Con las siguientes palabras
del Papa…
…deseo a ti y a los tuyos
que tengáis una muy buena salida y entrada de año
y un próspero 2019
colmado de la bendición del Señor:
FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2019
«Al
llegar la plenitud de los tiempos,
Dios
envió Dios a su Hijo» (Gá 4, 4)...
en
la última tarde del año solar…
la
fe nos hace contemplar y sentir
que
Jesucristo, Verbo hecho carne,
ha dado plenitud al tiempo del mundo
y a la historia
humana...
…sentido de gratitud,
como
única respuesta humana
digna
del don inmenso de Dios.
Una gratitud conmovedora,
que, partiendo de la contemplación de
ese Niño
envuelto en pañales y acostado en un
pesebre,
se extiende a todo y a todos,
al mundo entero.
Es un «gracias» que refleja la Gracia;
no viene de nosotros, sino de Él;
no viene del yo, sino de Dios,
e
involucra al yo y al nosotros.
En esta atmósfera creada por el Espíritu
Santo,
nosotros elevemos a Dios la acción de gracias
por el año que llega a su fin,
reconociendo que todo el bien es don
suyo.
También este tiempo del año [que está
acabando],
que Dios nos había donado íntegro y sano,
nosotros
humanos
de
tantas maneras lo hemos desperdiciado y herido
con obras de muerte, con mentiras e injusticias...
…todas las pequeñas y grandes ofensas
a la vida, a la verdad, a la
fraternidad,
que causan múltiples formas de degrado
humano, social y ambiental.
Queremos y debemos asumir toda nuestra responsabilidad,
delante
de Dios, los hermanos y la creación.
Pero
esta noche prevalece la gracia de Jesús
y su reflejo en María.
Y prevalece por eso la gratitud que…
siento en el alma
pensando en la gente que vive con
corazón abierto…
Siento simpatía y gratitud
por todas esas personas que cada día
contribuyen
con pequeños pero preciosos gestos
concretos al bien…
Y así cooperan silenciosamente al bien
común...
PAPA FRANCISCO, Homilía
en las primeras Vísperas de Santa María Madre de Dios
y Te Deum de
acción de gracias por el año que acaba,
basílica Vaticana, 31 de diciembre de 2017
Y para tener un próspero y feliz año nuevo, nos
ayudará en su primer mes vivir…:
PALABRA DE VIDA enero 2019
«Justicia, solo justicia has de buscar»
(Dt 16, 20)
El Libro del Deuteronomio
se presenta como una serie de discursos pronunciados por Moisés al término de
su vida. Este recuerda a las nuevas generaciones las leyes del Señor mientras
contempla desde lejos la Tierra Prometida, hacia la cual ha guiado con valentía
al pueblo de Israel.
En este libro se
presenta la
«ley» de Dios en primer lugar como la
«palabra» de un Padre que se preocupa de todos sus hijos. Es un camino de
vida que Él da a su pueblo para realizar un proyecto de Alianza. Si
el pueblo la observa fielmente, por amor y gratitud más que por miedo a los
castigos, seguirá disfrutando de la cercanía y la protección de Dios.
Uno de los modos de realizar concretamente esta Alianza, recibida como un regalo de
Dios, consiste en buscar con decisión la justicia. Quien es fiel
la pone en práctica cuando recuerda con
gratitud la elección que Dios ha hecho de su pueblo y evita adorar
a cualquiera que no sea el Señor, pero también cuando rechaza beneficios
personales que le ofuscan la conciencia ante
las necesidades del pobre.
«Justicia, solo justicia has de buscar».
La experiencia cotidiana nos plantea
muchas situaciones de injusticia, incluso
graves, que afectan sobre todo a los más débiles, los que sobreviven al margen
de nuestra sociedad. ¡Cuántos Caínes usan la violencia contra su hermano o su
hermana!
Erradicar las desigualdades y los
abusos es una exigencia de justicia fundamental, empezando por nuestro corazón y los lugares donde desarrollamos nuestra vida
social.
Y, sin embargo, Dios no lleva a
cabo su justicia destruyendo a Caín, sino que se preocupa de
protegerlo para que reanude el camino (cf.
Gn 4, 8-16). La justicia de Dios consiste en dar nueva
vida.
Los cristianos
hemos conocido a Jesús. Con sus
palabras y sus gestos, pero sobre todo con el don de la vida y la
luz de la Resurrección, Él nos ha desvelado que la justicia de Dios es su amor
infinito por todos sus hijos.
A través de
Jesús se nos abre también a nosotros el camino para poner en práctica y difundir la
misericordia y el perdón, que es también fundamento de la justicia social.
«Justicia, solo justicia has de buscar».
Este versículo
de la Escritura ha sido elegido para celebrar la «Semana de oración por la unidad de los
cristianos» de 2019, que en el hemisferio norte se celebra del 18 al 25 de
enero. Si acogemos esta Palabra como se nos propone, podremos trabajar para
buscar los caminos de la reconciliación, ante todo entre los cristianos.
Luego, poniéndonos
al servicio de todos, sanaremos eficazmente las heridas de la
injusticia.
Así lo experimentan
desde hace años cristianos de distintas Iglesias que se dedican conjuntamente a
los presos de la ciudad de Palermo (Italia). La iniciativa partió de Salvatore,
miembro de una asociación evangélica: «Me di cuenta de las necesidades espirituales y humanas de
estos hermanos nuestros. Muchos de ellos no tenían familiares que
pudiesen ayudarlos. Se lo confié a Dios y lo hablé con muchos hermanos de mi
Iglesia y de otras Iglesias». Añade Christine, de la Iglesia anglicana: «Poder ayudar a estos
hermanos necesitados nos da alegría porque
hace efectiva la providencia de Dios, que quiere que su Amor llegue a todos a
través de nosotros». Y Nunzia, católica: «Nos ha parecido una ocasión tanto
para ayudar a estos hermanos necesitados como para contribuir a anunciar a
Jesús incluso mediante las pequeñas cosas materiales».
Es un modo de
realizar lo que expresó Chiara Lubich en 1998 en la iglesia evangélica de Santa
Ana, en Augsburgo, durante un encuentro ecuménico:
«[…] Si los
cristianos echamos un vistazo a nuestra historia […], no podemos dejar de
sentir dolor al darnos cuenta de que esta ha consistido en muchos casos en un
sucederse de incomprensiones, disputas y luchas. Ciertamente, por culpa de
circunstancias históricas, culturales, políticas, geográficas y sociales…, pero
también porque ha faltado entre los cristianos su elemento unificador
característico: el amor.
»Un trabajo
ecuménico será fecundo de verdad en la medida en que quienes se dedican a él
vean en Cristo crucificado y abandonado que
se vuelve a abandonar en el Padre, la clave para entender cualquier falta de unidad y para
recomponerla. […] Y la unidad vivida tiene un efecto […]. Se trata de la presencia de Jesús entre
varias personas, en la comunidad. “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre
–dijo Jesús–, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Jesús entre un católico y un evangélico que se aman,
entre anglicanos y ortodoxos, entre una armenia y una reformada que se aman.
¡Cuánta paz ya desde ahora, cuánta luz para un camino ecuménico recto!».
LETIZIA MAGRI