martes, 16 de octubre de 2018

LIBRES PARA AMAR COMO DIOS AMA

Aquí tienes unos textos que nos ayuden a profundizar y vivir más la Palabra del mes de octubre («Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley»):




SEA EL ESPÍRITU DE DIOS QUIEN ACTÚE EN NOSOTROS

[…] Jesús resucitado, el Señor, sigue actuando en la historia, y en particular en la comunidad cristiana a través del Espíritu Santo. Él nos permite comprender el Evangelio en toda su novedad, y lo escribe en nuestros corazones para que sea nuestra ley de vida.
No somos guiados por leyes impuestas desde afuera, no somos esclavos sometidos a disposiciones de las que no estamos convencidos y que no compartimos. El cristiano es movido por un principio de vida interior, que el Espíritu ha depositado en él con el bautismo, por su voz, que repite las palabras de Jesús haciéndolas comprender en toda su belleza, expresión de vida y de gozo: las vuelve actuales, enseña cómo vivirlas y al mismo tiempo infunde la fuerza para ponerlas en práctica.
          Es el mismo Señor el que, gracias al Espíritu Santo, viene a vivir y a actuar en nosotros, haciéndonos Evangelio vivo.
          Ser guiados por el Señor, por su Espíritu, por su Palabra: ¡ésta es la verdadera libertad! Coincide con la realización más profunda de nuestro yo. […]

CHIARA LUBICH, Commento a “Dove c'è Lo Spirito del Signore c'è libertà”




VALORAR EL BIEN QUE HAY EN EL OTRO

[…] El secreto de Chiara Lubich consistió en reconocer y valorar a todos como a personas únicas e irrepetibles.  […] ¿Cuál es el secreto?
Lo ha llamado el 'arte de amar', del cual ella misma ha sido ejemplo vivo e incomparable. Se trata de amar a quien tenemos delante como a un verdadero hijo y una verdadera hija de Dios, sin hacer distinción alguna entre quien sea simpático y quien no lo sea, entre quien es atractivo y a quien quisiéramos rechazar, entre los que son de nuestro propio país y los extranjeros, entre cristianos y musulmanes, entre luteranos y ateos. Para ella el hombre y la mujer que se encontraban delante eran una ocasión irrepetible que no se dejaba escapar, diría, nunca. Todo nació de su experiencia de Dios que es Amor y, por lo tanto, Padre de la humanidad [...] 

ROBERTO CATALANO, L’arte di amare. In ricordo di Chiara Lubich




DEJARSE GUIAR POR EL ESPÍRITU DE DIOS

¿A quién buscamos primero en la foto de grupo para ver "qué tal salimos"? Buscar el interés de los demás antes que el proprio es un sano ejercicio que nos saca de nuestros "encierros" y reparte felicidad.

Todos deseamos teóricamente la verdad, incluso la pregonamos, pero no siempre la "realizamos". Ello se logra no con la malevolencia y la acusación recíproca, sino con la mansedumbre, la paz y la acogida mutua, "obras de la luz".

Como le caen al río las impurezas y no se las "piensa" ni las detiene, así nuestro corazón se limpia cada día superando egoísmos, juicios, intereses... El amor es "agua corriente"; busca su cauce solo en el bien de los demás.

Cuesta el esfuerzo de la fe, pero recuperamos así la libertad interior y "la verdad del corazón". Porque es deber nuestro, sí, pensar y planear y programar, pero si no reconocemos constantemente que solo en Dios reside "la seguridad de nuestra vida", sufriremos siempre dolor y desencantos.

P. MANOLO MORALES, O.S.A. Comentarios al Pasapalabra diario, octubre 2018




DESTACAR LO POSITIVO

[…] «Subrayar lo positivo. Siempre ha formado parte de nuestro estilo poner de relieve lo que es bueno, convencidos de que es infinitamente más constructivo destacar el bien, insistir en las cosas buenas y en las perspectivas positivas en lugar de pararse en lo negativo, aunque denunciar oportunamente errores, carencias y culpas es obligatorio para una persona responsable». […]

Chiara Lubich, Vivere il carisma; unità e mezzi dicomunicazione




CONDUCIDOS POR EL ESPÍRITU SANTO

…San Pablo, a su vez, desea a los efesios que el Padre les conceda que sean «fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior» (Ef 3, 16): es decir, en el hombre que no se contenta con una vida externa, a menudo superficial, sino que trata de vivir en las «profundidades de Dios», escrutadas por el Espíritu Santo (cf. 1 Co 2, 10).
… nos ayuda a comprender la diferencia y la distancia que existe entre la madurez connatural a las capacidades del alma humana y la madurez propiamente cristiana, que implica el desarrollo de la vida del Espíritu, la madurez de la fe, de la esperanza y de la caridad. La conciencia de esta raíz divina de la vida espiritual, que se expande desde lo íntimo del alma a todos los sectores de la existencia, incluso los externos y sociales, es un aspecto fundamental y sublime de la antropología cristiana. Fundamento de esa conciencia es la verdad de fe por la que creo que el Espíritu Santo habita en mí (cf. 1 Co 3, 16), ora en mí (cf. Rm 8, 26; Ga 4, 6), me guía (cf. Rm 8, 14) y hace que Cristo viva en mí (cf. Ga 2, 20)...
… las «obras de la carne», de las que está libre el cristiano fiel al Espíritu, son las del egoísmo y las pasiones, que impiden el acceso al reino de Dios. En cambio, las obras del Espíritu son las del amor: «Contra tales cosas ―observa san Pablo― no hay ley» (Ga 5, 23).
Se deriva de aquí ―según el Apóstol― que «si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Ga 5, 18). Al escribir a Timoteo, no duda en decir: «La ley no ha sido instituida para el justo» (1 Tm 1, 9). Y santo Tomás explica: «La ley no tiene fuerza coactiva sobre los justos, sino sobre los malos» (I-II, q. 96 a. 5, ad. 1), puesto que los justos no hacen nada contrario a la ley. Más aún guiados por el Espíritu Santo, hacen libremente más de lo que pide la ley (cf. Rm 8, 4; Ga 5, 13-16).
Ésta es la admirable conciliación de la libertad y de la ley, fruto del Espíritu Santo que actúa en el justo, como habían predicho Jeremías y Ezequiel al anunciar la interiorización de la ley en la Nueva Alianza (cf. Jr 31, 31-34; Ez 36, 26-27).
«Infundiré mi Espíritu en vosotros» (Ez 36, 27). Esta profecía se ha verificado y sigue realizándose siempre en los fieles de Cristo y en el conjunto de la Iglesia. El Espíritu Santo da la posibilidad de ser, no meros observantes de la ley, sino libres, fervientes y fieles realizadores del designio de Dios…

S. JUAN PABLO II, Audiencia general miércoles 10 abril 1991





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