VIDA DE LA PALABRA mes de agosto
1.- La anual Mariápolis veraniega del 1 al 6 de agosto, (este año en Granada), ha sido novedosa como
cada vez, aunque el esquema sea similar. Previamente preparada con tanto mimo
por toda la gente del lugar, también estábamos invitados desde los meses
previos a hacer nuestras sugerencias y, ("tqt", ¿tú qué traes?) a
llevar luego desde cada sitio alguna colaboración, que se ofrecía en los
momentos intermedios (pequeños recitales de guitarra o violoncelo, degustación
de productos de diversas regiones, magia, juegos populares, etc.) que invitaban
a charlar y relacionarse unos con otros.
Hemos
tratado de componer un "Mosaico de fraternidad", (era, además, el
lema): unas 950 personas de toda España (entre ellos, unos 300 menores de 30
años). Cosas sobresalientes de la historia y cultura granadinas (aparte de
conocer la ciudad y sus entornos) servían también para ilustrar temas y
experiencias inculturados de esa forma. Hasta el tiempo acompañó los primeros
días, en los que no hizo calor (¡incluso había que dormir algo arropado!).
"Un
amor abierto a todos" (con las 6 caras del diálogo), "Un amor sin
medida", "El amor que va y vuelve: recíproco",
"Protagonistas de fraternidad" y, abiertos a la sociedad y al mundo,
"Mosaico de Fraternidad" han sido los objetivos que cada día había
que ir poniendo en práctica en la convivencia, excursiones o talleres.
Al final,
todos nos sentíamos en familia con todos y con una "atmósfera"
especial, huella de la presencia de "Jesús en medio" de "dos o
más unidos en su nombre"; verdadera "ciudad de María", que da a
Jesús a los participantes y al mundo. P.ej., uno de los días, al acabar de
comer-sobremesa, me dice una señora: "ya sólo por este ratito de
conversación entre los 6, hubiera merecido la pena venir a Granada". En
las visitas culturales o en las excursiones, la gente (viendo ese
"clima" de reciprocidad) preguntaba. P.ej. varios guardias de la
Alhambra, durante la visita nocturna que hicimos en 30 grupos: "pero ¿quiénes
sois?; ¡tan alegres, tan amables, con 'tan buen rollo' entre vosotros a pesar
de que se os ve muy distintos, tan educados para con nosotros…!".
2.- Los días de vacación
en convivencia con un grupito de sacerdotes entre los que de verdad se notaba
la presencia de Jesús en medio por el amor recíproco, (también en el descanso,
haciendo ejercicio, en ratos de lectura, paseando juntos…), sirvieron para
retomar fuerzas espirituales y físicas.
A pesar de eso, luego en mi pueblo,
cuidando a mi padre, me repitió la cruralgia (similar a la que
en marzo me aquejó más de un mes): es algo parecido a una ciática, pero el
dolor agudo baja por delante de la pierna y se "agarra" sobre todo en
la rodilla.
Ahí…, el
vivir la Palabra, el perdón y la misericordia… ¡era con mi propio dolor y
malestar (sobre todo, de pie, parado, "veía las estrellas")! Era
"reconciliarme" con esa fuerte molestia, (mientras las medicinas y
los ejercicios de estiramiento van haciendo su efecto), ofreciéndolo contento por
la salud de mi padre y de algunos amigos, por el encuentro
"NetWorking" de sacerdotes jóvenes y seminaristas en Loppiano, por la Asamblea General de la Obra de María que hoy comenzaba…
3.- Hay un conocido que siempre está muy ocupado y parece que le molestas si le
hablas, es más, al final en muchas ocasiones siempre te acaba diciendo algo que
te deja mal por dentro.
De regreso
a la vida habitual, por no molestarle, pensé no darme a ver hasta que
necesariamente nos encontráramos, pero la Palabra de vida de agosto "me asaltaba",
así que fui directamente a saludarlo (sin acercarme mucho, por no distraerlo) y
preguntarle por sus vacaciones. No tenía yo intención de quitarle más que unos
segundos. Pero al final fue un buen rato de conversación y muy bonito; me contó
incluso cosas y preocupaciones que tiene pendientes. Y ese día y los siguientes
sonríe incluso cuando nos saludamos.
Alguna de vuestras
EXPERIENCIAS tratando de vivir la Palabra de Vida de agosto («Perdona
la ofensa a tu prójimo y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados», (Si 28, 2) y la de julio («Os
digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo (="consenserint", en latín) en la
tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde
dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos» Mt 18, 19-20):
1.- [cfr. nº. 5 de "vuestras experiencias" y nº.
1b de "mis experiencias", ambos de mitad de julio]: “…¿cómo está tu
padre? Me he acordado de vosotros en mis oraciones. Yo sigo de vacaciones, pero
te pongo estas líneas para comentarte que a mi sobrina, (por la que rezamos
juntos por teléfono poniéndonos de acuerdo en la oración), le han concedido una
beca para ir a trabajar de arquitecto tres o cuatro meses en Inglaterra. Ha
sacado el nº 1 y está muy contenta. Como ves, seguimos adelante. Te seguiré
contando…”
2.- “…fui el domingo a Misa... me di cuenta que a
la derecha había una persona de las que acudían habitualmente. Me extrañó que
estuviese sentada sola. Me acerqué a saludarla y, cuando se giró, me fijé que
tenía los ojos vidriosos. Se notaba que había estado llorando. Me senté con
ella: no la pregunté el motivo de sus lágrimas, no me
pareció oportuno, pero nos pusimos a charlar.
Hablamos
del coro, de las canciones. Yo la decía que me ayudaban mucho a rezar y le di
las gracias por ponerle voz a las letras. No se lo dije por animarla ni por
quedar bien, sino porque era verdad: varias veces me he ido a casa con alguna
frase copiada de las canciones escuchadas que luego me han ayudado mucho...
La
verdad es que fue un momento curioso. Domingo tras domingo durante años había
estado viendo a esa persona y apenas había cruzado con ella un saludo. Sin
embargo, en esta ocasión, algo me impulsó a sentarme con ella y tan a gusto
estábamos charlando que, momentáneamente, se me olvidó dónde estábamos. Tan
enfrascada estaba en la conversación que nada de lo que pasara a mi alrededor
me distraía. La verdad es que sentí que empezase la Misa y tuviésemos que dejar
de hablar.
Ayer
éramos tres familias amigas las que junto a vosotros tres, sacerdotes, nos
juntamos por la tarde en vuestra casa. Juntos fuimos luego a Misa al Centro
Mariápolis, donde nos encontramos a otra familia a la que también conocíamos y
se unió a la posterior cena: 18 en total.
“Donde
dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 19-20). Muchas veces había leído,
escuchado, esas palabras, pero creo que hasta ayer no habían llegado realmente
a mi corazón. Las había razonado con la cabeza, las había reflexionado, pero no
las había vivido, sentido realmente.
Recordé
el domingo, recordé la cena de ayer: 2 personas estuvimos charlando, 18
estuvimos cenando, pero en ambas ocasiones sentí que había algo más:
¡"Alguien" más!…”
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