VIDA DE LA PALABRA primera quincena de Febrero 2015
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando
de practicar la Palabra
de Vida de febrero («Por eso, acogeos mutuamente,
como Cristo os acogió para gloria de Dios», (Rm 15,
7) y la de enero («Jesús le dijo: ‘Dame de beber’», Jn 4,7):
1.- En un encuentro de
familias en el Centro Mariápolis, el sábado noche realizamos adoración a
Jesús-Eucaristía. Al llevar al Santísimo de regreso a la capilla para
reservarlo en el Sagrario, me acompañaron 2 niños con las velas. Nada más
acabar me dice uno (literal): “¡Qué
pasada! ¡¡Has llevado a Dios en tus manos!! ¡Estoy que flipo!”. Se me pusieron
de punta los vellos y me emocioné. También
porque corro el riesgo de
acostumbrarme.
Eso me ha ayudado a vivir con más
respeto, admiración e intensidad tanto la celebración de la Misa como los ratos
“de tú a Tú” ante Él en el Sagrario.
Y,
a la vez, si Él se deja llevar en mis manos, he tratado de estar atento a
“dejarme comer” yo por los demás viviendo el amor al prójimo con cada persona
que he encontrado o me contacta por correo-e., whatsApp, teléfono… ¿No es la
PdV de este mes “acogeos mutuamente…”?
2.- Pero a veces me dejo…,
“meto la pata”…
La
semana pasada fue muy intensa, (también con la salud de Christian que está
sufriendo un fuerte revés, Endi estaba fuera toda la semana, teníamos un amigo
de huésped, otra persona venía cada día a comer y cenar...
Y el
sábado…, (día de mucha sentada y concentración), por la tarde distintas
personas a las que saludar, recibir, alojar…
Y
también a cenar; yo, por las noches, ya sabes que “no
funciono”.
Con
todo ello no quiero poner excusas, (¡todo lo contrario!): varios se sintieron
no valorados ni acogidos por mí. Debieron experimentar ese refrán: “donde hay
confianza…”. A las once y pico de la noche uno me lo manifestaba por whatsApp, mientras
yo estaba con mensajes de mis hermanos por una urgencia con las medicinas de mi
padre. Tanto una cosa como otra, las viví con plena confianza en el Señor, con
paz, (lo que no significa que me fueran indiferentes), con gana de descubrir lo
que sin duda me querría decir el Señor a través de todos esos reveses...
Las
múltiples correcciones que me hizo este amigo por whatsApp (naturalmente
escuecen) eran muy acertadas casi todas (me tienen que decir las cosas muy
concretas, si no, “no me entero") y me las tomé como venidas directamente
del Amor del Padre que siempre me habla también a través de los hermanos:
verdaderamente con los que tengo
confianza, (los considero ya “como de casa”), no
he estado atento a muchos detalles de amor concreto, de acogida. A la vez, quizá
llevo tiempo así y me excusaba a mí mismo. Pedí perdón, por supuesto, (y al día
siguiente a los otros) y dispuesto a recomenzar.
Me
fui contento a dormir, (aunque no es que lo lograra mucho). Me notaba renovado
por dentro: “¡nuestro único derecho, servir siempre por amor!”, ¡en la práctica
concreta a veces se me había olvidado! ¿No “digo” que estoy dispuesto a, “con
la gracia de Dios, amar hasta dar la vida”? ¿No pide la PdV este mes “acogeos
mutuamente…” “¡¡cómo Cristo os acogió!!”?
Lo
intenté el domingo, a pesar de estar cansadete, (que se manifiesta también en
que empieza a aparecer de nuevo, sin otro motivo aparente, la cruralgia, la
ciática…). Y creo que, por Gracia, algo logré, (aunque supongo que habrán sido
muchos los momentos que “se me han escapado”…). Acabé muy contento el domingo.
Y, aunque tampoco he dormido mucho hoy, he empezado el día igual de contento y
con ilusión: llevando a la estación muy temprano a uno de los huéspedes,
comprándole el billete, acompañándolo al andén… aunque con pena de no poder
llevarle la maleta por mi espalda…). Y luego, volver a casa a desayunar, a
poner la lavadora, arreglar mi habitación, y subir (esta vez andando, como
siempre) de nuevo hacia la estación, parándome con más sonrisa y atención con
cuantos me iba encontrando.
3.- Varias mañanas
seguidas, al bajar del tren, vi a lo lejos a una buena amiga con la que hacía
tiempo no hablaba. Así que, apretaba yo mucho el paso para alcanzarla y seguir
caminando juntos un par de minutos hasta que ella llegaba a su trabajo. El
primer día la veía un poco triste o cansada.
La 3ª vez, al despedirnos, le dije
animadamente: “¡qué bien haber podido compartir contigo unos minutillos 3 veces
esta semana!”. Me contesta agradecida: “pues yo le estaba diciendo “Al de
arriba” estas semanas que se había olvidado de mí… y mira… [(tú eres Su mensaje,
de que no es así)]”.
Y eso
me llenó a mí también de la alegría del Señor.
Algunas de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de practicar la Palabra de Dios:
1.- “…ahora que han pasado
unos días veo qué bien me vino ir a la convivencia el 23-25 enero ahí en el
Centro Mariápolis. Te agradezco mucho, agradezco a los que nos han ayudado
económicamente a cubrir la cuota y agradéceles de mi parte a las focolarinas.
Pocos días después
me fui con “lo puesto”, es decir, sin dinero, a Vitoria. (No sé si es espíritu aventurero
o que estoy un poco loca… jeje). Y me fue muy bien el tratamiento para mi
espalda.
Dios me permite ver su mano en tantos ángeles de la guarda que
pone en mi camino. ¡Es increíble! Tengo mil casos de qué bien se portan conmigo
gente que casi no me conoce. Es Su Mano…”
2.- “…estoy teniendo una mañana
la mar de curiosa. Yo que, normalmente voy siempre acelerada y pensando en
mil cosas, hoy me lo he tomado todo con santa paz. Como si no existiera nada
más que lo que estaba haciendo en cada momento.
En cada cosa que he hecho he disfrutado un montón.
Desayunando con mi
marido, despertando a mi hijo, recogiendo la casa, llevándole al cole,
escuchando canciones (en el idioma que estoy estudiando) mientras conducía,
aparcando, volviendo a casa ¡andando! Aprovechando para comprar el periódico,
agua; me he encontrado con un vecino mayor, me ha acompañado, hemos ido
charlando; ahora, te escribo rápidamente; me voy al local, cuando vuelva… a
trabajar en unos cuantos papeles (esta semana he de presentar los impuestos),
hacer macarrones para cuando venga mi hijo a comer, ir a por él…
Nada diferente a otros días y, sin embargo, cada cosa que hacía la
hacía con mucha ilusión y entusiasmo. Era como si todo fuese nuevo, como si lo
hiciese todo por primera vez. Como si no tuviese prisa para nada…”.
Le contesté yo entonces:
¡Eso
es "vivir el momento presente" tal como enseña Chiara Lubich!:
solemnidad en cada
instante, fiados en el Padre-Amor que nos los va poniendo
uno detrás de otro, sin atropellarse. Vividos por amor, como enseña Chiara y
canta el GenRosso, "si en cada instante, tú amas, hallas a Dios en tu
vida". Cada momento sirve para la eternidad.
3.- Aquí puedes leer experiencia vocacional de mi tía Araceli, monja de clausura.
Si quieres leer más experiencias sobre la Palabra de Vida,
de gente de todo el mundo,
puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ
N.B.: tú también puedes compartir las experiencias que, por gracia de Dios, hayas podido realizar poniendo en práctica el Evangelio; “pincha” aquí abajo en “comentarios” y escríbela.
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