martes, 29 de octubre de 2013

29 octubre: Clara Badano

29 de octubre:
memoria litúrgica de la beata Clara Badano (1971-1990)
Beatificada en 2010, la celebración litúrgica de la memoria de la joven italiana  Clara Badano  (CHIARA "Luce" BADANO) se estableció para todos los 29 de octubre.
               Dada la gran cantidad de visitas a la entrada en la que colgué hace unos días el documental "Un designio espléndido" sobre ella (que os  vuelvo a recomendar), os selecciono a continuación varios textos del Papa Benedicto XVI en los que hace referencia a ella:

                                            
Queridos amigos, ¡sólo el Amor con la “A” mayúscula da la verdadera felicidad! Lo demuestra también otro testigo, una joven, que ayer fue proclamada Beata aquí, en Roma. Hablo de Chiara Badano, una chica italiana nacida en 1971, a quien una enfermedad condujo a la muerte cuando tenía poco menos de 19 años, pero que ha sido para todos un rayo de luz, como dice su sobrenombre: "Chiara Luce". Su parroquia, la diócesis de Acqui Terme y el Movimiento de los Focolares, al que pertenecía, hoy están de fiesta -y es una fiesta para todos los jóvenes, que pueden encontrar en ella un ejemplo de coherencia cristiana. Sus últimas palabras, de plena adhesión a la voluntad de Dios, fueron: "Mamá, adiós. Sé feliz porque yo lo soy”. Alabemos a Dios, porque su amor es más fuerte que el mal y que la muerte; y demos gracias a la Virgen María que conduce a los jóvenes, también a través de las dificultades y los sufrimientos, a enamorarse de Jesús y a descubrir la belleza de la vida.”
BENEDICTO XVI, Angelus, domingo 26 septiembre 2010


el hecho de reunirnos, que no puede ser sólo ocasional o funcional. Tiene un sentido, un valor humano, cristiano, eclesial. Y no quiero partir de un razonamiento, sino de un testimonio, una historia vivida y muy actual. Creo que todos sabéis que el pasado sábado 25 de septiembre, en Roma, fue proclamada beata una muchacha italiana llamada Chiara, Chiara Badano. Os invito a conocerla: su vida fue breve, pero es un mensaje estupendo. Chiara nació en 1971 y murió en 1990, a causa de una enfermedad
 incurable. Diecinueve años llenos de vida, de amor y de fe. Dos años, los últimos, llenos también de dolor, pero siempre en el amor y en la luz, una luz que irradiaba a su alrededor y que brotaba de dentro: de su corazón lleno de Dios. ¿Cómo es posible esto? ¿Cómo puede una muchacha de 17 ó 18 años vivir un sufrimiento así, humanamente sin esperanza, difundiendo amor, serenidad, paz, fe? Evidentemente se trata de una gracia de Dios, pero esta gracia también fue preparada y acompañada por la colaboración humana: la colaboración de la propia Chiara, ciertamente, pero también de sus padres y de sus amigos.
Ante todo, los padres, la familia. Hoy quiero subrayarlo de modo particular. Los padres de la beata Chiara Badano viven, estuvieron en Roma para la beatificación —yo mismo me encontré personalmente con ellos— y son testigos del hecho fundamental,
que lo explica todo: su hija rebosaba de la luz de Dios. Y esta luz, que viene de la fe y del amor, ellos fueron los primeros en encenderla: su papá y su mamá encendieron en el alma de su hija la llama de la fe y ayudaron a Chiara a mantenerla siempre encendida, incluso en los momentos difíciles del crecimiento y sobre todo en la prueba grande y larga del sufrimiento… la relación entre padres e hijos, como sabéis, es fundamental; pero no sólo por una buena tradición... Es algo más, que Jesús mismo nos enseñó: es la antorcha de la fe que se transmite de generación en generación; la llama que está presente también en el rito del Bautismo, cuando el sacerdote dice: «Recibe la luz de Cristo…, signo pascual…, llama que debes alimentar siempre».
La familia es fundamental porque allí brota en el alma humana la primera percepción del sentido de la vida. Brota en la relación con la
 madre y con el padre, los cuales no son dueños de la vida de sus hijos, sino los primeros colaboradores de Dios para la transmisión de la vida y de la fe. Esto sucedió de modo ejemplar y extraordinario en la familia de la beata Chiara Badano; pero eso mismo sucede en numerosas familias…
… Doy gracias a Dios por este encuentro, porque donde hay jóvenes y familias que eligen el camino del Evangelio, hay esperanza.
BENEDICTO XVI, Visita Pastoral a Palermo; encuentro con los jóvenes y las familias, domingo 3 octubre 2010

"¿Cómo debemos reaccionar [(ante la enfermedad)]? Ciertamente con los cuidados apropiados –la medicina en estas décadas ha cumplido pasos de gigante– pero la Palabra de Dios nos enseña que existe una actitud decisiva y de fondo con la cual afrontar la enfermedad y es aquella de la fe. Jesús lo repite siempre a las personas que alivia: “Tu fe te ha salvado” (cfr. Mc 5,34.36). Inclusive de frente a la muerte, la fe puede hacer posible aquello que
 humanamente es imposible. ¿Pero la fe en qué cosa? En el amor de Dios. Esta es la verdadera respuesta, que derrota radicalmente el Mal. Así como Jesús ha afrontado al Maligno con la fuerza del amor que le venía del Padre, también nosotros podemos afrontar y vencer la prueba de la enfermedad teniendo el corazón sumergido en el amor de Dios. Todos conocemos personas que han soportado sufrimientos terribles porque Dios las proveía de una serenidad profunda. Pienso en el reciente ejemplo de la Beata Chiara Badano, truncada en la flor de su juventud por un mal sin tregua: ¡cuantos iban a visitarla, recibían de ella luz y confianza! Sin embargo, en la enfermedad, todos tenemos necesidad de calor humano: para confortar a una persona enferma, más que las palabras, cuenta la cercanía sincera"
BENEDICTO XVI, Ángelus, domingo 5 febrero 2012


dejarnos cautivar de nuevo por este don de amor [la Eucaristía] y dejar que nuestros corazones se muevan en amor a Él, que nos ha pedido que seamos perfectos en el amor y seamos santos (1 Tes 4,3). Que nos esmeremos por alcanzar la santidad, no como un logro personal, sino como una contribución para
 construir una fraternidad universal en el mundo. Nuestra comunión está al servicio de una solidaridad universal. Damos la palabra final en este documento a una joven mujer recientemente beatificada, Chiara Luce Badano, cuyo amor por la Eucaristía la fortaleció para vivir para los demás incluso cuando decaía su salud en circunstancias dolorosas. La Eucaristía le trajo vida, luz y amor hasta el punto de que sus últimas palabras a su madre pudieron ser “sé feliz porque yo lo soy”. Es la felicidad de la comunión con Cristo y entre nosotros.
COMITÉ PONTIFICIO PARA LOS CONGRESOS EUCARÍSTICOS INTERNACIONALES, La Eucaristía: Comunión con Cristo y entre nosotros. Reflexiones teológicas y pastorales para preparar el 50° Congreso Eucarístico Internacional de Dublín (10 – 17 de junio de 2012)



La alegría en las pruebas
Al final puede que quede en nuestro corazón la pregunta de si es posible vivir de verdad con alegría incluso en medio de tantas pruebas de la vida, especialmente las más dolorosas y misteriosas; de si seguir al Señor y fiarse de Él da siempre la felicidad.
La respuesta nos la pueden dar algunas experiencias de jóvenes como vosotros que han encontrado precisamente en Cristo la luz que permite dar fuerza y esperanza, también en medio de situaciones muy difíciles. El beato Pier Giorgio Frassati (1901-1925) experimentó muchas pruebas en su breve existencia…
Más cercana a nosotros, la joven Chiara Badano (1971-1990), recientemente beatificada, experimentó cómo el dolor puede ser transfigurado por el amor y estar habitado por la alegría. A la edad de 18 años, en un momento en el que el cáncer le hacía sufrir de modo particular, rezó al Espíritu Santo para que intercediera por los jóvenes de su Movimiento. Además de su curación, pidió a Dios que iluminara con su Espíritu a todos aquellos jóvenes, que les diera la sabiduría y la luz: «Fue un momento de Dios: sufría mucho
físicamente, pero el alma cantaba» (Carta a Chiara Lubich, Sassello, 20 de diciembre de 1989). La clave de su paz y alegría era la plena confianza en el Señor y la aceptación de la enfermedad como misteriosa expresión de su voluntad para su bien y el de los demás. A menudo repetía: «Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero».
Son dos sencillos testimonios, entre otros muchos, que muestran cómo el cristiano auténtico no está nunca desesperado o triste, incluso ante las pruebas más duras, y muestran que la alegría cristiana no es una huída de la realidad, sino una fuerza sobrenatural para hacer frente y vivir las dificultades cotidianas. Sabemos que Cristo crucificado y resucitado está con nosotros, es el amigo siempre fiel. Cuando participamos en sus sufrimientos, participamos también en su alegría. Con Él y en Él, el sufrimiento se transforma en amor. Y ahí se encuentra la alegría (cf. Col 1,24).
BENEDICTO XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud Roma 2012

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