PALABRA
DE VIDA noviembre
2025
«Bienaventurados los que trabajan
por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios»
(Mt 5, 9)
Está
claro que no podemos generalizar, pero cada uno de nosotros ha experimentado en
la familia, en el trabajo, en el ámbito deportivo, etc. comportamientos conflictivos y ofensivos
y rivalidades que dividen y ponen en peligro la convivencia social.
Además, más globalmente, hay en el mundo 56 conflictos armados, la cifra más
alta desde la Segunda Guerra Mundial, con un altísimo número de víctimas
civiles.
Ante
este panorama, resuenan más provocadoras, verdaderas y fuertes que nunca las
palabras de Jesús:
«Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios».
«Todo pueblo y toda persona tiene un
profundo anhelo de paz, de concordia y de unidad. Pero a pesar de
los esfuerzos y la buena voluntad, después de milenios de historia nos vemos
incapaces de mantener una paz estable y duradera. Jesús vino a traernos la paz,
una paz –nos dice– que no es como la que “da el mundo” (Jn 14, 27), porque esta no es solo
ausencia de guerra, de luchas, divisiones y traumas. Su
paz es también todo esto, pero es
mucho más: es plenitud
de vida y de alegría, es salvación integral de la persona, es libertad,
es justicia y
fraternidad en el amor entre todos los pueblos»[1].
La palabra de vida de este mes
es la séptima de las bienaventuranzas, con las que inicia el sermón de la
montaña (Mt 5-7). Jesús, que las encarna todas, se dirige a
sus discípulos para instruirlos. Hay que señalar que las ocho bienaventuranzas están
formuladas en plural. De ello podemos deducir que no se pone el
acento en un comportamiento individual o en virtudes personales, sino más bien en una ética colectiva que se practica en grupo.
«Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios».
¿Quiénes son los que trabajan por la
paz? Esta «bienaventuranza es la más activa y explícitamente
operativa; la expresión verbal es análoga a la que se utiliza en el primer
versículo de la Biblia para la creación, e indica iniciativa y laboriosidad. El amor es por
naturaleza creativo […], busca la
reconciliación a cualquier precio. Son llamados hijos de Dios aquellos que han
aprendido el arte
de la paz y lo practican, quienes
saben que no
hay reconciliación sin dar la vida y que hay que buscar la paz siempre y en
cualquier caso. […] No se trata de una obra autónoma fruto de las
capacidades que uno tiene: es una manifestación de la gracia que hemos recibido de
Cristo, que es nuestra paz, que nos ha hecho hijos de Dios»[2].
«Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios».
Entonces, ¿cómo vivir esta
palabra? Ante todo, difundiendo por todas partes el amor verdadero.
Luego, interviniendo
cuando la paz esté amenazada en nuestro entorno. A veces basta escuchar a las
partes enfrentadas con amor, hasta el fondo,
para ver una salida.
Además, no nos rendiremos
mientras no se restablezcan
las relaciones interrumpidas, en muchos casos debido a una pequeñez.
Podríamos poner en marcha –en la entidad, asociación o parroquia de la que
formamos parte– iniciativas
concretas dirigidas a desarrollar una mayor conciencia de la necesidad de paz.
Hay en el mundo miles de propuestas, grandes y pequeñas, que actúan en esta
dirección: marchas, conciertos, encuentros; y también el voluntariado activa una
corriente de generosidad que construye la paz.
Hay además programas de
educación a la paz, como Living Peace[3]. A
día de hoy, más de 2.600 colegios y grupos se adhieren a este proyecto, y más
de dos millones de niños, jóvenes y adultos de los cinco continentes participan
en sus iniciativas. Entre ellas está el lanzamiento del «dado de la paz»
–inspirado en el dado del arte de amar de Chiara Lubich[4]–, en
cuyas caras están escritas frases que ayudan a construir relaciones de paz; y
también una iniciativa que se desarrolla en todo el mundo, el Time-out: cada día a las 12:00 se
hace un minuto de silencio, de reflexión o de oración por la paz.
AUGUSTO PARODI y el
equipo de la Palabra de Vida
[1] C. Lubich, Palabra de vida de enero de 2004, en Ciudad Nueva n. 405 (1/2004),
22.
[2] Francisco, Audiencia general, 15-4-2020: La ley de Dios. Catequesis sobre los
mandamientos y las bienaventuranzas, Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp.
155-156.
[3] http://livingpeaceinternational.org.
[4] C. Lubich, El arte de amar, Ciudad Nueva, Madrid 2006, 20122.
