jueves, 31 de octubre de 2019

CONSERVA EL DEPÓSITO DE LA FE

VIDA DE LA PALABRA                       octubre 2019

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14) y la de septiembre («Confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros», 1 Ts 5, 11):

1.-        Entré a saludar al pintor, (lo conozco de hace tiempo y lo ayudábamos con alimentos), que estaba cubriendo el mobiliario para que no se manchara cuando él comenzara su trabajo. Charlamos unos instantes antes de meterme yo a mi tarea.
            Cuando acabé, aunque tenía yo mucha prisa para coger el coche e irme, entré de nuevo para despedirme y desearle buen trabajo. Al marcharme… se vino un poco detrás de mí y… me dice: “padre, ¿me podría confesar?”. Así que, él con su mono lleno de goterones de pintura y yo con una sonrisa acogedora estuve escuchándolo (tenía él ese trabajo puntual de un día, pero llevaba 8 meses en paro; 3 hijos y no sabía cómo pagar a final de mes el alquiler) y luego confesándolo. Me agradeció infinitamente lo uno y lo otro, al menos compartir el peso: “confío en Dios, aunque a veces me atenaza la angustia”. Me admiró: “conserva el buen deposito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros”.

1b.-      Con esto “en mi retina”, luego en la convivencia a la que fui, por la tarde una frase de los jóvenes me impactó. Nos contaba una veinteañera: “en el encuentro que participé, nos preguntaron los asistentes qué esperábamos los gen (=GEneración Nueva; jóvenes del movimiento de los Focolares) de los adultos. Después de hablarlo entre nosotros, les contestamos: «ver a Dios a través de vuestros ojos»”. ¡Debemos trasmitir íntegro el depósito de la fe, enriquecido por haber vivido la Palabra!

2.-        Al comenzar ese miércoles la ronda de visitas en el hospital, veo un apunte para una habitación: “persona difícil; poco religioso”. Cuando entré ahí estaba él solo; yo no sabía que estaba bastante sordo y salí con esa misma convicción.
            A la mañana siguiente, estaba la hija. En el modo de saludarme noté que ella sí tenía mucha fe y en seguida me dijo que llevaba muchísimo tiempo rezando para que su padre se reconciliase con Dios: “he prometido incluso hacer una peregrinación a Fátima y allí hacer el recorrido de rodillas”. Seguidamente, me advierte que su padre apenas oye. Así que, cierro la puerta y me dispongo a hablar “a voz en grito”.
            Nada más presentarme, el hombre me espeta: “¡Dios no existe!”. Y otras cosas. Luego añade: “es una injusticia los niños pequeños con cáncer en hospital Niño Jesús; ¡Dios no puede existir!”. Gritando, para que me oiga, contesto: “lo que sería una injusticia sería que Dios no existiera; sería injusto que encima de sufrir ahora esos niños, no hubiera Vida Eterna si no existe Dios”. “Dios los ama inmensamente. Y te Dios te ama inmensamente a ti”. Con estas y otras cosas, dichas gritando, la verdad es que, aunque con la sonrisa, por el esfuerzo lo decía yo muy enérgicamente: no hablo yo nunca a nadie en tono impositivo, pero lo pudiera parecer en ese momento. Mi “táctica” es, más bien, escuchar pacientemente y esperar a través de ese amor que Dios quiera empezar a tocar el corazón de mi interlocutor.
A mis primeras propuestas de rezar algo juntos o de confesarse, afirmó, entre retante y orgulloso, que hacía muchos años que no se confesaba. La hija se escandalizaba un poco de las respuestas de su padre por decirlas ante mí y trataba de hacer reflexionar a su padre, (aunque debía ella conocer muy bien ese discurso); yo, más bien, con un gesto de las manos, le decía a ella que se callara; que me dejara; y que rezara.
            Al poco, vi que Dios ya había empezado a obrar: el buen hombre recordó su etapa de monaguillo hace muuuchas décadas.
Aunque me estaba yo poniendo rojo de vergüenza de pegar esos gritos, (desde el pasillo, si alguien escuchaba, podría parecer que yo estaba agresivo; menos mal que la hija, a mi lado, atendía y rezaba en silencio; porque, cuando quiero, tengo voz potente y se me debía estar oyendo en todo el hospital), apoyándome en su etapa de monaguillo, le propuse al hombre: “mañana cuando yo venga, si te parece bien, y si quieres, vamos a hacer 3 cosas. Una: tú recibirías de niño la primera Comunión, ¿verdad? Y antes te confesaste seguramente, ¿a que sí? Te vas a confesar, y para eso esta tarde hablas con Dios y dejándote mirar por Él, repasas todos tus pecados y te vas arrepintiendo de ellos, ¿vale?”. Para mi sorpresa hace un gesto afirmativo con su cabeza: “sí, padre”.
Eso me anima, al ver que las oraciones de la hija tantos años, están ahora produciendo efecto. Continúo: “Dos: hay un sacramento por el cual Dios nos sana interiormente (e incluso exteriormente también a veces) y por el cual nos da paz, fortaleza y consuelo para llevar bien la edad avanzada, o una enfermedad, o una hospitalización. Es el sacramento de la Santa Unción, para los enfermos. Así que, (yo seguía hablando a voz en grito, para que me escuchara bien, aunque pareciera un tono casi impositivo, pero yo notaba que era el modo con el cual Dios pretendía ir tocando su corazón), mañana te lo administro, ¿quieres?”. De nuevo me deja sorprendido su docilidad, (parecía que se habían derrumbado todas sus barreras de defensa): “sí, padre”.
Me crezco y continúo: “Tres. Igual que recibiste la comunión de chico, mañana con la misma ilusión, también la vas a recibir. ¿Te parece bien?”. Se le humedecen los ojos… y movimiento la cabeza: “sí, padre”.
Su hija estaba atónita… ¡y feliz!: “padre, ¡¡me tiene que buscar una peregrinación pronto a Fátima!!”.
            Yo me temía que durante el día y la noche, al hombre se le hubiera olvidado todo o hubiera cambiado de opinión. La verdad es que su hija, también se lo temía, así que, cuando el viernes llamo a la puerta sale ella a recibirme feliz: «mi padre decía entristecido: “el sacerdote no ha venido; al padre se le ha olvidado”; pero yo le aseguraba: “todavía no ha acabado la mañana; el capellán vendrá, aunque se hundiera el hospital».
            Le administré los 3 sacramentos, “a grito pelado”. El hombre, en cada uno de ellos, con lagrimillas de emoción y agradecimiento en las oraciones. Y recordando con bendiciones al párroco de su infancia. La hija feliz: “¡esto es casi un milagro!”.
            Yo, ¡más feliz! Aunque con un poco de vergüenza por mis auténticos “berridos” y ya casi ronco. Después de despedirme de ellos, abro la puerta para salir… y, de pronto, me topo de frente con 2 que estaban paradas sonrientes casi pegadas a la puerta: “¡qué ceremonia tan bonita!; ¡qué emocionante la Unción de los enfermos!”. Eran 2 monjitas, (una de ellas con pijama de enferma de hospital), que lo habían oído a lo lejos y, no sabiendo que había Capellán en ese hospital, se habían ido acercando a esperar que yo saliera para luego pedirme que les diera la comunión.
            Los demás días he seguido visitando a aquel hombre… cada día mejor físicamente y también espiritualmente. Cada día me dejaba más sorprendido: contaba cosas de su párroco y de cuándo él le ayudaba como monaguillo; recitaba alguna oración en latín “macarrónico” o enteros párrafos del catecismo narrado; ¡y ha querido comulgar cada día hasta que ya le han dado el alta! Realmente el “depósito de la fe” ha permanecido vivo en él, (aunque había estado enterrado muy en el fondo), durante todo este tiempo: oración y cariño lo han hecho aflorar.

3.-        Suelo visitar el comedor de Caritas. Una de las voluntarias me comenta que la semana próxima irá de viaje a otro país y, de paso, allí dedicará un par de días a una de sus raíces familiares, (un tío), para visitar donde vivió y el cementerio donde está.
Recordando el “depósito de la fe”, le comento que precisamente los primeros días de noviembre se puede lucrar indulgencia plenaria rezando con devoción por los difuntos en algún cementerio (además de, como se requiere para toda indulgencia, confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del Papa).
En seguida responde que una de las cosas que más le cuesta siempre, (y por eso la aplaza mucho), es la confesión, aunque conoce bastante a su párroco. Inmediatamente le ofrezco: “mira, a mí ya me vas conociendo también: ahora mismo, si quieres, damos un paseo por la calle o por el pasillo y te confieso, que ya estáis acabando la tarea”. Otra compañera suya interviene al instante: “a mí también me cuesta muchísimo la confesión”. Así que, una después del desayuno y otra después de la comida han recibido el sacramento de la reconciliación y han participado de la alegría que Dios Padre tiene de derramar su misericordia perdonando los pecados: ¡cada una a su modo luego estaba radiante (y con alguna lagrimilla de emoción)!



Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14), la
de septiembre («Confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros», 1 Ts 5, 11) y la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):

1.-        “creo un deber mandarte unas letras y decirte cómo la PdV me está haciendo mucho bien; tus testimonios, lo mismo que los de otras personas, trasmiten vida y llegan al corazón.
Yo lo voy viviendo en concreto desde el “pasapalabra” que me llega diario y esto me ilumina y recuerda cada día desde una nueva faceta, tan sencillo y a la vez con la novedad del amor de Jesús, procurando actualizarlo en cada momento que me acuerdo; amor paciente, corazón libre, ponerme en el lugar del otro... Mi experiencia ha sido de una gran paz interior, se me ha hecho luz para valorar lo importante que es amar para aprender a amar como Jesús, ¡cuántos ámbitos se nos esconden por nuestro egoísmo!
Cuando me encuentro con alguien procuro compartir saludando cruzando alguna experiencia de vida que le pueda ayudar y te diré que lo dado me vuelve a mí con una nueva necesidad de dar; en el fondo vivo el día a día con gozo sabiendo que la gracia me ha sido dada y darla es la mejor manera de cuidarla.

2.-        “… el domingo al ir a Misa me encontré de nuevo en el parque a la señora alcohólica. Como te conté en otras ocasiones, la escuché largamente o fui a por comida y se la bajé o avisé a Servicios Sociales, pero siempre me quedaba una inquietud en el corazón. ¡Dios me la ponía delante! Pero, esta vez, además, ¡al venir a Misa! Siempre te digo que todos somos iguales: que yo no soy mejor que ella; que yo podría estar en una situación similar; nadie es más.
Desprendía un fuerte hedor. Llevaba ella por fin 15 días sin beber, ¡pero 3 en los que había caído de nuevo y su marido la había echado de casa! La invité a que diéramos un paseo: casi no se tenía en pie; como pude, (acuérdate que soy menudilla), la cargué, la llevé a mi casa, (un segundo sin ascensor) y la ayudé a que se duchara. ¡Ni llevaba ropa interior! ¿Te imaginas? Le regalé alguna de la mía.
Luego, parecía otra. Le di un plátano, (ya tú sabes que a menudo no tengo nada de comida), y un rosario de colores que traje de mi tierra: ¡empezó a darle besos al rosario y a la cruz! ¡Ni te lo imaginas! Y ni miraba al plátano, aunque debía tener hambre. ¡No paraba!
No sé si habré cometido una imprudencia (¡me daba yuyu!) o habré hecho bien, pero, por lo menos ha estado unas horas protegida, (como es alcohólica, tirada en el parque alguien le podría haber hecho algo). “A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos mar si le faltara una gota”, dice una frase atribuida a Madre Teresa de Calcuta.
A la mañana siguiente, vino un amigo... y en seguida me advirtió del mal olor que tenía mi piso. Le conté lo de la señora, pero no solo no lo valoró nada, sino que se lo tomó a guasa. Luego hice la limpieza a fondo….

3.-        “este mes me siento más activa y alegre y eso se contagia en casa y en nuestro entorno.
Nos hace mucho bien la PdV, pero notamos más aún el efecto de tu homilía cada domingo. Creo que pedir "aumenta mi fe" sin duda ayuda muchísimo a llevar el día a día con mejor ánimo y dar más valor a lo que realmente importa.

4.-        “gracias por tu correo quincenal con todos estos ejemplos que nos envías. La distracción, la tibieza, la falta de ganas, la apatía, desaparecen a leer estas líneas y de nuevo el Espíritu entra con fuerza en mi pobre ser.
De nuevo, GRACIAS, Paco.





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jueves, 17 de octubre de 2019

VIVIR GUIADOS POR EL ESPÍRITU SANTO

Para renovarnos en practicar la Palabra de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», a cada instante, unos textos que nos ayuden:



DEJARSE GUIAR POR EL ESPÍRITU DE DIOS

"Hacerle sitio" en casa, que viva con nosotros.
Sin vida espiritual es difícil mantener la paz del corazón.
Un poco de silencio, menos prisas, y Él habla en la conciencia: es nuestro Bien y nuestra Verdad más profunda.

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra 13 de octubre de 2019





EXPERIMENTAR LA LIBERTAD DE QUIEN VIVE LA PALABRA

¡Cuántos y cuánto hablan!: las circunstancias, las personas, el trabajo, las ocupaciones... Pero solo Uno habla "de Verdad", con sabor a Eterno e Imperecedero. Y esa Voz Interior es la única fuerza que ayuda a volar alto. 

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra 8 de octubre de 2019






DÓCILES AL ESPÍRITU SANTO

La asistencia del Espíritu Santo es esencial para que practiquemos el bien y la justicia, y vivamos el amor de la misma manera como es concebido por Dios.
Él nos da la sabiduría y el discernimiento sobre el mal y el bien para que tengamos una vida digna de hijos de Dios;
la fortaleza para resistir las tentaciones, soportar las persecuciones y todas las tribulaciones de la vida;
Él mejora nuestra inteligencia para entender y profundizar las verdades reveladas y las ciencias humanas;
también nos ayuda a ser buenos consejeros para ayudar a nuestro prójimo en el camino del bien;
ilumina nuestra inteligencia para entender el fin sobrenatural de todas las cosas; Él nos enseña a vivir de modo santo nuestra relación con Dios, encontrando gozo y satisfacción en la oración y en las prácticas de piedad;
es decir, nos ayuda a hacer con sinceridad la voluntad de Dios, dándonos la gracia de vivir en sintonía con los preceptos de su ley, que son expresión de amor puro del Padre.
Todo en nuestra vida es un bien precioso que debemos guardar y apreciar con la ayuda del Espíritu de Dios.

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra 13 de octubre de 2019





PONER TODA LA ATENCIÓN EN LA VIDA CONCRETA

No es malo soñar una vida mejor; es malo olvidar que, ahora mismo y aquí, "la mejor" es esta, con estas personas y en estas circunstancias. Y su mejoramiento solo depende de la plenitud de corazón que yo le pongo.

P. MANUEL MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra 10 de octubre de 2019



miércoles, 16 de octubre de 2019

PERSEVERAR EN LA FE

VIDA DE LA PALABRA                primeras semanas de OCTUBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14) y la de septiembre («Confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros», 1 Ts 5, 11):

1.-        Hablo con frecuencia con una persona que tiene mucha inquietud: nunca recibió una educación religiosa, ni oyó hablar de ningún tema relacionado. Le resulta todo absolutamente nuevo.
En algunas ocasiones, ha escuchado otro tipo de explicaciones (pseudocientíficas o de otras religiones) a los temas fundamentales de la vida y de la trascendencia.
A menudo le repito en voz alta: “creo, Señor, pero aumenta mi fe”. Me contesta que no la tiene, (como una mezcla de ganas y de dudas, como una lejana adolescencia). Me repito en silencio cuando ya no se me ocurren más argumentos (“auméntanos la fe”), a la vez que escucho con atención sus disquisiciones para discernir si tienen algunas “semillas del Verbo”, pequeños puntos de verdad, (relacionados con el “depósito de la fe”), a partir de los cuales empezar a “construir”. Y siempre le aseguro que sí tiene fe (la recibió en su reciente bautismo), pero que tiene que “regar” y poner “al sol de Dios” ese precioso don recibido en ciernes.

2.-        En distintos días han venido a disculparse (traídos por sus respectivas madres) dos de los siete adolescentes que hará unos 20 días estuvieron en el tejado de la casa parroquial a las 4:30 a.m. Eso les honra a unos y otras. Y me edificó.
Traté de ayudarles a comprender que las curiosidades y travesuras, (al final, tan solo querían hacer unos “selfie” en altura), podrían haber traído muy malas consecuencias y fácilmente se hubieran podido matar de una caída o electrocutar.
Los animé a que tuvieran iniciativas, sí, pero que fueran útiles para el bien común, para los necesitados.
Desde el principio, tenía yo en mente la PdV para que no perdieran “el depósito recibido”: traté que cada gesto o palabra sirviera sobre todo para construir y, también, para entablar un inicio de amistad con mayores y jóvenes. Y creo que sí hemos dado un paso en este sentido.

3.-        Durante los once años y medio que viví en Las Matas, todas las mañanas tomaba yo el tren hacía Madrid. Ayer, después de algo más de tres años, me encontraba de nuevo en esa estación.
Habiendo perdido la práctica, como anécdota al sacar el billete, (aparte que la primera máquina en que lo intenté durante un buen rato, no funcionaba bien), luego me dejé las vueltas sin recoger, (me di cuenta cuando ya había pasado el torno). Me dio fastidio, pero “Tú, Señor, eres mi único Bien”: mi tesoro no es el dinero.
            Al ser una hora distinta de aquel entonces, no pensé encontrar a ningún conocido, así que me senté a leer mientras esperaba el tren. Al instante se acerca muy sonriente alguien a quien en aquella época veía cada mañana los primeros años. Pasan años sin vernos, pero la amistad permanece (también a través de este correo).
            A los pocos minutos me dice: “me gustaría confesarme”. Así que le propuse que al subir al cercanías, buscáramos un sitio discreto y así hicimos en un extremo del vagón. Paz y alegría inmensas de distribuir la misericordia de Dios-Amor. Ratito luego de animada y bonita conversación: “edificaos los unos a los otros”.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros», 2 Tm 1, 14), la de septiembre («Confortaos mutuamente y edificaos los unos a los otros», 1 Ts 5, 11) y la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):

1.-        “millones de gracias por seguir mandándome la PdV: me encanta recibirla y leerla, y además es una forma de saber de ti.
El año pasado empecé a dar catequesis de confirmación y este año seguiremos con el mismo grupo, justo hoy empieza, y la verdad es que tu PdV me ayuda mucho en esta tarea... Te pido por favor que reces por mi labor como catequista porque, la verdad, soy muy inexperta y muy "pequeña" y me cuesta mucho conseguir la atención y llegar al corazón de 20 niños de 11 años. ¡Muchas gracias por todo!.

2.-        “me siento llena de DIOS. ¡Cómo me alegro y me animo con la PALABRA DE VIDA y las reuniones del YouCat!
Casi todas las noches intento (la mayoría lo consigo), tener a Dios en mi interior: gozo con ello. Me da un salto el corazón y lo siento con profundidad.
Todo esto, me ayuda a ver a Cristo en los demás.
Gracias por ayudarme como lo haces. Con el Amor del Señor.

3.-        “gracias como siempre por enviarnos la PdV.
En este mes especial de los misioneros, qué difícil tarea tienen y cuánto valoro su esfuerzo por los demás. Sobre todo, pienso que si para mí mi misión primera es mi familia y a veces tengo la sensación de que no lo hago bien del todo, (teniendo en cuenta que recibo alguna que otra crítica de los míos, y eso es "durillo"), cuánto más duro darse a los demás entregando su tiempo y su vida.
Menos mal que la oración ayuda mucho y pedir disculpas y aceptarlas. Es ahí cuando siento el Espíritu y me siento más fuerte. 
Gracias porque la PdV me ayuda mucho.

4.-        “muchas gracias por la Palabra de Vida, Paco. Me ha ayudado también mucho tu homilía de hoy: “transmitir la fe por contagio”. Me alegro mucho de retomar las catequesis con los niños: doy gracias a Dios por ello.

5.-        “hace unos días una definición en el YouCat me llegó al corazón…: “cada acto de culto es como una cita de amor que Dios escribe en nuestra agenda”. Pensaba en ella cuando esta mañana rezaba el rosario.
Reconozco que me ha costado acostumbrarme a rezarlo. Al principio, la verdad, lo hacía como algo repetitivo y sin mucha constancia. Tampoco lo rezaba entero: uno, dos misterios.
Un día vino triste mi marido… Estaba preocupado por la salud de un niño… y me propuso rezar, por él, durante varios días el rosario entero… Empecé rezándolo por ese niño concreto y luego añadí otros enfermos conocidos, y rezaba también por todos en general... En otra ocasión rezaba por los sacerdotes, otro día por los amigos, por las familias…, los pobres...
Ahora, en verdad, siento que cuando rezo el rosario acudo a una cita con María para nada repetitiva, para nada tediosa. Es como tener una charla entre amigas. Como dos madres que se juntan para hablar de los hijos y es que, cada vez que una cuenta del rosario pasa por mis manos, pienso en una persona concreta, a veces conocida, a veces no. Cada vez que llego al “ruega por nosotros” lo concreto, y le digo “te ruego, te pido por...” hoy tiene un examen, está enfermo, acompáñale en su destino nuevo, ayúdala a discernir, dala un poco de luz en este momento en que se encuentra sola....
            O bien le agradezco su presencia en mi vida, o... No generalizo, lo personalizo.
Sí. Para mí el rosario se ha convertido en una cita muy importante en mi agenda. Una cita con María. ¿Repetitiva? ¿Aburrida? ¡Todo lo contrario!
            Tras saludar a Maria, empiezo un diálogo con ella. Ella me recuerda los momentos cruciales de su Hijo: dolorosos, luminosos.... y pensando en ellos, yo le hablo de sus otros hijos y… con lo grande que es la familia de Dios, la de cosas que pasan: ¡imposible aburrirse! Más bien todo lo contrario, hay días que me cuesta dejar el rosario repasando con María la vida de su Hijo y la de todos los que se van cruzando en mi vida.
No hay dos días, dos rosarios, dos citas con María, iguales...
Gracias a ti por recomendarme acudir a María y al YouCat que me tiene fascinada.



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martes, 1 de octubre de 2019

MANTÉN LO QUE DE DIOS HAS RECIBIDO

PALABRA DE VIDA                octubre 2019


mediante el Espíritu Santo
que habita en nosotros»
(2 Tm 1, 14)

El apóstol Pablo escribe a Timoteo, su «hijo en la fe» (1 Tm 1, 2), con quien ha compartido su actividad evangelizadora y a quien ha encomendado la comunidad de Éfeso.
Sintiéndose próximo a morir, Pablo lo alienta en esa esforzada tarea de guía. Pues Timoteo ha recibido un «buen depósito» –el depósito de la fe cristiana– tal como lo transmitieron los apóstoles, y tiene la responsabilidad, a su vez, de comunicarlo fielmente a las generaciones sucesivas.
Para Pablo esto significa proteger y hacer que resplandezca el don recibido, y estar incluso dispuesto a dar la vida con tal de difundir la alegre noticia que es el Evangelio.

«Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros».

Pablo y Timoteo han recibido el Espíritu Santo como luz y garantía para su irremplazable tarea de pastores y evangelizadores. A través de su testimonio y el de sus sucesores ha llegado hasta nosotros el anuncio del Evangelio.
Del mismo modo, cada cristiano tiene su propia «misión» dentro de la comunidad social y religiosa: construir una familia unida, educar a los jóvenes, comprometerse en política y en el trabajo, cuidar de las personas vulnerables, iluminar la cultura y el arte con la sabiduría que da vivir el Evangelio, dedicar la vida a Dios para servir a los hermanos.
Es más, según las palabras del papa Francisco a los jóvenes, «[…] cada hombre y mujer es una misión […]». El mes de octubre de 2019 ha sido proclamado por la Iglesia Católica «Mes misionero extraordinario». También nosotros podemos aprovechar para renovar conscientemente el compromiso de testimoniar nuestra fe, con el corazón abierto y dilatado por el amor evangélico, que genera acogida, encuentro y diálogo.
«Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros».

Cada cristiano es «templo» del Espíritu Santo, que permite descubrir y conservar el «buen depósito» que se le ha encomendado para aumentarlo y ponerlo al servicio de todos. El primero de sus «tesoros» es la fe en el Señor Jesús. Hace falta que los cristianos la avivemos y la alimentemos con la oración, para luego comunicarla a través del testimonio de la caridad.
Cuenta J. J., un sacerdote ordenado desde hace poco: «Se me ha encomendado cuidar de los fieles de una gran iglesia católica en una metrópolis brasileña. El ambiente social es muy difícil, y en muchos casos las personas con las que me cruzo no tienen una identidad religiosa definida, por lo que participan tanto en la misa como en otras ceremonias tradicionales antiguas. Sé que soy responsable de transmitir la fe cristiana con fidelidad al Evangelio, pero también deseo que todos se sientan acogidos en la parroquia. Para valorar las raíces culturales de estas personas, se me ocurrió que la celebración de la misa podía ser más festiva, animada por instrumentos musicales típicos de sus culturas. Es un reto laborioso, pero que da alegría a todos, pues en lugar de dividir a la comunidad, nos une en lo que compartimos: la fe en el Dios que nos da la alegría».

«Conserva el buen depósito mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros».

Otro tesoro inestimable que hemos recibido del propio Jesús es su palabra, que es palabra de Dios.
Este regalo «[…] comporta por nuestra parte una gran responsabilidad […]. Dios nos dio su palabra para que la hiciésemos fructificar. Él quiere ver realizada en nuestra vida y en nuestra acción en el mundo la transformación profunda que aquella puede obrar. […] Entonces ¿cómo viviremos la Palabra de vida de este mes? Amando la palabra de Dios, procurando conocerla cada vez mejor y sobre todo poniéndola en práctica con más generosidad cada vez, de modo que se convierta realmente en el alimento básico de nuestra vida espiritual, en nuestro maestro interior, que guía nuestra conciencia, el punto de referencia inquebrantable de todas nuestras decisiones y de todas nuestras acciones. […] Hay mucha desorientación y confusión en las conciencias, todo tiende a relativizarse y a ofuscarse. Viviendo la palabra de Dios no solo estaremos provistos contra este grave peligro, sino que, según una significativa expresión de Jesús (cf. Mt 5, 15-16), seremos lámparas encendidas que, con su luz, ayudarán también a los demás a orientarse y a encontrar de nuevo el camino recto» (Chiara L.).

LETIZIA MAGRI



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