VIDA DE LA PALABRA últimas semanas de MAYO
Algunas de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la vida diaria la Palabra de mayo («Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo, y Él,
“Dios-con-ellos”, será su Dios», Ap 21, 3) y la de abril («Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis», Mt 25, 40):
1.- A lo largo de todo el mes, la Palabra de mayo me ha estado
resonando en mil facetas. Y muchas veces es lo único que quedaba: “vive en medio de nosotros”, (¡y esto
solo importa!), “Dios-con-nosotros”,
“Dios en medio de su pueblo”, “en medio será nuestro Dios”, y no otras cosas…
P.ej., a través de enfermedades
de familiares. Aparte de mi madre que sigue delicadilla (parece irreversible la
pérdida de visión en un ojo…; y en espera de dos operaciones de hernia); mis
sobrinillos estuvieron ingresados en el hospital: uno, (por infección en dedo que
subió hasta la axila), dos días y medio, y su hermano, (infección de riñón), a
la semana siguiente tres días y medio. Mi tía la monja (hermana mayor de mi
madre), roto el tobillo desde abril, ha estado a punto de sufrir amputación. En
cada ocasión, importaba mantener la cercanía con cada uno de ellos y entre
todos nosotros, e intensificar la confianza en la potencia de la oración.
De hecho, p.ej., a mi tía la llevaban del hospital de
nuestro pueblo al de Albacete, con la opción de amputar dedos del pie o amputar
desde la rodilla; nos llamamos y escribimos entre toda la familia y, además,
cada uno pedimos plegarias a muchos amigos, sabiendo la eficacia de orar en
unidad, (como pueblo de Dios, como pueblo en el que Él está en medio)… y… al
llegar allí, (aunque todavía hoy después de dos semanas persista la gravedad),
dijeron que no hacía falta: otra escayola y a dormir a su convento.
P.ej., también a través de
todas mis incertidumbres cuando enfilo mi último mes en la actual tarea después
de trece años.
P.ej., también con el coche
del difunto hermano de José y que estos últimos años usaba Christian: pocos
días antes de llevarlo al desguace, tuvo un accidente y quedó inservible; y ahí
empezaron más problemas… Al final lo recogió un desguace, en teoría, para darlo
de baja: ¡pero lo
han estado usando! Y este mes nos han llegado de multa mil
trescientos euros (grúa y varios meses en el depósito sin que nadie lo
supiéramos); ayer llegó una multa de otros ochocientos… aparte de los 400 (y decenas
de papeleos y gestiones que hizo en enero el hijo del hermano de José para
finalmente lograr darlo de baja después de mil problemas).
Todo lo he visto como oportunidad de no apegarme a
cosas ni dinero (y eso que este no nos sobra)…, oportunidad de no quejarme de
lo que hubieran podido o debido hacer o no los demás… Importa que Dios no salga
de mi corazón, y no se quite de en medio de nosotros, para lo cual hay que
mantener vivo el amor recíproco… aunque me vengan tentaciones de...
P.ej. también cuando cada 5
días, (a veces 7), visito a José en la Residencia del clero: no solo obra de
misericordia, (visitar ancianos o enfermos…: “a Mí me lo hiciste…”), sino
reciprocidad fraterna. Y ver cómo va “perdiendo” todo, todo, y despistándose
cada día más (sobre todo de lo reciente)… Pero le queda el “poso” de la vida en
Dios, de la vida con Jesús en medio por el amor recíproco, lo cual hace que
casi todas las veces que voy se me haga un nudo en la garganta. Me decía él a
mitad de mayo, (la semana anterior, en cambio, había estado bastante
desorientado): "…en general, me
encuentro sereno…. Procuro estar cercano a los jóvenes... Me siento
tranquilo...
Espiritualmente me encuentro sereno. Tratando de vivir con normalidad
la presencia de Dios; la oración, el breviario completo; la meditación media
hora; el rosario también diario. No me llevo mal con ninguno. Siento que tengo
contigo una fraternidad habitual; contigo creo que tengo a Jesús en medio; no
hay nada que me aleje de vosotros, aunque no esté cerca; contigo, con los focolarinos...
En general duermo bien, desde que me acuesto hasta que me levanto: me vienen
ganas de dar a Dios gracias por la paz que siento. Aunque esté muy limitado, me
siento amado por Dios…". Cada frase suena a tesoro de eternidad a sus
casi 87 años y más viendo lo que le cuesta pronunciar y lo que la enfermedad
neurodegenerativa le va mermando mes a mes; y no son cosas “aprendidas de
memoria”, sino experimentadas durante muchos años y por ello “adquiridas”.
Con todas estas cosas en
mente y corazón, la verdad, durante estos meses me costaba vivir el momento
presente, ¿o… mejor dicho…?, ¿¡me impulsaba a tratar de vivirlo más y mejor!?
“Sólo Dios basta”, diría Santa Teresa. Dios, en medio de su pueblo. Dios
presente por el amor recíproco.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de vida de mayo («Pondrá su morada entre ellos y ellos serán
su pueblo, y Él, “Dios-con-ellos”, será su Dios», Ap
21, 3), la de abril («Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis», Mt 25, 40) o la de marzo («El Reino de Dios ha llegado a vosotros», Lc 11, 20):
1.- “…leyendo la
PdV… Paco, te cuento...: estoy contentísima!!! La semana pasada fuimos mi hijo
y yo a la comunión de un sobrino, hijo de la hermana de mi marido, la única que
tiene, (tiene otros 6 hermanos varones). Allí, ya sabes que
siempre llueve,
hace frío…: resulta que el sol brilló todo el tiempo que estuvimos. Cosas de
Dios. Pero lo importante: estando allí hubo una transformación de mi hijo. Mi
cuñada… lo quiere ayudar a preparar su comunión: eso me enteré luego aquí,
porque mi hijo me estaba preguntando por una Biblia; yo, sorprendida, pues
nunca le ha interesado. “No, -me
dice-, es que la tía me está preparando”.
Le busco la Biblia: “como ya estás en
esto, debes ir a nuestra parroquia y hablar con el párroco; te resultará fácil
porque ya lo conoces, es amigo nuestro…”, etc, etc. Y me dice: “si yo ya contaba con él”. Y yo feliz:
¡no sabes lo que he rezado! Pero el tiempo de Dios es perfecto. ÉL sabe cuándo
debe actuar.
Qué interesante ese viaje. Estando
allá, ya en la fiesta, llega una invitada que me resultaba familiar, pero no la
ubicaba. Se da cuenta que yo no sabía bien quién era ella. Resulta que la había
conocido aquí. Habíamos quedado hace unos años en una cafetería para entregarle
unos documentos que necesitaba mi cuñada, y ella se los iba a llevar allí.
Estábamos mi marido y yo, y cuando ella llega al lugar y nos ve, se queda como
sorprendida; bueno más bien un gesto extraño hizo, que mi marido y yo
interpretamos como de rechazo hacia mi persona, (ya sabes, color de la piel,
extranjera...), se fue rapidísimo, ni se sentó para hablar. Pero llega una
amiga común y trata de presentármela. Me cuenta que va hacer un trabajo sobre
los Focolares, luego me dice que es la persona blanca que mejor toca unos
tambores rarísimos que se utilizan en Senegal y que le gusta todo lo referente
a África, que hasta su pareja es de allí. Yo, Paco, no sabía dónde meter la
cabeza: la había juzgado mal y, para completar, me pide disculpa porque apenas
se había sentado, pues solo estuvo unos minutos porque había aparcado en doble
fila y tenía miedo a que la multaran. El Señor me dio una lección así, como yo
digo, “sin querer queriendo”: no debemos juzgar; si el Señor no lo hace, menos
debemos hacerlo nosotros. ¡Qué vergüenza, Dios mío! Pero sí, fue una lección: qué
fácil es juzgar a los demás sin saber.
Y ahora tengo a mi madre en casa.
Estoy contenta y feliz de poderla atender…”
2.- “…llevo
toda la mañana acordándome de ti: al subir al ascensor he coincidido con unos
vecinos mayores; iban a coger el autobús para ir al Puerta de Hierro, justo al
lado del cole de mi hijo, por lo que me he ofrecido a llevarles.
Cuando les he dejado, he
aparcado en casa de mi madre. Está a un kilómetro de la mía y así aprovecho
para andar un poquito. Me dolía la cabeza y la garganta, así que he subido a su
casa por si tenía algo para darme. Justo se iba a la carnicería y la he
acompañado. No abrían hasta las 9.30, (hemos llegado a las 9:00), pero el chico
estaba a la puerta esperando un pedido y ha tenido el detalle de abrir y
atendernos.
Allí he dejado a mi madre y he
seguido camino de casa aprovechando para a comprar el bonobús.
Todo ello con las palabras
mágicas "por favor" y
"gracias", acompañadas de
una gran sonrisa.
Me iba
riendo conmigo misma. Me decía a mí misma: "estoy empezando a parecerme a Paco". Y, oye, me ha hecho
ilusión…”
Un día me dijo
que, ante una situación que le agobiaba, se había dirigido a Dios y había
sentido su respuesta. Desde entonces creía que Dios existe, aunque no el Dios
que presentaba la Iglesia, pero sí en el que desea que vivamos en la
honradez, en el compartir, en el preocuparse por los demás, etc. Después de
salir del Instituto, durante unos años, mantuvimos contacto por cartas y
algunas veces nos vimos, siempre el diálogo era sobre cómo mantenernos en vivir
en esa línea.
Después se
casó, el trabajo le ocupaba cada vez más y, sin perder el contacto del todo,
han pasado bastantes años con poca relación directa.
Hace unos días me llamó por teléfono, me dijo que le gustaría verme y
quedamos para hoy. Antes de salir para la cita invoqué al Espíritu Santo.
Nos alegramos mucho de vernos y tras un fuerte abrazo empezamos en
seguida a hablar en profundidad, pues él tenía poco tiempo. Me contaba cómo
seguía tratando de ser honrado, de educar en valores a su hijo, etc. con
experiencias concretas, pero estaba desanimado, sin ganas de seguir luchando en
medio de un mundo que veía cada vez más egoísta… Lo escuchaba profundamente y a
un cierto punto me dijo: “es que no sirve
ser así”. Le dije: “no sirve, ¿para
qué?” y me respondió: “para triunfar”.
Él mismo inmediatamente añadió: “esa es
la pregunta y la respuesta, pero no es importante triunfar”. Seguimos
hablando del “misterio” de que todo lo positivo se consigue superando el
sufrimiento, de los signos de avance positivos que se pueden descubrir en la
humanidad, etc. Ya casi tenía que irse a recoger a su hijo que salía de clase y
me pregunta: “entonces… ¿tú sigues
teniendo esperanza?” Mi “sí” es rotundo y él me agradece con alegría en el
rostro, insistiendo en que se la había transmitido y lo importante que era para
él comprobar que yo seguía luchando con esperanza. De vuelta a casa, daba
gracias al Espíritu Santo que, me parecía, había actuado en el diálogo y
recordaba el comentario de la PV que nos decía: “Hoy los tiempos exigen… una conciencia
social del cristianismo" … Ahora tiene amistad con algunas
personas de la Parroquia de su pueblo, pero... Me decía: “…pero si algún día me bautizara, la madrina
tienes que ser tú”...”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo en
“comentarios” y escríbela;
o, dado que en algunos
navegadores eso no funciona,
mándamela por correo-e.
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