Alguna de mis EXPERIENCIAS viviendo la Palabra de este mes de julio:
1.- Este mes he “visto” (en mí y en muchos) que “a quien tiene [la Palabra de Dios] se le dará [más Palabra, más amor a la Palabra y vida de ella]…”.
Tal como recomienda el último párrafo del comentario de la PdV, algunos nos hemos propuesto 2 ó 3 pasajes del Nuevo Testamento en diferentes momentos del mes. Y es verdad que cuanto más los vives, más te “fluyen” esa y otras frases evangélicas. Por ejemplo, durante unos días me propuse una de S. Pablo que salía esos días en la liturgia: “estad alegres; os lo repito, estad alegres, que vuestra mesura la conozca todo el mundo”. ¡Y además crece la verdadera alegría!
Una tarde de domingo vino un diácono a casa para un rato de comunión fraterna compartiendo las experiencias de la PdV y lo que interiormente estábamos viviendo cada uno durante las últimas semanas, además de escuchar juntos unos textos de meditación. Se notaba que queríamos vivir todos la Palabra “donde dos o más están unidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Aparte de la paz y serena alegría con que acabamos, hubo otros efectos:
- el diácono, al salir de nuestra casa, se paró unos minutos antes de subirse a su coche; en eso pasa otro coche con una joven pareja, frenan más adelante, dan marcha atrás y se bajan: “estábamos pensando en casarnos y, aunque no te conocemos, te hemos visto joven y contento y queremos que nos aconsejes y ayudes para prepararnos…”; se intercambiaron los números de teléfono;
- yo, un instante antes, había salido hacia una parroquia vecina para suplir al sacerdote celebrando allí la Misa; al acabar siempre hay alguna persona que se acerca, pero esta vez fueron muchas: “nos ha gustado tu modo de celebrar”, “me ha encantado la homilía”, etc.
Somos conscientes que es “a través de” nosotros, sí, pero también ¡¡“a pesar de” nosotros (de nuestros defectos y límites)!!”. Porque si estamos unidos ¡es lo que vale!: entonces Él está y la gente Lo reconoce. “Que todos sean uno para que el mundo crea”.
2.- En el tren de vuelta saludé a una señora a la que había vista ya muchas veces. Estuvimos charlando la media hora del viaje. Rumana, ortodoxa. Al final le hablé de la Palabra que estamos viviendo este mes (siempre es común a todas las iglesias y comunidades cristianas): “a quien tiene se le dará, y a quien no tiene se le quitará hasta lo que cree tener”. Y le expliqué: quien tiene fe (o caridad u oración o paz o…), ejercitándola, al final Dios le da más; pero quien tiene poca (igual que los músculos con el paso de la edad), al final pierde eso poco que creía tener.
Dos días después me la volví a encontrar. Y muy contenta, me explicó: “esa tarde en el trabajo, un compañero me pidió tabaco; me quedaban 4 cigarrillos, así que, acordándome, le di la mitad. Al anochecer, al tomar el tren de regreso, en la puerta de la escalerilla, me encuentro un paquete de tabaco sin estrenar. ¡Qué fuerte! Justo después de haber hablado contigo a mediodía de que lo que das con la mano izquierda te retorna por la derecha. En la siguiente parada subió una chica y, cuando llegó el revisor, ella sacó 5 € pidiéndole que le hiciera el billete, pues por premura de tiempo no había podido comprarlo. Pero él le dijo que debía sancionarla con 12,50 €; ella se enfadó mucho; también porque no tenía más dinero; incluso vinieron los guardias de seguridad. Entonces yo le ofrecí lo que le faltaba (yo tenía 10 €), ya que no los iba a necesitar para tabaco. Todo el mismo rato, ¡qué fuerte!, la tarde después de hablar contigo”.
Me lo contaba radiante, contenta de vivir el Evangelio. Y yo me quedé sorprendido y más contento aún. Todavía quería narrarme más cosas, pero yo me tenía que bajar ya y quedamos en seguir un par de días después, pues fácilmente coincidiríamos de nuevo.
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