PALABRA DE VIDA agosto
2015
«Vivid en el amor»
(Ef 5, 2)
En estas palabras está contenida toda la ética cristiana. El actuar
humano, si quiere ser como Dios lo concibió al crearnos, es decir, auténticamente
humano, debe estar animado por el amor. Para llegar a
la meta, el camino –metáfora de la vida– debe estar guiado por el amor,
compendio de toda la ley.
El apóstol Pablo dirige esta exhortación a los cristianos de Éfeso como
conclusión y síntesis de lo que acaba de escribirles sobre el modo de vivir
cristiano: pasar
del hombre viejo al hombre nuevo, ser auténticos y sinceros unos con
otros, no robar, saber perdonarse, obrar el bien… En una palabra, «vivir en el amor».
Convendrá leer entera la frase de la que está sacada esta
incisiva palabra que nos va a acompañar durante todo el mes: «Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor».
incisiva palabra que nos va a acompañar durante todo el mes: «Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor».
Pablo está convencido de que todo comportamiento nuestro debe tener como modelo el de
Dios. Si el amor es la señal distintiva de Dios, debe
serlo también de sus hijos: en esto deben imitarlo.
Pero ¿cómo podemos conocer el amor de Dios? Para Pablo está clarísimo: este
se revela en
Jesús, quien muestra cómo y cuánto ama Dios. El apóstol lo
ha experimentado en primera persona: «Me amó y se
entregó por mí» (Ga 2, 20), y ahora lo revela a todos
para que se
convierta en la experiencia de toda la comunidad.
«Vivid en el amor».
¿Cuál es la medida del amor de Jesús, sobre el cual debemos modelar nuestro
amor?
Como sabemos, no tiene límites, no excluye a nadie ni muestra
preferencias por nadie. Jesús murió por todos, incluidos
sus enemigos, quienes lo estaban crucificando, tal como el Padre, que con su amor universal hace salir el sol y manda la lluvia sobre todos, buenos y malos, pecadores y justos. Supo preocuparse sobre todo de los pequeños y de los pobres, de los enfermos y de los excluidos; amó con intensidad a sus amigos; estuvo especialmente cerca de sus discípulos… No escatimó su amor, llegó al extremo de entregar la vida.
sus enemigos, quienes lo estaban crucificando, tal como el Padre, que con su amor universal hace salir el sol y manda la lluvia sobre todos, buenos y malos, pecadores y justos. Supo preocuparse sobre todo de los pequeños y de los pobres, de los enfermos y de los excluidos; amó con intensidad a sus amigos; estuvo especialmente cerca de sus discípulos… No escatimó su amor, llegó al extremo de entregar la vida.
Y ahora llama
a todos a compartir su mismo amor, a amar como Él amó.
Puede
darnos miedo esta llamada por demasiado exigente. ¿Cómo podemos ser
imitadores de Dios, que ama a todos, siempre, tomando la iniciativa? ¿Cómo amar
con la medida del amor de Jesús? ¿Cómo estar «en el amor», tal como nos
requiere la Palabra de vida?
Solo es
posible si antes hemos hecho nosotros mismos la experiencia de ser amados. En la frase «vivid en el amor como
Cristo os amó», la expresión «como» puede significar también «porque».
«Vivid en el amor».
Aquí caminar equivale a actuar,
a comportarse, como indicando que cualquier acción nuestra debe estar inspirada y movida
por el amor. Pero quizá no sea casual que Pablo utilice esta palabra
dinámica para recordarnos que a amar se aprende, que hay todo un camino por recorrer
para alcanzar la generosidad del corazón de Dios. Él usa también otras imágenes
para indicar la necesidad
de progresar constantemente, como el crecimiento que lleva a los
recién nacidos hasta la edad adulta (cf. 1 Co 3, 1-2), el desarrollo de
una plantación, la construcción de un edificio, la carrera en el estadio para
conquistar el premio (cf. 1 Co 9, 24).
Nunca
podemos decir que lo hemos conseguido. Hace falta
tiempo y constancia para alcanzar la meta, sin rendirse ante las dificultades, sin dejarse nunca desanimar por los fracasos y errores, dispuestos siempre a volver a empezar sin resignarse a la mediocridad.
tiempo y constancia para alcanzar la meta, sin rendirse ante las dificultades, sin dejarse nunca desanimar por los fracasos y errores, dispuestos siempre a volver a empezar sin resignarse a la mediocridad.
Agustín de Hipona, quizá pensando en su sufrido camino, escribía a
propósito de esto: «Desagrádete siempre
lo que eres si quieres llegar a lo que aún no eres, pues donde hallaste
complacencia en ti, allí te quedaste. Mas si has dicho: “Es suficiente”,
también pereciste. Añade siempre algo, camina continuamente, avanza sin parar;
no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. Quien no avanza, queda
parado».
«Vivid en el amor».
¿Cómo proceder con más celeridad por el camino del amor?
Puesto que la invitación se dirige a toda la comunidad –«vivid»– será útil ayudarse mutuamente. En
verdad es triste
y difícil emprender un viaje uno solo.
Podríamos comenzar buscando la ocasión de repetirnos de nuevo entre
nosotros –amigos, familiares, miembros de la misma
Podríamos compartir
las experiencias positivas de cómo
hemos amado, para aprender así
unos de otros.
Podemos comunicar, a quienes puedan comprendernos, los errores cometidos y
las desviaciones del camino, para corregirnos.
También la oración
en comunidad podrá darnos luz y fuerza para avanzar.
Unidos
entre nosotros y con Jesús en medio de nosotros –¡el Camino!–
recorreremos hasta el final nuestro «santo viaje»: sembraremos amor en torno a
nosotros y alcanzaremos
la meta: el Amor.
Fabio Ciardi, O.M.I.
N.B.: Aquí puedes encontrar también la Palabra de Vida
Palabra de Vida AQUÍ en presentación Power Point
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