martes, 30 de junio de 2020

ACOGER A CADA UNO

VIDA DE LA PALABRA              últimas semanas de JUNIO

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40) y la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15, 3):

1.-        Hacía unos minutos que habíamos terminado una reunión parroquial, ya casi anochecido. Por teléfono, alguien que estuvo previamente en la Misa de la tarde, me dice que lleva casi una hora dando vueltas caminando para encontrar sus gafas de sol buenas. Como no es de Villalba, intento que me describa el sitio para salir a su encuentro, (está oscureciendo, no sabe bien por dónde va y no tiene para mandar ubicación).
La PdV enseña a recibir a Jesús en todos (y ser uno mismo Jesús).
Tras casi media hora andando, ya de noche, nos encontramos, (iba yo rezando al Señor y a S. Antonio para que lográramos después hallar las gafas). Trato de que haga memoria para que se oriente. En varios momentos me viene la tentación de desesperarme por su falta de querer intentarlo, pero… hay que seguir confiando en el Señor, (aunque sea esto una pequeña cosa material).
Nada de momento. Después de mucho caminar sin la seguridad de que hubiera sido ese el recorrido exacto, (era de noche ya), lo mejor es regresar a la parroquia y desde allí ubicarse bien y rehacer desde el principio su caminata. Varias veces me decía que era inútil, pero yo insistía. Como que el Señor me ponía dentro confianza, (y veo que es en realidad una de las cosas que le hace falta a esta persona).
Por fin se ubica y ahí decide, ya sí, abandonar, pero entonces es cuando más insisto yo. Hacemos el itinerario por donde había andado y vamos mirando por la acera y, cuando esta y las farolas se acaban, con la linterna del móvil continuamos entre los matojos del arcén y… al cabo de un buen rato… en el sitio más oscuro y menos concurrido… ¡encontramos las benditas gafas! Casi ni nos lo creíamos. Y dimos gracias a Dios en voz alta.
Se ha dado cuenta que una de las cosas fundamentales para con Dios es la perseverancia. “Si se ve la mano de Dios en estas pequeñeces, ¡cuánto ni más será para la fe y lo que de verdad vale!”, me dice. No tenía “las gafas de ver”, así que “mayor milagro”, sigue comentando. “La atención y concentración… si están dirigidas a Dios… y el poder de la fe (la cual hay que pedir cada día)… y la perseverancia, son las enseñanzas que saco”. ¡Merecieron la pena esas casi dos horas (y encima hice ejercicio caminando, que ese día no había podido)!


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40), la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15, 3) y la de abril («Dichosos los que no han visto y han creído», Jn 20, 29):

1.-        “aunque no te escriba, siempre leo la PdV y me viene muy bien. Como ya te he dicho más de una vez, cuando la enfermedad de mi marido, me di cuenta de que lo único que hay que pedirle a Dios es que nos dé fuerza y alegría para todo lo que nos pueda surgir en la vida. Y yo continuamente lo compruebo.
Todos los años me tengo que hacer una serie de revisiones médicas, entre ellas una con la dermatóloga. Este año me retrasé un poco por el tema del Covid y no fui hasta junio. Y cuál fue mi sorpresa ya que al hacerme la revisión en la espalda vio dos cosas que antes yo no tenía. Me dijo que debía ir a que lo quitasen lo más rápidamente posible, me dio el nombre de una cirujana que ella conocía y ese mismo día pedí cita, me vio a los dos días y me dijo que yo tenía un tumor maligno, aunque me aclaró que de esto no me iba a morir, (es por acumulación del sol que se ha tomado durante toda la vida). 
Fui sola y, al recibir la noticia, no me inmuté, lo tomé con toda la tranquilidad del mundo, me dijo que me operaría, me tuve que hacer la prueba del covid por protocolo, ya que según parece al entrar en quirófano es obligatoria (dio negativa).
Como tengo dos, dentro de unos días me quitarán el segundo. No te puedes imaginar la paz y tranquilidad que tengo. Y te aseguro que esa fortaleza y esa alegría me vienen de Dios. Yo hace años era una persona muy miedosa y me angustiaba por tonterías. Y desde que siento que Dios es mi Padre y me quiere, se me han ido todos los miedos. Es más: amo mucho la vida y la disfruto. Y si alguna vez pienso en que me pasase algo, de verdad que lo que me preocupan son mis hijos y cómo lo iban a llevar ellos. Aunque Dios ya sabe lo que hay que hacer.

2.-        “… uno de los días fuertes del coronavirus, limpiando una habitación en el hospital con el epi puesto, vi que el enfermo sufría mucho y siempre tengo en cuenta lo que nos explicaste a varias sobre la contrición perfecta, la comunión espiritual y la indulgencia plenaria y, con afecto, se lo dije al enfermo y ¡hasta le di una bendición!; se le notaba ya sereno y al momento dejó de respirar. Tuve paz, aunque todos esos días de pico de la pandemia he quedado destrozada interiormente viendo tanto sufrimiento y soledad.
A algunos más, (que percibíamos que eran católicos), también se lo indicamos todo. ¡Menos mal que nos lo explicaste bien desde que el Papa Francisco lo escribió, pues luego a los pocos días ya no te dejaron entrar al hospital durante 3 semanas!
A otros muchos enfermos pasaba varias veces (aunque ya había limpiado) a decirles una palabrita de consuelo, o preguntarles si necesitaban coger algo, etc….

3.-        “Dios te pague, Paco, como siempre, … tan concreto.
Yo he vivido el confinamiento dedicando la mayor parte del día a cocinar, por mi lentitud al ser poco diestra... pero poniendo todo el amor posible en lo que hacía... me decían que todo estaba muy bueno y esto me alegraba... así, serenamente, dejando de lado otros planes personales...
También me adelanté a hacer un trabajo a una hermana que tenía menos tiempo... era lo más importante, porque se lo hacía a Jesús...
Espero siga mejor tu madre y pido a Jesús te siga ayudando.

4.-        “nosotros también de momento llevando el desconfinamiento con mucho respeto; los niños, ya más relajados, ya que los dos mayores han terminado  los exámenes la semana pasada. Estoy muy contenta porque aunque lo hemos pasado no muy bien, ÉL nunca me ha dejado que estuviera sola, así que deposito toda mi confianza en EL SEÑOR.

5.-        “el confinamiento lo he llevado relativamente bien, salvo que dejé de escuchar noticias, porque me dolía mucho ver las cifras, las muertes, los relatos de cada persona, familia, los compañeros en las primeras líneas de batalla, las bajas de los que nos cuidan…, en fin… mi corazón sufría mucho, aunque intentaba divagarme, pero hubo momentos que pensaba en mi familia, en mi país, una vez que han empezado los casos por allá: empezar a pensar que podría no volver a verlos y pedir por ellos y estar tan lejos y no poder estar con ellos me ha puesto muy triste y pensativa; le pedía a Dios que me diera paz y me ayudara porque cada día era para mí muy difícil...
Ya este mes me he puesto a cuidarme y realizar visitas médicas que tenía pendiente y por gracia de Dios, bien.
Aprovechando del tiempo del cuidado de la niña que al final, de estar con ella, quedamos mal acostumbradas ambas…
Con respecto a… intento no acordarme de lo pasado, porque aún me duele mucho: leo tus palabras y leo la Biblia y veo a mi hija y eso me da fuerza para seguir y perdonar. Gracias, Paco, por todo lo q hacéis; ten por seguro q he escuchado tus misas; y mis oraciones para con todos.

6.-        “…hoy iba con el tiempo justo a Correos y he visto por la otra acera a dos personas; llevaban unas cartas en la mano y me digo: “van al mismo sitio que yo, pues entonces voy más deprisa y me adelanto”. Llego un par de segundos antes, la señora se queda en el bordillo, pero lo que quería era sentarse en el suelo; yo miraba por si había algo cerca para que se pudiera sentar, la señora a la vez también buscaba.
Había cuatro o cinco personas, que van terminando pronto, pero en esos minutos que estábamos esperando mi “hombre viejo” me sugería que no le cediera mi vez, porque luego igual no me da tiempo para hacer todo. Pero parece, en cambio, como si el Señor me estuviera sugiriendo “para qué me dices que te enseñe a estar atenta a los detalles: ¡ahí lo tienes!”. Me dice la señora: “vas después de ese chico”. Contesto: “pero pasa tú, que yo puedo esperar”. Ella se quedó un poco descolocada: se vuelve y me da las gracias. Luego entramos casi a la vez y al salir, sonriente me da las gracias otra vez.
Salgo y enseguida me viene a la mente un libro que he leído hace poco en el cual S. Pedro va donde María a pedir consejo; no recuerdo lo que era, pero la respuesta es cosa de Jesús. Ha sido un ratito muy bonito y yo estaba tan feliz, porque sí, pequeña cosa, pero de pequeñas cosas al final es vida. Al final me ha sobrado tiempo….



  


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martes, 16 de junio de 2020

ACOGER CON TERNURA

         Para retomar un empuje en vivir la Palabra de este mes, («quien a vosotros recibe, a Mí me recibe, y quien me recibe a Mí, recibe a Aquel que me ha enviado»), nos pueden ayudar estos textos:




EL AMOR RECÍPROCO REQUIERE HUMILDAD

Hacer un gesto de amor a otra persona requiere mucha humildad. Si no hubiera humildad, se corre el riesgo de querer apoderarse afectivamente del otro, exigiendo reciprocidad por el amor ofrecido. La pureza de corazón y el desapego del bien que se hace, revela la presencia de Dios en el hermano. Es a Él a Quien humildemente ofrezco mi amor.
Amar con humildad es tener esta pureza de corazón: entender que tener caridad es servir y donarse.
El amor mutuo trae sus frutos y, para ser humilde, no debo apoderarme de los frutos de ese amor.
El desapego de todo el amor practicado, es la certeza de que todas las obras que realizo son obras de Dios.
Quién vive el amor mutuo está siempre dispuesto a dar la vida. Y dar la vida, es un acto de extrema humildad.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra diario del 25 mayo




ACOGER CON DILIGENCIA A CADA PRÓJIMO.

La Palabra de vida de este mes podrá ayudarnos a redescubrir el valor de cada una de nuestras acciones: desde las tareas domésticas, del campo o del trabajo, hasta el desempeño de trámites administrativos, los deberes escolares o las responsabilidades en el campo civil, político y religioso. Todo puede transformarse en servicio atento y solícito. El amor nos dará ojos nuevos para intuir lo que los demás necesitan y atenderlos con creatividad y generosidad. Y como fruto, se compartirán los dones, porque el amor llama al amor. La alegría se multiplicará porque «mayor felicidad hay en dar que en recibir» (Hch 20, 35).

CHIARA LUBICH




DEJARNOS GUIAR SIEMPRE POR LA JUSTICIA Y POR LA VERDAD

El amor encuentra siempre el modo de corregir sin lastimar y de ser justo. Quien ama no peca por omitir la verdad, porque su discurso es “sí, sí” y “no, no”.

Nada es más liberador que la verdad dicha por amor. Es impagable el precio de una conciencia recta que no se compromete con el error, así como es inestimable el valor de un acto de amor practicado en la verdad y la justicia.
La justicia va de la mano con la verdad y ambas nacen del amor. La justicia para ser completa debe contener el perdón, la reconciliación y la restauración de la armonía.
         Cuando se practican la justicia y la verdad, nos hacemos más humanos y más de acuerdo con nuestra semejanza con Dios.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra diario del domingo 30 mayo







HACER EXPERIMENTAR LA TERNURA DE DIOS

Si creemos que la perfección del amor entre nosotros es el reflejo del Artista que nos ha creado, ¡qué papelón le obligamos a hacer los creyentes no solo con nuestras contiendas, sino incluso con la frialdad y la rutina de nuestros afectos!

P. MANUEL MORALES, O.S.A, Comentario al Pasapalabra diario del viernes 12 mayo




lunes, 15 de junio de 2020

ACOGER A JESÚS EN CADA PRÓJIMO

VIDA DE LA PALABRA                    primeras semanas de JUNIO


Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40) y la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15, 3):

1.-        Cada día, al abrir la iglesia a las 8:00, (pensando en acoger a Jesús en los que luego vengan), enfundado en mis guantes, extiendo las alfombrillas de las entradas y las rocío un buen rato con pulverizador de agua-lejía para que se puedan higienizar las suelas del calzado. Y, además, los domingos (no trabaja la señora de la limpieza), antes de cada Misa que celebro, voy limpiando los bancos.

2.-        Uno de estos días hubo varias cosillas que me dolieron aunque eran pequeñeces y se me quedaban en el alma, sobre todo por provenir de personas que no me lo esperaba. Pero era resolverme descubriendo en esas punzadas el rostro de Jesús Abandonado (que gritó “Dios mío… ¿por qué…?”) y, como Él, continuar amando, tanto en lo que estaba yo haciendo (aunque alguno me notó menos “vitalidad”), como en “no apuntarlo en la cuenta” de nadie y seguir queriéndolos como siempre y más. En el fondo no era más que una verdad dicha a medias sin la franqueza que puede denotar que quizá no hay plena confianza para decirme las cosas abiertamente con claridad; varias personas que insinúan cierto reparo a que entre yo porque visito el hospital, (donde ya no queda ningún enfermo de covid y sigo todos los protocolos, más los que luego casi exageradamente me “invento” yo).
Me ayudó también examinarme si yo, en el fondo, no hago inconscientemente algo similar: cuando uno ve un defecto en el otro, a veces es que el Señor te quiere corregir a ti de eso mismo. Así que con esto y con la PdV he procurado estar todavía más acogedor con todos (¡aunque con la mascarilla no pueda expresarlo bien con la sonrisa y el rostro!).


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40), la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15, 3) y la de abril («Dichosos los que no han visto y han creído», Jn 20, 29):

1.-        “gracias, Paco, por tu fidelidad. Este tiempo de confinamiento ha sido difícil: sola con mis padres, muy ocupada. El trabajo, la casa, nosotros mismos...
Me ayudaron muchísimo tus palabras. Acompañar toda acción con un “POR TI, JESÚS”. Gracias. Comencé: eran las mismas cosas, igual de difíciles, pero ahora ¡con sentido! Esto me daba fuerza y la seguridad de permanecer en mi rayo de la voluntad de Dios.
Así que, algunos temas que tenía aparcados, los retomé. Escribí a mis niños de catequesis que tenía abandonados. Fue muy bonito. Me puse de acuerdo con Jesús para todo y ¡podía atender todo! ¡Gracias!: sentí que estaba limpia, todo perdonado, porque Jesús ya pagó por mí.

2.-        “muy agradecida le estoy por tus mensajes con La Palabra de Vida. Me alegra que usted y sus familiares se encuentren bien. Nosotros también saludables y "soportando esta prisión"; pero no sentimos angustia, porque sabemos en Quien hemos puesto nuestra confianza, y estamos seguros de que Él con su poder cuidará, hasta el último día, de todos nosotros.

3.-        “domingo de la Misericordia: cuando me levanté, vi el cielo oscuro y triste; hago las cosas y me pongo la Misa trasmitida desde Roma, pero, (me pasa alguna vez), cuando oigo la Misa en otro idioma, me quedo en blanco, no sé rezar; ya me puse nerviosa y en mi mente daba vueltas; unos segundos; me digo: “tranquila, tienes la Misa de la parroquia, ¿qué más quieres?”. Y sigo viendo la Misa. Me empiezo a tranquilizar; llega la homilía del Sto. Padre: habla de Sta. Faustina, cuando el Señor le dice: “aún no me has presentado tus miserias”. Eso me impactó y luego, luego, me preguntaba: “es "verdad": yo me reflejo con eso que Él le ha dicho, sin querer hago lo mismo”. En seguida me levanté el ánimo y me pareció que el sol había salido: con un sol radiante me puse la Misa de la parroquia: fue especial y al final expuso el Santísimo casi una hora, ¡un regalo del Señor!, donde vi que es tan generoso. Fue el céntuplo. Cada día le doy gracias a Dios... Al final de ese domingo, veo el whatsapp del grupo: un vídeo… sobre la homilía del Misericordia; ¡confirmo mi alegría!.





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lunes, 1 de junio de 2020

A MÍ ME RECIBE


PALABRA DE VIDA                      junio 2020

Ayer hemos celebrado Pentecostés, culmen de la cincuentena Pascual, dispuestos a dejar que el Espíritu Santo, el Espíritu que nos dona el Resucitado, habite plenamente en nosotros y desde dentro, como hábil Piloto divino, nos haga navegar seguros hacia buen puerto.

            Contribuiremos también a ello si nos esforzamos nosotros cada día en poner en práctica una nueva Palabra de Vida:
        

«Quien a vosotros recibe, a mí me recibe,
y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado»
(Mt 10, 40)

El Evangelio de Mateo relata en este capítulo cómo elige Jesús a los Doce y cómo los envía a predicar su mensaje.
Son nombrados uno a uno, señal de la relación personal que han construido con el Maestro, al que han seguido desde que comenzó su misión. Han conocido su estilo, basado sobre todo en su cercanía a los enfermos, los pecadores y los considerados endemoniados: todas personas descartadas, víctimas de un juicio negativo y de las que alejarse. Solo después de estos signos concretos de amor por su pueblo, Jesús se prepara para anunciar que el Reino de Dios está cerca.
Así pues, los apóstoles son enviados en nombre de Jesús, como sus «embajadores», para acogerlo a Él a través de ellos.
Con frecuencia, los grandes personajes de la Biblia que abren el corazón ante un huésped inesperado, que no entra en sus planes, reciben de ese modo la visita de Dios mismo.
A día de hoy, sobre todo en culturas que mantienen fuertes lazos comunitarios, el huésped sigue siendo sagrado, aunque sea desconocido, y se le reserva un lugar principal.

«Quien a vosotros recibe, a mí me recibe,
y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado».

Jesús enseña a los Doce: deben ponerse en camino, con los pies descalzos y con poco equipaje: una alforja ligera, una sola túnica… Deben dejar que los traten como a huéspedes, estar dispuestos a aceptar las atenciones de los demás con humildad; ofrecer gratuitamente ayuda y cercanía a los pobres y dejar a todos la paz como regalo. Como Jesús, serán pacientes ante la incomprensión y la persecución, seguros de que el amor del Padre los asistirá.
De este modo, quien tenga la suerte de encontrarse con alguno de ellos podrá experimentar en verdad la ternura de Dios.

«Quien a vosotros recibe, a mí me recibe,
y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado».

Todos los cristianos tienen una misión como discípulos: testimoniar con mansedumbre, primero con la vida y luego también con la palabra, el amor de Dios que ellos mismos han conocido, para que se convierta en una gozosa realidad para muchos, para todos. Y ya que han encontrado acogida ante Dios a pesar de sus fragilidades, su primer testimonio será precisamente acoger con delicadeza a los hermanos.
En una sociedad donde lo más normal es buscar el éxito y la autonomía egoísta, los cristianos están llamados a mostrar la belleza de la fraternidad, que reconoce que nos necesitamos unos a otros y activa la reciprocidad.

«Quien a vosotros recibe, a mí me recibe,
y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado».

Esto escribe Chiara sobre la acogida evangélica: «[…] Jesús ha sido la manifestación del amor plenamente acogedor del Padre del cielo por cada uno de nosotros y del amor que deberíamos tener, en consecuencia, unos con otros. […] Por eso, procuremos vivir esta Palabra de vida ante todo en nuestras familias, asociaciones, comunidades y grupos de trabajo, eliminando en nosotros juicios, discriminaciones, prevenciones, resentimientos e intolerancias hacia este o aquel prójimo, tan fáciles y frecuentes y que tanto enfrían y comprometen las relaciones humanas e impiden el amor mutuo, bloqueándolo como la herrumbre. […] Acoger al otro, al distinto a nosotros, es la base del amor cristiano. Es el punto de partida, el primer peldaño para construir esa civilización del amor, esa cultura de comunión a la que Jesús nos llama sobre todo hoy»[1].

LETIZIA MAGRI







[1] Cf. C. Lubich, Palabra de vida, diciembre de 1992, en Palabras de Vida (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020 (próxima publicación).