VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de ENERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) y la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4):
1.- Desde hace
tiempo había que
realizar un trabajo de inspección en la parroquia que podría costar casi mil
euros. Miramos varias posibilidades y elegimos la que parecía más fiable.
Hablando con quien la realizaría, le conté que, (a pesar de que hemos
restringido gastos en muchos capítulos), habíamos acabado el año con gran déficit
y que llevamos meses “tirando de ahorros” y le sugerí si no había manera de
realizarlo más barato, (todo legalmente, por supuesto). Dijo que se podría
ajustar con poco más de seiscientos.
Cuando acabó toda su tarea le pregunté, movido por la
“justicia” que pide la PdV del mes: “supongo que tienes familia”. “Sí, y varios
hijos”. Y añadí: “pero con esto que hoy cobras, ¿quedan honorarios para ti?; no
queremos que por ayudarnos a nosotros, se reduzcan demasiado tus entradas para
la familia”. Se sorprendió y se conmovió de que pensara en eso. Y me
tranquilizó: podía hacerlo con justicia y no se resentía su economía familiar.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de de enero («Aprended a hacer el bien, buscad la justicia», Is 1, 17) , la de diciembre («Confiad en el Señor por siempre jamás, porque en el Señor tenéis una Roca eterna», Is 26, 4) y la de noviembre («Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia», Mt 5, 7):
1.- “…por fin
tengo un pequeño rato de respiro para escribirte! Las navidades han sido muy
ajetreadas: he tenido a mi suegra en casa casi un mes y la verdad, no lo he
llevado muy bien. Es una persona que no cree y, desde que vamos asiduamente a
la iglesia, no hace más que criticar e incluso blasfemar. No se lo tengo en
cuenta y rezo mucho por ella, aunque sabe Dios lo que me está costando: ¡se lo
tengo ofrecido a Jesús!
A esto se añade que mi marido apenas
sale de su trabajo (se han ido 3 personas… y todo le toca… a él) y he tenido
que atenderle en todo lo que ha necesitado.
En fin, viviendo la voluntad de Dios en
todo momento, no hago planes porque el Señor siempre me los cambia. Estoy
tranquila porque sé que es para mi bien.
En un rato voy a la estación a recibir
de visita unos días a mi mejor amiga y su novio que vienen desde otro país.
Estoy muy contenta, llevo sin verla más de 7 años y la echo mucho de menos.
Rezo por la unidad de todos, y a ver si
está semana que entra podemos concretar contigo una quedada con el
sacerdote ortodoxo…”.
2.- “…aquí seguimos igual, disfrutamos de la familia y
de nuestra rutina diaria dando gracias a Dios por estar unidos y con salud. Y
le pido fuerza para poder llevar nuestras vidas lo mejor posible. Cada vez que
vamos a Misa le doy gracias por dejarme ir con toda mi familia a disfrutar de
la Eucaristía y le pido que no los aparte nunca de su lado: en no muchos años
mis hijos se irán fuera a estudiar y quiero que sigan junto a Dios, para que
les dé fuerza en sus futuras vidas y sean personas serviciales. Muchas gracias
por acordarte de mí y enviarte estos correos…”.
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