VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de JUNIO
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien
a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que
me ha enviado», Mt 10, 40) y
la de mayo («Vosotros estáis ya limpios
gracias a la Palabra que os he anunciado», Jn 15,
3):
1.- Hacía unos minutos que habíamos terminado una reunión
parroquial, ya casi anochecido. Por teléfono, alguien que estuvo previamente en
la Misa de la tarde, me dice que lleva casi una hora dando vueltas caminando para
encontrar sus gafas de sol buenas. Como no es de Villalba, intento que me
describa el sitio para salir a su encuentro, (está oscureciendo, no sabe bien
por dónde va y no tiene para mandar ubicación).
La PdV
enseña a recibir a Jesús en todos (y ser uno mismo Jesús).
Tras casi
media hora andando, ya de noche, nos encontramos, (iba yo rezando al Señor y a S.
Antonio para que lográramos después hallar las gafas). Trato de que haga
memoria para que se oriente. En varios momentos me viene la tentación de
desesperarme por su falta de querer intentarlo, pero… hay que seguir confiando
en el Señor, (aunque sea esto una pequeña cosa material).
Nada de
momento. Después de mucho caminar sin la seguridad de que hubiera sido ese el
recorrido exacto, (era de noche ya), lo mejor es regresar a la parroquia y
desde allí ubicarse bien y rehacer desde el principio su caminata. Varias veces
me decía que era inútil, pero yo insistía. Como que el Señor me ponía dentro confianza,
(y veo que es en realidad una de las cosas que le hace falta a esta persona).
Por fin se
ubica y ahí decide, ya sí, abandonar, pero entonces es cuando más insisto yo.
Hacemos el itinerario por donde había andado y vamos mirando por la acera y,
cuando esta y las farolas se acaban, con la linterna del móvil continuamos entre
los matojos del arcén y… al cabo de un buen rato… en el sitio más oscuro y
menos concurrido… ¡encontramos las benditas gafas! Casi ni nos lo creíamos. Y
dimos gracias a Dios en voz alta.
Se ha dado
cuenta que una de las cosas fundamentales para con Dios es la perseverancia. “Si
se ve la mano de Dios en estas pequeñeces, ¡cuánto ni más será para la fe y lo
que de verdad vale!”, me dice. No tenía “las gafas de ver”, así que “mayor
milagro”, sigue comentando. “La atención y concentración… si están dirigidas a
Dios… y el poder de la fe (la cual hay que pedir cada día)… y la perseverancia,
son las enseñanzas que saco”. ¡Merecieron la pena esas casi dos horas (y encima
hice ejercicio caminando, que ese día no había podido)!
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y
quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado», Mt 10, 40), la de mayo («Vosotros estáis ya limpios gracias a la
Palabra que os he anunciado», Jn 15,
3) y la de abril («Dichosos los que no han visto y han creído»,
Jn 20, 29):
1.- “…aunque no te escriba, siempre leo la PdV y me
viene muy bien. Como ya te he dicho más de una vez, cuando la enfermedad de mi
marido, me di cuenta de que lo único que hay que pedirle a Dios es que nos dé fuerza
y alegría para todo lo que nos pueda surgir en la vida. Y yo continuamente lo
compruebo.
Todos los años me tengo que hacer una serie de revisiones
médicas, entre ellas una con la dermatóloga. Este año me retrasé un poco por el
tema del Covid y no fui hasta junio. Y cuál fue mi sorpresa ya que al hacerme
la revisión en la espalda vio dos cosas que antes yo no tenía. Me dijo que
debía ir a que lo quitasen lo más rápidamente posible, me dio el nombre de una
cirujana que ella conocía y ese mismo día pedí cita, me vio a los dos días y me
dijo que yo tenía un tumor maligno, aunque me aclaró que de esto no me iba a
morir, (es por acumulación del sol que se ha tomado durante toda la vida).
Fui sola y, al recibir la noticia, no me inmuté, lo tomé
con toda la tranquilidad del mundo, me dijo que me operaría, me tuve que hacer
la prueba del covid por protocolo, ya que según parece al entrar en quirófano
es obligatoria (dio negativa).
Como tengo dos, dentro de unos días me quitarán el
segundo. No te puedes imaginar la paz y tranquilidad que tengo. Y te aseguro
que esa fortaleza y esa alegría me vienen de Dios. Yo hace años era una persona
muy miedosa y me angustiaba por tonterías. Y desde que siento que Dios es mi
Padre y me quiere, se me han ido todos los miedos. Es más: amo mucho la vida y
la disfruto. Y si alguna vez pienso en que me pasase algo, de verdad que lo que
me preocupan son mis hijos y cómo lo iban a llevar ellos. Aunque Dios ya sabe
lo que hay que hacer…”.
2.- “… uno de los días
fuertes del coronavirus, limpiando una habitación en el hospital con el epi
puesto, vi que el enfermo sufría mucho y siempre tengo en cuenta lo que nos
explicaste a varias sobre la contrición perfecta, la comunión espiritual y la
indulgencia plenaria y, con afecto, se lo dije al enfermo y ¡hasta le di una
bendición!; se le notaba ya sereno y al momento dejó de respirar. Tuve paz,
aunque todos esos días de pico de la pandemia he quedado destrozada
interiormente viendo tanto sufrimiento y soledad.
A algunos más, (que percibíamos que eran
católicos), también se lo indicamos todo. ¡Menos mal que nos lo explicaste bien
desde que el Papa Francisco lo escribió, pues luego a los pocos días ya no te
dejaron entrar al hospital durante 3 semanas!
A otros muchos enfermos pasaba varias veces
(aunque ya había limpiado) a decirles una palabrita de consuelo, o preguntarles
si necesitaban coger algo, etc…”.
3.- “…Dios te pague, Paco, como
siempre, … tan concreto.
Yo he vivido el confinamiento dedicando la
mayor parte del día a cocinar, por mi lentitud al ser poco diestra... pero
poniendo todo el amor posible en lo que hacía... me decían que todo estaba muy
bueno y esto me alegraba... así, serenamente, dejando de lado otros planes
personales...
También me adelanté a hacer un trabajo a una
hermana que tenía menos tiempo... era lo más importante, porque se lo hacía a
Jesús...
Espero siga mejor tu madre y pido a Jesús te
siga ayudando…”.
4.- “…nosotros también de momento
llevando el desconfinamiento con mucho respeto; los niños, ya más relajados, ya
que los dos mayores han terminado los exámenes la semana pasada. Estoy
muy contenta porque aunque lo hemos pasado no muy bien, ÉL nunca me ha dejado
que estuviera sola, así que deposito toda mi confianza en EL SEÑOR…”.
5.- “…el confinamiento lo he llevado relativamente bien, salvo que dejé de
escuchar noticias, porque me dolía mucho ver las cifras, las muertes, los
relatos de cada persona, familia, los compañeros en las primeras líneas de
batalla, las bajas de los que nos cuidan…, en fin… mi corazón sufría mucho,
aunque intentaba divagarme, pero hubo momentos que pensaba en mi familia, en mi
país, una vez que han empezado los casos por allá: empezar a pensar que podría
no volver a verlos y pedir por ellos y estar tan lejos y no poder estar con
ellos me ha puesto muy triste y pensativa; le pedía a Dios que me diera paz y
me ayudara porque cada día era para mí muy difícil...
Ya este mes me
he puesto a cuidarme y realizar visitas médicas que tenía pendiente y por
gracia de Dios, bien.
Aprovechando
del tiempo del cuidado de la niña que al final, de estar con ella, quedamos mal
acostumbradas ambas…
Con respecto a…
intento no acordarme de lo pasado, porque aún me duele mucho: leo tus palabras
y leo la Biblia y veo a mi hija y eso me da fuerza para seguir y perdonar.
Gracias, Paco, por todo lo q hacéis; ten por seguro q he escuchado tus misas; y
mis oraciones para con todos…”.
6.- “…hoy iba con el
tiempo justo a Correos y he visto por la otra acera a dos personas; llevaban
unas cartas en la mano y me digo: “van al mismo sitio que yo, pues entonces voy
más deprisa y me adelanto”. Llego un par de segundos antes, la señora se queda
en el bordillo, pero lo que quería era sentarse en el suelo; yo miraba por si
había algo cerca para que se pudiera sentar, la señora a la vez también buscaba.
Había cuatro o cinco personas, que van
terminando pronto, pero en esos minutos que estábamos esperando mi “hombre
viejo” me sugería que no le cediera mi vez, porque luego igual no me da tiempo
para hacer todo. Pero parece, en cambio, como si el Señor me estuviera sugiriendo
“para qué me dices que te enseñe a estar atenta a los detalles: ¡ahí lo
tienes!”. Me dice la señora: “vas después de ese chico”. Contesto: “pero pasa tú,
que yo puedo esperar”. Ella se quedó un poco descolocada: se vuelve y me da las
gracias. Luego entramos casi a la vez y al salir, sonriente me da las gracias
otra vez.
Salgo y enseguida me viene a la mente un
libro que he leído hace poco en el cual S. Pedro va donde María a pedir consejo;
no recuerdo lo que era, pero la respuesta es cosa de Jesús. Ha sido un ratito
muy bonito y yo estaba tan feliz, porque sí, pequeña cosa, pero de pequeñas
cosas al final es vida. Al final me ha sobrado tiempo…”.
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