martes, 31 de diciembre de 2019

¡ FELIZ AÑO NUEVO 2020 !

Para empezar bien el Año, no sólo el día 1 (solemnidad de Sta. María Madre de Dios y Jornada mundial de oración por la paz), sino todo el mes, te envío la Palabra de Vida de enero y, previamente dos textos del Papa con los que…
        
deseo a ti y a los tuyos
que tengáis una muy buena salida y entrada de año
y un próspero 2020
colmado de la bendición del Señor:


¡FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2020!

Al final del año,
la Palabra de Dios nos acompaña…
…Dios ha «nacido de mujer»
para que nosotros pudiésemos
recibir la plenitud de nuestra humanidad,
«la adopción filial».
Por su anonadamiento hemos sido exaltados.
De su pequeñez ha venido nuestra grandeza.
De su fragilidad, nuestra fuerza.
De su hacerse siervo, nuestra libertad.
¿Cómo llamar a todo esto, sino Amor?
Amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
a quien esta tarde la santa madre Iglesia
eleva en todo el mundo su himno de alabanza y de agradecimiento.

PAPA FRANCISCO, Homilía en las primeras vísperas de la solemnidad de Sta. María, Madre de Dios,
 y Te Deum de acción de gracias por el año, 31 diciembre 2018
 
hoy, octavo día después de Navidad,
celebramos a la Santa Madre de Dios.
Al igual que los pastores de Belén,
permanecemos con la mirada fija en ella
y en el Niño que tiene en sus brazos.
Y de esta manera,
mostrándonos a Jesús,
el Salvador del mundo,
ella, la madre, nos bendice.
Hoy Nuestra Señora nos bendice a todos,
a todos.
Bendice el camino de cada hombre y cada mujer
en este año que comienza,
y que será bueno,
precisamente en la medida en la que cada uno haya recibido
la bondad de Dios que Jesús vino a traer al mundo.
En efecto, es la bendición de Dios
lo que da sustancia
a todos los buenos deseos que se intercambian en estos días.

PAPA FRANCISCO, Ángelus, Plaza S. Pedro, 1 enero 2019







RECOMENCEMOS SIEMPRE SIN DESANIMARNOS

No es realista pretender de nosotros mismos una perfección sin imperfecciones, una voluntad sin debilidades. La "primera misericordia" se vive en la propia carne, y eso es lo que nos hace humanos y misericordiosos con los demás.

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al pasapalabra del 26 de noviembre




lunes, 30 de diciembre de 2019

CRISTO PRESENTE EN CADA MOMENTO

VIDA DE LA PALABRA                           últimas semanas de DICIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor», Mt 24, 42) y la de noviembre («Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran», Rm 12, 15):

1.-        Este año he vivido Navidad en mi pueblo con mi familia. Previamente, la mañana del 24 fuimos los 5 hermanos (incluido el convaleciente de sus dos recientes operaciones) y casi todos los sobrinos a hacer ejercicio juntos corriendo (o, más bien, caminando rápido). Para cuidar por amor a Dios la salud que Él nos regala y de la que tenemos que ser responsables cada día.
Dado que el parque cercano a casa estaba cerrado, fuimos a los contiguos paseos del Santuario de la Virgen: me parecía que así Ella como Madre nos quería todavía más cerquita. De hecho, antes de proponerlo yo, al acabar entramos todos a orar unos minutos y rezarle juntos una oración.
1b.-     La Misa de víspera de Navidad (mis hermanos y sobrinos acompañaban tocando la guitarra y cantando) nos hacía adelantar el acontecimiento central de la noche (este año, por primera vez en nuestra parroquia de siempre, no iba a celebrarse Misa “del gallo”).
Momento bonito cuando, al entonar precisamente el cántico de los ángeles en la noche de Navidad, varios niños entraron desde atrás con la imagen del Niño Jesús y la depositaron en la cuna, en el presbiterio, ante el altar.
1c.-      Luego, ya en casa, todos colaborando en preparar la cena y poner la mesa: ¡qué trabajazo años atrás se pegaba mi madre casi ella sola preparando durante toda la tarde! ¡¡Estos años hemos empezado a valorarlo!! Era precioso colaborar unos en una cosa y otros en otra, (hasta los pequeños dejaron su maquinita y sus juegos).
            ¡Todo listo!
Se apagan las lámparas de toda la casa y, a la luz de una linterna, una de mis hermanas proclama el Evangelio de S. Lucas que recuerda todos los misterios que se celebran durante todos estos días. Luego lo comenta, pensando sobre todo en los más pequeños, y acaba explicando: “el mundo vivía en tinieblas y vino Aquel que es la Luz”. Y entonces encendimos las luces con aplauso y villancico y bendecimos los alimentos dando gracias a Dios.
1d.-     Después de cenar y recoger la mesa, como Dios se nos da como regalo hecho Niño en Navidad, también entre nosotros nos hacemos un regalo de “amigo invisible” y después de abrirlo, el que lo ha recibido, trata de adivinar quién fue su amigo invisible, quién le hizo el regalo. Nos reímos a carcajada batiente, esta vez, sobre todo, gracias al ingenio de uno de mis cuñados y dos sobrinillos.
1e.-      A una de mis hermanas le regalaron el juego “Vertelis”. ¡¡Un acierto, y más para esta época del año!!
Nos pusimos a jugar todos. Incluso los niños, que habían hecho amago de coger sus móviles y maquinitas para aislarse en sus juegos electrónicos, a los pocos minutos se sumaron.
Siempre hemos sido una familia muy unida, pero ese juego nos hacía descubrir y valorar detalles del año de unos y otros que quizá ni conocíamos. Consiste en unas tarjetas con preguntas personales sobre el año que acaba o sobre el que comenzará: unas veces uno tiene que “abrir” su corazón para contar y otras demostrar que conoce bien al de al lado o al de enfrente; un juego que sirve para unir grupos o familias o comunidades, para hacer verdadera “comunión de alma”.
            Una de las preguntas: teníamos que adivinar qué viaje le gustaría hacer a cada uno el año próximo. Cuando nos toca el turno de adivinar el viaje que querría mi madre…, sin esperar mucho ella… a que dijéramos sitios, de pronto nos dice: “a la Virgen de Gracia, de Puertollano” (su pueblo). Silencio sepulcral: con lo que queremos a nuestra madre, ella siempre pendiente de darnos gusto a cada uno y a todo el mundo, ¡y poquísimas veces se nos había ocurrido que le gustase ir al pueblo que la vio nacer y en el que vivió hasta los 11 años! Alguno de mis hermanos no había estado allí nunca.
1f.-      En cuanto ella salió al servicio, todos “maquinamos” llevarla uno de esos 3 días siguientes. Y acompañar todos los que pudiéramos: su ilusión siempre es ir a “todos lados siempre juntitos”.
            Logramos cuadrar ida y vuelta en el día: el día 27 casi todos podíamos. En poco más de hora y media de viaje, celebramos allí la Misa en su parroquia, localizamos a alguna prima (y algún otro pariente más lejano, que eran ya los únicos allí y hacía años que habían perdido el contacto); vimos dónde se ubicaba su casa… Cada uno de los recuerdos que ella iba diciendo en voz alta, nos emocionaba a todos; cerca de “su” casa recordó ella que había una sombrerería… ¡y todavía estaba!: entramos a preguntar por si algún empleado conocía a los dueños de entonces… ¡y era él mismo, algo mayor que mi madre!; se emocionaron los antiguos vecinos y en seguida él fue a la casa de enfrente a otra vecina, (los únicos que quedan en el barrio de aquel entonces), que con sus 92 años estaba cosiendo, como en aquella época pues era la que les hacía los vestiditos; se reconocieron enseguida, (¡con 70 años más, claro!).
Fue un día sencillo pero lleno de emociones. Pensábamos que la última no se la podríamos cumplir: visitar la sepultura de su hermanito que falleció antes de que mi madre naciera. Pero Dios quiso que simplemente con un par de llamadas y ya poco rato antes de emprender el regreso, pudiéramos localizarla: fue emocionante rezar todos ante la lápida de nuestro tío. Y puesto que falleció con 25 meses, (por supuesto bautizado apenas nacer), sin duda está en el cielo, es santo; así que, también nos encomendamos a él.
1g.-     Después del regreso, colofón del día, aunque mi madre estaba agotadita, quiso ir también, ya en la parroquia de nuestro pueblo, a una ceremonia sencillísima y muy bonita y emotiva: delante de apenas 8 personas, mi hermana la misionera renovaba sus promesas de entrega a Dios, pues ese era el día en que las formuló por vez primera. Y todos dábamos gracias a Dios con ella y por ella.
        

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor», Mt 24, 42), la de noviembre («Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran», Rm 12, 15) y la de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14):

1.-        “no tengo palabras para agradecerte el bien inmenso que me haces a través de tu testimonio y palabra de vida tan puntual, que, no siempre nos es fácil...
Paco, llevaba tres o cuatro días en “lucha”: me invitaban a algo que no quería y por otro lado, no podía al tener que dejar las muchas cosas que hay entre manos estos  días; al final, queriendo hacer un gesto de amor a la persona en concreto, y viendo las cosas que podía posponer, dije que sí. Al día siguiente, llamo para decirle que si iba serían dos hora y media de viaje y… me dice: “justo en este momento le iba a llamar para decirle que ya no viniera, que lo dejamos para otra ocasión”. Le dije: “encantada, pero por mi parte estaba dispuesta”. No vieras la alegría interior y paz que experimenté con haber dicho que sí, aunque al final no tuve que ir.
Esto tan simple me está ayudando a pequeños síes que hay que ir diciendo a cada momento, gracias hermano.

2.-        “es verdad que releer la PdV, el evangelio y escuchar  a los compañeros/as del YouCat también me ayuda a reflexionar…
Estoy muy contenta hoy porque he encontrado un detalle que le encanta a mi madre pues me llevó toda la mañana buscarlo con ella y no lo encontramos y después, ya más tranquila, fui con mi hijo de paseo y ¡allí estaba lo que mi madre quería! Así que, gracias a Dios tengo su regalo perfecto para Navidad... 
            Muchas gracias… por saber escuchar  y por los consejos.

3.-        “amigo que cada mes me manda la PdV y yo no tengo apenas tiempo de leerla: llevo desde octubre sin leerla, ¡con lo que me gusta!, pero es falta de tiempo, creo; parece una excusa, pero realmente, Paco,  siento que llevo un ritmo tan acelerado que me aleja de Dios.
Sé que está ahí, que me perdona, que me cuida, pero no reflexiono, no lo medito, no te leo; complicado, ¿verdad?
El otro día Él me dio una señal pequeña: “estoy aquí, te lo demuestro: no te alejes solo por falta de tiempo”. Y, ¿cómo lo percibí? A través de una amiga en una situación personal donde ella no tenía ninguna posibilidad, ni ninguna puerta abierta para entrar donde ella quería, y servir a Dios; donde por culpa de conocidos que se hablan unos a otros, le cerraban más puertas con comentarios negativos. Yo lo veía difícil, imposible; los del entorno que la queremos lo veíamos muy negativo. Y de repente, a través de quien menos lo esperaba, Dios abrió una puerta a esta chica.
Cuando me lo contaba, se me salían lágrimas; me decía ¿por qué lloras?, lloro por su felicidad, pero sobre todo tenía una gran necesidad de llorar por mi culpa. Porque cuando me alejo de Dios, cuando no lo leo, cuando no le tengo presente, soy pecadora aún más si cabe; soy pequeña aún más y desagradecida con lo que me da; y porque Dios me dijo en este testimonio: “estoy, ¿ves?… ¡vuelve!”.
Y he leído este mes tu PdV y las de dos meses atrás.
Seguiré sin tiempo, seguro, pero quiero que Dios esté presente en mi vida. Sé que nunca dejarás de mandarme la PdV, aunque no la lea, aunque tarde; esto es para mí un seguro: un “¡vuelve!”, al igual que las oraciones de mi amiga…
…gracias por el bien que haces, por el bien que nos haces.



Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ   
o también AQUÍ






miércoles, 18 de diciembre de 2019

FELIZ NAVIDAD 2019

DIOS ESTÁ CON NOSOTROS

“…causa siempre asombro y admiración...
…el misterio de la encarnación del Hijo de Dios…
La contemplación de la escena de la Navidad,
nos invita a ponernos espiritualmente en camino,
atraídos por la humildad 
de Aquel que se ha hecho hombre
para encontrar a cada hombre.
Y descubrimos que Él nos ama
hasta el punto de unirse a nosotros,
para que también nosotros 
podamos unirnos a Él...

…manifiesta la ternura de Dios.
Él, el Creador del universo,
se abaja a nuestra pequeñez.
El don de la vida,
siempre misterioso para nosotros,
nos cautiva aún más
viendo que Aquel que nació de María
es la fuente y protección de cada vida.
En Jesús,
el Padre nos ha dado un hermano
que viene a buscarnos
cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo;
un amigo fiel
que siempre está cerca de nosotros;
nos ha dado a su Hijo
que nos perdona
y nos levanta del pecado...

…sentir el amor de Dios por nosotros,
…sentir y creer que Dios está con nosotros
y que nosotros estamos con Él,
todos hijos y hermanos
gracias a aquel Niño
Hijo de Dios y de la Virgen María.
Y… sentir que en esto está la felicidad.”

PAPA FRANCISCO,
CARTA APOSTÓLICA Admirabile signum, Sobre el significado y el valor del Belén,
1 diciembre 2019




Este es mi deseo para
UNA SANTA Y FELIZ NAVIDAD.
Lo dirijo con afecto a ti,
a tus familiares, a todos,
en particular si hubiera alguno enfermo
o que sufre.

                                                                  Paco  T.





LLENAR EL DÍA CON GESTOS DE PAZ

¿Verdad que cuesta mantener a raya esa fierecilla hipersensible que llevamos dentro? Pero, ganada esa batalla al amor propio, nuestras "armas de luz" imponen la unidad y la serenidad. Y se nos reconoce como "hijos de Dios".

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al pasapalabra del 3 diciembre 2019



lunes, 16 de diciembre de 2019

VELAD EN CADA MOMENTO PRESENTE

VIDA DE LA PALABRA                           primeras semanas DICIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de diciembre («Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor», Mt 24, 42) y la de noviembre («Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran», Rm 12, 15):

1.-        Un día (¡pocos!) de los que apenas había enfermos en el hospital que hubieran solicitado mi presencia en su habitación, me dediqué especialmente no sólo a saludar y cruzar pocas palabras con cada persona que encontraba en los pasillos, sino a detenerme un ratito con ellos.
            Entre otros, me acerqué a un grupito de 4 y se tomaron a guasa mi saludo; “me hice el tonto” y con una sonrisa les pregunté qué querían significar con sus palabras. Aproveché entonces para contar la experiencia de mi madre, quien, cada vez que va al hospital (aparte de sus 4 ó 5 operaciones, también en ingresos de varios días), lo primero que hace es confesarse y solicitar el sacramento de la Unción para los enfermos, -mis interlocutores, empezaron a mostrar curiosidad-, porque como muy bien explica ella, ese sacramento produce sanación interior (a veces también exterior) y da Gracia (paz, fortaleza, serenidad… para sobrellevar una enfermedad, dolores u operación –o simplemente una edad avanzada y delicada- como Dios quiere): “pues mi madre es muy religiosa”, me contesta una. Pero al instante otro vuelve a la carga con sorna: “prefiero un buen médico”. Con respeto y seriedad (que él no tenía) le contesto que todo es necesario, lo humano y lo divino. Los otros tres, entonces, me ofrecen que pase a ver a la enferma: se alegró ella mucho, aunque, como estaba ya empezando a comer, cruzamos solo unas frases y le dije que volvería al día siguiente, le bendije los alimentos y se quedó feliz.

2.-        En medio de los Ejercicios Espirituales que di en el Centro Mariápolis, confesé a una persona paseando (pero dentro del edificio, pues estaba lloviendo). En un momento dado, vi por el suelo varias manchas de barro… me vino la tentación de distraer mi escucha, pero ¡no!: “hay que hacerse uno”. Cuando acabamos nuestra conversación, aunque había que empezar otra actividad, me apresuré a buscar escoba y cogedor y traté de recordar los sitios donde había trocitos de barro y los fui limpiando (“haciéndome uno” ahora con las focolarinas, recordando el inmenso amor que ponen ellas en tener impoluto y resplandeciente el Centro Mariápolis).
Por un instante me vino la tentación de juzgar a quien no tuvo cuidado en limpiarse las suelas… ¡pero tampoco!: ¡es día lluvioso, no se habrá dado cuenta!
            Al día siguiente, volví a pasar por allí… y, ¡de nuevo trocitos de barro! Riéndome de mí mismo y pensando en el cariño con el que la Virgen María haría estas cosas, corrí de nuevo a por escoba y recogedor.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida Palabra de Vida de diciembre («Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor», Mt 24, 42), la de noviembre («Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran», Rm 12, 15) y la de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14):

1.-        “…buscar las cajas para poner el Belén. Este año con una novedad. Siempre lo he puesto con ilusión, pero creo que como parte de una tradición. Llega la Navidad, coloco las figuras, las casas, busco piedras, hago el río... una vez puesto todo, ahí se queda hasta que termine el tiempo navideño.
El año pasado fue algo diferente. No me limité a colocar las figuras. De vez en cuando me acercaba al Belén, me quedaba mirando alguna escena, alguna figura, pensaba en ella, en su función, en el papel que representaba, para luego pensar en mí, en mi vida y reflexionar.
            Por ello, este año… de una forma muy especial, pues no será solo colocar las figuras sin más, sino que se ha convertido en un lugar que me sirve de oración, de meditación, de reflexión, y es algo que, en verdad, me hace mucha ilusión y voy a preparar con mucho cariño.
No solo el Belén, sino las 4 velas de Adviento que, reconozco, siempre he colocado como elemento decorativo, sin hacerles mucho caso. Creo que este año ha sido la primera vez que he encendido la primera vela de Adviento y, en verdad, he pensado mucho en ello, en que es un tiempo de espera, de preparación, en esa luz que se enciende poco a poco.
Esta mañana no me he acercado a las velas, pero, al rezar, he pensado en 4 personas en concreto que han aportado luz en mi vida en momentos en que me sentía como las velas, apagada, y he rezado por ellas, a la par que he agradecido a Dios su presencia en mi vida….

2.-        “…yo solo puedo cosas pequeñas. Hace tiempo sufro daños económicos de un ganadero vecino cuyos animales me comen las cosechas.
Pero esto no debe afectarme en mi vida, ni seguir su camino. Fui a comprar la cena… y cuando llegué a la caja marcaba 0.60 cm. un lenguado. Volví a la vendedora y le advertí que había un error: no era mucho, pero me dio las gracias y me puso los euros justos del precio. Me quedé con paz y tranquila. Es Dios mi vida, no el dinero. Y luego me lo da por tantas cosas….

3.-        “…inmensas gracias por seguir enviándome las cosas sin yo dar respuesta. Los últimos cuatro años están siendo un poco cuesta arriba a nivel de salud, pero todo irá a mejor poco a poco.
Un día le dije le llamaría, pero nunca lo hice. Entonces estaba animada. Ahora con el paso de los años ya no sé qué decir... yo he dejado de comunicarme, para vivir aquí en… mi gran convento al aire libre: opté por la vida ermitaña y posiblemente esa era mi real vocación….





Si quieres leer más experiencias similares, 
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ  

o también AQUÍ


domingo, 1 de diciembre de 2019

VELAR = AMAR EN CADA MOMENTO


Ayer comenzábamos un nuevo Año Litúrgico con un nuevo Adviento, tiempo de espera y esperanza: semanas previas a la Navidad para preparar nuestro corazón y nuestros ambientes para que nazca y renazca Jesús en nosotros y en medio de nosotros y del mundo; si no, la Navidad perdería su significado y esencia.

          Nos ayudará una nueva Palabra de Vida para todo el mes:

PALABRA DE VIDA                        diciembre 2019



«Velad, pues,
porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor»
(Mt 24, 42)

En este pasaje del Evangelio de Mateo, Jesús prepara a sus discípulos para su regreso definitivo e inesperado, que los sorprenderá.
También en aquella época había muchas dificultades, guerras y sufrimientos de todo tipo. Para el pueblo de Israel la esperanza descansaba en la intervención del Señor, que pondría fin a las lágrimas. Así pues, la espera no era motivo de espanto, sino más bien de consuelo, como tiempo de la salvación.
Aquí Jesús nos indica un gran secreto: vivir bien el momento presente, porque Él mismo volverá cuando estemos trabajando, ocupados en las cosas normales de la vida diaria, en las que muchas veces nos olvidamos de Dios porque estamos demasiado absorbidos por la preocupación del mañana.

«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor».

Velar: es una invitación a mantener los ojos abiertos, a reconocer los signos de la presencia de Dios en la historia, en la cotidianidad, y ayudar a otros que viven en la oscuridad a encontrar el camino de la vida.
La incertidumbre sobre el día preciso en que llegará Jesús pone al cristiano en actitud de continua espera; lo alienta a vivir el momento presente con intensidad, amando hoy, no mañana; perdonando ahora, no después; transformando la realidad en este momento, no cuando encuentre tiempo en una agenda llena de compromisos.
Meditando sobre esta Palabra, Chiara Lubich escribía: «¿Te has dado cuenta de que en general no vives la vida, sino que tiras de ella a la espera de un “después” en el que debería llegar “algo bueno”? La cuestión es que llegará un “después bueno”, pero no será como te lo esperas. Un instinto divino te lleva a esperar a alguien o algo que pueda satisfacerte. Y te imaginas que será un día de fiesta, o el tiempo libre, o un encuentro especial, y cuando estos terminan no quedas satisfecho, al menos no plenamente. Y reanudas el trantrán de una existencia vivida sin convicción, siempre a la espera. Lo cierto es que entre los elementos que componen tu vida hay uno del que no puedes escapar: el encuentro cara a cara con el Señor que se acerca. Esto es “lo bueno” a lo que tiendes inconscientemente, porque estás hecho para la felicidad. Y la plena felicidad solo Él te la puede dar»[1].

«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor».

Ciertamente el Señor Jesús vendrá al final de la vida de cada uno, pero ya podemos reconocerlo, realmente presente, cuando celebramos y compartimos la Eucaristía, cuando escuchamos y vivimos su Palabra, cuando acogemos a cada hermano y hermana, cuando su voz nos habla en la conciencia.
También hoy la vida nos presenta muchos desafíos, y nos preguntamos: «¿Cuándo terminará todo este sufrimiento?».
No podemos esperar pasivamente una intervención del Señor: hay que aprovechar cada momento para apresurar el Reino de Dios y su designio de fraternidad. Cada pequeño gesto de amor y de cortesía, cada sonrisa que damos transforma nuestra existencia en una continua y fecunda espera.
Paco es capellán en un hospital en España; hay muchos pacientes ancianos, y algunos sufren graves enfermedades degenerativas. Cuenta: «Al llamar a la puerta de un paciente anciano que suele gritar contra la fe, tengo un momento de duda, pero quiero testimoniarle el amor de Dios. Entro con la mejor sonrisa que tengo. Le hablo suavemente, le explico la belleza de los sacramentos. Le pregunto si quiere recibirlos, y me responde: ¡Claro! Se confiesa y recibe la Eucaristía y la unción de los enfermos. Me quedo con él un poco más. Cuando me voy, está sereno, y su hija, allí presente, está asombrada».

LETIZIA MAGRI




[1] C. Lubich, Palabra de vida, dic. 1978, en Ead., Parole di Vita (ed. F. Ciardi), Città Nuova, Roma 2017, p. 123. Próxima publicación en castellano.




N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida 
 y en MP3 para escuchar en el móvil.

en más de 30 idiomas.