VIDA DE LA PALABRA mes de agosto
Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de agosto («Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas», Sal 145, 9) y la de julio («Venid a mí todos los que estáis fatigados y
sobrecargados, y yo os daré descanso», Mt 11, 28):
1.- La Mariápolis siempre resulta una vivencia grata. Este año, más
todavía, si cabe. Quizá también porque la “viví desde” el corazón de 3 personas
que iban por primera vez, con los cuales, además, (como precioso inicio), hice
el viaje hasta Cáceres.
El lema era “El secreto del Amor más
grande”. Cada día, un título, pequeños textos que lo explicaban y significativas
experiencias y testimonios que lo confirmaban: “te encuentro en el dolor”, “ir
más allá del dolor”, “una mirada que transforma”, “compartimos el secreto” y “el
secreto que revoluciona”. Y luego, a ponerlo en práctica en la convivencia, en
las excursiones, en los talleres y mesas redondas, en la recreación…
¿Y cuál es ese secreto? Amar a
(como, desde) Jesús Crucificado y Abandonado, que en la cruz grita: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has
abandonado?”. Y Él continúa amando siempre (al Padre, “a tus manos encomiendo mi espíritu”, y a todos, “perdónalos…”).
En el momento conclusivo, los niños
presentaron unas de sus manualidades: hecha en cartulina, una ostra con su
secreto dentro, su perla, en la cual cada uno había escrito una experiencia
distinta. Uno de
los niños explicó: “cuando
a la ostra le entra un grano de arena, le duele y empieza a cubrir este grano
con nácar; de esta manera se convierte en una perla. Como Jesús en la cruz, que
tenía muchos dolores y seguía amando. Así transformó esos dolores en perlas”. [Si
quisieras, puedes leer más cosas al respecto: secreto
descubierto].
Ya de regreso, una amiga nos escribe
al día siguiente a un grupito: “Tras
descubrir en estos días el secreto del amor más grande, sabía que cruzar el
umbral de la puerta de casa iba a ser un dolor y así ha sido, pero tras la
primera lágrima, rápidamente me ha venido al pensamiento una de las cosas que
he aprendido en la Mariápolis: "el dolor tiene dos caras, una es el dolor
en sí y la otra es el dolor que Jesús transforma en amor para darlo a los
demás". Así quiero vivir,
plenamente segura de que juntos, se puede. Ansío que perdure esta llama que
arde en mí y contagiar la unidad allá donde Jesús me envíe.
Comparto esta alegría con mi familia de la que formáis parte”.
Una
semana después, hablando por teléfono me dice: “creí que el efecto de la Mariápolis se iba a pasar, pero me parece que la
gente sigue notando en mí algo especial. Yo creía que ese estilo de vida solo
se podría realizar allí, pero, en cambio, hoy, he salido al mercadillo; otras veces,
me ponía las gafas de sol y saludaba a la gente con un “hola o adiós” y poco
más, pero esta vez, olvidando mi timidez, salí sin las gafas de sol; con todos
los que me saludaban, me paraba interesándome verdaderamente por ellos y
charlando un rato, y se notaba un “clima” especial: ¡estoy feliz!, ¡veo que se
puede transportar el ambiente de Mariápolis allí donde vamos!”. Y realmente
por la voz en el teléfono se notaba que irradiaba “Vida” (con “v” mayúscula),
alegría.
2.- En una excursión que hicimos durante la Mariápolis, compré un pequeño
recuerdillo para mi madre: me dieron uno que ya estaba en su cajita. Cuando se
lo doy a ella y lo abre, me llevo la desagradable sorpresa que le falta la
imagen de la Virgen. Me enfadé un poco y pensé llamar para protestar; decidí
llamar, sí, pero no para quejarme, sino para que, en ese tipo de recuerdos,
aconsejarles que miren la cajita embalada para que no les pase con otros. Se
quedaron sorprendidos y agradecidos.
3.- He desaprovechado muchas ocasiones, pues meto la pata continuamente,
pero también el Señor ha permitido muchas pequeñas experiencias cotidianas de
la Palabra de Vida: por ejemplo, un día me quedé un ratito
simplemente contemplando las arrugas de mi tía, la monja clarisa, (y en alguna
otra ocasión con personas mayores), y una lagrimilla que se le caía y alabando
a Dios porque es bueno con ella y por toda la bondad que rezuma su alma.
Belleza interior.
El
día de viaje hacia la Mariápolis, en el sitio que paramos, me quedé
contemplando una llanura muy grande y la Sierra de Gredos al fondo con el pico
Almanzor y admirando esa sublimidad de Dios que subyace debajo de las cosas que
Él ha creado. Y me expansioné diciéndoselo en voz alta a los otros para
compartirlo.
Me
encanta nadar. Los días que he podido, mientras nadaba boca arriba (viendo el
cielo azul y a veces alguna nubecilla) alababa a Dios por la bondad de todas
sus criaturas; sentir el frescor del agua que rozaba tobillos, rodillas…,
brazos… dando gracias a Dios por sentir vivo el organismo; o mirando dentro del
agua los multiformes destellos y reflejos del sol…
Me
admiró un día que a mi madre, los nietecillos sin querer, le pillaron los dedos
en una gruesa puerta: después del grito ahogado de dolor, (mientras en seguida
yo le ponía su mano debajo de un chorro de agua fría), ella no hacía más que dar
gracias a Dios porque podría haber sido un golpe peor aún y porque no le había
pasado a ninguno de los niños.
Aprendiendo de eso, aquella misma tarde, a mí me dio un
cólico nefrítico: dentro del terrible dolor, admiraba a Dios porque siempre me
había funcionado hasta ahora bien el riñón. Y le daba gracias porque, además de
mi madre, (con quien había estado yo solo esos 9 días, justo esa misma tarde
habían llegado 2 de mis hermanas, y una me pudo ayudar y llevar 2 veces a
urgencias).
En
fin, glorificarlo a menudo por todas las maravillas en la naturaleza y en las
personas, con una canción del Gen Rosso (basada en una meditación de Chiara
Lubich):
Existe una ley en esta vida
impresa en cada cosa,
ley que mueve los astros del cielo
en un concierto de armonía;
y canta en la naturaleza,
canta en los colores,
canta en toda la tierra.
El día deja paso a la noche por amor,
la noche saluda al día por amor.
Del mar sube el agua al cielo por amor,
el agua desciende del cielo al mar por amor.
El árbol da las hojas a la tierra por amor,
la tierra devuelve las hojas por amor.
El grano cae en tierra y muere por amor,
la vida germina del surco de la muerte por
amor.
Esta es la ley eterna, ley de Dios,
de un Dios que, por Amor,
ha creado las cosas
y escondió el amor
bajo apariencia de muerte y de dolor.
Esta es la ley de la vida
impresa en cada cosa,
ley que mueve los astros del cielo
en un concierto de armonía;
y canta en la naturaleza,
canta en los colores,
canta en toda la tierra.
Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando
de llevar a la práctica diaria la Palabra de agosto («Bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus criaturas», Sal 145, 9), la de julio
(«Venid a mí todos los que estáis
fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso», Mt 11, 28) y la de junio
(«Como el Padre me envió, también yo os envío», Jn 20, 21):
1.- “…me encantó verte el domingo después de
la Misa que celebró el otro sacerdote, aunque fuese un ratito. Me quedé, con el
presentimiento de que aparecerías, aunque me habían dicho que te habías ido.
Necesitaba verte para afrontar la firma de la
compraventa con más serenidad, ya que mi mundo ahora está un poco patas arriba,
pero confiando siempre en el Señor, que estoy segura que tiene un plan para mí.
Con relación a los agobios y sobrecargas de vida,
decirte que a la carga de trabajo se me ha unido el cambio de domicilio. Tengo
la sensación de que mi “lista de pendientes” es infinita. Cada día se
incrementa una acción: alguien me llama para comentarme algo y siempre me digo:
“no puedo, estoy a tope”. Al final,
mi vocación de servicio me vence y siempre acabo interviniendo.
Concibo la vida como un intercambio y no voy a
negarte que a veces tengo la sensación que solo doy yo o que doy en otra
proporción.
1b.- Decirte
que tengo un grupo de amigos espectaculares y hoy una de ellas me ha
sorprendido: me contactaron para ayudar a una estudiante de música que parecía
que no tenía buenas relaciones y podría estar consumiendo algún tipo de drogas.
Las puse en contacto con una psicóloga especialista en esos temas y muy cercana
a los adolescentes.
Hoy lamentablemente hemos descubierto a través de su
profesora de música, (que es mi amiga), que el problema real es su madre y cómo
está afrontando su separación. Mi amiga me ha llamado a última hora agotada,
pero satisfecha y dándome las gracias por el asesoramiento. Creo que hay tantas
familias desechas sin rumbo ya, que solo están invadidas por el odio y el
resentimiento, que a veces se nos olvida lo privilegiados que somos por tener
fe...
Empiezo una nueva etapa conmigo misma cargada de
muchos encuentros y quiero dejar atrás los miedos y confiar en Cristo más que
nunca…”
La gravedad es mucha, porque tuvo otro
infarto y una parada y le tuvieron que inducir un coma. Yo seguía diciendo:
“me FIO de TI”. Y, la verdad,
era un alivio: me daba fuerzas para ir adelante. Cuando yo hablaba con alguno
de ellos, intentaba ayudarles, les decía que yo rezaba y mis amigos también. Ahora
ya ha salido de la gravedad…, pero va tirando; él lo lleva mal porque su
trabajo no lo va poder hacer. Pero seguiré fiándome. Me va bien fiarme;
últimamente lo suelo hacer…”
3.- “…Gracias, Paco, por estas preciosas experiencias que me han ayudado a "seguir adelante" hoy que me sentía bastante sin fuerzas...”
Si quieres leer más experiencias
similares,
de gente de todo el
mundo,
N.B.: tú también
puedes compartir las experiencias
que, por gracia de
Dios, hayas podido realizar
poniendo en práctica
el Evangelio;
“pincha” aquí abajo
en “comentarios” y escríbela;
o, dado que en
algunos navegadores eso no funciona,