domingo, 30 de septiembre de 2018

LA PALABRA IMPULSA A AMAR Y ESTO SALVA

VIDA DE LA PALABRA      últimas semanas de SEPTIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de septiembre («Recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas»
(St 1, 21) y la de agosto («Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti», Jr 31, 3):

1.-        Uno de los enfermos que lleva varias semanas en el hospital resulta que es un famoso periodista y presentador de TVE en los años 80 y 90: ¡irreconocible física e intelectualmente! Yo no me había percatado, fue otro quien lo “descubrió” (y estuvo muy afectado-impresionado varios días). Y le añado yo que realmente “todo pasa, solo Dios permanece”. Es verdad: apuesto, admirado, voz perfectamente timbrada, mente preclara… Hoy nada de eso: solo si te fijas muy mucho puedes intuir algo de aquel rostro y mirada. Casi perdidito… Eso sí, le digo… “¿rezamos?”. Y en seguida recobra la paz, asiente y empieza a santiguarse; y sigue perfectamente las oraciones.
            Me ha hecho recordar a otra enferma que tuvimos en primavera durante sus últimas semanas. Famosa artista extranjera, con obras expuestas en muchos museos reconocidos. Lo único que quería era prepararse muy bien ante el cáncer terminal. Y la verdad, lo hizo. “La fe mueve montañas”. ¡Cómo esperaba cada día que le diera la comunión… y cómo se recogía luego en oración! Tanto que… la víspera… ni me podía imaginar que… al día siguiente me encontraría esa habitación vacía… Para otros quedarán sus obras de arte…, para mí, su fe y entrega a Dios y su anhelo de ir bien preparada a Su encuentro.
            Ciertamente, la palabra de Dios no solo escuchada y meditada, (con eso solo, como advierte el Apóstol Santiago, nos engañaríamos a nosotros mismos), sino sobre todo traducida en vida diaria y comunicada a los demás (sobre todo con el ejemplo), “es capaz de salvar vuestras almas”.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de septiembre («Recibid con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras almas»
(St 1, 21), la de agosto («Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti», Jr 31, 3) y la de julio («Mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza», 2 Co 12, 9):

1.-        “gracias, Paco, de nuevo por “a mitad de mes”…: nos ayuda cantidad (a mí desde luego…).
Ayer por la tarde salí a dar una vuelta, mientras estaba mi hermano con mi marido y me pararon unos ingleses para que les dijese dónde estaba determinado hotel. Como yo no sé inglés, me subí en el coche con ellos y por señas les fui explicando por dónde ir… Cuando los dejé enfrente del hotel… me dieron las gracias y me volví para casa: anduve cerca de dos kilómetros para regresar…, hacía bastante calor y llegué sofocada, pero contenta de ser útil a alguien. Desde donde estábamos era muy difícil explicarle y máxime sin saber inglés

3.-        “la vuelta de vacaciones cuesta, y más cuando ingresan de golpe a tu marido en el hospital. Gracias a Dios y a nuestros sacerdotes q nos han acompañado en todo momento, ha sido una vivencia rica, ofrecimiento… y Dios concede el ciento por uno. Te pedimos la Unción de los enfermos y a partir de ese momento comenzó la mejoría física y espiritual. Necesitamos compartir los regalos del Señor

2.-        “Ya hace tiempo, Paco, que no logro escribirte. Como te dije en julio, había decidido cambiar de ciudad para realizar un servicio por el Reino de Dios y el periodo anterior al traslado ha sido intenso. La PdV de agosto fue una gran ayuda: experimentaba el amor eterno de Dios y su gracia en muchas ocasiones. Con la de septiembre me he sentido muy identificada: ¡qué cierto es que Dios pide nuestra adhesión personal completa y que nos libera y nos abre a una nueva relación de amor con Él y con los hermanos!
2b.-      Han sido muy bonitas las despedidas con los amigos, sentía la reciprocidad del cariño con cada uno y, en algunos casos, me sorprendía su reacción, como la de una antigua compañera de trabajo que me escribía: “me alegro mucho, creo que empiezas una etapa que puede llenar la vida y eso es para dar gracias a Dios a estas edades. Seguro que te va a ir bien y rezaré para que no te falten las fuerzas.”
2c.-      No han faltado imprevistos en los últimos días, como cuando llegué rápida a casa para coger la llave del coche e ir a una Misa de difunto; pero había cerrado dejando la llave de la cerradura puesta por dentro, no había nadie y así no se puede abrir desde fuera. Tuve que llamar al cerrajero y esperar hora y media. Traté de mantener la calma y una vez más fue el hermano quien me ayudó, la vecina de enfrente salió, me hizo entrar en su casa y hablando con ella la espera no se hizo tan pesada. Cuando pude entrar, ya no podía llegar a esa Misa, pero me fui a otra más tarde, pidiéndole a Jesús llegar a tiempo: esos días necesitaba más que nunca la fuerza de la Eucaristía. Justo entrando a la Iglesia, empezaba el Ofertorio, sentí que Él me decía: “ya has vivido la liturgia de la Palabra, ahora vive bien la liturgia de la Eucaristía” y fue un rato precioso de unión con Dios que me llenó de paz.
2d.-      He intentado amar concretamente, sin encerrarme en mis muchas “cosas por hacer”.  Así una amiga que está pasando un periodo muy duro, me pidió venir a casa antes de que me fuera y estuvimos 4 horas compartiendo su sufrimiento.
Con otra amiga, que hace poco ha fallecido su marido, fui con ella a realizar unas gestiones, encontramos a una conocida suya y el tiempo previsto se alargó, pero era la ocasión de amar también a esa persona.
2e.-      El día antes de irme, llegaba desde otra ciudad una persona a la que había ofrecido un cabezal que no necesito para su cama. A las 9 de la noche se lo llevé a su casa, aunque insistía que ya lo dejara, después tomamos algo juntas como cena y fue un ratito muy bonito y descansado.
2f.-       Ahora ya estoy feliz en mi destino y siento la alegría del amor que permanece siempre, aunque hayan quedado cosas que me hubiera gustado realizar, pero que no valen nada si no están en la voluntad de Dios



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