sábado, 16 de julio de 2022

PORRO UNUM EST NECESARIUM

VIDA DE LA PALABRA                        primeras semanas de JULIO


 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de julio («Solo una cosa es necesaria», Lc 10, 42) y la de junio («Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de Ti», Sal 16, 2):

1.-        El mes pasado repetí cientos de veces en mi interior "Tú, Señor, eres mi único Bien". Sin dejar de decirlo interiormente también este mes, además, estoy repitiéndole muchas veces "una sola cosa es necesaria", (a veces en latín: "porro unum est necesarium") para iniciar un diálogo interno con Él, poniéndome a la escucha de Él como única cosa ("porro unum...") y no dejando que mi corazón se incline a ninguna otra cosa que no sea amar ("porro unum...", también) por haberle escuchado.

1b.-     Por ejemplo, en una actividad de varios días, parecía como que los que la desarrollaban me ignoraban, (estoy seguro que sin mala voluntad): casi como que yo no tenía ningún papel. En casos similares, mi cortedad y timidez, (que la tengo bastante disimulada), aflora a más no poder.

Yo trataba de pasar desapercibido, sí, sin inmiscuirme y menos aún interferir, (aunque la actividad se podía realizar gracias a que yo aportaba mi titulación de "Coordinador"), pero estaba atento a suplir, (aunque lo tenían todo muy preparado, "muy currado"), en pequeñas cosas donde ellos no llegaban o no se daban cuenta. Y atento también a acoger en seguida las cosas que me pedían o me sugerían.

Hubo un par de momentos que aparentemente desde fuera parecían un desplante. Me tuve que repetir un montón de veces esos dos días: "solo una cosa es necearia". Y no cedía a prejuicios: no dejaba de amar y encontraba la paz.

1c.-     A partir de ahí, después de cada comida y cada cena, con delicadeza, (aunque me venía tentación de otra cosa), y una sonrisa les decía a alguno de los responsables, (ellos siempre estaban intercomunicados por radio-transmisores entre ellos): "si cambiáis de programa o de lugar, por favor, no os cuesta ningún trabajo a alguno de vosotros llamarme o ponerme un whatsapp, (y lo mismo a partir de mañana con el compañero que me suple").

El último día que yo participaba percibí que quizá habían mejorado las cosas.

Regresé contento de la experiencia, (¡¡y con decenas de picaduras de pulgas!!).

Por aquí amaneciendo en la casa parroquial con 33º, (¡después de tener toda la noche todas las ventanas y persianas subidas…!; y… por ello… ¡varios murciélagos dando vueltas por el techo de mi habitación…!), pero lo uno y lo otro da igual: “solo una cosa es necesaria…”; “Tú, Señor, eres mi único Bien”. 


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de julio («Solo una cosa es necesaria», Lc 10, 42), la de junio («Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de Ti», Sal 16, 2) y la de mayo («Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros», Jn 13, 34:

1.-        “…el pasado mes de junio fue una maratón para intentar terminar bien el curso. Las actividades casi se superponían unas con otras y al agotamiento se añadió un fuerte deseo de llegar "en condiciones" de oración y buenas obras a la celebración del Sagrado Corazón de Jesús. Todas muy buenas intenciones, pero contando solo con mis propias fuerzas. Al final, las cosas se fueron torciendo; el pecado hizo acto de presencia y empecé a ver, por encima de todo, mi fracaso, mi culpa.

Lo que hasta entonces había sido un camino gozoso en compañía del Señor se fue convirtiendo en un hundirme en un pozo cada vez más profundo y oscuro, en el que en mi corazón sólo escuchaba reproches: "tú, que te creías algo, no vales nada";  "siempre acabas estropeándolo todo"; " no te mereces el amor de Dios"...  Cada vez más derrotada y  hundida en mi propia miseria, parecía no haber  sitio para la esperanza.

            Pero gracias a Dios, cuando ya lo único que sentía era que me engullía la angustia, recordé la Palabra de Vida que nos habías dado para junio: "Señor, Tú eres mi único bien" y empecé a repetirla, como una jaculatoria desde el corazón, una y otra vez.

Sentí como si en mi alma se fuera hinchando un flotador de misericordia que tiraba de mí hacia "arriba" como un globo; que me quitaba el lastre de la culpa; que me hacía ascender y salir de ese pozo de angustia y soledad, recuperando, por fin,  la alegría de caminar junto a Dios en compañía de los demás….

 

2.-        “…el otro día me paró un hombre por la calle: “hoy es mi cumpleaños; te compro un refresco o una cerveza y te lo tomas en tu casa”. Me quedé sorprendida, desconcertada. Pensé cómo reaccionar. No me paro con desconocidos; sabes que nunca prejuzgo a nadie por su presencia; así que un impulso interior me hizo decirle: “pero me la tomo contigo en la tienda o aquí en la calle”. Era marroquí, musulmán, no tenía absolutamente a nadie casi como yo… escuché a fondo su soledad y sus problemas. Me agradeció desde el fondo de su alma. P.ej. me ayudó el que él dijera: “cuando se va un amigo, otro vendrá”. También le ayudó a él que yo dijera que no tenía por qué sentirse mal si tomaba una cerveza, un poco de alcohol. Aprendí mucho; estaba con paz y alegría, después de la sorpresa, (o susto), inicial….

 

 

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