viernes, 31 de enero de 2025

CREER EN JESÚS QUE ORÓ POR LA UNIDAD

 VIDA DE LA PALABRA                  últimas semanas de ENERO

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de enero («¿Crees esto, Jn 11, 26) y la de diciembre, («Nada es imposible para Dios», Lc 1, 37):

1.-        La PdV del mes me venía en mente y corazón muy a menudo: cada vez que había una situación o una conversación algo compleja, yo le pedía al Señor, y, en seguida, era como si Él me preguntara… “pero… ¿crees esto?”. Y era un contestar “sí” en cada una de las situaciones.

P.ej. con una persona que no veo fácil resolución, “sí, creo; me fio de Ti”;

al acabar la oración por la unidad cada uno de los días, “ídem”;

terminando el retiro internacional de sacerdotes en clima de palpar casi la presencia del Resucitado en medio por el amor recíproco, “¿crees esto?”, “sí”, “y crees que se pueda seguir viviendo así en tu ambiente y en el futuro”, “sí, con tu Gracia, sí”;

ante algunas cosas que se me entrecruzaban en la agenda y le pedía no llegar tarde, “sí, creo; voy a serenarme y termino con paz esto”, y luego los otros se retrasaban y yo llegaba a tiempo, (el lunes la reunión de sacerdotes; el jueves la venida de los de una ong, etc.).

Y, por supuesto, un “gracias” gigantesco en el corazón en cada una de esos momentos.

 

2.-        El martes vino a visitarme a la Parroquia un sacerdote ortodoxo rumano. Llevaba yo tiempo queriendo conocerlo a través de unas amistades en común desde mi anterior parroquia, pero durante estos años no habíamos podido concretar un encuentro. Venía acompañado por ese matrimonio amigo: él, español católico, y ella, ortodoxa rumana, (aunque colabora muchísimo con mi parroquia anterior y acompaña a menudo a su madre y a su hermana a la iglesia ortodoxa).

Les enseñé mi parroquia y les expliqué las vidrieras y, a la vez, íbamos intercalando conocimientos de la historia de las respectivas tradiciones o de tantos momentos de la historia (sobre todo del primer milenio) que tanto nos unen.

Después en nuestro despacho parroquial, le mostré una pequeña colección que había de iconos, muchos de ellos ortodoxos, que él fue comentando y explicando detalles que yo desconocía.

Una de las señoras que nos ayudan en el despacho, luego me escribió contenta por whatsapp: “ha sido superinteresante escucharos".

2b.-     Después les invité a tomar un café y fuimos a la pastelería que bendije hará un mes, y que está regentada precisamente por una rumana ortodoxa.

Ya servidos los cafés, antes de empezar, le pedí al sacerdote que hiciera una oración y bendijera a la dueña. Decía él: “jamás me hubiera imaginado que un cura católico me presentara a una ortodoxa”.  Cuando no había clientes en la barra o en el mostrador, yo hacía seña a la dueña que de nuevo se viniera a la mesa: estaba feliz de estos invitados.

Los 5 charlamos animadamente de cómo vivimos la fe y detalles que unos tenemos y otros no. La historia de algún santo ortodoxo, como S. Arseni. O la historia de alguno católico, y de otros que todavía no han sido así declarados, (muy recientes), como el Card. vietnamita Van Thuan o el Card. Miloslav Vlk de Praga (“de limpiacristales a arzobispo”), pues hablábamos de los tiempos de persecución en esos países de Europa Oriental donde no preguntaban si unos eran católicos y otros ortodoxos, sino que simplemente se les perseguía o martirizaba por mantener la fe en Jesucristo, por ser cristianos.

Yo concluía diciendo y todos asentían: “cuanto más cerca estemos de Cristo, más cerca estaremos entre nosotros y entre nuestras iglesias; cuando más vivamos el evangelio, que se resume en amar, más cerca estaremos entre nosotros y entre nuestras iglesias”. Y el pope ortodoxo corroboraba: “lo que ha faltado entre nuestras iglesias en la historia ha sido precisamente amor”.

Fue una rato precioso entre 2 católicos y 3 ortodoxos, (aunque una vive la fe más con los católicos); entre 2 sacerdotes y 3 laicos. Uno de los que le acompañaban a él luego me escribía: “Paco, la verdad que ha sido todo muy bonito, estos momentos son los que quedan en el corazón”.

2c.-      Ayer jueves les he devuelvo yo la visita para conocer la nave que tienen adaptada como iglesia ortodoxa: preciosamente cuidada en su interior y con multitud de iconos interesantes. Yo escuchaba con gusto todo lo que el pope, con más gusto aún, me iba explicando sobre esos iconos y sobre la liturgia ortodoxa. Y luego el ratito del café, igualmente fraterno: ¡con ganas de volver a encontrarnos en otros momentos y seguir la conversación!

2d.-     Todo ello me hacía recordar la ceremonia del sábado pasado en la catedral de la Almudena, celebración con la que se clausuraba en la diócesis de Madrid el Octavario de Oración por la Unidad de todas las Iglesias y comunidades eclesiales cristianas: fue una hora y media que realmente elevaba. Presidió la oración el Cardenal de Madrid y, junto a él, sacerdotes o pastores o representantes de distintas denominaciones cristianas.

“Nos haces uno en ti”, decía la letra del canto inicial “Siempre en Ti”, del grupo internacional Gen Verde. Y luego, mientras una catedral repleta de cristianos de distintas confesiones cantaba el “Ven, Espíritu, ven”, (de Marco Barrientos), un sacerdote iba intercalando oraciones preparadas e improvisadas, pero muy inspiradas unas y otras, que elevaban el alma a todos. El evangelio proclamado, Jn 11, en que Jesús pregunta “¿Crees esto?” (lema del Octavario y, también, Palabra de Vida que estamos tratando de practicar este mes), nos hacía decir con esperanza un “sí, creo”, no solo al recitar todos juntos el credo de Nicea en su 1700 aniversario, sino también sí creo que la unidad que Cristo pide al Padre se realizará algún día, aunque pasen decenios o siglos, porque lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. ¡Porque Jesús lo pidió y lo sigue pidiendo al Padre!

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la de Palabra de Vida de Vida de enero («¿Crees esto, Jn 11, 26), la de diciembre («Nada es imposible para Dios», Lc 1, 37) y la de noviembre («Esta viuda, en cambio, ha echado todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir», Mc 12, 44):

1.-        muchas gracias, una vez más, por estos correos PdV. Son mi gasolina para mi vida interior. No te desanimes en continuar esta labor que nos ayuda a tantos. Yo ahora vivo en Nueva York, una ciudad que es maravillosa y peligrosa a partes iguales. La Gran Manzana vive a cámara rápida y en distracción constante. Nadie parece que tenga tiempo para Dios. Es una ciudad que “te come”. Por eso es muy importante para mí tener momentos de parar, reflexionar, mirar a Dios y dejar que Él me mire para recordar el propósito real de mi camino. Gracias de nuevo por tu ayuda.

 

2.-        aunque soy parco en palabras y nunca encuentro el tiempo de contestar a todas las misivas que recibo, te tengo que decir que yo voy leyendo tus e-mails con la palabra de vida. Me resultan muy útiles en general, los disfruto para los momentos que tengo libres para obligarme a parar un poco y reflexionar sobre las cosas importantes de la vida: me refuerzan en la tenacidad que uno debe tener a veces para mantenerse en el camino elegido a pesar de todas las cosas que nos rodean y que nos tientan a ir por caminos fáciles y a la larga menos gratificantes. También me ayuda en ese momento de reflexión agradecer a Dios y a mis seres queridos todos los sacrificios que están haciendo por mí. Aprovecho también para darte las gracias a ti.

Me alegra comunicarte que mi familia ha estado visitándonos aquí en Arabia Saudí en Navidad. Gracias a Dios, he podido pasar estas fechas tan señaladas con ellos, son unos días muy importantes para mí, que me traen muchos recuerdos y me alegro mucho de poder estar acompañado por los más queridos.

Aquí hay una comunidad importante y hemos podido asistir a Misa estos días, (cuando las niñas nos lo han permitido)… y, aunque hay misas también en español, me toca ir a la de inglés y ando un poco perdido... Es muy interesante conocer cómo la Iglesia se organiza para llegar a todas las partes del mundo que no son tan favorables como España; me acuerdo de mi tía, que era catequista, y me contaba lo importante que era la labor de los misioneros que hay por el mundo.... ¡Qué valentía tienen y que tenacidad demuestran! y qué gran sacrificio.

 

4.-        después de un largo día viendo sufrir a tu madre, intentando aferrarse a la vida, vida que ya no es vida, pues solo tiene sufrimiento.

Después de un largo día, viendo a tu padre sufriendo al ver a su esposa, en el lecho de muerte, viéndola luchar y sufrir, hora tras hora, minuto a minuto, segundo a segundo. Viviendo en sus carnes ese dolor que parece ese calvario que están viviendo.

Después de un largo día, viendo a mi madre luchar contra la llamada del Señor, y a mi padre intentando tener una esperanza de vida y recuperación de su esposa, para seguir el camino que durante casi 61 años Dios les ha marcado y les ha guiado, para seguir compartiendo buenos y malos momentos con sus seis hijos, sus nueve nietos y sus dos biznietas.

Después de uno,  otro, y otro... día, piensas que, con toda la angustia que llevas en tu alma, y el cansancio que llevas en tu cuerpo, no vas a poder conciliar un sueño reparador, que te dé fuerza para afrontar el siguiente día. 

Pero ahí está ÉL, el que nunca te abandona, el que sufrió un calvario por nosotros, está ÉL, acompañado de su Madre, como yo acompañando a la mía, dándote la PAZ que necesitas. Y te agarras a la Cruz que cuelga de tu cuello, y rezas el Padre Nuestro y el Ave María, y sin darte cuenta ÉL entra en ti, y ELLA te  arropa, y el sueño te envuelve y caes en sus brazos plácidamente, consiguiendo tener la Paz y el descanso para iniciar un nuevo día. 

Mis “catequistas”… me enseñaron que la mejor manera de enseñar el Amor de Dios, es hacer ver a los que te rodean lo que Dios hace en ti.

  

Si quieres leer más experiencias similares, 

de gente de todo el mundo,

puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ

o también AQUÍ o AQUÍ