¡Qué
calor!, ¿verdad? ¿Cómo lo llevas?
Cada año, en este mes dedicado al Corazón de Jesús, me acuerdo varias veces de
una de las invocaciones de la letanía: "Corazón de Jesús, horno
ardiente de caridad: ruega por nosotros". Y trato de utilizar esa
molestia del calor como recuerdo de que tengo que tener más amor, más caridad,
(y con alegría), en lo que hago.
Y también para que sea más llevadera la
temperatura, aquí tienes ya la Palabra de Vida y, luego, como siempre,
la vida de la Palabra (¡ni en verano, ni en vacaciones tenemos que dejar
de vivirla, aunque no te mande los correos de "mitad de mes"!).
Empiezo a enviarla ya para que se la puedan llevar impresa los que marchen de
vacaciones; tú, ¿cuándo?; yo, en agosto.
Palabra de vida - Julio 2012
“Pues al
que tiene, se le dará más todavía y tendrá de sobra;
pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que
tenga”
(Mt 13,12)
Con estas palabras Jesús responde a sus discípulos,
que le habían preguntado por qué hablaba mediante parábolas. Él les explica que
no a todos les es dado conocer los misterios del reino de los cielos, sino sólo
a las personas con una buena disposición para acoger sus palabras y vivirlas.
De hecho, entre quienes le escuchan hay algunos que,
voluntariamente, cierran sus ojos y sus oídos, por lo cual “viendo no ven, y
oyendo no oyen, ni entienden”. Son aquellos que ven y escuchan a Jesús, pero,
pensando que ya conocen todas las verdades, no creen en sus palabras y en los
hechos que las confirman. Y así acaban perdiendo también lo poco que tienen.
“Pues al que tiene, se le dará más todavía y tendrá
de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tenga”.
¿Cuál es, pues, el significado de esta frase de
Jesús? Él nos invita en ella a abrir nuestro corazón a la Palabra que ha venido
a anunciarnos, y de la que nos pedirá cuenta al final de la vida.
Los escritos evangélicos nos muestran que el anuncio
de esta Palabra se sitúa en el centro de todos los deseos y de toda la
actividad de Jesús. Lo vemos ir de ciudad en ciudad, por las calles, por las
plazas, por los campos, a las casas o a las sinagogas para anunciar el mensaje
de la salvación, dirigiéndose a todos, pero especialmente a los pobres, a los
humildes y a los marginados. Él compara su Palabra con la luz, con la sal, con
la levadura, con una red echada al mar o con una semilla arrojada en la tierra;
y dará su vida para que se extienda el fuego que la Palabra contiene.
“Pues al que tiene, se le dará más todavía y tendrá
de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tenga”.
Jesús espera, de la Palabra que ha anunciado, la
transformación del mundo. Por consiguiente, no acepta que, frente a este
anuncio, se pueda permanecer neutral, tibio o indiferente. No admite que un don
tan grande, una vez recibido, pueda quedar inoperante.
Y para subrayar esta exigencia suya, Jesús reafirma en
esta frase una de sus leyes, que está en la base de toda la vida espiritual: a
quien pone en práctica su Palabra, Él lo introducirá cada vez más en las
riquezas y en las alegrías incomparables de su reino; por el contrario, a quien
descuida su Palabra, Jesús se la quitará, confiándosela a otros para que la
hagan fructificar.
“Pues al que tiene, se le dará más todavía y tendrá
de sobra; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tenga”.
Por lo tanto, esta Palabra de vida nos pone en
guardia contra una grave falta en la que podemos caer: la de acoger el
Evangelio convirtiéndolo, tal vez, en un mero objeto de estudio, de admiración
o de discusión, pero sin ponerlo en práctica.
En cambio, Jesús espera de nosotros que acojamos su
Palabra y que la encarnemos en nuestro interior, transformándola en la fuerza
que impregne todas nuestras actividades para que, de este modo, a través del
testimonio de nuestra vida, sea aquella luz, aquella sal y aquella levadura que
poco a poco transforme la sociedad.
Durante este mes, entonces, consideremos una
cualquiera de las muchas Palabras del Evangelio y pongámosla en práctica.
Enriqueceremos nuestra alegría con otra alegría.
Chiara Lubich
Alguna
de mis EXPERIENCIAS concretas tratando
de vivir la Palabra “…buscad el alimento que perdura…”:
1.-
Me habían pedido una
celebración de la Misa a un horario concreto. A la hora de empezar no había
nadie; me gusta ser puntual (otra cosa es que lo logre), con lo que me da
fastidio que me esperen o esperar. Pensé, en cambio: "¡qué oportunidad de
estar a solas con Jesús-Eucaristía, el alimento que perdura!". Así que
pasé con Él 12 minutos deliciosos (ya revestido para luego no hacerles perder
tiempo).
2.-
Me gusta el fútbol, pero
en rarísimas ocasiones puedo verlo (¡no vi ni la final del Mundial hace 2
años!).
Parecía
que iba a poder ver un partido de la Selección completo y… justo para ese día y
a la misma hora de empezar nos había invitado una buenísima amiga a celebrar su
80 cumpleaños. Está claro que eso era más “alimento que perdura”: amor
concreto, caridad, y más aún en este caso que, siendo recíproco, permite “donde
dos o más…” la presencia de Jesús resucitado.
Así que, fuimos. Algunos otros buenos amigos que también estaban me susurraban
simpáticamente: “¿qué?, haciendo tú también una experiencia de la Palabra,
¿no?”. Se notaba esa presencia de Jesús en esa distendida merienda en el
jardín. Y ya eso solo merecía la pena. Pero luego, ¡ver la alegría con que
abría cada uno de los regalillos que le íbamos dando…!: ¡fue genial! Nosotros
le llevamos un libro y en el envoltorio unas pequeñas ramitas y flores de
nuestro jardín, y una tarjeta con una sentida dedicatoria firmada por nosotros
tres: tuvo el detalle de valorar y alabar todo (también lo de los demás).
¡Con
qué poquito se puede hacer feliz a una persona! ¡Qué sencillo tener al
Resucitado en medio de los que están unidos en su nombre! ¡Qué contentos todos!
(y encima luego, al regresar a casa, nos dio tiempo a ver el final del
partido).
Esta vez pongo no sólo vuestras EXPERIENCIAS concretas, sino también
cómo se va “por dentro”; así, como alguna otra vez, además de “comunión de
experiencias sobre la Palabra” (“...he venido a traer fuego a la tierra”, mayo,
y “…buscad más bien el alimento que perdura”, junio), también hacemos “comunión
de alma”:
1a.- “…me tengo que conformar con
saludarte a través del correo: mañana salimos para todo el verano...
Quisiera decirte tantas cosas, darte las
gracias por todo... ayer u hoy hubiera querido ir a misa al Centro
Mariápolis para saludaros, pero las fuerzas físicas son las que son y me tuve
que conformar con ir a misa al lado de casa.
La P. de V. de este mes está siendo
fundamental, porque me había dado cuenta que llegando al final del día “se me
terminaba la cuerda” y no iba a misa algunos días; ha sido todo un salto
establecer prioridades, pues la misa y la palabra son esenciales y el resto no
sirve para nada si en la base no está lo esencial; y lo estoy cumpliendo a
rajatabla.”
1b.- “Otra experiencia: tenía yo un
apartadito con unos ahorritos (pocos euros), para hacértelos llegar de
providencia, que siempre os viene bien, pero... fui al médico de la S. Social
para llevarme mi “stock veraniego” de medicamentos, como siempre,
pero mi sorpresa fue que me ha pillado la transición del “copago”, (o como lo
llamen): sólo me dio una receta de cada medicamento y para mí fue ver en el
médico a Jesús, escucharlo, ya que estaba desesperado, (es una persona amable y
tranquila); fue hacerme uno con él, con su agobio, ya que les han cambiado el
programa informático y ni siquiera me pudo hacer la hoja de desplazados con la
medicación para que me la receten en otro lugar. Traté de amarlo hasta el
fondo. Luego, cuando pasé por la farmacia, me encontré más de lo mismo:
con el nuevo programa que no funciona muy bien y pierde paciencia y tiempo con
cada receta; así pues, traté de amar a mis amigas de la farmacia y ¿qué
solución tuve?: pagar de mi bolsillo los medicamentos más esenciales para el
mes de julio y parte de agosto..., así que mi providencia fue a parar al
Sistema... Lo único que pude hacer es ofrecer a Jesús mi enfado con el sistema
y seguir amando y pidiendo a Jesús que desde otro lado os haga llegar el
céntuplo de la migajas que yo os quería dar.
Hoy, haciendo meditación, (que, por
cierto, han puesto en la web del “Centro Chiara Lubich” unos textos y un video
sobre la Eucaristía preciosísimos), los textos del diario de Ch. del 67 y 68 me
han impactado especialmente…
…aunque me hubiera gustado hablar un
poco contigo, forma parte de ese momento presente que se ofrece a Jesús… vivo y
pido por toda la Obra de María... por tu calendario (sepa o no sepa), por todo
lo que María te ha confiado, así nos encontramos cada día con Jesús Eucaristía…”
2.-
“…te conté que el frigorífico feneció y que el aire acondicionado
era condicionado... a la intensidad con que movieras el abanico.... Pues ya por
la mañana pronto subimos al tejado, desde la casa de la vecina, y… ¡nos habían
robado la unidad exterior de 1 x 3 que cuando se instaló la subieron
con un elevador ya que era enorme y pesaba muchísimo!: ¡se llevaron hasta los
anclajes, cables…!
Es ya el tercer año que nos roban
algo... Disgusto, enfado, todas las reacciones normales que esto causa, pero yo
en mi interior me pregunto: ¿qué nos quiere decir Jesús con esto?
La única explicación que tengo es
la de vivir la Palabra de Vida y amar a Jesús Abandonado, perdonar al
enemigo.... tantas veces como sea necesario. Realmente me ha costado y me sigue
costando cada día en la misa, al rezar el Padrenuestro y al acercarme a
comulgar, haber perdonado de nuevo.
Así pues, a “mi cilicio particular”
(el corsé ortopédico) se le ha aumentado el plus del calor y tratar de
dormirme con el abanico... y rezando la jaculatoria del “horno ardiente…” que
me enseñaste, pero pidiendo que se transforme en amor. Jesús se las piensa
todas para mantenernos bien “descortezados”: así la palabra de vida de
este mes nos viene como anillo al dedo, pero cuesta, cuesta vivirla en
cada momento presente y amar a los hermanos, especialmente a mi marido que
estos golpes lo dejan muy abatido... ”
4.-
“…la verdad es que
necesito un descanso y mucha tranquilidad para rezar e ir asimilando todo
lo que el Señor nos va enviando. En cuanto a mi hijo... Gracias por vuestra
oración. ¡¡¡Seguid pidiendo!!!
Todo lo que estoy viviendo también tiene sus cosas buenas (tengo
que mirarlo así, porque si no....). Estoy “haciendo un cursillo” aceleradísimo
de “vivir el momento presente”, (si miro a lo lejos, me entra miedo y
angustia). Confiar en Él, (tengo momentos de soledad en los que sólo puedo
confiarme a Él); creer en la fuerza de la oración (la mejor medicina para los
míos). Y cuando todo esto parece que no me sostiene, pues..."te basta mi
gracia, mi fuerza se desarrolla en la debilidad...”, ¿te acuerdas?
Sí puedo decir con gran fe que Su palabra es Vida y que la
solución a todo la encontramos ahí.
Espero que pronto podamos vernos…”
5.- “…¡Pues ya estoy confirmada! Fue una
ceremonia muy bonita. Nos confirmamos 11 jóvenes y nosotros 4 adultos. El
vicario decía estar muy sorprendido y contento porque en esta Parroquia hay
mucho movimiento. ¡Ojalá hubiera más! Ahora no puedo bajar la guardia y, como
dices, ¡actuar en consecuencia! Mi primer propósito, aparte de seguir creciendo
en la Fe yo misma, es ayudar a mi hermana y su novio a que den el paso y se
acerquen a la Iglesia para que después puedan casarse. Estoy segura de que mi
hermana quiere, le puede la timidez. ¡¡Y también estoy convencida de que hasta
su novio!!
…Para desilusión nuestra,
mi marido sigue con sus horarios de sábados ocupados: nosotros que creíamos que
era cosa de dos días, parece que ahora ya no. Y por otro lado, no paramos un
momento… y también hay que sacar a España a flote, que se nos hunde…:
parecía que habíamos llegado al fondo pero todavía queda… Me da mucho miedo
esta situación, pero por otro lado, te hace darte cuenta de lo verdaderamente
importante. A lo mejor así acabamos un poquito con este materialismo que nos
invade y recuperamos los valores por los que vivimos.
… En cuanto podamos pasarnos, te avisamos para quedar…”
6.- “…empecé varias veces para
escribirte algo sobre cómo estoy viviendo los terremotos aquí, en el norte de
Italia, en la zona más golpeada. Aquí va un nuevo intento: paso la mayor parte
de mi tiempo al lado del obispo, con gran temor, la verdad, para tenerle de
regalo por lo menos un poco de la tan necesaria sabiduría. Para sostenerlo
-¡cuántas veces he temido / temo por él!-: en pocos meses tres sacerdotes en
las parroquias más exigentes han partido hacia el cielo, el terremoto le ha
devastado la casa, el obispado y ha dejado en pie y abiertas sólo 3 de 50
iglesias.
¿Cómo viven los sacerdotes? El pasado
domingo se produjo la entrada de un sacerdote en la parroquia vecina (esa, la
mía y otra, las únicas todavía utilizables: en más de 50 km no hay un lugar de
culto). Al saludar a la gente dijo: "Soy verdaderamente pobre, tengo sólo
lo puesto". Como él hay otros: ni casa, ni nada. Los sacerdotes cansados,
sí, pero de pie, con el deseo de estar entre sus fieles. Desde las montañas
hasta el mar otros sacerdotes les ofrecen su hospitalidad, pero no quieren irse
de aquí.
A veces con el obispo, a veces solo,
estoy visitando a todos los sacerdotes. Yo no podía prometerles nada más que se
estaba pensando en ellos. Los sacerdotes ancianos, que desde hacía días no
veían un compañero, no tenían ni un teléfono donde llamar porque a los números
habituales no se podía acceder. Visitándolos me sentía centrado en la vocación:
hacerles sentirse en familia, en casa.
Proporcionar una vivienda para
sacerdotes y un lugar mínimo para celebrar es la tarea que me han confiado.
Estamos empezando desde cero. La tarea es enorme.
Personalmente han sido días muy
cansados, a veces, el ritmo parece aflojar, pero enseguida hay que continuar
corriendo. Logro recogerme, buscar a Jesús dentro de mí: ese es mi descanso.
Luego recomienzo a visitar sacerdotes,
iglesias cuya situación empeora con cada nueva sacudida de la tierra, (más de
mil ya entre pequeñas y grandes). En cada iglesia visitada, cada sacerdote o
persona encontrada, la pregunta era siempre la misma: "¿por qué?”. Y la
respuesta, a veces recitada a coro con el obispo: “creemos en Tu amor, Tú sabes
el por qué”. Y se recupera el ánimo, la fuerza. Paz. Sí, estoy en paz, aunque
no tengo ninguna respuesta que dar a los esfuerzos de muchos sacerdotes y
laicos que quieren soluciones, respuestas.
Me siento afortunado, muy amado por la
Virgen, que entró en mi vida con el Carisma de la unidad y me ha preparado -a
pesar de mi infidelidad- a saber que todo esto son nuevos rostros de Jesús
abandonado; que es necesario perder todo, si Dios te lo pide...”
7.- “…Jesús trajo el fuego, y espera
que haya una unidad amorosa, plena entre nosotros. Por ejemplo, ayer, cuando me
acerqué a un pasajero quería seguir con las ventanillas abiertas, la Palabra me
hizo aceptar con alegría (aunque tengo un problema), y no me fue dura una
renuncia.
Una historia de experiencia personal: un
día me percaté que parece que los demás no dicen cosas que vayan más allá de la
palabra “dolor” y me animó a no esperar a que otro dé un paso para estar en
Dios, pero debe ser en Dios.
El otro día me paró un hombre borracho:
luego la Palabra me ayudó a verlo como un Jesús con el cual construir una
relación hermosa teniendo paciencia con él…”
8.- “…yo entiendo que el fuego que
arde en mi pequeño corazón hay que removerlo para que se convierta en un gran
incendio. Cuando trabajaba en el extranjero, yo era capaz de hablar por
teléfono libremente con mis amigos aconsejándoles cosas para leer y contándoles
lo experimentado por mí. Y algunos también se abrían para las cosas de Dios.
Cuando volví, vi a un amigo, pariente.
Cuando le invité a rezar el rosario, dijo que vendría y de hecho vino todos los
días a la oración.
Otra situación para la que me ayudó la
Palabra: unos amigos han decidido separarse después de 10 años de matrimonio.
El marido me llama de vez en cuando y esta vez me mantuvo una hora al teléfono.
Sin embargo, la Palabra me animó a no juzgarlo, sino a escuchar con paciencia y
cuando tuve la oportunidad de hablar, traté de aconsejarlo…”.
9.- “…estos días he recibido mucho apoyo y
aprecio por el trabajo realizado; vi que otra persona también merecería quizá
que le expresasen reconocimiento y estímulo. Entonces me di cuenta que no viene
de mi merecimiento, sino de que vivía, de que he tratado de vivir, la
Palabra...”