domingo, 31 de agosto de 2025

TÚ, DIOS MÍO, ERES MI TESORO

 VIDA DE LA PALABRA                                     mes de AGOSTO


 

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34) y la de julio («Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión», Lc 10, 33):

1.-        En una homilía sobre la PdV le pregunté a la gente: “una vez que has hecho tus tareas y obligaciones, cuando te sientas tranquilo en el sofá, ¿qué es lo que piensas?; ¿hacia dónde se dirige tu mente? Porque… donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. ¿Se dirige a Dios (o a las cosas de Dios) o no?”.

         Eso mismo había estado yo practicando con fruto los días previos y, viendo el bien que le había hecho a las personas ponerlas a reflexionar, fue para mí un nuevo acicate para el resto del mes.

         Primero con mi madre, que estuvo muy muy delicada, con riesgo incluso de “irse”: yo trataba de tener todos los cuidados hacia ella y toda la paciencia; sin hacer nada más prácticamente en esos 5 días, (lo mismo que 3 semanas antes, otros 4 días, como te conté en el correo anterior). Y cuando regresa mi hermana a la que estaba yo supliendo para que ella “se aireara” unos días, estar dispuesto a no irme a las vacaciones programadas con mi comunidad de sacerdotes y quedarme, en cambio, con ellas dos: “mamá lleva toda la noche y esta mañana muy muy flojita y desorientada: me quedo, ¿verdad?”. Una vez dicho mi sí, dispuesto a perder el descanso y la comunidad, empezó ella a mejorar y a las 2 horas me dice mi hermana: “anda, termina de preparar tu maleta y vete tranquilo, que parece que se ha entonado”, (y aunque estuvo todavía unos días débil, a partir del 11 comenzó una ligerísima mejora progresiva, (y ahora está como hace 3 meses, que no es “para tirar cohetes”, ¡pero eso es muchísimo a su edad y tal como había llegado a debilitarse!).

         Junto con esa mejoría, mi segunda estancia en el pueblo para suplir a mi hermana que se marchaba 3 días a rezar y descansar en el monasterio de El Paular, de nuevo totalmente yo pendiente de mi madre. De pronto, mi hermana tuvo que ir con dolores al centro de salud allí en Rascafría 2 veces y finalmente la recogió mi hermano y estuvieron toda la noche en urgencias de un hospital. A la mañana siguiente de regresar ella al pueblo, de nuevo a urgencias en nuestro hospital: dio la cara un cólico nefrítico y le detectaron un mioma. Menos mal que había venido esos días otra de nuestras hermanas y pudo acompañarla para yo poder estar todo el día pendiente de mi madre, disimulando, a la vez, para que no se enterara de lo mi hermana, con lo “súper-preocupona” que es.

Tanto mi hermana, como yo: “Tú, Señor, eres mi tesoro; no el descanso; no la tranquilidad; no las consecuencias futuras de enfermedades de una u otra; mi corazón quiere estar también solo en Ti”.

 

1b.-    Entre una estancia y otra en el pueblo, los 10 días con los 14 sacerdotes, (acorté un poco, regresando 3 días antes, para que mi hermana pudiera ir a la hospedería de ese monasterio). Fueron días preciosos de unidad, de hacer todo con “Jesús en medio”: o todos “en comandita” o en distintos grupitos. Compartir experiencias sobre la Palabra de Vida y desde la última vez que nos vimos (después de Semana Santa, aunque casi todos los lunes nos videollamamos); comunicar lo que llevamos en el alma en esos momentos y los meses previos; compartir la obra que Dios por medio de su Madre va haciendo en cada uno de nosotros y con las comunidades o parroquias a las que servimos.

De verdad que logré descansar y “desconectar” totalmente, y, además, hacer mucho ejercicio y leer. Auténticamente, “Jesús en medio” es nuestro descanso y nuestra paz, y nuestro Maestro.

         Al regresar yo antes que ellos, en el coche, daba gracias a Dios sin que se me apegara el corazón al descanso ni a la vida comunitaria tan bonita; aunque también con un pequeño peso: quizá debería haber hablado más todavía con cada uno de ellos dejando algún rato de lectura. Nuestra vocación es vivir en comunidad y, por las circunstancias pastorales y diocesanas, no podemos hacerlo y nos tenemos que contentar con “vernos” on-line y luego estas pocas veces al año. Bueno, también eso lo puse en manos del Señor: por esta vez ya no tenía remedio y vivir bien cada momento presente en la Voluntad de Dios por amor era el mejor modo de repararlo, (y estar pendiente la próxima vez de dedicarles más tiempo).

 

2.-        A veces discuto con una persona influenciada por las ideas de otras tradiciones religiosas del lejano oriente. Dice que Dios se olvida de nosotros, que le da igual lo que nosotros hagamos y por eso nos ha dejado libres para hacer incluso el mal.

Le mandé hace unos días una homilía de Benedicto XVI, del 28 de abril de 2013, (ya como Papa emérito desde hacía pocas semanas en CastelGandolfo), comentando la oración colecta de la Misa de aquel día: “…la verdadera libertad no es hacer todo lo que se me ocurra, sino que yo llegue a ser conforme a la verdad de mí mismo. La verdad de mí mismo es mi vida, de tal modo que verdad y libertad estén unidas en mí y la verdadera libertad se cumpla. En esta vida nunca somos completamente libres, estamos en camino hacia la libertad. Pidamos al Señor que nos ayude a ponernos en camino hacia esa verdadera libertad, donde la verdad de nuestro ser y nuestra voluntad coincidan y así podamos realmente, libremente, vivir conforme a lo que debemos ser.

[…] El sueño de los israelitas era su tierra, ser libres en su tierra, es decir, ser libres y propietarios. Pero esa solo es una condición preliminar. La verdadera libertad –que aparece en el Nuevo Testamento– y la verdadera tierra de nuestro ser es Dios. Dios mismo es nuestra herencia: estar unidos a Dios significa entonces encontrarse en la plenitud del ser, la felicidad. Pidamos al Señor que nos ayude a ir hacia esa verdadera herencia, que será nuestra alegría permanente, la verdadera vida.”

Entre otras personas, también mandé este texto a otra amiga, (que está luchando contra su cáncer desde hace unos meses), y me contestó lo siguiente: “Profundísima e interesantísima reflexión de Benedicto. Me ha gustado muchísimo, va conmigo: voy en ello a esa Libertad –con mayúsculas– y a esa Herencia de Dios y con Dios. Gracias”.

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la de Palabra de Vida de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34), la de julio («Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión», Lc 10, 33) y la de junio («Dadles vosotros de comer», Lc 9, 13):

1.-        “… en mi periplo misionero anual como jubilada, anteayer visité a tres personas, le dije al Señor: “pon tus palabras en mi boca, sabes que soy cortita en palabras”. Él siempre me pone en mi boca sus palabras y a la gente les hacen efecto, se les caen las lágrimas de alegría, me dicen: “vuelve”. Me abrazan, les pregunto qué necesitan para comprarles si puedo aquí, pero hay cosas, (medicinas, ropa…), que yo enviaré cuando regrese a España: se sienten felices, porque siempre les llega. Yo me siento satisfecha con enviarlo. Me privo de ciertas cosas para enviar cada paquete.

Ayer, una de las personas que ayuda a repartir lo que envío, vino a buscarme: siempre lo hace cuando vengo. Me cuenta a quién reparte, aunque no acabo de poner cara, sobre todo a los niños. Se lo da a una doctora, que va a la selva a ver a los niños, que van medio desnudos, porque no pueden comprar. La doctora está feliz, porque puede ayudar.

La persona que lo reparte me dice que gracias a mí puede vivir bien, porque su niño pequeño, que es mi ahijado, tiene una enfermedad rara y tiene que ir a varios médicos; a ella la gusta hablar conmigo: me cuenta su vida, que ella se enfermó y gracias al marido y a sus hijos ha podido salir adelante. Me dice: “gracias a Dios que me ayudas en todo”. Su hija de siete años es muy tímida, pero este año le he preguntado por cosas del cole y amigas que tiene; me ha hablado como un lorito, pero cosas muy interesantes de niña. Yo le he explicado cómo tenía que decir: ella escucha con mucha atención y decía “sí, tía; lo haré”…. 

 

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