lunes, 16 de octubre de 2017

COMO JESÚS, HACERNOS UNO CON EL PRÓJIMO

Unos textos para profundizar bien y vivir mejor la Palabra de octubre («tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo», Flp 2, 5): 




VIVIR POR EL OTRO

[...] De frente a cada prójimo tenemos que saber olvidar (aunque sean pocos instantes, si el deber nos llama a otra tarea) todo cuanto hacemos de bello y de grande y de útil y estar listos para hacernos uno con él en todo, (menos en el pecado), a hacernos uno con la medida de saber “morir” por el otro.
          Esta es vida cristiana.
          El hacerse uno abraza todos los aspectos de la vida y es la máxima expresión del amor.
          Viviendo así, morimos a nosotros mismos, al propio yo y a cada apego espiritual.
          Se puede alcanzar aquella nada de sí a la que aspiran las grandes espiritualidades y a aquel vacío de amor que se realiza en el acto de acoger al otro.
          Se da espacio al otro, que encontrará siempre un sitio en nuestro corazón. [...]

Città Nuova - Farsi uno con l’altro - 10 MAGGIO 2006 CHIARA LUBICH






DAR PRIORIDAD A ESCUCHAR AL OTRO

[...] Al hacerse uno, hay que estar totalmente y durante todo el tiempo desapegado de uno mismo.
De hecho, hay –nosotros lo sabemos– quien, por apego a sí mismo o a alguna otra cosa, no escucha hasta el fondo al hermano. No “muere” del todo en el hermano y quiere dar respuestas que ha ido recogiendo en su cabeza… [...]

Citazione di Chiara Lubich in La comunità terapeutica di Mario Giostra






REINA DEL MUNDO

El día en que los hombres (…), el día en que los pueblos sean capaces de posponerse a sí mismos, de posponer la idea que tienen de su patria, de sus reinos, y ofrecerlo todo como incienso al Señor –rey de un Reino que no es de este mundo, guía de la historia–, y esto lo hagan por ese amor recíproco entre los Estados, que Dios pide lo mismo que pide el amor recíproco entre los hermanos, ese día será el comienzo de una nueva era, porque lo mismo que Jesús está presente entre dos que se aman en Cristo, ese día Jesús estará vivo y presente entre los pueblos, puesto por fin en su verdadero lugar de único rey, no solo de los corazones sino también de las naciones. (…)
Estos son tiempos en los que cada pueblo tiene que traspasar sus propias fronteras y mirar más lejos. Ha llegado el momento de amar la patria de los demás como la nuestra (…). No basta el desapego de nosotros mismos para ser cristianos. Hoy los tiempos le exigen al seguidor de Cristo algo más: una conciencia social del cristianismo con la que pueda edificar no solo la propia tierra según la ley de Cristo, sino que ayude a la edificación de la de los demás (…) con los ojos sobrenaturales que nos ha dado Dios Padre, el cual desde el Cielo ve las cosas de un modo muy distinto del nuestro. (…)
Quizás pueda parecer un sueño, pero (…) hay un vínculo que ya une a los pueblos fuertemente y que la voz del pueblo, de cada pueblo, ha proclamado ya
(…). Este vínculo escondido y custodiado en el corazón de cada nación es María.
(…) Cuántas veces los pueblos se han refugiado a
lo largo de la historia junto a las fortalezas marianas, basílicas o santuarios, como para protegerse bajo el manto de la Madre, cuando pueblos hermanos combatían contra ellos. Todos los pueblos cristianos la han proclamado ya su Reina (…).
Pero falta una cosa, y esta no la puede hacer María; tenemos que ayudarla nosotros. Falta nuestra colaboración para que los pueblos católicos, como hermanos unidos, vayan a ella y juntos la reconozcan como Madre y Reina. (…) Reina de los hombres, Reina de los santos, Reina de los ángeles, porque cuando estaba en la tierra, supo inmolarse totalmente a sí misma, como esclava del Señor, y enseñar así a sus hijos el camino de la unidad (…).

Consagración a María al acabar la Mariápolis de 1959 en Fiera di Primiero
(en los Alpes; con gente de 27 países),

extracto publicado por revista “Ciudad Nueva”, 
año LIX, nº 556, octubre 2017, pp. 22-23.

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