VIDA DE LA PALABRA primeras semanas de ABRIL
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando
de practicar la Palabra
de Vida de abril («Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos», 1 Cor 9, 22) y la del mes de marzo («El que quiera venir en pos de
mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga», Mc 8, 34):
1.- El mes
pasado, el organismo de mi primo, (casi de mi edad, sólo trece meses mayor), empezó
a dejar de responder a la quimio. Cuando lo visité por entonces, (aprovecho, una
vez al mes, al ir al pueblo a atender a mis padres), estaban él y su mujer muy
serenos,
en un ambiente pleno de esperanza, de fe. Pocos días antes había sido el 7º aniversario del fallecimiento de Chiara Lubich y les habían llevado la estampa con la oración para pedir al Señor por intercesión de ella, así que ellos mismos me la pasaron para que la rezara en ese momento en nombre de los tres.
en un ambiente pleno de esperanza, de fe. Pocos días antes había sido el 7º aniversario del fallecimiento de Chiara Lubich y les habían llevado la estampa con la oración para pedir al Señor por intercesión de ella, así que ellos mismos me la pasaron para que la rezara en ese momento en nombre de los tres.
Ya el año pasado, (cfr.
“vuestras experiencias 1”, de segunda mitad de julio), con mis hermanos nos
habíamos puesto de acuerdo, (¡sin conocer toda la gravedad!), para pedir el
milagro al Señor por intercesión de “Luminosa” y… fue concedido… un año… Dios
es Amor y sabe lo que mejor conviene a cada uno en cada instante.
Este domingo pasado
también fui a visitarlo, teniendo muy grabadas en mente y corazón las Palabras
de vida tanto de marzo como de abril.
Estando allí, llegó el párroco con Jesús-Eucaristía;
le di yo la comunión: leyendo el Evangelio del día,
(aparición del Resucitado a
los Apóstoles, estando luego Tomás también), me vino el recalcar que la segunda
vez que Jesús se dejó ver también “estaban
cerradas las puertas”, como la primera, pero ya no añade “por miedo a los judíos”, puesto que
habían experimentado ya al Resucitado; y Jesús recalca a Tomás ya con ellos: “dichosos los que crean sin haber visto”,
(también por nosotros, siglos después; y, además, nosotros somos “Tomás” de
apellido).
Nada más comulgar, suena el timbre y, ¡los 4
pensamos lo mismo!: el párroco se ofrece a abrir la puerta y entretener unos
minutos a la visita. Nos quedamos en absoluto recogimiento mi primo, su mujer y
yo: verdaderamente se “respiraba” a Jesús-Resucitado, vivo en la Eucaristía ya
dentro de ellos.
Tras un buen rato de silencio, les propuse recitar la oración
de Chiara y, al acabarla, el Padrenuestro, (se tomaron de la mano ellos dos, y
luego, cuando me di cuenta, yo a ambos), Avemaría y Gloria. El fraterno abrazo
que uno y otra me dieron reflejaba la intensidad de fe, de oración y de
esperanza que acepta todo.
La despedida, (como
un rato antes cuando su hija se había marchado a la universidad toda la
semana), ellos muy serenos… yo en ambos momentos, con un disimulado nudo en la
garganta: ¿quizá… la última o penúltima… antes de “reencontrarnos en el Reino”…?
Pero… ¡no cejamos en pedir el milagro y las Gracias para vivir cada uno de
estos momentos y los que vengan!
2.- Al
acabar de celebrar la Misa en mi pueblo, entra a la sacristía mi sobrinillo de
diez años. Yo estaba hablando con personas mayores que también se habían
acercado a saludarme y, sin dejar de prestarles atención, tendí la mano a mi
sobrino para que se acercara. En seguida vino, jugueteando para que le hiciera
cosquillas. Mi duda: “hacerse uno” dice la Palabra del mes…, pero… ¿con los
adultos o con el niño…? Mis amigos adultos, (era charla informal con cada uno que
me saludaba), entenderán: ¡con el
“peque”! Así que, sin apartar la vista de los
mayores y tratando de seguir la conversación con ellos, me puse a hacerle
cosquillas a mi sobrino como a él le gusta, y le susurré que, dentro de unos
minutos, “en casa de los abuelitos” tendría la “ración completa” tirándonos también
por el suelo.
Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de practicar la Palabra de Vida de abril («Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos», 1 Cor 9, 22), la del mes de marzo («El que quiera venir en pos
de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga», Mc 8, 34) y la de febrero («Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios»,
(Rm 15, 7):
1.- “…le digo a Jesús
q le quiero cuando intento curar las "llagas de los pobres": ayer
vino a hablar conmigo una señora con muchos problemas q se quería suicidar;
desde mi ego, rechazaba totalmente su compañía (no por ella sino por lo q
trasmitía), pero al final estuve
escuchándola (por dentro decía: "Jesús, q sean tus palabras q la consuelen"). Me lo agradeció muchísimo y me ponía por los cielos: es una mujer q le gusta alabar mucho al prójimo o el otro extremo. Yo sabía que este agradecimiento era para Jesús y me alegré de (aunque con dificultad) haber elegido escucharla…”.
escuchándola (por dentro decía: "Jesús, q sean tus palabras q la consuelen"). Me lo agradeció muchísimo y me ponía por los cielos: es una mujer q le gusta alabar mucho al prójimo o el otro extremo. Yo sabía que este agradecimiento era para Jesús y me alegré de (aunque con dificultad) haber elegido escucharla…”.
Cuando le escribo
pidiéndole “permiso” para poner esto en este correo, me contesta que no es
nada, que sólo estuvo hora y media escuchando.
Le respondo que “nada hay pequeño
de lo que hagas por amor” (Chiara Lubich). Al día siguiente me
escribe de nuevo:
“…me acaba de
llamar la señora de la que te hablé: después de verme, le dio un "subidón"
(ella habla así) de energía para Vivir y tener más Fe, Amar a Jesús. Me daba
mil gracias y mejor no te cuento todos los elogios q me ha dicho, ya q lo q le
dije no era yo la q hablaba: lo había pedido con antelación.
Ella me dice: -pero si Jesús no te manda…?
Yo le digo: -hubiera mandado a otro.
Ella me dice que no.
Es grato sentirse
utilizado por Jesús para hacer felices a los demás.
También pensaba en cómo mi
vida ha cambiado…, si Jesús no te hubiera mandado, no me puedo imaginar a
ningún otro…”.
Le contesto: “ya sabes, recogemos
tus flores y las mías, y… ¡las flores todas a María!”.
2.- “…no sé si es la
mejor palabra de vida que has mandado jamás, o la que más me ha tocado a mí. En
todo caso, ¡gracias!
No sabes cómo me ayuda en este Jueves
Santo y cómo me va a acompañar en todo el Triduo tu magnifico resumen, esquema,
que graba las bases de forma sintética y clara en mente y corazón.
"Hacerse todo para todos"
adquiere un nuevo, y pleno,
significado para mí. Nunca había oído hablar de la diplomacia de la caridad, de la diplomacia de Dios, pero es algo que pareciera haber estado esperando para mí toda la vida.
significado para mí. Nunca había oído hablar de la diplomacia de la caridad, de la diplomacia de Dios, pero es algo que pareciera haber estado esperando para mí toda la vida.
Y las experiencias... Cómo me ayudan a
entender, comprender, abrazar el día a día, unirme espiritualmente a personas
que viven cruces y momentos duros de forma extraordinariamente callada,
discreta, sobrenatural, haciendo que el cielo toque la tierra…”
3.- “…ayer me acordé un
montón de ti porque viví una experiencia muy del estilo de las que cuentas tú.
Había quedado con una amiga a las 11
en Madrid...: un café rápido porque a las 13 tenía que estar en el cole dando
catequesis a mis niños.
Dejé a mi hijo en el cole a las
8:45. Me fui a casa, aparqué y fui andando hasta un supermercado cerca de casa
de mi madre. La compré el pan y un par de cosas que me había encargado, se las
subí a su casa y fui a la parada de autobús… y el autobús que no llega. Alguien
comenta que había habido un accidente en la carretera y que iban con mucho
retraso.
¿Lo posponía para otro día?... Pero
si lo posponía, no sabía cuándo podríamos volver a quedar. Decidí esperar un
poco. Me
acerqué andando hasta otra parada más céntrica por si allí pasaban con más regularidad los autobuses. Pensé darme un margen: si a las 10:15 no había pasado el autobús, me iría.
acerqué andando hasta otra parada más céntrica por si allí pasaban con más regularidad los autobuses. Pensé darme un margen: si a las 10:15 no había pasado el autobús, me iría.
Justo a las 10:15 pasó y estaba en
el lugar de la cita a las 10:50. A las 11 me llama y me dice si podíamos quedar
en otro café diferente... No estaba lejos de allí, pero eso implicaba contar
con cinco minutos menos para mi regreso, (lo cual no era mucho, pero sí me lo
parecía en esas circunstancias, dado que no sabía el atasco que me encontraría
a la vuelta).
Entre
que nos sentamos y pedimos, eran las 11:15; yo había pensado irme como muy
tarde a las 11:30...
Y
cuando yo iba a decirla que me tenía que ir...: "¿tienes un momento libre?
¿Me gustaría preguntarte una cosa sobre algo que leí en uno de tus escritos? Sé
que tienes prisa pero si quieres nos damos un margen hasta las 11:50".
¿Me
daría tiempo? “Seguro que no”, me decía a mí misma... Le pedí a Dios que me
ayudara a decidir...
Pensé
que no podía desaprovechar la ocasión de escucharla. Si me hacía esa pregunta,
por algo sería… En catequesis siempre me podrían sustituir, pero ese instante,
esa oportunidad de escucharla tal vez no se repetiría hasta Dios sabe cuándo...
Me
hizo una pregunta y ahí que nos pusimos a charlar. No recuerdo ni de lo que
hablamos, pero sí de lo sorprendida que me quedé.: no sé cuántas veces he
quedado para hablar con alguien, tratando de recuperar la confianza que algún
día perdí, y nunca lo conseguí. Ahora que no me lo había propuesto, que no
tenía pensado para nada hablar con esa persona de mi vida, resulta que me
encuentro contándole cosas que nunca le he contado a nadie con una tranquilidad
absoluta como hacía años que no recordaba. ¡De sopetón yo había recuperado lo
que llevaba años anhelando!
Dieron las 11:55, me tenía que ir. Ya pensaba
que ni de broma llegaba... Fui al metro, por los pelos lo cogí. Llegué a la
estación, ¡en un minuto hice trasbordo! A las 12:23 salía el autobús, ¡ni
rastro del atasco que poco antes había visto! A las 12:50 estaba cogiendo mi
coche y a las 13 en punto estaba entrando en catequesis…”
4.- “…me
alegra y me ayuda que te hayas acordado de mí de forma más concreta esta semana
enviándome este mail.
Llevo una semana liada yendo y viniendo del pueblo,
recogiendo y limpiando la casa, también con alguna que otra “montaña rusa” con
los sentimientos, pues no sé si sabrás, pero el
sacerdote que me aconsejaba, marchó a...
sacerdote que me aconsejaba, marchó a...
Pero por otro lado me alegra poder decirte que mi
experiencia con los 5 peques esta Semana Santa me ha hecho no solo encontrarme,
sino también encontrar el significado verdadero de SERVIR, encontrando
“independencia” en la dependencia…”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias que, por gracia de Dios, hayas podido
realizar poniendo en práctica el Evangelio; “pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela.
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