Te
ofrezco ahora unos textos que nos ayuden a seguir viviendo
la Palabra de Vida del mes, la alegría pascual y el año de la misericordia, todo ello en las actuales circunstancias:
NUNCA NOS
FALTARA UN PRÓJIMO AL QUE AMAR
"Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos
míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis": nos vuelve a confirmar que
la caridad
es lo más importante para Jesús. De hecho, es la esencia del
Evangelio.
Es tan
importante que el
que ayuda concretamente a sus hermanos, es como si amase directamente a Jesús
en ellos, aunque no lo sepa. Por esto podrá entrar entonces con Él en el
Reino del Padre, es más, su corazón se verá invadido ya desde esta tierra por
el Reino.
Es evidente,
entonces… Comencemos enseguida a reconocer a
Jesús en el que pasa a nuestro lado. Y más allá de toda vieja discriminación
entre rico y pobre, culto o ignorante, simpático o antipático, viejo o joven,
guapo o feo, tratemos
a cada prójimo como realmente trataríamos a Jesús.
Sea cual sea,
luego, nuestra posición en la sociedad, no
perdamos las numerosas ocasiones que
se nos presenten para hacer muchos actos de amor, sobre todo, a los
más necesitados ‑a los hambrientos, a los que no tienen casa, a los enfermos, a
los parados, marginados, drogadictos‑ de los que sabemos todos los días en
nuestras ciudades y en países lejanos.
Y cuando nos olvidemos, recomencemos
inmediatamente. Nunca faltará un prójimo al que amar.
CHIARA
LUBICH, Comentario a Mt 25,40 , noviembre 1984
A DIOS, LO QUE ES DE DIOS
…aunque sea
indirectamente, a hacer o a renovar y a vivir la elección de Dios
y la primacía de su amor en el compromiso social y político y en el
cumplimiento de nuestros deberes... Nos ayuda, ante todo, a evitar dos
peligros igualmente graves y opuestos. Uno consiste en la desconfianza
y el desinterés hacia el compromiso político, como si fuese algo
malo. El otro
consiste en una confianza
exagerada, que se traduce en una prisa excesiva por la búsqueda de
resultados, que puede dar el compromiso político.
Indudablemente, el Evangelio tiene que penetrar
en el campo político y social. Pero esto será posible en la medida
en que aquellos
que están llamados a trabajar allí pongan a Dios en el primer lugar y traduzcan
este amor en un verdadero servicio a la sociedad, trabajando con
desapego, paciencia y perseverancia.
Concretando aún
más, aquellos que están llamados a ocuparse activamente de ese campo, deben
hacer de estas actividades un verdadero servicio al hombre, dando preferencia,
sobre todo, a los pobres y a los últimos. Y aquí vienen a la mente todas las
ocasiones que ‑no sólo los ministros y los diputados, sino todos los
funcionarios del Estado, desde los más altos a los más modestos empleados‑
tienen de vivir esta elección de Dios a través de un servicio más
desinteresado, más puntual, más oportuno, dirigido a sus hermanos,
por ejemplo, mediante una respuesta más solícita y diligente a sus justas
expectativas, o en el desempeño de las tareas que les conciernen.
En lo que se refiere
a los simples ciudadanos,… les empuja al cumplimiento fiel de sus deberes con el Estado
y a un sentido
de responsabilidad cada vez mayor por el bien de la colectividad. Es
un deber cristiano participar, por ejemplo, con el voto en las elecciones
políticas y administrativas, a no ser que lo impidan causas de fuerza mayor; es
un deber, evitando subterfugios y restricciones mentales, pagar los impuestos,
sin los cuales el Estado no podría asegurar los servicios que la comunidad
necesita, como contribuir, en los límites permitidos a cada uno, al buen funcionamiento
de los servicios públicos; es un deber cristiano respetar las leyes, que están
dirigidas a proteger la vida y el bien de los ciudadanos, y sentirse
responsables de la buena conservación de los bienes de la colectividad:
edificios públicos, calles, jardines, bosques, paisaje, medios de transporte,
etc. También para todos estos casos es válida la palabra de Jesús: "Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos
mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40)
Todo este servicio
se dirige en último término a Jesús, amado en la persona concreta de nuestros
hermanos.
Tenemos que estar contentos
por tener posibilidades tan variadas y tan frecuentes.
CHIARA
LUBICH, Comentario
a Mt 22,21, octubre 1984
La apertura hacia el otro favorece el conocimiento y la confianza, y derriba
ideas erróneas y preconceptos. Se descubre que las diversidades pueden ser un don de los
unos hacia los otros. Se emprende la búsqueda común de aquello que nos une.
Nacen encuentros de profundización… La experiencia de la fraternidad refuerza
el compromiso común en construirla sobre todo donde parece que prevalecen la
violencia y la intolerancia religiosa. Se contribuye a sanar el tejido social curando tensiones e
integrando comunidades en conflicto.
Chiara
Lubich e le religioni: la
“regola” del dialogo
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