jueves, 30 de septiembre de 2021

ORACIÓN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA

    Hace hoy justo 5 años escribí una entrada en este blog diciendo: 
"aprovechando mi llegada esta noche a la que va a ser mi nueva Parroquia hasta que Dios quiera y que mañana me presentan en ella, pido al Señor con toda mi alma (con una oración que rezo desde finales de 1993) que sea una "Parroquia Nueva", en el sentido paulino de ser "hombres nuevos", pero no aisladamente, sino en comunión, en comunidad, ¡en Iglesia!; y que cada parroquia del mundo también lo sea (como un día insinuó Juan Pablo II)".

   El domingo próximo iniciaré mi ministerio como párroco en S. José de Las Matas. Alguien me preguntaba "mi programa" y parafraseé a Benedicto XVI en el inicio de su pontificado (y luego el Vicario lo citó textualmente): "mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia”. 
      El tren, (Las Matas es lugar tradicionalmente ferroviario), está en marcha: no podemos pararnos. Me subo, nos subimos, al tren. Pero siendo todos locomotoras, (aunque uno tenga la autoridad final), no vagones, "tirando todos del carro" en corresponsabilidad y sinodalidad, atentos a lo que el Espíritu Santo nos quiera decir a todos a través de las ideas e iniciativas de cada uno escuchadas y acogidas en espíritu de fraternidad.
     En realidad, lo que importa es la gente, y la "oración de la comunidad cristiana" expresa mejor que cualquier programa esta nueva estación en la que me subo hoy, (yo quisiera ya incluso ir a dormir allí esta noche, pero no podrá ser por algunas averías de la casa), y la meta a la que debemos llegar:

Oración de la Comunidad Cristiana

   SEÑOR JESÚS, que has dicho: "Donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”, quédate entre nosotros que nos esforzamos por estar unidos en tu AMOR en esta comunidad parroquial.

AYÚDANOS a tener siempre un sólo corazón y una sola alma, compartiendo alegrías y dolores, cuidando especialmente de los enfermos, los ancianos, los que están solos, los necesitados.

   HAZ que cada uno de nosotros se comprometa a ser "evangelio vivo”, donde los alejados, los indiferentes, los pequeños, descubran el Amor de Dios y la belleza de la vida cristiana.

CONCÉDENOS el valor y la humildad de perdonar siempre, de salir al encuentro de quien pensara alejarse de nosotros, de poner de relieve lo mucho que nos une, no lo poco que nos separa.

DANOS unos ojos nuevos para ver tu rostro en cada persona que encontremos y en cada cruz que nos presentes.

CONCÉDENOS un corazón fiel y abierto, que vibre a cada toque de tu Palabra y de tu Gracia.

INSPÍRANOS siempre confianza y fortaleza para no desanimarnos por los fallos, las debilidades o las ingratitudes de los hombres.

   HAZ que nuestra Parroquia sea, de verdad, una FAMILIA en la que cada uno se esfuerce en comprender, perdonar, ayudar, compartir; donde la única Ley, que nos une y nos hace ser verdaderos discípulos tuyos, sea el amor recíproco.




Movimento parrocchiale “Parrocchie Nuove”, 
dell’Opera di Maria  o Movimento dei focolari
 Vallo Torinese (IT.)




miércoles, 1 de septiembre de 2021

EN TODO AMAR Y SERVIR

 VIDA DE LA PALABRA                                        mes de agosto


 Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de agosto («Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos»Mt 18, 4), la de julio («Ánimo, hija, tu fe te ha salvado», Mt 9, 22) y la de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21)::

1.-        No te conté en el correo anterior lo del 23 de julio. En la parroquia, poco antes de las 5:00 a.m. un ruido me despierta. ¿Ladrones otra vez? ¿La señora de la limpieza que quiere hoy empezar una hora antes? No se oye nada más. Aprovecho para ir al servicio, pero con los ojos cerrados, (pues un rayito de luz de las farolas de la calle ya me desvelaría del todo). Sin mirar, abrí la ventana para que corriera aire, y… ¡uf!, ¿todavía no refresca?: entra calor.

Me vuelvo a acostar y… otro ruido fuerte de nuevo: ¿una pequeña explosión?; ¿o sí que ha entrado alguien en la parroquia? Nerviosismo, pero me viene la PdV de ese mes: “¡ánimo, tu fe te ha salvado!”. Enciendo el móvil, marco 112, pero antes de pulsar la llamada… miro por todas las ventanas por si se ve a alguien dentro del recinto parroquial. ¡Alguien, no! ¡¡Algo!!: un coche ardiendo en la puerta. Aprieto a llamada y aviso a los bomberos que no tardan ni 5 minutos en llegar, aunque luego el coche se les resistía. Estaba muy cerca de la parroquia, pero las llamas no hacían peligrar el edificio ni otros coches.

Ya que estaba desvelado, me quedé rezando en la iglesia. También para esperar la llegada de la señora de la limpieza y que no se asustara.

Cuando ya me subí para intentar al menos tumbarme un rato aunque no me durmiera, miro una última vez por la “famosa” ventana: se acercan dos adolescentes al coche echándose las manos a la cabeza. Bajo: son las hijas de la dueña. Trato de transmitirles paz. Me piden que espere la llegada de su madre.

En fin, hablando luego también con unos vecinos y atando cabos… saqué mis conclusiones, (venganzas-celos), supongo coincidentes con las de la guardia civil.

Y dando gracias a Dios, pues si hubiera quemado el otro coche cerca, sí hubiera podido prenderse el templo parroquial.

 

2.-        A primeros estuve de convivencia con 22 sacerdotes de distintas diócesis de España tratando de vivir “donde dos o más…” ese amor recíproco que Jesús pide a los suyos para dejarse notar resucitado en medio de ellos.

Verdaderamente Él ha sido nuestro descanso. Y también el Maestro: hemos dialogado-meditado el librito “Narrar el Evangelio hoy” y, con la consiguiente “comunión de alma” y “comunión de experiencias”, (no simple debate, ni elucubración…), Él nos ha renovado interiormente y también pastoral y teológicamente.

A la vez, gracias también a unas correcciones fraternas al final, me di cuenta que últimamente me he dejado invadir por el individualismo e inmediatamente (como el niño evangélico del que habla la PdV) me puse a remediarlo (y continúo): “más vale lo menos perfecto en unidad, que lo más perfecto cada uno por su cuenta”, decía S. Agustín. Me esmeré en pequeñas cosas: esperar a quien va más despacio, ponerme de acuerdo por lo menos con uno para la siguiente cosa a realizar, invitar a otros, perder mi propuesta o mi gusto para agradar a los otros, etc.

 

3.-        [Desenlace de la experiencia que te conté al mandarte la PdV de julio] Como recordarás, las últimas semanas de junio fueron de agitación interior e incertidumbre. Al final, después de rezar mucho y de tratar de discernir personal y comunitariamente, yo estaba abierto a todas las opciones, aunque cada una dejaba flancos al descubierto. Yo no puedo abarcar todo. Sí puedo hacer lo que más quiera Dios, y Él se encargará de otra manera del resto.

Lo que sí parecía claro desde hace meses, a través de varios signos, es que el Señor me estaba pidiendo que empezara a preparar las maletas.

Soy sacerdote diocesano de Toledo, natural de un pueblo que actualmente es diócesis de Albacete, pero estoy de servicio ahora en la de Madrid y pertenezco al movimiento de los Focolares: todo sumado presentaba unas posibilidades más que variopintas. El posible traslado podría ser a todos esos diversos sitios y tareas. Precisamente por todo ello, se me pedía también, para el discernimiento, que manifestara yo dónde me sentiría mejor, dónde Dios me llamaba. La verdad es que todas las posibilidades me atraían, (incluida la de seguir como hasta ahora), aunque cada una dejaba cosas sin cubrir.

Con varias personas de absoluta confianza, (para así tener a “Jesús en medio” por la escucha en amor recíproco), traté de poner todo en común. Al final, casi estaba tentado de hacer como los Apóstoles, en los Hechos: ellos rezaron intensamente al Espíritu Santo y lo echaron a suertes.

         Después de esas semanas de incertezas, ¡el día de mi aniversario de ordenación!, me comunican que, efectivamente, dejaría Villalba (parroquia y hospital) a finales de septiembre y me nombrarían para la de S. José, en Las Matas. Lo acojo con luz y paz. Y si el Señor quisiera otra cosa, “que mueva ficha” y me lo haga ir viendo claro. Así, pues, me despediré el último domingo de septiembre y luego haré la mudanza: el 3 de octubre tomaré posesión de esa nueva parroquia.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de

agosto («Quien se haga pequeño como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos»,

Mt 18, 4), la de julio («Ánimo, hija, tu fe te ha salvado», Mt 9, 22) y la de junio («No todo el que me diga “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial», Mt 7, 21):

 

1.-        …¡Qué bonito lo del "niño evangélico"!: «el “niño evangélico” lo deja todo en la misericordia de Dios y, olvidando el pasado, empieza cada día una vida nueva, abierto a las sugerencias del Espíritu siempre creativo. 

El niño no sabe aprender a hablar por sí solo; necesita que alguien le enseñe.

El discípulo de Jesús […] lo aprende todo de la Palabra de Dios hasta hablar y vivir según el Evangelio».

 el “niño evangélico” […] ama a todos, sin interés, porque así lo hace el Padre celestial».

La verdad es que eso intento yo cada día, vivir el presente: empezar cada día como si fuera una vida nueva, abierta y atenta a lo que el espíritu Santo me sugiera pero no siempre me es fácil.

Es como un círculo cerrado. En verdad empiezo animada y con ilusión hasta que un día mi marido empieza con “¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?...” y yo, sin saber qué responder me hundo y lloro. Y, ¿qué hago? Pues reaccionar como hacen los niños, acudo a los brazos del Padre, a veces de la Madre, hasta que me tranquilizo y vuelvo a empezar de nuevo. Como los niños ciertamente que, cuando se caen, se hacen un rasguño, pero le hace un mimo la madre y siguen corriendo, jugando y ya no siguen pensando en la herida hasta que se hacen otra.

Cierto, los niños por sí solos no aprenden, necesitan a alguien que les enseñe y aprender del Padre es una gozada, también una responsabilidad, pues lo que Él enseña es el Evangelio, así que, si se quiere ser coherente y buen alumno, lo aprendido luego hay que llevarlo a la práctica, al día a día.

                

 

2.-        …en mi voluntariado, esta mañana cuando fui a levantar a las ancianas encamadas, me he sentido como que era la primera vez que las veía, con ojos nuevos; luego estaba atenta a lo que las demás necesitaban, como poner su chaqueta, la cremallera; otra que va con un tacatá y va muy agachada, recordarle cómo tiene que caminar.

A otra, a la que le gusta mucho rezar el Rosario, (y por la tarde está acostada cuando lo hacen todos juntos), le pregunté si le apetecía rezar; enseguida me dijo: “sí, me gusta mucho”. Pregunté al resto si quería y también me dieron que sí.

Algunas me añadieron: “¿y la gimnasia?”. “Igual que siempre”: les hago mover los brazos y las piernas, porque algunas están mucho tiempo sentadas; luego les arreglo las uñas y se las pinto; ellas me lo agradecen y están contentas. Las que están tristes, trato de hablar con ellas y escuchar a fondo.

Pequeñas cosas, pero para ellas es mucho. Trato de ayudar donde me piden: ahí, en la cocina, en el lavadero, etc. Estos son mis días en el asilo. Viendo a cada uno, como si fuera Jesús….

 

3.-        amanecía nublado esta mañana: no tenía muy claro si podría darme un chapuzón en el mar, el último del verano.

Salgo de casa. Al girar la esquina veo al frutero en su furgoneta, le saludo con la mano. Vuelvo la cabeza a la izquierda, su mujer, desde la tienda, me desea unos buenos días.

Llego a la Lonja, entro a comprar algo ligero para acompañar a lo que me queda en la nevera. Converso con la pescadera.

Mientras tanto mi marido ha ido a comprar la prensa. Dejamos las cosas en el piso y vamos caminando hacia la playa.

3b.-     Al pasar por la iglesia, recuerdo la misa del domingo. Minutos antes de empezar, me preguntan si quería hacer la segunda lectura. Según me acercaba a leer, sonreía recordando tus recomendaciones para aquellos que leían: pies juntos, manos quietas, lectura pausada, no leer lo escrito en rojo, hacer una mini pausa mirando a las personas antes de decir "Palabra de Dios“… La verdad es que desde que te escuché esas recomendaciones ya nunca leí de la misma forma. Ante todo me daba cuenta del profundo respeto que me daba acercarme a ese Libro. Pensar que aquellas palabras a las que iba a poner voz eran en verdad "Palabra de Dios", me hacía sentir una cierta dosis de responsabilidad. No era cualquier libro el que tenía delante de mí y no podía acercarme a él y leerlo como cualquiera de los otros libros que leía.

Leí: "Acoged con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en vosotros... No os contentéis con oírla, ponedla en práctica...". De nuevo me acordé de ti, de la palabra de vida.

            Llegamos a la playa. Nos dimos un “paseíto” de 14 km, así que pensamos que, a este ritmo, el verano que viene podríamos hacer el camino de Santiago.

Desaparecieron las nubes, pude darme un chapuzón y me senté en la orilla. Mientras me despedía de las olas recordaba la mañana y sonreí. Me notaba contenta sin haber hecho nada especial: un saludo, una sonrisa, un intercambio de palabras, una lectura, un recuerdo, un paseo.

 

 

 

 

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