VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de ENERO
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de enero («¿Crees
esto?», Jn 11, 26) y la de diciembre, («Nada
es imposible para Dios», Lc 1, 37):
1.- La PdV
del mes me venía en mente y corazón muy a menudo: cada vez que había una
situación o una conversación algo compleja, yo le pedía al Señor, y, en
seguida, era como si Él me preguntara… “pero… ¿crees esto?”. Y era un contestar
“sí” en cada una de las situaciones.
P.ej. con una persona que no veo fácil resolución, “sí,
creo; me fio de Ti”;
al acabar la oración por la unidad cada uno de los días,
“ídem”;
terminando el retiro internacional de sacerdotes en clima de
palpar casi la presencia del Resucitado en medio por el amor recíproco, “¿crees
esto?”, “sí”, “y crees que se pueda seguir viviendo así en tu ambiente y en el
futuro”, “sí, con tu Gracia, sí”;
ante algunas cosas que se me entrecruzaban en la agenda y le
pedía no llegar tarde, “sí, creo; voy a serenarme y termino con paz esto”, y
luego los otros se retrasaban y yo llegaba a tiempo, (el lunes la reunión de
sacerdotes; el jueves la venida de los de una ong, etc.).
Y, por supuesto, un “gracias”
gigantesco en el corazón en cada una de esos momentos.
2.- El
martes vino a visitarme a la Parroquia un sacerdote ortodoxo rumano. Llevaba yo
tiempo queriendo conocerlo a través de unas amistades en común desde mi
anterior parroquia, pero durante estos años no habíamos podido concretar un
encuentro. Venía acompañado por ese matrimonio amigo: él, español católico, y
ella, ortodoxa rumana, (aunque colabora muchísimo con mi parroquia anterior y
acompaña a menudo a su madre y a su hermana a la iglesia ortodoxa).
Les enseñé mi parroquia y les
expliqué las vidrieras y, a la vez, íbamos intercalando conocimientos de la
historia de las respectivas tradiciones o de tantos momentos de la historia
(sobre todo del primer milenio) que tanto nos unen.
Después en nuestro despacho
parroquial, le mostré una pequeña colección que había de iconos, muchos de
ellos ortodoxos, que él fue comentando y explicando detalles que yo desconocía.
Una de las señoras que nos
ayudan en el despacho, luego me escribió contenta por whatsapp: “ha sido
superinteresante escucharos".
2b.- Después
les invité a tomar un café y fuimos a la pastelería que bendije hará un mes, y
que está regentada precisamente por una rumana ortodoxa.
Ya servidos los cafés, antes de
empezar, le pedí al sacerdote que hiciera una oración y bendijera a la dueña.
Decía él: “jamás me hubiera imaginado que un cura católico me presentara a una
ortodoxa”. Cuando no había clientes en
la barra o en el mostrador, yo hacía seña a la dueña que de nuevo se viniera a
la mesa: estaba feliz de estos invitados.
Los 5 charlamos animadamente de
cómo vivimos la fe y detalles que unos tenemos y otros no. La historia de algún
santo ortodoxo, como S. Arseni. O la historia de alguno católico, y de otros
que todavía no han sido así declarados, (muy recientes), como el Card.
vietnamita Van Thuan o el Card. Miloslav Vlk de Praga (“de limpiacristales a
arzobispo”), pues hablábamos de los tiempos de persecución en esos países de
Europa Oriental donde no preguntaban si unos eran católicos y otros ortodoxos,
sino que simplemente se les perseguía o martirizaba por mantener la fe en
Jesucristo, por ser cristianos.
Yo concluía diciendo y todos
asentían: “cuanto más cerca estemos de Cristo, más cerca estaremos entre
nosotros y entre nuestras iglesias; cuando más vivamos el evangelio, que se
resume en amar, más cerca estaremos entre nosotros y entre nuestras iglesias”.
Y el pope ortodoxo corroboraba: “lo que ha faltado entre nuestras iglesias en
la historia ha sido precisamente amor”.
Fue una rato precioso entre 2
católicos y 3 ortodoxos, (aunque una vive la fe más con los católicos); entre 2
sacerdotes y 3 laicos. Uno de los que le acompañaban a él luego me escribía:
“Paco, la verdad que ha sido todo muy bonito, estos momentos son los que quedan
en el corazón”.
2c.- Ayer jueves les he devuelvo yo la visita
para conocer la nave que tienen adaptada como iglesia ortodoxa: preciosamente
cuidada en su interior y con multitud de iconos interesantes. Yo escuchaba con
gusto todo lo que el pope, con más gusto aún, me iba explicando sobre esos
iconos y sobre la liturgia ortodoxa. Y luego el ratito del café, igualmente
fraterno: ¡con ganas de volver a encontrarnos en otros momentos y seguir la
conversación!
2d.- Todo
ello me hacía recordar la ceremonia del sábado pasado en la catedral de la
Almudena, celebración con la que se clausuraba en la diócesis de Madrid el
Octavario de Oración por la Unidad de todas las Iglesias y comunidades
eclesiales cristianas: fue una hora y media que realmente elevaba. Presidió la
oración el Cardenal de Madrid y, junto a él, sacerdotes o pastores o
representantes de distintas denominaciones cristianas.
“Nos haces uno en ti”, decía la
letra del canto inicial “Siempre en Ti”, del grupo internacional Gen Verde. Y
luego, mientras una catedral repleta de cristianos de distintas confesiones cantaba
el “Ven, Espíritu, ven”, (de Marco Barrientos), un sacerdote iba intercalando
oraciones preparadas e improvisadas, pero muy inspiradas unas y otras, que
elevaban el alma a todos. El evangelio proclamado, Jn 11, en que Jesús pregunta
“¿Crees esto?” (lema del Octavario y, también, Palabra de Vida que estamos
tratando de practicar este mes), nos hacía decir con esperanza un “sí, creo”,
no solo al recitar todos juntos el credo de Nicea en su 1700 aniversario, sino
también sí creo que la unidad que Cristo pide al Padre se realizará algún día,
aunque pasen decenios o siglos, porque lo que es imposible para los hombres, es
posible para Dios. ¡Porque Jesús lo pidió y lo sigue pidiendo al Padre!
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la de Palabra de Vida de Vida de enero («¿Crees
esto?», Jn 11, 26), la de diciembre («Nada
es imposible para Dios», Lc 1, 37) y la de
noviembre («Esta viuda, en cambio, ha
echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir», Mc 12,
44):
1.- “…muchas
gracias, una vez más, por estos correos PdV. Son mi gasolina para mi vida
interior. No te desanimes en continuar esta labor que nos ayuda a tantos. Yo
ahora vivo en Nueva York, una ciudad que es maravillosa y peligrosa a partes
iguales. La Gran Manzana vive a cámara rápida y en distracción constante. Nadie
parece que tenga tiempo para Dios. Es una ciudad que “te come”. Por eso es muy
importante para mí tener momentos de parar, reflexionar, mirar a Dios y dejar
que Él me mire para recordar el propósito real de mi camino. Gracias de nuevo
por tu ayuda…”.
2.- “…aunque soy
parco en palabras y nunca encuentro el tiempo de contestar a todas
las misivas que recibo, te tengo que decir que yo voy leyendo tus e-mails
con la palabra de vida. Me resultan muy útiles en general, los disfruto
para los momentos que tengo libres para obligarme a parar un poco y reflexionar
sobre las cosas importantes de la vida: me refuerzan en la tenacidad que uno
debe tener a veces para mantenerse en el camino elegido a pesar de todas las
cosas que nos rodean y que nos tientan a ir por caminos fáciles y a la larga
menos gratificantes. También me ayuda en ese momento de reflexión agradecer a
Dios y a mis seres queridos todos los sacrificios que están haciendo por mí.
Aprovecho también para darte las gracias a ti.
Me alegra comunicarte que mi
familia ha estado visitándonos aquí en Arabia Saudí en Navidad. Gracias a
Dios, he podido pasar estas fechas tan señaladas con ellos, son unos días muy
importantes para mí, que me traen muchos recuerdos y me alegro mucho de poder
estar acompañado por los más queridos.
Aquí hay una comunidad importante
y hemos podido asistir a Misa estos días, (cuando las niñas nos lo han
permitido)… y, aunque hay misas también en español, me toca ir a la de inglés y
ando un poco perdido... Es muy interesante conocer cómo la Iglesia se organiza
para llegar a todas las partes del mundo que no son tan favorables como
España; me acuerdo de mi tía, que era catequista, y me contaba lo importante
que era la labor de los misioneros que hay por el mundo.... ¡Qué valentía
tienen y que tenacidad demuestran! y qué gran sacrificio…”.
4.- “…después de
un largo día viendo sufrir a tu madre, intentando aferrarse a la vida, vida que
ya no es vida, pues solo tiene sufrimiento.
Después de un largo día, viendo a tu padre sufriendo al ver
a su esposa, en el lecho de muerte, viéndola luchar y sufrir, hora tras hora,
minuto a minuto, segundo a segundo. Viviendo en sus carnes ese dolor que parece
ese calvario que están viviendo.
Después de un largo día, viendo a
mi madre luchar contra la llamada del Señor, y a mi padre intentando tener una
esperanza de vida y recuperación de su esposa, para seguir el camino que
durante casi 61 años Dios les ha marcado y les ha guiado, para seguir
compartiendo buenos y malos momentos con sus seis hijos, sus nueve nietos
y sus dos biznietas.
Después de uno, otro, y
otro... día, piensas que, con toda la angustia que llevas en tu alma, y el
cansancio que llevas en tu cuerpo, no vas a poder conciliar un sueño reparador,
que te dé fuerza para afrontar el siguiente día.
Pero ahí está ÉL, el que nunca te
abandona, el que sufrió un calvario por nosotros, está ÉL, acompañado de su
Madre, como yo acompañando a la mía, dándote la PAZ que necesitas. Y te agarras
a la Cruz que cuelga de tu cuello, y rezas el Padre Nuestro y el Ave María, y
sin darte cuenta ÉL entra en ti, y ELLA te arropa, y el sueño te envuelve
y caes en sus brazos plácidamente, consiguiendo tener la Paz y el descanso para
iniciar un nuevo día.
Mis “catequistas”… me enseñaron
que la mejor manera de enseñar el Amor de Dios, es hacer ver a los que te
rodean lo que Dios hace en ti…”.
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de
todo el mundo,
puedes
encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ
o también
AQUÍ o AQUÍ