VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de ABRIL
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de abril («Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía», Hch 4, 33) y la de marzo («Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme», Sal 51, 12):
1.- El domingo me pidieron que grabara un video de
20’ contando mi experiencia para un encuentro de sacerdotes en Ecuador. Aunque
ando muy mal de tiempo, vi una oportunidad de testimoniar la presencia del
Resucitado, así que acepté el desafío: tenía que realizarlo y enviarlo en menos
de 48 horas.
Ayer por la mañana logré ponerme y creo que gracias a la
unidad de los amigos que me lo pidieron y al amor al prójimo que lo iba a
escuchar, me sentía movido interiormente e inspirado (más allá de alguna
tartamudez, por la premura; e incluso un garrafal error gramatical, que acepté
con paz como humillación, a mí que me gusta ser perfecto en el escribir y
hablar). Me salió “del tirón”, (sin tiempo de haber previamente escrito un guion),
y sin tiempo de luego haber hecho recortes ni montaje. ¡Esperemos que sirva!:
en cualquier caso, para gloria de Dios.
2.- El otro día tuve que hacer corrección fraterna a
algunos de un grupo. Me daba mucho corte, pero lo vi necesario. Estaban
preparando cosas y trabajando en una capilla de nuestro templo parroquial
cuando empezó la Misa: yo daba por supuesto que iban a participar en la Misa y
a interrumpir su labor para continuarla después. Pero siguieron trabajando: la
verdad es que cerraron la puerta acristalada y, aunque no dejaron de hablar, lo
hicieron en voz no muy alta, pero se oía un molesto murmullo continuo.
Además de distraer a la gente, a mí me cuesta mucho
centrarme cuando personas a 4 ó 5 metros de la celebración están como si lo que
allí se vive no tuviera valor: ¡nada menos que la Pasión, Muerte y Resurrección
de Jesucristo que se vuelven a hacer presentes en el altar! Naturalmente no
eran conscientes de ello, no lo hacían como desaire.
Así que, al finalizar la Misa, poniéndome de acuerdo en
mi interior con Jesús Resucitado a quien acababa yo de comulgar, sin terminar
de quitarme el alba, con toda paz y una sonrisa más especial si cabe, fui a
decírselo: “vengo a echaros la bronca”. Mientras se lo decía con calma, les iba
dando un abrazo a cada uno. Acogieron muy bien mi comentario y me quedé más en
paz todavía. Sonrientes ellos y yo, continuaron su labor.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de abril («Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía», Hch 4, 33), la de marzo («Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme», Sal 51, 12) y la de febrero («Haced todo con amor», 1 Co 16, 14):
1.- “…perdona por
no haber contestado antes... Me encantaría tener una conversación en persona...
Dios quiera sea algún día posible.
Mi padre falleció y la verdad es
que, aunque es ley de vida, su ausencia deja un hueco muy grande en mi corazón.
Tuvo un final de vida con enfermedad: llevaba ciego unos años y desde hace tres,
que cogió covid, en cama con insuficiencia cardiorrespiratoria... Su cabeza muy
lúcida y siempre con muy buen ánimo; decía que "era el hombre más feliz de
la tierra". Yo iba mucho a visitarle: eran tantas tardes con él y El
Señor. ¡Era tan bonito estar con él!: en sus ojos estaba la Paz de Dios. Un día
antes de morir le dije: "papá, tranquilo, Dios ayuda". Y él
me contestó con la voz ya muy afectada: "CLARO QUE AYUDA DIOS,
NO LO DUDO".
Ahora me emociono al recordar con
qué entereza, Fe, humildad, generosidad y Amor vivió sus últimos años. A veces
pienso que por ello Dios nos lo quiso dejar un poco más después del aislamiento
que tuvo tan duro durante la pandemia en la residencia…”.
2.- “…no sabía muy bien qué lectura escoger ahora en Pascua del Nuevo Testamento. Pensaba releerme de nuevo Hechos de los apóstoles pero al final he optado por leer la Carta de Santiago pues así, de seguido, hacía mucho tiempo que no la leía y la verdad es que no tiene desperdicio.
Tanto es así que aunque ya la he leído, ahora voy a hacer
una relectura pausada para pensar en todos los temas de los que habla que son
muchos y variados: las pruebas, el origen de las tentaciones, la importancia de
pedir a Dios pero no de cualquier forma sino con fe.
Necesario es escuchar la palabra,
pero, sobre todo, ponerla en práctica. Algo que nos evitaría muchos problemas
si lo hiciéramos de veras: refrenar la lengua. Menciona también la
discriminación que hacemos de las personas, la fe y las obras…
Me encanta. Bien cortita, pero
que no tiene desperdicio.
La voy a releer y contestar con otra
carta, aunque Santiago nunca la recibirá, pero a mí me servirá para pensar y
reflexionar…”.
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