29 de octubre:
memoria litúrgica de la beata Clara Badano (1971-1990)
Beatificada en 2010, la celebración litúrgica de la memoria de la joven italiana Clara Badano (CHIARA "Luce" BADANO) se estableció para todos los 29 de octubre.Dada la gran cantidad de visitas a la entrada en la que colgué hace unos días el documental "Un designio espléndido" sobre ella (que os vuelvo a recomendar), os selecciono a continuación varios textos del Papa Benedicto XVI en los que hace referencia a ella:
“Queridos amigos, ¡sólo
el Amor con la “A” mayúscula da la verdadera felicidad! Lo
demuestra también otro testigo, una joven, que ayer fue proclamada Beata aquí,
en Roma. Hablo de Chiara Badano, una chica italiana nacida en 1971, a quien una
enfermedad condujo a la muerte cuando tenía poco menos de 19 años, pero que ha
sido para todos un rayo de luz, como dice su sobrenombre:
"Chiara Luce". Su parroquia, la diócesis de Acqui Terme y el
Movimiento de los Focolares, al que pertenecía, hoy están de fiesta -y es una fiesta
para todos los jóvenes, que pueden encontrar en ella un ejemplo de coherencia
cristiana. Sus últimas palabras, de plena adhesión a la voluntad de
Dios, fueron: "Mamá, adiós. Sé feliz porque yo lo soy”. Alabemos
a Dios, porque su amor es más fuerte que el mal y que la muerte; y
demos gracias a la Virgen María que conduce a los jóvenes, también a través de
las dificultades y los sufrimientos, a enamorarse de Jesús y a
descubrir la belleza de la vida.”
BENEDICTO
XVI, Angelus, domingo 26 septiembre 2010
“… el hecho de reunirnos, que no puede ser sólo ocasional o
funcional. Tiene un sentido, un valor humano, cristiano, eclesial. Y no quiero partir
de un razonamiento, sino de un testimonio, una historia vivida y muy actual.
Creo que todos sabéis que el pasado sábado 25 de septiembre, en Roma, fue
proclamada beata una muchacha italiana llamada Chiara, Chiara Badano. Os invito a conocerla: su vida fue breve,
pero es un mensaje estupendo. Chiara nació en 1971 y murió en 1990, a causa de una enfermedad
incurable. Diecinueve años
llenos de vida, de amor y de fe. Dos años, los últimos, llenos también de dolor, pero siempre en el amor y en la luz, una luz
que irradiaba a su alrededor y que brotaba de dentro: de su corazón lleno de
Dios. ¿Cómo es posible
esto? ¿Cómo puede una muchacha de 17 ó 18 años vivir un sufrimiento así,
humanamente sin esperanza, difundiendo amor, serenidad, paz, fe? Evidentemente
se trata de una gracia de Dios, pero esta gracia también fue preparada y acompañada por la colaboración
humana: la colaboración de la propia Chiara, ciertamente, pero también de sus
padres y de sus amigos.
Ante todo, los padres, la familia. Hoy quiero subrayarlo de modo
particular. Los padres de la beata Chiara Badano viven, estuvieron en Roma para
la beatificación —yo mismo me encontré personalmente con ellos— y son testigos
del hecho fundamental,
que lo explica todo: su hija rebosaba de la luz de Dios.
Y esta luz, que viene de la fe y del amor, ellos fueron los primeros en
encenderla: su papá y su
mamá encendieron en el alma de su hija la llama de la fe y ayudaron a Chiara a mantenerla siempre
encendida, incluso en los momentos difíciles del crecimiento y sobre todo en la
prueba grande y larga del sufrimiento… la relación entre padres e hijos, como sabéis, es fundamental; pero no sólo por una buena tradición... Es algo más, que Jesús mismo nos
enseñó: es la antorcha de la fe que se transmite de generación en generación;
la llama que está presente también en el rito del Bautismo, cuando el sacerdote
dice: «Recibe la luz de Cristo…, signo pascual…, llama que debes alimentar
siempre».
La familia es fundamental porque allí brota en el alma humana la
primera percepción del sentido de la vida. Brota en la relación con la
madre y
con el padre, los cuales no
son dueños de la vida de sus hijos, sino los primeros colaboradores de Dios
para la transmisión de la vida y de la fe. Esto sucedió de modo ejemplar y extraordinario en la
familia de la beata Chiara Badano; pero eso mismo sucede en numerosas familias…
…
Doy gracias a Dios por este encuentro, porque donde hay jóvenes y familias que
eligen el camino del Evangelio, hay esperanza.”
BENEDICTO
XVI, Visita Pastoral a Palermo; encuentro con los jóvenes y las familias,
domingo 3 octubre 2010
"¿Cómo debemos reaccionar [(ante la enfermedad)]?
Ciertamente con los cuidados apropiados –la medicina
en estas décadas ha cumplido pasos de gigante– pero la Palabra de Dios nos
enseña que existe una actitud decisiva y de fondo con la cual afrontar la
enfermedad y es aquella de la fe. Jesús lo repite siempre a las personas que
alivia: “Tu fe te ha salvado” (cfr. Mc 5,34.36). Inclusive de frente a la
muerte, la fe puede hacer posible aquello que
humanamente es imposible. ¿Pero
la fe en qué cosa? En el amor de Dios. Esta
es la verdadera respuesta, que derrota radicalmente el Mal. Así como
Jesús ha afrontado al Maligno con la fuerza del
amor que le venía del Padre, también nosotros podemos afrontar y
vencer la prueba de la enfermedad teniendo el corazón sumergido en el amor de
Dios. Todos conocemos personas que han soportado
sufrimientos terribles porque Dios las proveía de una serenidad profunda.
Pienso en el reciente ejemplo de la Beata Chiara
Badano, truncada en la flor de su juventud por un mal sin tregua:
¡cuantos iban a visitarla, recibían de ella luz y confianza! Sin embargo, en la
enfermedad, todos tenemos necesidad de calor humano: para confortar a una
persona enferma, más que las palabras, cuenta la cercanía sincera"
BENEDICTO XVI, Ángelus, domingo 5 febrero 2012
“ …dejarnos cautivar de
nuevo por este don de amor [la Eucaristía] y dejar que nuestros corazones
se muevan en amor a Él, que nos ha pedido que seamos perfectos en el amor y
seamos santos (1 Tes 4,3). Que nos esmeremos por alcanzar la santidad, no como un logro personal, sino como
una contribución para
construir una fraternidad universal en el
mundo. Nuestra comunión está al servicio de una
solidaridad universal. Damos la palabra final en este documento a
una joven mujer recientemente beatificada, Chiara Luce Badano, cuyo amor por la
Eucaristía la fortaleció para vivir para los demás incluso cuando decaía su
salud en circunstancias dolorosas. La Eucaristía
le trajo vida, luz y amor hasta el punto de que sus últimas palabras a su madre pudieron ser “sé feliz
porque yo lo soy”. Es la felicidad de
la comunión con Cristo y entre nosotros.”
COMITÉ PONTIFICIO PARA LOS CONGRESOS
EUCARÍSTICOS INTERNACIONALES, La Eucaristía: Comunión con Cristo y entre
nosotros. Reflexiones teológicas y pastorales para preparar el 50°
Congreso Eucarístico Internacional de Dublín (10 – 17 de junio de 2012)
La alegría en las pruebas
Al final puede que
quede en nuestro corazón la pregunta
de si es posible vivir de verdad con alegría incluso en medio de tantas pruebas
de la vida, especialmente
las más dolorosas y misteriosas; de si seguir al Señor y fiarse de Él da siempre la felicidad.
La respuesta nos
la pueden dar algunas experiencias de jóvenes como vosotros que han encontrado
precisamente en Cristo la
luz que permite dar fuerza y esperanza, también en medio de situaciones muy difíciles. El beato Pier
Giorgio Frassati (1901-1925) experimentó muchas pruebas en su breve existencia…
Más cercana a
nosotros, la joven Chiara
Badano (1971-1990),
recientemente beatificada, experimentó cómo el dolor puede ser transfigurado por el amor y estar
habitado por la alegría.
A la edad de 18 años, en un momento en el que el cáncer le hacía sufrir de modo
particular, rezó al Espíritu Santo para que intercediera por los jóvenes de su
Movimiento. Además de su curación, pidió a Dios que iluminara con su Espíritu a
todos aquellos jóvenes, que les diera la sabiduría y la luz: «Fue un momento de
Dios: sufría mucho
físicamente, pero el alma cantaba» (Carta a Chiara Lubich,
Sassello, 20 de diciembre de 1989). La clave de su paz y alegría era la plena confianza en el Señor y la aceptación de la enfermedad como
misteriosa expresión de su voluntad para su bien y el de los demás. A menudo repetía: «Jesús, si tú lo quieres, yo
también lo quiero».
Son dos sencillos
testimonios, entre otros muchos, que muestran cómo el cristiano auténtico no está nunca desesperado
o triste, incluso ante las pruebas más duras, y muestran que la alegría cristiana no es una huída de la realidad, sino una
fuerza sobrenatural para
hacer frente y vivir las dificultades cotidianas. Sabemos que Cristo crucificado y resucitado está con
nosotros, es el amigo siempre fiel. Cuando participamos en sus sufrimientos, participamos también en
su alegría. Con Él y en
Él, el sufrimiento se transforma en amor. Y ahí se encuentra la alegría (cf. Col 1,24).”
BENEDICTO XVI, Mensaje para la Jornada Mundial
de la Juventud Roma 2012
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