VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de ABRIL
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído»,
Jn 20, 29) y la de marzo («Todo
cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque
esta es la Ley y los Profetas», Mt 7, 12):
1.- El confinamiento
también ha tenido cosas positivas. Nosotros somos una familia muy unida, que
nos queremos mucho: aunque no tengamos oportunidades de vernos todos, no lo
necesitamos tanto, porque prevalece la armonía y un verdadero cariño y mutua
admiración aun en la distancia. También porque estos últimos años, (primero por
cuidar a nuestro padre, y ahora a nuestra madre), precisamente organizamos
turnos para alternarnos y así estar al menos uno cada fin de semana,
Desde que yo me quedé solo en Las Matas, (y
ahora estos 3 años y medio que llevo en Villalba), mi madre empezó a llamarme
por teléfono todas las noches (en vez de las 2 veces por semana que la llamaba
yo): de alguna manera quería ella ayudarme a vivir en focolar, ya que casi
todos mis años de sacerdote he vivido en comunidad al menos con otro, (los once
años y medio en Las Matas, casi siempre al menos 4)… excepto estos 5 últimos
años.
Como no podemos ir a ver a mi madre, casi sin
pretenderlo, empezamos a usar la videollamada whatsapp en vez de simple
teléfono. Y comprobando la ilusión que le hacía vernos, aunque solo fuera en
pantalla, empecé a incorporar en esa misma videollamada a alguno de mis
hermanos. Luego descubrimos la plataforma “zoom” (la víspera del “estado de
alarma”) y empezamos a conectarnos con ella los 5 hijos y 8 nietos casi media
hora diaria.
Ella los primeros días canturreaba por la
sorpresa:
“…No hay nada más lindo que la
familia unida,
atada por los lazos del amor:
sentir palpitar la misma sangre,
sentir que es uno solo el corazón…”.
atada por los lazos del amor:
sentir palpitar la misma sangre,
sentir que es uno solo el corazón…”.
Y algunos días, completábamos todos a coro (en tanto en cuanto es imposible
con “zoom” un cierto acompasamiento): “
“…la
familia unida
por un cariño puro de cristal.
¡Qué hermoso que es vivir con la seguridad
de amar y ser amado de verdad,
con la satisfacción de ver la humanidad
unida por toda la eternidad!”.
por un cariño puro de cristal.
¡Qué hermoso que es vivir con la seguridad
de amar y ser amado de verdad,
con la satisfacción de ver la humanidad
unida por toda la eternidad!”.
Ella, siempre que nos juntábamos, en seguida
rezaba la “oración de la familia”, (quizá la has visto en mi blog, porque yo
creo que es la única persona que la sabe: no la he escuchado a nadie más, ni
leído en otro lugar…).
2.- La semana pasada me
llamaron para ir al hospital por la noche, tarde, para administrar el
sacramento de la unción de los enfermos a alguien con coronavirus.
Suelo ir, pero por las mañanas, (como
siempre), y casi todos los del equipo sanitario de esos turnos me conocen y
algunos con aprecio: de hecho 5 días antes había estado la mañana del sábado y
me tenían preparado el equipamiento completo y casi todo por estrenar.
En cambio, esa noche, en el puesto de
enfermería no conocía a casi nadie. Cuando insinué que la mascarilla que yo
llevaba dura 5 días y ya eran 5 y medio que usaba la misma… en seguida me
cortaron diciendo que pidiera al supervisor (¡sí, a esas horas iba a estar!). Casi
me sentó muy mal, pero reaccioné pensando que llevaban todo el día trabajando (y
bajo presión) y que a ellos también les falta material de protección.
No tenía yo una bata verde finita y la
“recia” que me ofrecieron… estaba usada de todo el día (así que… me saltaron
los escrúpulos, pero la PdV me serenaba pensando en que también ellos llevaban
horas en esas condiciones…: recé para que esa bata tuviera los virus solo por
su parte externa y no en la interna que iba en contacto conmigo): al ir poniéndomela,
además, vi que tenía (por el uso de toda la jornada) agujeros en las muñecas y
el cuello. ¡Bendito sea Dios!: hay que amar al enfermo… y, (fiándome de la PdV)
Jesús amó hasta dar la vida; por tanto, lo que yo tenía que hacer era menos que
dar la vida, (aunque esta vez pudiera conllevar el riesgo).
2b.- El enfermo estaba ya sedado
(llevaba una semana ingresado) y, aunque la unción es para recibirla
conscientemente y participar, se la administré hablando en voz alta por si
acaso oía. La misericordia de Dios es mucho más grande. En cualquier caso, la
hija que estaba allí “confinada” esos días cuidándolo en la habitación, quedó
muy agradecida y con mucha paz.
Así que, cuando ya de
regreso a la parroquia me estaba acostando con todos “mis protocolos” eran casi
las 2 de la madrugada: después de haber dejado la ropa de hospital allí, pulverizarme
alcohol en cabeza, cuello, manos y bajos de los pantalones antes de entrar en
mi coche -¡tengo que ser responsable también para los que al día siguiente y
luego se acerquen a mí!-, etc., dejar los zapatos en el coche al bajarme…, dejar
los otros zapatos en la puerta de casa, -prefiero “pasarme” de prudente, por
amar, con protocolos que he leído y otros que yo me invento para que en los
días siguientes la gente pueda acercarse tranquila-, meter la ropa a la
lavadora, limpiar gafas y móvil, etc., y ducharme). En fin, estaba con
serenidad en el alma por tratar de hacer la Voluntad de Dios lo mejor posible y
por haberme fiado de la PdV (que a cada contratiempo en esas últimas horas me
venía a la mente en cada instante: “dichosos los que crean sin haber visto”,
disfrutar de la presencia del Resucitado a nuestro lado, incluso inmerso en los
inconvenientes y tareas diarias).
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Dichosos los que no han visto y han creído»,
Jn 20, 29), la de marzo («Todo cuanto queráis que os hagan los
hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque esta es la Ley y los
Profetas», Mt 7, 12) y la de
febrero («¡Creo, ayuda
a mi poca fe!», Mc 9, 24):
1.- “Gracias, Paco, por la palabra de
vida de cada mes, y las reflexiones. Sigo atentamente.
La Semana Santa, la vivimos como pudimos. Pusimos la Misa
del Papa, también para que lo viera nuestro hijo. Me encantó la reflexión de "vivir
para servir". Es lo que me toca en esta época, SERVIR, y lo hago
contentísima.
Te sigo también con las misas retransmitidas por tu
facebook.
Los 3 niños están siendo unos campeones: uno lo pasa
bien; otro, no tanto; el otro, bastante agobiado.
En Facebook, hago un diario y lo publico: me he propuesto
reírme de las cosas cotidianas y transmitir distensión, alegría y
positivismo.... eso se traduce también en vivir.
Poníamos cada noche el altavoz en la ventana y salimos a
aplaudir, a veces pasa la policía, otras la guardia civil y algún día una
ambulancia.... les aplaudimos más fuerte todavía, por estar al pie del cañón.
Me siento protegida... y aunque yo también estoy en primera línea de batalla
como médico, me siento agradecida a los demás. Hay mucha gente buena ayudando
desde donde y como pueden.
Creo en la providencia del Padre, creo que esto va a
pasar y nos va a hacer comportarnos mejor. La Resurrección del domingo de Pascua,
es la resurrección de este túnel.... creer que existe un tiempo mejor y de
mejores sentimientos…”.
2.- “…no te había dicho... cerca de casa, (y al
lado de donde trabaja una amiga), lleva mucho tiempo un señor de más de 80 años
sentado en el suelo pidiendo. Al principio no quería otro tipo de ayuda, pero
no hace mucho, dijo que le gustaría estar ya en una residencia, (¡con lo
difícil que es encontrar una plaza!). Pues mi amiga y yo nos pusimos
"manos a la obra".
Fuimos a hablar con el sacerdote de la parroquia más
cercana (que reconoció haberle visto muchísimas veces…). Estuvo muy amable y
nos permitió ir en su nombre a hablar con una trabajadora social de una
residencia cercana. Pero nos miró como si fuéramos "dos ingenuas recién
aterrizadas al mundo": nos dijo que él en otras ocasiones había intentado
ayudar a personas así y que jamás había conseguido poder ayudar ni siquiera a
una.
No obstante empezamos a hacer gestiones. Le hicimos
todos los papeles (él no sabía). Redactamos las autorizaciones para que
pudiéramos gestionar en su nombre y se las llevábamos para que las firmara ahí,
en la calle. Cualquiera que nos viera haciéndole firmar cosas al mendigo... ¿qué
pensaría? También aprovechaba yo alguna vez para llevarle comida.
Tuvimos reuniones con la trabajadora social que se
tomó mucho interés. Nos dijo que tenía que conocerlo y un día vino con nosotras.
Ya estaba todo listo y creíamos que entraría antes o
después... ¡pero llegó el coronavirus! Ahora de vez en cuando le llamamos a ver
cómo está. Ojalá, por el bien de todos, esto pase pronto...
…estoy en un grupo cristiano y un día lo comenté. Sé
que todos se quedaron muy sorprendidos, (sabían quién era pues le veían muy a
menudo y reconocían que jamás le habían dicho nada). A partir de entonces
alguno ya se paraba y hablaba algo con él y cada vez que teníamos reunión me
preguntaban cómo iban las gestiones…”.
3.- “…como sabes, he
estado trabajando en limpieza en el hospital durante varias de estas semanas.
La verdad es que me daba miedo pasar a las habitaciones con coronavirus.
Trataba de hacerlo todo por amor a Jesús, aunque también verdaderamente
necesitamos el dinero.
Un día, limpiando una habitación, el
enfermo, mayor, me dice que le ayude a manejar su móvil y que le enseñe cómo
funcionan algunas cosas; me daba mucho miedo tocar utensilios de un infectado e
hice como si no lo hubiera oído.
Cuando estaba limpiando la habitación de al
lado, no dejaba de venirme a la mente que si soy cristiana, tendría que haberle
atendido. Así que, volví de nuevo: resulta que su móvil era igual al mío, así
que, aunque no soy nada entendida en aparatos, le iba pudiendo ayudar en todo;
crecía en mi interior el contento, aunque no dejaba de tener miedo. Y al salir
me iba con alegría interior…”.
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