martes, 15 de mayo de 2018

LA UNIDAD: FRUTO DEL ESPÍRITU

Estos textos nos ayudarán a intensificar la vida de la Palabra de este mes («En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí», Ga 5, 22-23):





CAMINAR JUNTOS

Estoy muy feliz de estar hoy entre vosotros, aquí en Loppiano, esta pequeña “ciudad” conocida en el mundo porque nació del Evangelio y del Evangelio quiere alimentarse. Y por eso es reconocida como ciudad propia de elección e inspiración por muchos que son discípulos de Jesús, incluso por hermanos y hermanas de otras religiones y convicciones. ¡En Loppiano todos se sienten como en casa!...  …una ilustración de la misión de la Iglesia hoy, así como la trazó el Concilio Vaticano II… para centrar cada vez más, a la escucha del plan de Dios, el proyecto de Loppiano al servicio de la nueva etapa de testimonio y anuncio del Evangelio de Jesús al que nos llama hoy el Espíritu Santo…
constancia y firmeza en llevar adelante la elección de Dios y de una nueva vida en Cristo. Se trata de mantener firme esta decisión, incluso a costa de las dificultades y las contrariedades, sabiendo que esta constancia, esta firmeza y esta paciencia producen esperanza... Y la esperanza no defraudael fundamento de la esperanza es el amor de Dios derramado en nuestros corazones con el don del Espíritu, un amor que nos precede y nos hace capaces de vivir con tenacidad, serenidad, positividad, fantasía... e incluso con algo de humorismo, incluso en los momentos más difíciles. Pedid la gracia del
humorismo; es la actitud humana que más se acerca a la gracia de Dios, el humorismo…
…un boceto de ciudad nueva en el espíritu del Evangelio. Una ciudad en la que resaltase ante todo la belleza del Pueblo de Dios, en la riqueza y variedad de sus miembros, de las diferentes vocaciones, de las expresiones sociales y culturales, cada una en diálogo y al servicio de todos. Una ciudad que tiene su corazón en la Eucaristía, fuente de unidad y de vida siempre nueva, y que se presenta a los ojos de quienes la visitan también en su veste laica y laboriosa, inclusiva y abierta… …El carisma de la unidad es un estímulo providencial y una ayuda poderosa para vivir esta mística evangélica del nosotros, es decir, para caminar juntos en la historia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo como “un solo corazón y un alma sola” (cf. Hch 4,32), descubriéndose y amándose mutuamente
de manera concreta como “miembros los unos de los otros” (Rm 12, 5). Por eso, Jesús pidió al Padre: “Que todos sean uno, como tú y yo somos uno” (Jn 17,21), y nos mostró en sí mismo el camino hasta la entrega total de todo en el vaciamiento abismal de la cruz (cf. Mc 15,34, Flp 2, 6-8). Es esa espiritualidad del “nosotros”… Es esta espiritualidad del nosotros, la que debéis llevar adelante, que nos salva de todo egoísmo e interés egoísta. La espiritualidad del nosotros…


PAPA FRANCISCO, Respuestas a las preguntas de los miembros del movimiento de los Focolares en la visita a la Ciudadela de testimonio de Loppiano, 10 mayo 2018 

 TRECE tv se hizo eco anoche de esa visita del papa Francisco. Si a alguno os pudiera interesar, está en la web. Se puede ver la entrevista a María Rodríguez (focolarina toledana, que vive en Las Matas) a partir de los 4' 40" en: http://videos.13tv.es/embed?videoId=e-33763
      Aparte de los errores del “directo”, algún pequeño fallo del comentarista, como p.ej.: dice que le regalaron al Papa un "cubo de Rubik"; en realidad el niño le regaló al Papa el "dado del arte de amar" que enseña Jesús.
      Pinchando a continuación, además, puedes leer lo que el Papa dijo hace unos años en el videomensaje Loppiano cumple 50 años




NADIE ESTÁ EXCLUIDO

… la misión, sobre la evangelización, que es hoy la prioridad de la Iglesia. Porque misión es dar voz al amor fiel de Dios, es anunciar que el Señor nos ama y nunca se cansará de mí, de ti, de nosotros y de este mundo nuestro, del que, quizás, nosotros nos cansamos. Misión es donar lo que hemos recibido. Misión es cumplir el mandato de Jesús…: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes" (Mt 28, 19).
Id. La misión requiere partir. Pero en la vida es fuerte la tentación de quedarse, de no correr riesgos, de contentarse con tener la situación bajo control. Es más fácil quedarse en casa, rodeado de aquellos que nos quieren, pero no es el camino de Jesús… estar siempre en salida, peregrinos en el mundo en busca del hermano que aún no conoce la alegría del amor de Dios.
… Para anunciar es necesario renunciar. Solo una Iglesia que renuncia al mundo anuncia bien al Señor. Solo una Iglesia liberada del poder y del dinero, libre de triunfalismos y clericalismos testimonia de una manera creíble que Cristo libera al hombre. Y quien, por su amor,
aprende a renunciar a las cosas que pasan, abraza este gran tesoro: la libertad. No se queda enredado en sus apegos, que cada vez le piden algo más, pero nunca dan paz, y siente que el corazón se expande, sin inquietudes, disponible para Dios y para los hermanos.
“Ir" es el verbo de la misión y todavía nos dice algo más: que se conjuga en plural. El Señor no dice: "vete tú, luego tú, luego tú...", sino "id" ¡juntos! Plenamente misionero no es quién va solo, sino quien camina junto. Caminar juntos es siempre un arte para aprender cada día. Hay que tener cuidado, por ejemplo, para no dictar el paso a los demás. Más bien, hay que acompañar y esperar, recordando que el camino del otro no es idéntico al mío. Como en la vida, nadie tiene el paso exactamente igual que otro, así también en la fe y en la misión: se avanza juntos, sin aislarse y sin imponer el propio sentido de marcha, se avanza unidos, como Iglesia, con los pastores, con todos los hermanos, sin fugas hacia adelante y sin quejarse de quien tiene el paso más lento. Somos peregrinos que, acompañados por los hermanos, acompañamos a otros hermanos, y es bueno hacerlo personalmente, con cuidado y respeto por el camino de cada uno y sin forzar el crecimiento de nadie, porque la respuesta a Dios madura solo en la libertad auténtica y sincera.
Jesús resucitado dice: «Haced discípulos». Aquí está la misión. No dice: conquistad, ocupad, sino "haced discípulos", es decir, compartid con los otros el don que habéis recibido, el encuentro de amor que os ha cambiado la vida. Es el corazón de la misión: testimoniar que Dios nos ama y que con Él es posible el amor verdadero, el que lleva a dar la vida en todas partes, en la familia, en el trabajo, como personas consagradas, como esposos… Y esta dinámica del discipulado, el discípulo que hace discípulos, es totalmente diferente de la dinámica del proselitismo.
Aquí está la fuerza del anuncio, para que el mundo crea. No cuentan los argumentos que convencen, sino la vida que atrae; no la capacidad de imponerse, sino el valor de servir… Haceos reconocer como amigos de Jesús. Llamad amigos a todos y sed amigos de todos.
«Id y haced discípulos a todas las gentes». Y cuando Jesús dice todas parece que quiera subrayar que en su corazón hay lugar para cada gente. Nadie está excluido. Como los hijos para un padre y una madre: incluso si son tantos, grandes y pequeños, cada uno es amado con todo el corazón. Porque el amor, al darse, no disminuye, sino que aumenta. Y siempre está lleno de esperanza. Como los padres, que no ven en primer lugar los defectos y las faltas de sus hijos, sino a sus propios hijos… No ponen en primera fila los aspectos negativos y las cosas para cambiar, sino que "ven con el corazón", con una mirada que aprecia, un enfoque que respeta, una confianza que tiene paciencia. Id así en misión, pensando que "jugáis en casa". Porque el Señor es de casa con cada gente y su Espíritu ya ha sembrado antes de vuestra llegada. Y pensando en nuestro Padre, que ama tanto al mundo (Jn 3:16), sed apasionados de la humanidad, colaboradores de la alegría de todos (2 Cor 1,24), estimados por ser próximos, oíbles por estar al lado. Amad las culturas y tradiciones de las gentes, sin aplicar modelos preestablecidos. No partáis de teorías y esquemas, sino de situaciones concretas: así será el Espíritu el que dará forma al anuncio según sus tiempos y sus formas. Y la Iglesia crecerá a su imagen: unida en la diversidad de las gentes, de los dones y de los carismas...


PAPA FRANCISCO, Discurso al Camino Neocatecumenal en su 50 Aniversario, 5 mayo 2018



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