DAR PLENITUD A LO QUE EL HERMANO
YA VIVE
Para practicar bien la Palabra de Vida de este mes de septiembre, puede ayudar este fragmento (es la 6ª entrega de la serie de 7) de un tema de María Voce ("Emmaus"), actual presidenta de la Obra de María (movimiento de los focolares), publicado por la revista "Ciudad Nueva" :
"...Si ante cada prójimo somos verdaderamente una «nada» de
amor, el Espíritu Santo guía con su luz nuestro diálogo y el hermano puede
abrirse completamente. Así hace posible que captemos lo que está vivo en él
–vivo en sentido espiritual– (como dice
Chiara Lubich: «una llama de la vida
divina en su corazón»); o vivo en sentido simplemente humano: «expresión de
esos valores que Dios, al crearnos, ha depositado en toda alma humana».
… precisamente en ese algo «vivo» podemos injertar con
delicadeza y en actitud de servicio los aspectos del mensaje
evangélico que poseemos y que dan plenitud a lo que el hermano ya cree. Son
aspectos que en muchos casos él ya está esperando y que dan paso a toda la
verdad…
Por ejemplo, John Wesley, fundador del movimiento
metodista, recuerda a todas las Iglesias cristianas: «El fruto necesario del amor a Dios es el amor
por nuestro prójimo, por cada alma que Dios ha creado, sin excluir a
nuestros enemigos, sin excluir a quienes “nos insultan y nos persiguen”; el
mismo amor con que nos amamos a nosotros mismos y amamos nuestra alma».
Y en el mundo evangélico-luterano, Walter y Hanna
Hümmer, fundadores de la Christusbruderschaft: «Nuestra vida interior se
enriquece si donamos (al hermano) lo que el amor ha obrado en nosotros. Ser para el
otro no empobrece, sino que enriquece».
En los maestros de las grandes religiones siempre
encontramos la «regla de oro». Un hadiz islámico reza: «Ninguno de vosotros es
un verdadero creyente hasta que no desee para su hermano lo que quiere para sí mismo».
En el hinduismo, la esencia de toda la adoración está
en ser buenos y hacer el bien a los demás. Quien ve la divinidad en el pobre,
en el débil y en el enfermo adora realmente a Dios. Si alguien ve a Dios sólo en una imagen, su
adoración está aún en grado inicial. Si alguien sirve y ayuda a un
hombre pobre viendo en él a Dios sin pensar en su casta, credo, raza o
cualquier otra cosa, Dios está más satisfecho de él que de un hombre que lo vea
sólo en los templos.
Al venerable Etai Yamada, budista, le gustaba citar el
lema del gran maestro Saicho, fundador del budismo Tendai: «Olvidarse de sí
mismos y servir a los demás es el
culmen del amor-compasión», palabras que también citó Juan Pablo II cuando se reunió con los representantes de otras religiones en Tokio en 1981. El venerable Yamada nos animaba diciendo: «Se puede decir que 1.200 años después, el Focolar pone en práctica las palabras del maestro».
culmen del amor-compasión», palabras que también citó Juan Pablo II cuando se reunió con los representantes de otras religiones en Tokio en 1981. El venerable Yamada nos animaba diciendo: «Se puede decir que 1.200 años después, el Focolar pone en práctica las palabras del maestro».
Y en el mundo de los que no se reconocen en ninguna
convicción religiosa ¿cómo no recordar al psicólogo y filósofo Erich Fromm, que
describe el amor
como una capacidad que hay que desarrollar ejercitándola, como un pianista se
ejercita al
piano?: «¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. [...] Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que los amen, cómo ser dignos de amor. [...] El primer paso es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma que si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería»."
piano?: «¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. [...] Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que los amen, cómo ser dignos de amor. [...] El primer paso es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma que si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería»."
Muchas gracias por este texto... Además de sus enseñanzas... da mucha paz.
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