PALABRA DE VIDA junio 2022
«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de Ti» (Sal 16, 2).
La Palabra de Vida de este mes está sacada
del libro de
los Salmos, que recoge las oraciones por excelencia, inspiradas por Dios al rey David y a otros orantes para enseñarles
cómo dirigirse a Él. En los Salmos todos tenemos nuestro sitio, pues tocan las
cuerdas más íntimas del alma, expresan los sentimientos humanos más profundos e
intensos: la duda, el dolor, la ira, la angustia, la desesperación,
la esperanza, la alabanza, el agradecimiento, la alegría. Por eso los puede
pronunciar cualquier hombre y mujer de toda época y cultura y en cualquier
momento de la vida.
«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de
Ti».
El salmo
16 era el preferido de muchos autores espirituales. Por ejemplo,
santa Teresa
de Jesús comentaba: «Quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta».
El padre Antonios Fikri, teólogo de la Iglesia Ortodoxa, señalaba: «Este es el
salmo de la resurrección, por eso la Iglesia lo reza en las primeras horas […],
ya que Jesús resucitó al alba. Este salmo nos da esperanza en nuestra herencia
eterna, y por eso lo encontramos bajo el título de “dorado”: quiere decir que
es una palabra de oro, una joya de la Sagrada Escritura».
Hagamos la prueba de
repetirlo pensando en cada palabra:
«Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de
Ti».
Esta oración nos envuelve, sentimos que la presencia
activa y amorosa de Dios comprende todo nuestro ser y el de la
creación, percibimos que Él recoge nuestro pasado, nuestro presente y nuestro
futuro. En Él encontramos la fuerza para afrontar con confianza los
sufrimientos que nos asaltan por
el camino y
la serenidad para elevar la mirada, más allá de las sombras de la
vida, a la
esperanza.
Entonces, ¿cómo podremos vivir la Palabra de
Vida de este mes? Esta es la experiencia de C. D.: «Hace algún tiempo empecé a
sentirme mal, por lo que me sometí a una serie de pruebas médicas que requerían
largos tiempos de espera. Al final, cuando me enteré de lo que tenía, la
enfermedad de Parkinson, ¡fue un duro golpe! Tenía 58 años, ¿cómo era posible?
Me preguntaba: ¿por qué? ¡Soy profesor de Ciencias Motoras y Deportivas, la
actividad física es parte de mí! Me parecía perder algo demasiado importante. Pero volví a
pensar en la elección que había hecho cuando
era joven: “Tú,
Jesús abandonado, eres mi único Bien”. Gracias a los fármacos,
pronto empecé a sentirme mucho mejor, pero no sé exactamente lo que me
sucederá. He decidido vivir el momento presente. Tras el diagnóstico se me
ocurrió escribir una canción, cantarle a Dios mi sí: ¡el alma se llena de
paz!».
La frase de este salmo también había tenido
una resonancia especial en el alma de Chiara Lubich, que escribió: «Estas
sencillas palabras nos ayudarán a tener confianza en Él, nos entrenarán a
convivir con el Amor, y así, estando cada vez más unidos a Dios y llenos de Él,
pondremos una y otra vez las bases de nuestro verdadero ser, hecho a
su imagen»[1].
Unámonos, pues, en este mes de junio, para elevar a Dios
esta «declaración de amor» a Él e irradiar paz y serenidad en nuestro entorno.
LETIZIA MAGRI
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