VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de SEPTIEMBRE
Alguna de mis
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de septiembre («Recibid
con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras
almas»
(St 1, 21) y la de agosto
(«Con amor eterno te he amado: por eso
he reservado gracia para ti», Jr 31,
3):
1.- Uno de los enfermos que
lleva varias semanas en el hospital resulta que es un famoso periodista y
presentador de TVE en los años 80 y 90: ¡irreconocible física e intelectualmente!
Yo no me había percatado, fue otro quien lo “descubrió” (y estuvo muy
afectado-impresionado varios días). Y le añado yo que realmente “todo pasa,
solo Dios permanece”. Es verdad: apuesto, admirado, voz perfectamente timbrada,
mente preclara… Hoy nada de eso: solo si te fijas muy mucho puedes intuir algo de
aquel rostro y mirada. Casi perdidito… Eso sí, le digo… “¿rezamos?”. Y en
seguida recobra la paz, asiente y empieza a santiguarse; y sigue perfectamente
las oraciones.
Me ha hecho recordar a
otra enferma que tuvimos en primavera durante sus últimas semanas. Famosa artista
extranjera, con obras expuestas en muchos museos reconocidos. Lo único que
quería era prepararse muy bien ante el cáncer terminal. Y la verdad, lo hizo.
“La fe mueve montañas”. ¡Cómo esperaba cada día que le diera la comunión… y cómo
se recogía luego en oración! Tanto que… la víspera… ni me podía imaginar que…
al día siguiente me encontraría esa habitación vacía… Para otros quedarán sus
obras de arte…, para mí, su fe y entrega a Dios y su anhelo de ir bien
preparada a Su encuentro.
Ciertamente, la palabra de
Dios no solo escuchada y meditada, (con eso solo, como advierte el Apóstol
Santiago, nos engañaríamos a nosotros mismos), sino sobre todo traducida en
vida diaria y comunicada a los demás (sobre todo con el ejemplo), “es capaz de
salvar vuestras almas”.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de
llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de septiembre («Recibid
con docilidad la Palabra sembrada en vosotros, que es capaz de salvar vuestras
almas»
(St 1, 21), la de agosto («Con amor eterno te he amado: por eso he
reservado gracia para ti», Jr 31,
3) y la de julio («Mi gracia te basta,
que mi fuerza se realiza en la flaqueza», 2 Co 12, 9):
1.- “…gracias, Paco, de nuevo por “a mitad de mes”…: nos ayuda cantidad (a mí
desde luego…).
Ayer por la tarde salí a dar una vuelta, mientras estaba
mi hermano con mi marido y me pararon unos ingleses para que les dijese dónde
estaba determinado hotel. Como yo no sé inglés, me subí en el coche con ellos y
por señas les fui explicando por dónde ir… Cuando los dejé enfrente del hotel…
me dieron las gracias y me volví para casa: anduve cerca de dos kilómetros para
regresar…, hacía bastante calor y llegué sofocada, pero contenta de ser útil a
alguien. Desde donde estábamos era muy difícil explicarle y máxime sin saber
inglés…”
3.- “…la vuelta de vacaciones cuesta, y más cuando ingresan de golpe a tu
marido en el hospital. Gracias a Dios y a nuestros sacerdotes q nos han
acompañado en todo momento, ha sido una vivencia rica, ofrecimiento… y Dios concede
el ciento por uno. Te pedimos la Unción de los enfermos y a partir de ese
momento comenzó la mejoría física y espiritual. Necesitamos compartir los
regalos del Señor…”
2.- “…Ya hace tiempo, Paco, que no logro
escribirte. Como te dije en julio, había decidido cambiar de ciudad para
realizar un servicio por el Reino de Dios y el periodo anterior al traslado ha
sido intenso. La PdV de agosto fue una gran ayuda: experimentaba el amor eterno
de Dios y su gracia en muchas ocasiones. Con la de septiembre me he sentido muy
identificada: ¡qué cierto es que Dios pide nuestra adhesión personal completa y
que nos libera y nos abre a una nueva relación de amor con Él y con los
hermanos!
2b.- Han sido
muy bonitas las despedidas con los amigos, sentía la reciprocidad del cariño
con cada uno y, en algunos casos, me sorprendía su reacción, como la de una
antigua compañera de trabajo que me escribía: “me alegro mucho, creo que empiezas una etapa que puede llenar la vida y
eso es para dar gracias a Dios a estas edades. Seguro que te va a ir bien y
rezaré para que no te falten las fuerzas.”
2c.- No han
faltado imprevistos en los últimos días, como cuando llegué rápida a casa para
coger la llave del coche e ir a una Misa de difunto; pero había cerrado dejando
la llave de la cerradura puesta por dentro, no había nadie y así no se puede
abrir desde fuera. Tuve que llamar al cerrajero y esperar hora y media. Traté
de mantener la calma y una vez más fue el hermano quien me ayudó, la vecina de
enfrente salió, me hizo entrar en su casa y hablando con ella la espera no se
hizo tan pesada. Cuando pude entrar, ya no podía llegar a esa Misa, pero me fui
a otra más tarde, pidiéndole a Jesús llegar a tiempo: esos días necesitaba más
que nunca la fuerza de la Eucaristía. Justo entrando a la Iglesia, empezaba el
Ofertorio, sentí que Él me decía: “ya has
vivido la liturgia de la Palabra, ahora vive bien la liturgia de la Eucaristía”
y fue un rato precioso de unión con Dios que me llenó de paz.
2d.- He
intentado amar concretamente, sin encerrarme en mis muchas “cosas por
hacer”. Así una amiga que está pasando un periodo muy duro, me pidió
venir a casa antes de que me fuera y estuvimos 4 horas compartiendo su
sufrimiento.
Con otra amiga, que hace poco ha fallecido su marido, fui con ella a realizar unas gestiones, encontramos a una conocida suya y el tiempo previsto se alargó, pero era la ocasión de amar también a esa persona.
2e.- El día antes de irme, llegaba desde otra ciudad una persona a la que había ofrecido un cabezal que no necesito para su cama. A las 9 de la noche se lo llevé a su casa, aunque insistía que ya lo dejara, después tomamos algo juntas como cena y fue un ratito muy bonito y descansado.
2f.- Ahora ya estoy feliz en mi destino y siento la alegría del amor que permanece siempre, aunque hayan quedado cosas que me hubiera gustado realizar, pero que no valen nada si no están en la voluntad de Dios…”
Con otra amiga, que hace poco ha fallecido su marido, fui con ella a realizar unas gestiones, encontramos a una conocida suya y el tiempo previsto se alargó, pero era la ocasión de amar también a esa persona.
2e.- El día antes de irme, llegaba desde otra ciudad una persona a la que había ofrecido un cabezal que no necesito para su cama. A las 9 de la noche se lo llevé a su casa, aunque insistía que ya lo dejara, después tomamos algo juntas como cena y fue un ratito muy bonito y descansado.
2f.- Ahora ya estoy feliz en mi destino y siento la alegría del amor que permanece siempre, aunque hayan quedado cosas que me hubiera gustado realizar, pero que no valen nada si no están en la voluntad de Dios…”
Si quieres leer
más experiencias similares,
de gente de
todo el mundo,
N.B.: tú también puedes compartir las experiencias
que, por gracia de Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos navegadores eso no funciona,
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