VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de JUNIO
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la vida diaria la Palabra de junio («Vivid
en paz unos con otros», Mc 9,
50) y la de mayo («Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo, y Él,
“Dios-con-ellos”, será su Dios», Ap 21, 3):
1.- Tenía yo que decirle un encargo a una monjita, pero no me
acordaba de su nombre aunque la veo a menudo, (todo el mundo les dice
“hermana”, y punto). Pensé que la Palabra de Vida me pedía algo más: así que,
recordé que tenía apuntado su nombre. Di un rodeo, subí, busqué y encontré
después de un rato. Pude llamarla por su nombre.
2.- Hay una persona que siempre habla como airadamente, con
aspavientos. Y más cuando alguien le pregunta algo, (ciertamente él sabe
mucho). Siempre he preferido no preguntar y menos en estos casos. De hecho,
desde hace años no lo hago. Pero recordando la paz de la que habla la Palabra
del mes, pensé que era una oportunidad de relación, de valorar su saber… aunque
yo saliera “escaldado”.
Así que fui con
toda la discreción y humildad. Le planteé las dos cuestiones. Para mi
sorpresa, me contestó, además de acertadamente, con amabilidad y como tratando
de buscar entre ambos lo más correcto en cada tema.
El Señor me dio la lección de que a veces no hago lo
suficiente para tender puentes de paz y unidad.
3.- Como ya has ido intuyendo “entre líneas” en estos últimos
correos-e… Este verano me trasladan.
Anoche dormí por última vez en nuestra Casa “Cor Unum”, (al menos durante unos años, pues en breve la ocupará una familia
numerosa), y esta mañana celebré en su capillita por última vez la Misa antes
de retirar el Santísimo y quedar desacralizada. No simplemente han sido once
años y medio desde aquel nueve de marzo de dos mil cinco; no solamente han sido
muy bonitos momentos de unidad entre los 4 que habitualmente vivíamos ahí entre
aquellos muros (y los tantos que sumaban tan a menudo unas horas, unos días o
varias semanas) y las horas en la capilla, sobre todo desde que he quedado solo.
Estos meses, sobre todo el último, han sido una oportunidad de vivir la
experiencia de Abraham, “nuestro padre en la fe”: no sólo se le pidió que
sacrificara a su hijo, sino que, lo más tremendo, era que Dios le pedía que
sacrificara la promesa (que pasaba por su hijo) que Él mismo le había hecho. A
mí se me pedía, (como al capitán que se espera el último en el barco, llevo
solo en casa desde diciembre), también perder todo, incluso el mismo designio
que Chiara Lubich había intuido para la casa. Y también, dejar todo y empezar
de cero. Como sabes, al final unos y otros me dejaban en plena libertad de
decisión y elección, cuando yo siempre he preferido obedecer. Ese riesgo,
también me suponía vaciarme de todo y la posibilidad de quedar mal con muchos,
de un lado o de otro. Al final, he comprobado que el Señor ha escuchado la
oración que a mudo le hacía desde mis tiempos de Seminario: “vacíame de todo y lléname sólo de Ti”.
¡Y se lo ha tomado muy en serio!, (pues así me he sentido prácticamente en
todos los ámbitos). Muchos me habéis acompañado muy de cerca con la oración
estos meses, (y sobre todo estas semanas con las diversas posibilidades de ir a
un sitio u otro, para tratar de discernir bien,
pues lo único que yo quisiera es hacer solo y en todo la Voluntad de Dios; y que todo sirva para mayor gloria de Dios solo). Doy gracias de corazón a Dios y a cada uno por la cercanía y tantas oraciones. Siempre he preferido obedecer: en los anteriores cambios, nunca pedí nada; a todo dije que sí. Esta vez me dejaban todos en total libertad: había que elegir (cosa que para mí nunca se me dio bien: siempre he tenido indiferencia, ¡esperemos –al menos así lo pretendía yo– santa). Entre los vaivenes de unos días una posibilidad más fuerte que otra, la zozobra interior era grande: ¿miedo a “meter la pata”?, dudas, ¿temor de quedar mal con unos o con otros?...
pues lo único que yo quisiera es hacer solo y en todo la Voluntad de Dios; y que todo sirva para mayor gloria de Dios solo). Doy gracias de corazón a Dios y a cada uno por la cercanía y tantas oraciones. Siempre he preferido obedecer: en los anteriores cambios, nunca pedí nada; a todo dije que sí. Esta vez me dejaban todos en total libertad: había que elegir (cosa que para mí nunca se me dio bien: siempre he tenido indiferencia, ¡esperemos –al menos así lo pretendía yo– santa). Entre los vaivenes de unos días una posibilidad más fuerte que otra, la zozobra interior era grande: ¿miedo a “meter la pata”?, dudas, ¿temor de quedar mal con unos o con otros?...
Al final, tras hablar con muchos y, sobre todo,
tratar con los que tienen responsalidades conmigo o sobre mí…, tratando de que
“donde dos o más…” sea Jesús, con su Espíritu Santo, el que hablara… Ha sido
una experiencia fuerte (y de desvelos más frecuentes todavía de los habituales)
y la paz que prometía la Palabra de Vida asomaba no claridad hasta ayer tarde.
Aunque seguiré trabajando todavía este tiempo como los últimos 13 años, desde
el uno de octubre me tendrás a tu disposición y viviendo en la Parroquia
“Virgen del Camino”, de Collado Villalba (Madrid), y atendiendo el nuevo
hospital de esa ciudad, sin dejar de ocuparme, (al menos las cosas principales,
los “servicios mínimos”), del “Centro Mariápolis” de Las Matas.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de vida de junio («Vivid en paz unos con otros»,
Mc 9, 50), la de
mayo («Pondrá su
morada entre ellos y ellos serán su pueblo, y Él, “Dios-con-ellos”, será su Dios»,
Ap 21, 3) y la de abril («Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo
hicisteis», Mt 25,
40):
1.- “…muchas gracias. Mis propias
intervenciones a mí no me han gustado, pero a la gente, sí. Como en
principio no me apetecía ir, dije: “Jesús, lo hago por Ti. Al menos quítame
todo afecto desviado y exagerado”…”
2.- “…trato de vivir
respondiendo con amor y olvidando ofensas; olvidar el resentimiento y ayudar y
ser justo.
Un arquitecto quería imponerme una obra que superaba mi
posibilidad económica Y gracias a Dios
me libre de él; ya hice la obra y todo se va resolviendo: veo la mano de Dios
en mis problemas.
Hacía13 años que no hablaba con una prima a quien había
favorecido yo, pero ella lo veía al revés. Por sorpresa me llamó. Y la atendí
como si nada hubiese pasado y sus desplantes perdonados: se ha restablecido la
relación…”
3.- “…[de un buen amigo, pastor
reformado suizo]: «Cuando
tenía 18 años, me hacía muchas preguntas sobre el sentido de la vida. Me preguntaba qué estudios emprender. Estaba muy
aferrado a la Filosofía y a la Literatura, pero lo que buscaba no era sólo la
sabiduría. También quería conocer a Dios. Me inscribí en la Facultad de
Teología. Me atraía el estudio de la religión y pensaba que encontraría mi
camino en la Teología. Pero a medida que avanzaba, aumentaban los
interrogantes. Después de 10 meses me había vuelto ateo. Un día entré en una
iglesia y dejé escrita mi rebelión en el atril: “¡Dios no existe!”. Entonces decidí dejar de estudiar, pero seguí
haciéndome preguntas. Tiempo después, un amigo me invitó a participar en un
encuentro en Aix-en-Provence, en una facultad de Teología protestante. Allí
Dios me esperaba. Me impresionó la atmósfera de fraternidad que se vivía en ese
encuentro. A la noche, me arrodillé en mi habitación y sólo una palabra salió
de mi boca: “perdón”. Estaba
sorprendido: ¿a quién dirigía esa palabra? En el fondo sabía por qué la había
pronunciado: en esa época había entrado en conflicto con muchas personas y
había herido a bastantes de ellas.
Regresando
a casa fui a visitarlas para pedir “perdón”. Cada vez era una experiencia nueva, de luz. Sentía que
Cristo me esperaba en los demás, sobre todo en los más débiles. A partir de
allí busqué un contacto con otros cristianos. Hasta ese día había vivido por mi
cuenta. Ahora descubría la luz de Jesús Resucitado que ilumina a quienes se
reúnen en Su nombre.
La Palabra de Vida mensual como “luz en mi camino” (Salmos 119,105), me ha guiado
desde hace unos veinte años. Se trata de tomar un versículo de la Biblia,
meditarlo y profundizarlo durante todo el mes, pero sobre todo, de tratar de
vivirlo en la vida cotidiana y compartir los frutos con los demás. En las
parroquias donde he ejercitado mi ministerio he propuesto vivirla así: y renueva
la parroquia… ”
[La intervención integral se puede leer en francés en su blog].
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos
navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.
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