VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de OCTUBRE
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Pero si sois conducidos por el Espíritu, no
estáis bajo la ley», Ga 5,
18):
1.-
Decidí (en otras ocasiones
similares resulta francamente imposible) ir al funeral por la madre de un amigo
obviando todos mis inconvenientes: más de una hora de coche, pedir favores (o
aplazar o suspender algunas cosas), atasco de circulación de los viernes (luego
incluso fue mayor de lo previsible), mal tiempo que empezaba ese día y regresar
muy tarde por la noche (me entra mucho sueño temprano). Los días previos,
conforme me iban viniendo a la mente esas contrariedades, me volvía yo a poner
a la escucha del Espíritu Santo en mi interior para tratar de discernir lo más
adecuado; y siempre: “¿qué es más amor hacia tu amigo y todos los que
posiblemente encuentres?”. La verdad es que compruebo ahora con alegría que lo
más adecuado fue, efectivamente, compartir ese momento y juntos rezar
presencialmente por la madre de este amigo.
Además, al llegar a aquella ciudad, venía
de frente por la calle uno de nuestros profesores del seminario, ya muy mayor y
enfermo, del brazo de su hermana, que iba también a concelebrar el funeral. Me
presenté por si no se acordaba de mí y sonrió en seguida; después de un poquito
noté un impulso interior para decirle: “¿le
podría dar un abrazo?”. Aunque por allí son parcos en gestos, se le iluminó
el rostro afirmativamente. Y después me dijo: “¡no te imaginas cuánto te agradezco el abrazo!”, (siempre había
tenido fama de ser de los profesores más “hueso”, serio y adusto, pero en el
fondo nos quería mucho), y añadió: “no sé
si sabes que tengo cáncer”. Su hermana continuó, incluso con una lagrimilla:
“muchísimas, muchísimas gracias por ese
abrazo que le has dado”. La verdad es que esas muestras de agradecimiento
me llenaron el alma de gratitud al Espíritu Santo que me había impulsado. Y
continué feliz hacia la iglesia para el funeral, como si me llevaran en
volandas. Alegría que continuó al entrar en la sacristía viendo a tantos amigos
y compañeros con los que no me encontraba desde hace mucho.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Pero si sois conducidos por el Espíritu, no
estáis bajo la ley», Ga 5,
18) y la de septiembre («Recibid con docilidad la Palabra sembrada en
vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas», St 1, 21):
1.- “…esta PdV me ha gustado
especialmente porque me ha hecho descubrir de forma más profunda cómo el
Espíritu Santo nos guía y acompaña siempre. Me está ayudando a invocarlo con
mayor frecuencia y a ser más consciente de su acción, más allá de nuestra
pequeñez.
Comparto con vosotros dos experiencias concretas que, volviendo a leer el
comentario de la PdV en estos últimos días del mes, me parece que confirman
algunas de las frases escritas:
1b.- A mitad de mes me llamó la esposa de un antiguo compañero de uno de los
Instituto en los que trabajé, allá por los años 80. Se jubila en breve y quería
organizarle una comida sorpresa con la presencia de algunos compañeros de cada
uno de los Centros en los que él ha trabajado. Se celebraba en una ciudad lejos
de donde ahora resido y, aunque me hacía ilusión reencontrarme con esos
compañeros, no me venía nada bien ir, pero tratando de actuar con el amor que
busca el bien del otro, comprendí que debía asistir. Ha sido una gran alegría
para todos y para mí “una prueba tangible de que las relaciones que hemos
construido dan fruto” cuando se vive por la fraternidad. En los postres,
una persona hizo el resumen global y, de aquel periodo, dijo: “En ese Instituto
te encontraste a un equipo directivo (yo era entonces la Directora del Centro)
que estaba intentando, con todas sus fuerzas y con las de gran parte del
claustro, desterrar rencillas del pasado y nocivas costumbres. Era un grupo de
grandes profesionales y mejores personas que dejaron huella en ti…”.
1c.- Al mirar el extracto
bancario de los gastos con mi tarjeta, advierto un cobro periódico que no
reconozco. En un primer momento siento gran rebeldía, por las molestias que
supone (anulación de la tarjeta, reclamaciones, etc.) y, sobre todo, por la
forma injusta de proceder de estos grupos. Después de un rato, el Espíritu me
recuerda que “el amor nos empuja a ser personas responsables… y estamos
llamados a construir relaciones de paz, justicia y legalidad”. Ante todo,
traté de eliminar dentro de mí todo rencor y recé por estas personas
desconocidas. Al día siguiente fui a hacer la denuncia, pero me encontré con
varios inconvenientes y no pude hacerla. Como no era una gran cantidad de
dinero, me venía la tentación de dejarlo pasar, pero Él me dio la fuerza para
salir de mi comodidad y aprovechar este incidente para amar también a los
empleados del banco, a los policías de la Comisaria, a las personas que
esperábamos ser atendidas,… y así pude experimentar la libertad de amar en
cualquier circunstancia …”
Si quieres leer más
experiencias similares,
de gente de todo el
mundo,
N.B.:
tú también puedes compartir las experiencias
que,
por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo
en práctica el Evangelio;
“pincha”
aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o,
dado que en algunos navegadores eso no funciona,
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