VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de NOVIEMBRE
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Alegraos
con los que se alegran; llorad con los que lloran», Rm 12, 15) y la de octubre («Conserva
el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1,
14)
1.- Al acabar la Misa y todas
las actividades parroquiales, normalmente no me toca cerrar por las tardes,
pero el otro día sí. Y pensé dejar abierto y quedarme rezando mientras se
mantenía el calorcillo del templo después de haber apagado la calefacción
(estaba yo saliendo de un constipado). Cuando luego salí, ya sí, a cerrar las
puertas, vi que alguien bajaba de un coche y me esperé un instante por si quería
algo, aunque era muy tarde. ¡Efectivamente!: “iba a cerrar, pero espero a que reces y todo el tiempo que quieras
estar con el Señor”. Al instante contesta a mi sonrisa: “también quiero confesarme, que hace mucho
tiempo”.
A mitad de la confesión, caí
en la cuenta que (a esta solo la vi una vez) era hermana de una persona de
mediana edad que había fallecido en el hospital quince días antes y…
¡providencialmente me vino el nombre! Se sorprendió y entonces me dijo que por
eso había venido a esta parroquia, aunque es de otro sitio: por lo bien que
habíamos atendido a su hermana y porque su madre recordaba con mucho
agradecimiento todas las palabras que tanto otro compañero como yo habíamos
dicho cada día cuando la visitábamos. Realmente aquella había sido una
situación muy difícil, de las que no sabes si hablar ni qué decir, pero el
empuje de “llorar con los que lloran…”, al menos a mí, me iluminó en breves
cosas que me salían más del alma que de los labios (recordándolo ahora, yo creo
que fue el Espíritu Santo, en respuesta a mi tratar de “hacerme uno” con esa
familia).
En esa misma tesitura de “ponerme
en el pellejo del otro” continuamos la confesión y fue un rato de consuelo para
ella y de reencuentro con Dios: se la notaba llena de paz. Y quiere
incorporarse a recibir también ella estos correos quincenales de la PdV y a la
vida de su parroquia.
1b.- Cuando estaba ya casi terminando
de confesarla, vi por el rabillo del ojo que entraba otra persona a rezar y, aunque
me apetecía ya subirme a casa y descansar, le dije que podía estar todo el
tiempo que quisiera.
Después de salir a despedir
a la otra persona, me acerqué con una sonrisa a saludar a la que había llegado
hacía unos minutos: recordé entonces que la conocía porque, aunque es de otro
lugar, venía de vez en cuando por aquí, y entonces me contó todos los problemas
con sus 4 hijos pequeños, sobre todo, porque su marido padece trastornos
psicológicos.
Escuché en silencio (poniéndome
en su lugar, como recomendaba la PdV); le prometí oraciones; y le dije que se
quedara otro rato con el Señor en la iglesia rezando, que yo iba a terminar
dentro otras cosas y luego a bajar la basura. Cuando terminé todo, justo se
levantaba para irse y salí a despedirla: agradeció mucho ese rato a solas con Jesús
Eucaristía en la penumbra de la iglesia.
¡Menos mal que no
había cerrado cuando pensé!
2.- El “hacerse uno”, también nos
lleva a rezar incluso por personas que ni conocemos.
En referencia a la
Experiencia n. 2 del correo de primeros de noviembre, me encuentro el siguiente
mensaje: “…precisamente
hoy iba a escribirte para agradecerte por los emails de la Palabra de Vida, que
son tan bonitos e inspiradores; se me saltaron las lágrimas el otro día
releyendo la historia de esa chica amiga tuya que ayudaba a una señora
alcohólica, entre otras cosas, y estuve rezando por el pobre hombre que tiene 3
hijos y que no tenía trabajo fijo ni con qué pagar el alquiler pero que quería
confesarse…”.
Le
contesto al instante: “…Lo que son las cosas: justo hoy hace un rato me ha
llamado la amiga que atendió a la mujer alcohólica, porque se la había vuelto a
encontrar y se acordaba (a pesar de la borrachera) perfectamente de ella y que
la había atendido y ayudado y cuidado; y le dio infinitas gracias porque se
sintió persona, respetada y amada; y que desde entonces (y de eso hace ya más
de tres semanas) no había vuelto a probar ni una gota de alcohol; y mi amiga me
ha llamado porque estaba feliz de eso y no paraba de bendecir la grandeza de
Dios; y me decía que estaba segura que detrás hay oración: ella pensaba que
mía, (por eso me llamaba), pero ya le he explicado que sobre todo era tuya (y
quizá de otras personas que leen los correos o mi blog)…”.
Y
me responde: “…¡Qué alegría Paco, qué bonito! Yo creo que hay muchas
personas que, de diferentes maneras la estamos ayudando: seguro que muchas más
personas que han sabido de esta historia están pidiendo y, sobre todo, el acto
de amor tan bonito que ha tenido tu amiga; eso vale un mundo y Dios debe estar
muy contento. Es maravilloso que siga habiendo mucho amor y bien en el mundo a
pesar de todas las cosas horribles que pasan. Hoy la Misa la ofrezco por
ellas, por el hombre sin trabajo y por…”.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de noviembre («Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran», Rm 12,
15), la de octubre («Conserva el buen depósito mediante el
Espíritu Santo que habita en nosotros»,
2 Tm 1, 14) y la de septiembre («Confortaos mutuamente y edificaos los unos a
los otros», 1 Ts 5, 11):
1.- “…vivencia a medio mes me ayuda a reforzar y examinar
cómo vamos y a estar atentos a la gracia que pasa a nuestro lado, a veces con tanta
normalidad que, si no estamos atentos, se nos va.
Este mes la PdV me ha dado muchas
oportunidades: he sufrido mucho por y con quien ha estado a mi lado.
Una Sra., madre de 9 hijos, con 59 años,
de mi pueblo y que tiene dos hijas religiosas. En tres meses… el domingo partió
para la casa del Padre: …ha sufrido con la quimio lo indecible y no le ayudó,
al contrario, el tumor le iba creciendo. Una mujer de fe, de Misa diaria; no te
imaginas qué impacto al marido y los hijos como a todo el personal del
hospital, los 10 alrededor de su cama, cuando recibió la santa Unción
consciente y con unos dolores tremendos, pero con gran paz; su madre, al lado,
con 93 años ¡qué dolor! y en todo momento he procurado estar y compartir con fe
la esperanza y te diré que casi siempre desde el silencio: estando; es tan
profundo, que en muchos momentos las lágrimas era todo lo que podía.
También… me está ayudando mucho todos
los días el pasapalabra (esa frasecita diaria que ayuda a recordar-profundizar
la PdV mensual): cada día se pone el acento en lo mismo, pero desde un aspecto concreto;
hoy, por ejemplo, “que nuestro amor sea gratuito”, ayudando a examinar nuestra
intención a veces tan egoísta, en el fondo a estar siempre “en salida”, cuando
lo que por desgracia hacemos es estar buscándonos.
Así es como lo voy viviendo y lo
comparto siempre que puedo, el amor nos coloca en el mar sin fondo que es Dios
mismo. Gracias, hermano, siempre en unidad y en nuestra oración.”.
2.- “…reflexionando sobre el fragmento de PdV
que nos leíste en la reunión sobre reforzar nuestra relación con Dios día a día
y cómo iremos viendo un cambio en los lugares donde estamos, empezando por las
relaciones familiares, te estamos muy agradecidos los tres porque con tu trato
cercano y tus homilías estás consiguiendo que aumentemos nuestra fe y es cierto
que se transmite a todos los ámbitos de nuestra vida. Muchas gracias…”.
Si quieres leer
más experiencias similares,
de gente de
todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos
navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.