 

 

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miércoles, 15 de febrero de 2023

VIVO CON HUMILDAD PORQUE DIOS ME MIRA

Te ofrezco unos textos que nos ayuden a mitad del mes más corto a acelerar la vida de la Palabra («Tú eres el Dios que me ve»):

 


 

VIVIR CON HUMILDAD

El primer paso para que superemos nuestras debilidades es reconocerlas y aceptarlas.

Podemos hacer una lista y comenzar a través del amor a desarrollar en nosotros lo opuesto a cada una de ellas.

Por ejemplo: el orgullo se combate con la humildad; la ira con mansedumbre. Y así todos nuestros defectos.

Es el amor el que nos hace humildes para reconocer nuestros límites. Y es también el amor lo que nos hace capaces de cambiar y adquirir virtudes en lugar de vicios.

Quien reconoce sus debilidades se vuelve digno de misericordia ante Dios. La humildad de reconocer nuestros errores evita que juzguemos a los demás y nos hace experimentar el perdón y el amor recíproco.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al pasapalabra del 20 de enero de 2023

 

 

 

 

 

TRADICIÓN: TRANSMISIÓN DEL FUEGO,

NO ADORACIÓN DE LAS CENIZAS

Resulta atinadísima la definición que Francisco nos brinda de tradición…: «La tradición –afirma– es la fuente de inspiración. La tradición son nuestras raíces que te hacen crecer […]. El problema es andar hacia atrás». La tradición, en efecto, es la transmisión del fuego, no la adoración de las cenizas. Y quienes nos proclamamos tradicionales no queremos recuperar formas de vida caducas, ni instaurar utopías quiméricas, sino arraigarnos a unos principios recibidos de nuestros mayores, en quienes reconocemos una autoridad que nos ayuda a avizorar horizontes nuevos. Así, con los pies afirmados en el pasado que nos constituye y la mirada en el futuro, la tradición transforma luminosamente el mundo. Frente a la parálisis que atenaza a las personas conservadoras, que se afanan por preservar la cáscara mientras el meollo se pudre, las personas tradicionales nos esforzamos por mantener vivo un meollo de convicciones que puedan regenerar constantemente la cáscara.

La Iglesia, como sociedad de origen divino que es, tiene la obligación de garantizar su unidad y continuidad, que tienen su expresión más gozosa en la institución del papado; para lo que necesita una tradición que la nutra e inspire. «Os entrego lo que recibí», escribe San Pablo a los corintios, recordándonos que no hay unidad posible sin la aceptación de esta continuidad. De ahí que Benedicto XVI –a quien Francisco define reverente como un santo que lo «edifica con su mirada transparente»– escribiera: «Lo que para generaciones anteriores era sagrado sigue siendo sagrado y grande para nosotros también, y no puede ser de repente totalmente prohibido o incluso considerarse dañino».

Y Francisco remata… citando a San Vicente de Lérins, concretamente su Commonitorium Primum, una de las joyas mayores de la patrística, en donde se compara la doctrina de la Iglesia con el cuerpo humano, que «crece, consolidándose con los años, desarrollándose con el tiempo, profundizándose con la edad». Francisco, que cita en latín (demostrando un conocimiento ejemplar de la lengua universal de la Iglesia) se detiene ahí, para no abrumar a sus entrevistadores, ahorrándoles el final de la cita, que sigue así: «… y, sin embargo, continúa incólume y sin adulterar, completa y perfecta en todas las medidas de sus partes, y, por así decirlo, en todos sus miembros y sentidos propios, sin admitir cambio, sin pérdida de su propiedad distintiva, sin variación en sus límites».

Este crecimiento y profundización que a la vez mantiene incólume la doctrina es el alma de la Iglesia. La tradición, en efecto, vivifica y garantiza la unidad del dogma y de la Iglesia. Toda unidad que se fundare en la ruptura con la tradición sería unidad falsa, unidad 'Frankenstein' de miembros cosidos artificialmente que acabaría pudriéndose...

JUAN MANUEL DE PRADA, Francisco, paladín de la tradición,

en web Religión en Libertad, 21 diciembre 2022

 

 

 

 

 

OFRECER A DIOS NUESTRAS LIMITACIONES.

La Lubich demostró por su fe en Dios Amor que la plenitud de la alegría consiste precisamente en la capacidad de acoger y amar el vacío, el no amor, el dolor,  la limitación, la dificultad, el problema,  el error, la equivocación. Llenar cada vacío, llenar cada carencia, con el don del propio amor hasta el punto de salvar el límite, significa vivir una dinámica  de intercambio relacional mutuo que ponga en juego el crecimiento de las personas en una relación unitaria consigo mismas (con su espíritu) y con los demás, creando comunidad, construyendo lazos circulares de reciprocidad.

EMANUELA MEGLI

 


 

martes, 14 de febrero de 2023

DIOS ME MIRA CON TERNURA A CADA INSTANTE

VIDA DE LA PALABRA                             primeras semanas de FEBRERO


  

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13) y la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17):

1.-        Me han encargado grabar unas charlas cuaresmales para Radio María (que emitirá desde el lunes 27 todos los días a las 10:30 a.m.). Ya me costaba el programa semanal de 4 minutos los jueves, por lo que pensé que quizá me iba a bloquear: no sé hablar sin ver a nadie, encerrado en un estudio. Necesito mirar a los ojos a los que me escuchan e ir adaptando el modo de transmitir el mensaje según como capto que ellos lo van asimilando o no, tratando de “hacerme uno” con ellos. Esa reciprocidad de amor (yo hablar por amor y ellos escuchar por amor), hace posible el “donde dos o más…”, que permite, en definitiva que sea Jesús quien llegue a los corazones, más allá de lo que yo hable o enseñe. Pero fiado en la PdV, ¡Dios sí que me ve y con amor!, y que en Él todo pasado y futuro, es siempre un eterno presente, van saliendo adelante esas charlas cuaresmales ¡e incluso me encuentro a gusto!

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de febrero («Tú eres el Dios que me ve», cf. Gn 16, 13), la de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):

1.-        “Gracias, Paco!!! Hoy la Palabra de Vida me ayuda en un día complicado. Sé que siempre lo que nos manda Dios es para bien y así lo acepto, y rezo agradecida por todo: lo bueno y lo no tan bueno.

Pero hay momentos en los que resulta complicado adivinar los pensamientos del Señor para cada uno de nosotros y cuando ves a uno de tus hijos sufrir tanto y desde tan pequeño por la maldad de los hombres resulta muy duro…: el niño “acosador” vuelve ya al colegio. Rezo por él, de verdad, para que encuentre su camino y La Paz. Pero su vuelta ha alterado terriblemente a mi hijo: ha estado más de 45 minutos con un ataque de ansiedad tirado en el suelo, sin parar de llorar y sin consuelo. No ha querido tomarse el tranquilizante que me mandó el médico en estas ocasiones. He rezado para que se le pasara, para que todo tenga sentido, y para que aceptemos lo que tenga que pasar.

Mi marido está en el extranjero hasta el sábado y yo no me encuentro bien. Ayer me tuvo que acostar mi hija porque tenía muchos dolores con mi cáncer: no he dormido casi nada, como de costumbre, y estoy cansada. Pero a pesar de eso, cuando ha pasado lo de mi hijo sabía que no estaba sola, que Él me acompañaba. 

No todo es malo, estoy muy contenta del cambio en mi hija: por fin vuelve al rebaño… 

Muchas gracias, Paco!!! En cuanto pueda voy a verte y hablamos… y aunque sea así, a ti también te siento próximo, mi hermano.

 

2.-        “la palabra de vida de enero nos animaba a buscar la justicia divina. Desde hace más de un año, un proveedor de nuestra empresa tiene facturas pendientes. Estas facturas no se le pagan porque tienen un problema bastante importante en los albaranes recepcionados en nuestro sistema y no cuadran las cantidades entregadas con los albaranes con respecto a lo realmente entregado, y por tanto, las facturas tampoco resultan correctas. 

            El problema debería resolverse con el proveedor de una parte, y de nuestra parte deberían colaborar almacén, aprovisionamiento, compras, contabilidad y planificación. Total: demasiada gente involucrada, sin un responsable único que resolviera... Se estaba enquistando desde hace más de un año y todo el mundo miraba para otro lado... Resultado: el proveedor seguía sin poder cobrar unos trabajos que sí había realizado.

Tras meditar la PdV, vi claro que la justicia se escondía tras el rostro del proveedor. Tomé el toro por los cuernos y comencé a desenmarañar el lío con el proveedor: horas y días me ha llevado aclarar todas las entregas, todos los albaranes y casar todas las facturas... pero ¡finalmente, llegamos al fondo de la cuestión!

Escribí un resumen indicando a todos los involucrados las acciones exactas que tenía que hacer cada uno de ellos para poder saldar los pagos debidos al proveedor. Así, un tema atascado durante más de un año, se ha resuelto en una semana de trabajo.

            Lo mejor de todo, no es solo la gratitud del proveedor por el trabajo realizado, sino que el resto de mis compañeros (que también estaban agobiados por la situación) lo han agradecido e incluso alguno de ellos me dijo: "la resolución de este problema me ha hecho muy feliz".

            Aquí hemos encontrado la justicia divina y la satisfacción que provoca en todos los que la descubren. Ciertamente, hay que trabajarla, pero la recompensa obtenida es muy superior al esfuerzo realizado.

 

3.-        “muchas gracias por tu email con la palabra de vida. Gracias a Dios he tenido momento de leerlo justo ahora, en el mismo día que lo envías, porque muchas veces no logro hacerlo muy a mi pesar en ese primer momento, porque estos emails son como oro espiritual y creo que hacen realmente mucho bien.

Como en otras ocasiones me he sentido muy identificada y emocionada con lo que leo: «Tú eres el Dios que me ve» «No es un Dios ausente, lejano, indiferente a lasuerte de la humanidad, como tampoco a la suerte de cada uno de nosotros. Así lo experimentamos muchas veces. […] Él está aquí conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento, alegría o deseo mío, lleva conmigo cada preocupación y cada prueba de mi vida».

Mi marido y yo lo decimos ahora muchas veces, cuando compartimos nuestra situación personal con otros, (la enfermedad tan grave de mi marido, con 7 hijos y varios pequeños, y ahora, además, este mes él se queda sin trabajo), mucha gente se asusta y se angustia, pero nosotros nos sentimos felices, porque tenemos la seguridad de que Dios está con nosotros, somos unos privilegiados porque si no estuviéramos viviendo todo esto, no sentiríamos Su presencia tan cercana.

Como dicen las palabras del email que acabas de enviar: Él está con nosotros, lo sabe todo de nosotros, comparte nuestros pensamientos, alegrías y deseos, lleva con nosotros nuestras preocupaciones y cada prueba de nuestras vidas. ¿Y esto no es lo mejor que nos puede pasar en esta vida?.

 

4.-        “estuve en los ejercicios de noviembre pasado en el Centro Mariápolis. Te escribo para decirte que en aquellos días pedí en unidad en el grupo para que se solucionara un problema entre mi hermano y yo.

Hoy es el cumpleaños de mi madre y después de meses, nos hemos vuelto a ver y a juntarnos. Pensaba que iba a ser difícil, pero hemos estado como si no hubiera pasado nada.

Gracias por las oraciones que en su momento pedí y que el grupo se unió para rezar.

 

5.-        “"Tú eres el Dios que me ve": es una frase que reaviva una certeza y nos conforta pues nunca estamos solos; Dios está ahí y nos ama, incluso cuando buscamos huir de alguna situación dura y dolorosa, pero hemos de estar seguros de que Dios nos ama inmensamente y nos ayuda a empezar siempre de nuevo. 

Estas no son palabras: para mí está siendo una realidad que Jesús me empuja a tratar de vivir en cada momento, es como un muelle interior que salta cuando me despisto por un instante y me coloca en lo esencial. El 30 de diciembre me hicieron un tac por unas molestias nuevas que tenía y la consulta me la dieron para el 27 de enero: tenía que vivir con la duda durante este mes de espera y me parecía un mundo... Imposible estar todo ese tiempo en calma y viviendo volcada en los demás y no en mí. Cierto: estaba preocupada, pues esas molestias podían ser una metástasis nueva, etc.

He logrado que este mes transcurriera con gran paz sabiendo que estoy en las manos de Dios y que Él me ama; cierto que han surgido momentos nada fáciles donde la duda se imponía, pero Jesús me ha dado la posibilidad de volver a empezar y así lo he hecho cada vez.

Llegó el momento de la consulta y afortunadamente no hay nada nuevo. He dado gracias a Dios por este regalo y por haberme ayudado a aprovechar el tiempo y poder vivir bien el momento presente.

 

5.-        “Las bienaventuranzas no son palabras de consuelo, sino que tienen el poder de cambiar el corazón, crean una nueva humanidad. Es necesario tener misericordia también con nosotros mismos, reconocernos necesitados de ese amor inmenso que Dios tiene para cada uno de nosotros... Meditando estas palabras me parecían tan nuevas como para descubrir matices desconocidos en el amor de Dios hacia nosotros y que tienen que suscitar la reciprocidad.

En estos días he tenido una pequeña ocasión de poner en práctica esta palabra: hablando con una amiga se expresó con una frase poco oportuna que me hirió, no la sentí fruto del amor recíproco, pero enseguida como un resorte interior saltó la palabra 'misericordia', ¡tengo que ser la primera en perdonar! Así la unidad no se rompe, sino que crece.

 

 

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miércoles, 1 de febrero de 2023

DIOS ME MIRA CON ILUSIÓN CADA INSTANTE

 PALABRA DE VIDA                                        febrero 2023


«Tú eres el Dios que me ve»

(cf. Gn 16, 13)

El versículo de la Palabra de vida de este mes está tomado del libro del Génesis. Son unas palabras pronunciadas por Agar, la esclava de Sara entregada como mujer a Abrahán porque aquella no podía tener hijos y asegurar así una descendencia. Cuando Agar descubre que está encinta se siente superior a su señora. El maltrato recibido por parte de Sara la obliga más tarde a huir al desierto. Y allí precisamente tiene lugar un encuentro único entre Dios y la mujer, la cual recibe una promesa de descendencia semejante a la que Dios le había hecho a Abrahán. El hijo que nacerá se llamará Ismael, que significa «Dios ha escuchado», pues ha acogido la angustia de Agar y le ha dado una estirpe.

 

«Tú eres el Dios que me ve».

 

La reacción de Agar refleja una idea común en el mundo antiguo: que los seres humanos no pueden mantener un encuentro muy de cerca con la divinidad. Agar se queda sorprendida y agradecida de haber sobrevivido a él. Experimenta el amor de Dios precisamente en el desierto, el lugar privilegiado donde se puede experimentar un encuentro personal con Él;  siente su presencia y se siente amada por un Dios que la ha «visto» en su situación dolorosa, un Dios que se preocupa por sus criaturas y las envuelve con su amor. «No es un Dios ausente, lejano, indiferente a la suerte de la humanidad, como tampoco a la suerte de cada uno de nosotros. Así lo experimentamos muchas veces. […] Él está aquí conmigo, lo sabe todo de mí y comparte cada pensamiento, alegría o deseo mío, lleva conmigo cada preocupación y cada prueba de mi vida»[1].

 

«Tú eres el Dios que me ve».

 

Esta palabra de vida reaviva una certeza y nos conforta: nunca estamos solos en nuestro camino; Dios está ahí y nos ama. A veces, como Agar, nos sentimos «extranjeros» en esta tierra, o buscamos modos de huir de situaciones duras y dolorosas. Pero hemos de estar seguros de la presencia de Dios y de nuestra relación con Él, que nos hace libres, nos sosiega y nos permite empezar siempre de nuevo.

Esta ha sido la experiencia de P., que vivió sola durante la pandemia. Cuenta: «Desde el inicio de la clausura de toda actividad en nuestro país, estoy sola en casa. No tengo físicamente cerca a nadie con quien poder compartir esta experiencia, y procuro ocupar el día como puedo. Con el pasar de los días me siento cada vez más desanimada. Por la noche me cuesta mucho quedarme dormida. Me parece que no podré salir nunca de esta pesadilla. Pero siento fuertemente que debo encomendarme completamente a Dios y creer en su amor. No tengo dudas de su presencia, que me acompaña y me reconforta en estos meses de soledad. Me llegan pequeñas señales de los hermanos que me hacen comprender que no estoy sola. Como una vez en que estaba festejando el cumpleaños de una amiga on line y en ese momento me llegó un trozo de tarta de parte de mi vecina».

 

«Tú eres el Dios que me ve».

 

Así, protegidos por la presencia de Dios, también nosotros podemos ser mensajeros de su amor: estamos llamados a ver las necesidades de los demás, a socorrer a nuestros hermanos en sus desiertos, a compartir sus alegrías y sus dolores. El esfuerzo consiste en mantener los ojos abiertos a la humanidad en la que estamos inmersos también nosotros.

Podemos pararnos y mostrar nuestra cercanía con quienes están buscando un sentido y una respuesta a los muchos «por qué» de la vida: familiares, amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo, personas con problemas económicos y quizá marginadas socialmente.

Podemos recordar y compartir esos momentos preciosos en los que hemos conocido el amor de Dios y hemos redescubierto el sentido de nuestra vida.

Podemos afrontar juntos las dificultades y descubrir en los desiertos por los que pasamos la presencia de Dios en nuestra historia, que nos ayuda a proseguir el camino con confianza.

PATRIZIA MAZZOLA y el equipo de la Palabra de vida

 

 



[1] C. Lubich, Palabra de vida, julio de 2006: Ciudad Nueva n. 433 (2006/7), p. 29.