lunes, 1 de diciembre de 2025

CADA INSTANTE ES LA ESPERANZA

 PALABRA DE VIDA                     diciembre 2025

 

«Los confines de la tierra

verán la salvación de nuestro Dios»

(Is 52, 10)


Llevado al exilio en Babilonia, el pueblo de Israel lo ha perdido todo: su tierra, su rey, el templo, y con él la posibilidad de dar culto a su Dios, lo cual lo había empujado a salir de Egipto en el pasado.

Y he aquí que la voz de un profeta hace un anuncio sorprendente: es hora de volver a casa. Una vez más, Dios intervendrá con poder y llevará de nuevo a los israelitas cruzando el desierto hasta Jerusalén. Y de ese evento prodigioso serán testigos todos los pueblos de la tierra:

 

«Los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios».

 

También hoy la crónica está llena de noticias alarmantes: personas que se quedan sin trabajo, salud, seguridad ni dignidad; jóvenes que ven peligrar su futuro a causa de la guerra, de la pobreza provocada por los cambios climáticos en sus países; pueblos que ya no tienen tierra ni paz ni libertad.

Un escenario trágico afecta a todo el planeta, nos deja sin aliento y ensombrece el horizonte. ¿Quién nos salvará de la destrucción de todo lo que creíamos poseer? La esperanza parece fuera de lugar. Y sin embargo, el anuncio del profeta es también para nosotros:

 

«Los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios».

 

Su palabra revela la acción de Dios en la historia personal y colectiva e invita a abrir los ojos a los signos de este proyecto de salvación. De hecho esta ya está actuando en la pasión educativa de una maestra, en la honestidad de un empresario, en la rectitud de una administrativa, en la fidelidad de los esposos, en el abrazo de un niño, en la ternura de un enfermero, en la paciencia de una abuela, en la valentía de hombres y mujeres que se oponen pacíficamente a la criminalidad, en la acogida de una comunidad.

 

«Los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios».

 

Se acerca la Navidad. En el signo de la inocencia desarmada del Niño, podemos reconocer una vez más la presencia paciente y misericordiosa de Dios en la historia humana y testimoniarla con nuestras decisiones a contracorriente:

«[…] en un mundo como el nuestro, en el que se teoriza sobre la lucha, la ley del más fuerte, del más astuto y del que no tiene escrúpulos, y donde a veces todo parece paralizado por el materialismo y el egoísmo, la respuesta es el amor al prójimo. Esta es la medicina que le puede devolver la salud. […] Es como una ráfaga de calor divino que se irradia y se propaga, penetrando en las relaciones entre una persona y otra, entre un grupo y otro, y transformando poco a poco la sociedad»[1].

Como para el pueblo de Israel, también para nosotros ha llegado el momento de ponernos en camino; es la ocasión propicia para dar un paso adelante con decisión hacia todos aquellos –jóvenes o ancianos, pobres o migrantes, parados o sin techo, enfermos o presos– que esperan un gesto de atención y de cercanía, testimonio de la presencia dócil, pero eficaz del amor de Dios en medio de nosotros.

Hoy, los confines hasta los que hay que llevar este anuncio de esperanza son sin duda los geográficos, que tan a menudo se convierten en muros o dolorosas líneas de guerra; pero también los culturales y existenciales. Además, una aportación eficaz para superar la agresividad, la soledad y la marginación puede provenir de comunidades digitales, encarnadas en muchos casos por jóvenes.

Como escribe el poeta congoleño Henri Boukoulou: «¡Oh, divina esperanza! He aquí que en el sollozo desesperado del viento se esbozan las primeras frases del más hermoso poema de amor. ¡Y mañana es la esperanza!»[2].

LETIZIA MAGRI y el equipo de la Palabra de Vida

 



[1] C. Lubich, Palabra de vida de mayo de 1985: Palabras de Vida/1 (1943-1990) (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 339-340.

[2] Cf. Aa.Vv., Poeti Africani Anti-Apartheid, I vol., Edizioni Milano, 2003.

domingo, 30 de noviembre de 2025

DIOS NOS AUXILIA CON SU PAZ

  VIDA DE LA PALABRA                   últimas semanas de NOVIEMBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9) y la de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2):

1.-        El miércoles pasado todo el amplio espacio entre la puerta de la parroquia y la del otro edificio estaba lleno de hojas caídas de los árboles del parque municipal. Entré y salí varias veces pensando “a ver si como otras veces, alguien de la parroquia las barre”.

         Después de pasar varias veces, pensé barrerlas yo, como en otras ocasiones. Así que… me puse, pero con desgana. Me vino la palabra de S. Pablo: “lo que hagáis, hacedlo de buena gana, como para servir al Señor…”. Y cambió mi panorama interior: por amor a las personas que vengan a la reunión, y a rezar y luego a Misa.

         Al rato, salieron 2 niñas pequeñas de su clase de violín y me preguntaron qué hacía. Les pregunté yo también: “¿vosotras ayudáis a mamá y papá en casa?”. Dos minutos después volvieron a entrar y salir: “¿quieres que te ayudemos?”. Aunque eran muy peques, busqué otras 2 escobas y otro recogedor. Al rato llegó la madre de una de ellas y las alabó; después de unos minutos, empezó a ayudarles a meter las hojas recogidas en la grandísima bolsa de basura. Un rato después comentó: “¡qué pena que no haya más escobas!”. “No te preocupes: en la parroquia tenemos un montón más”. Se creó un “climilla” muy simpático en la colaboración entre los 4. En un momento que la mamá paró, abrió su bolso y tenía justo 4 bombones y los compartió. En esto empezó a llegar gente de una hermandad y espontáneamente buscaron escobas y acabamos todo ya en un periquete en ambiente de alegría y comunidad.

            Debió ver alguien esta “estampa” comunitaria tan simpática y activa y pocos días después, al acabar la Misa, se me acerca un matrimonio: “le vamos a traer una pequeña máquina sopladora con batería que acabamos de comprar, y si se arreglan bien usándola y les resulta útil, la semana que viene la recogemos y compramos una nueva para la parroquia”.


Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de de noviembre («Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», Mt 5, 9), la de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2) y la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6):

1.-        “…hoy te he estado oyendo en Radio María, me das Paz. Gracias… Las tardes las paso en el hospital, (tengo la cuñada muy malita), para que descansen mi hermano y las sobrinas, porque no la podemos dejar sola, pero a la vez la compañera que tiene, está con  mucho dolor. Hoy la van a operar, ayer la decía porque estaba muy nerviosa, qué le iban hacer, quién la iba a operar. Me contaba cosas; le dije: “fíate”. Al rato sé quejó y dice: “Dios”. Entonces le añadí: “de Él te tienes que fiar”. Me responde: “¿tú crees?”. Afirmé: “yo me fío y casi siempre me sale bien”. Me dio las gracias. Hoy aún no la han bajado; estaba nerviosa; he estado un ratito hablando con ella y el tiempo se nos pasa antes; ahora está tranquila; las tengo a las dos dormidas….

 

2.-        “…tengo en el catecismo a una niña con dificultades especiales: me pongo ante ella con el deseo de quererla. Llega y dice que no quiere. Le respondo que yo tampoco, pero que voy a dibujar. Saco pinturas y ella las coge. Colorea y yo le explico el dibujo. No dice nada: me lleva su manita para que lea lo que pone la ficha. La hora se pasó volando y su mama estaba feliz.

Su madre se hizo un esguince y no podrá traerla esta semana, así que la llamo para interesarme como esta y ofrecerme si necesita que la recoja, diciendo que no se preocupe si piensa que la niña no quiere. Solo deseo hacerme cercana. Es a Jesús a quien amamos en cada persona.

Os animo a todos los que leáis esto a contar nuestras pequeñas experiencias….

 


sábado, 1 de noviembre de 2025

ESFORZARSE POR LA PAZ

PALABRA DE VIDA                                    noviembre 2025

 


«Bienaventurados los que trabajan por la paz,

porque ellos serán llamados hijos de Dios»

(Mt 5, 9)

 Recientemente, un observatorio creado por tres universidades italianas ha señalado que en un año ha habido más de un millón de mensajes de odio en la red, y cada vez son más violentos los dirigidos a extranjeros, a judíos y sobre todo a mujeres.

Está claro que no podemos generalizar, pero cada uno de nosotros ha experimentado en la familia, en el trabajo, en el ámbito deportivo, etc. comportamientos conflictivos y ofensivos y rivalidades que dividen y ponen en peligro la convivencia social. Además, más globalmente, hay en el mundo 56 conflictos armados, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial, con un altísimo número de víctimas civiles.

Ante este panorama, resuenan más provocadoras, verdaderas y fuertes que nunca las palabras de Jesús:

 

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

 

«Todo pueblo y toda persona tiene un profundo anhelo de paz, de concordia y de unidad. Pero a pesar de los esfuerzos y la buena voluntad, después de milenios de historia nos vemos incapaces de mantener una paz estable y duradera. Jesús vino a traernos la paz, una paz –nos dice– que no es como la que “da el mundo” (Jn 14, 27), porque esta no es solo ausencia de guerra, de luchas, divisiones y traumas. Su paz es también todo esto, pero es mucho más: es plenitud de vida y de alegría, es salvación integral de la persona, es libertad, es justicia y fraternidad en el amor entre todos los pueblos»[1].

La palabra de vida de este mes es la séptima de las bienaventuranzas, con las que inicia el sermón de la montaña (Mt 5-7). Jesús, que las encarna todas, se dirige a sus discípulos para instruirlos. Hay que señalar que las ocho bienaventuranzas están formuladas en plural. De ello podemos deducir que no se pone el acento en un comportamiento individual o en virtudes personales, sino más bien en una ética colectiva que se practica en grupo.

 

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

 

¿Quiénes son los que trabajan por la paz? Esta «bienaventuranza es la más activa y explícitamente operativa; la expresión verbal es análoga a la que se utiliza en el primer versículo de la Biblia para la creación, e indica iniciativa y laboriosidad. El amor es por naturaleza creativo […], busca la reconciliación a cualquier precio. Son llamados hijos de Dios aquellos que han aprendido el arte de la paz y lo practican, quienes saben que no hay reconciliación sin dar la vida y que hay que buscar la paz siempre y en cualquier caso. […] No se trata de una obra autónoma fruto de las capacidades que uno tiene: es una manifestación de la gracia que hemos recibido de Cristo, que es nuestra paz, que nos ha hecho hijos de Dios»[2].

 

«Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios».

 

Entonces, ¿cómo vivir esta palabra? Ante todo, difundiendo por todas partes el amor verdadero. Luego, interviniendo cuando la paz esté amenazada en nuestro entorno. A veces basta escuchar a las partes enfrentadas con amor, hasta el fondo, para ver una salida.

Además, no nos rendiremos mientras no se restablezcan las relaciones interrumpidas, en muchos casos debido a una pequeñez. Podríamos poner en marcha –en la entidad, asociación o parroquia de la que formamos parte– iniciativas concretas dirigidas a desarrollar una mayor conciencia de la necesidad de paz. Hay en el mundo miles de propuestas, grandes y pequeñas, que actúan en esta dirección: marchas, conciertos, encuentros; y también el voluntariado activa una corriente de generosidad que construye la paz.

Hay además programas de educación a la paz, como Living Peace[3]. A día de hoy, más de 2.600 colegios y grupos se adhieren a este proyecto, y más de dos millones de niños, jóvenes y adultos de los cinco continentes participan en sus iniciativas. Entre ellas está el lanzamiento del «dado de la paz» –inspirado en el dado del arte de amar de Chiara Lubich[4]–, en cuyas caras están escritas frases que ayudan a construir relaciones de paz; y también una iniciativa que se desarrolla en todo el mundo, el Time-out: cada día a las 12:00 se hace un minuto de silencio, de reflexión o de oración por la paz. 

AUGUSTO PARODI y el equipo de la Palabra de Vida

 


[1] C. Lubich, Palabra de vida de enero de 2004, en Ciudad Nueva n. 405 (1/2004), 22.

[2] Francisco, Audiencia general, 15-4-2020: La ley de Dios. Catequesis sobre los mandamientos y las bienaventuranzas, Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 155-156.

[3] http://livingpeaceinternational.org.

[4] C. Lubich, El arte de amar, Ciudad Nueva, Madrid 2006, 20122.

viernes, 31 de octubre de 2025

DIOS PENDIENTE DE NOSOTROS CON AMOR

 VIDA DE LA PALABRA                                    últimas semanas OCTUBRE

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2) y la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6):

1.-        Ha habido situaciones difíciles a lo largo del mes en las cuales no veía solución. En mi interior le he repetido la PdV decenas de veces al día al Señor.

Las dificultades de una persona; y yo le repetía a Jesús: “el auxilio me viene del Señor…”; me quedaba paz relativa, pues veía que esa persona seguía sufriendo, pero al final compruebo que eso la hace ir madurando y creciendo interiormente.

1b.-    Las dichosas y costosas goteras de la cubierta en nuestro templo parroquial. Es casi una angustia el no saber con certeza de dónde viene el agua. Ahí sí que repito sin cesar, (y mucha gente), “el auxilio me viene del Señor…”; también por medio de la intercesión de san José.

La colaboración económica para las obras ya empezadas, va llegando para los pagos: también la ayuda desinteresada de entendidos es también una respuesta a la petición de ese salmo, al menos para seguir adelante con esperanza. Eso sí, poniendo la seguridad en Él, no en esas mediaciones humanas. “Mi auxilio me viene del Señor”.

 

2.-        Un sábado había quedado con una persona, (pasa pocos días en Madrid, pues trabaja en otro país), para charlar sus problemas de conciencia, sin darme cuenta que yo tenía reunión parroquial programada a esa hora.

Cuando me percaté de la confluencia horaria, faltaba menos de media hora para la cita y me manda en ese instante un whatsapp disculpándose porque le están entretenido en unos análisis y no va a llegar: aplazábamos para el día siguiente. Ahí exclamé totalmente agradecido: “mi auxilio me viene del Señor…”.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2), la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6) y la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):

 

1.-        “suelo hacer un rato de oración en el tren durante el trayecto de vuelta a casa del trabajo. Ese día no la había hecho pensando que podía ir a la iglesia media hora antes de la Misa de diario y así estar delante del Sagrario en oración, que me ayuda mucho.

Cuando llegué a la iglesia, me encontré a una amiga. Ella iba a empezar a rezar el Rosario y me propuso recitarlo juntas. Yo en un principio le dije que no, que prefería hacer oración sola en silencio, (además, ya había rezado el Rosario por la mañana), pero al cabo de un momento pensé que le iba a dar mucha más gloria a Dios rezar el Rosario juntas que la oración yo sola. Así lo hicimos y al terminar sentí una gran alegría interior y le di las gracias por ese momento tan bonito.

 

2.-        “Paco... te escribo desde el hospital: le están haciendo una intervención a una de mis hijas y con los nervios lógicos de estos momentos, me he sentado a pedirle a nuestro Padre que salga todo bien y he rezado un Padrenuestro...

Me he acordado que no te había leído y me has sacado una sonrisa y como siempre una pequeña reflexión... Al final en la vida las cosas son cosas y lo importante es el amor a nuestros seres queridos y darlo a quien lo necesite de una manera u otra, pero siempre con una sonrisa... Gracias por tus palabras que hacen tanto bien!!!.

 

3.-        “mil gracias por esta nueva Palabra de Vida, siempre tan acertada, y con las frases clave para no dejarme vencer por el decaimiento o la derrota. “¡Señor, Tú eres mi único Bien!”.

 

4.-        “muchas gracias por tus continuos regalos!!!: saboreo cada correo quincenal como el primer día. Unidos en la fe!.

 

5.-        “todo bien, yo trabajando y mis hijos bien y mi hermano. Muy contenta trabajando. Acordándome mucho de mi madre: ahora ya hizo 6 meses y vienen fechas muy difíciles, pero saldremos adelante.

 


jueves, 16 de octubre de 2025

CONFÍA EN DIOS Y VIVE TRANQUILO

 Te ofrezco unos textos que nos ayuden a renovarnos en la intensidad de practicar la Palabra del mes, («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra»):

 


 

REZAR

Cuando tenemos algunas preocupaciones o queremos orar por alguien o por alguna intención que nos es muy querida, quisiéramos orar con mucha fe, porque Jesús dice "Todo lo que pidáis con fe, lo recibiréis", pero nos damos cuenta de nuestra pequeñez, nuestra fragilidad, nuestra lucha en la fe. Entonces podemos acudir a alguien, invitándolo a orar con nosotros y por las intenciones que llevamos en el corazón, intentando poner en práctica lo que nos dice Jesús: “si dos de vosotros se ponen de acuerdo para pedir”. Esto lo podemos hacer con mucha gente: amigos, jóvenes, niños, enfermos, con la comunidad reunida en la misa dominical; podemos ponernos en contacto con monjas de clausura u otras personas consagradas y sobre todo con niños y enfermos. Todo esto da mucho consuelo, fuerza y esperanza. Verdaderamente el Señor escucha la oración hecha con perseverancia, en caridad y en armonía. [...]

Pregare con Fede assieme agli altri - www.quram2.net

 

 

 

NO DETENERSE ANTE LAS APARIENCIAS

A menudo juzgamos a las personas, las situaciones o incluso a nosotros mismos únicamente por lo que se ve desde fuera.

Las apariencias pueden ser engañosas, ocultando profundas riquezas o incluso heridas silenciosas. Por eso, Dios mira nuestro corazón y nos invita a ir más allá de lo superficial.

No detenerse en las apariencias significa aprender a ver con los ojos de la confianza y de la misericordia. Es percibir el valor que se esconde en cada persona; descubrir la semilla de la bondad que aún puede brotar; percibir la presencia del bien incluso en medio de las dificultades.

Cuando buscamos tener esta perspectiva más profunda, lo que vemos deja de ser un escenario de máscaras y comenzamos a percibir la verdadera belleza del ser humano: la belleza que nace del interior, donde Dios habita y actúa.

APOLONIO CARVALHO, Comentario al Pasapalabra diario 14 octubre

 

 

  

 

SIEMPRE PUEDES DAR ALGO

Podrías decir: 'Pero no tengo nada que dar'. No es cierto. Si queremos dar, ¡tenemos tesoros inagotables!: tenemos nuestro tiempo libre, nuestro corazón, nuestra sonrisa, nuestros consejos, nuestro conocimiento, nuestra paz y nuestras palabras para convencer a quienes tienen, para dar a quienes no tienen.

CHIARA LUBICH, Comentario a la Palabra de Vida de junio 1978

 

 

 

OFRECER UNA SONRISA

 Esa sonrisa para regalar, ese trabajo que hacer, ese coche para conducir, esa comida para preparar, esa actividad para organizar, esa lágrima para derramar por el hermano o hermana que sufre, ese instrumento para tocar, ese artículo o carta para escribir, ese evento feliz para compartir festivamente, ese vestido para limpiar... Si lo hacemos por amor, todo, todo puede convertirse en oración. 

CHIARA LUBICH, Comentario a la Palabra de Vida de diciembre 2000

miércoles, 15 de octubre de 2025

HAZ LO QUE PUEDAS Y PIDE LO QUE NO PUEDAS

 VIDA DE LA PALABRA                          primeras semanas de OCTUBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2) y la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6):

1.-        La mañana de mi día semanal de descanso tuve la oportunidad de acompañar al hospital para una prueba a alguien a quien ese día no podía llevar ningún familiar suyo. Tocó madrugar y, sin embargo, esperar luego la hora y media que se retrasó el personal médico para esa prueba hospitalaria de 20 minutos. Y al terminar, un tiempo prudencial esperando para que no hubiera reacciones secundarias, y luego llevarla a la puerta de su casa al pueblo de al lado. Tuve que ir cambiando sobre la marcha lo que me había planeado para esa mañana y fue todo una oportunidad bonita para mostrar agradecimiento y amistad y, además, para charlar larga y fraternalmente.

 

2.-        A finales de febrero, como te conté entonces, tuve un accidente. La duda era si reparar el coche o comprar, como aconsejaban los sacerdotes de mi focolar, con la comunión de bienes de ellos, un Toyota Corolla híbrido blanco gama más sencilla, que era la que ellos y algún sobrino de ellos me recomendaban según el uso, (¡y mucho!), que doy a un vehículo.

Sin embargo, al final opté por la reparación del viejo: estuvo más de dos meses seguidos en taller y luego, en meses sucesivos, cada vez que me lo daban, le descubría yo cosas sin arreglar o mal arregladas después de varios días usándolo, (eso sí, el motor parece que está bien; y las ruedas se las tenía nuevas recién compradas y buenas); y… de nuevo al taller otros cuantos días; así por lo menos ¡¡ por lo menos en 7 u 8 ocasiones hasta la semana pasada!!

Lo bonito ha sido que varias personas de la comunidad y de la parroquia me han ido ofreciendo su propio coche o un segundo que tenían utilizando poco: he usado estos 8 meses alternativamente 5 distintos, (en varias semanas, incluso 2 paralelamente); uno siente que es verdad el “quien deja casa, padre, madre, hermanos, tierras…, encontrará 100 veces más hermanos, hermanas, ¡¡coches!!… con persecuciones… y el Reino…”).

2b.-     Todos estos meses, cada vez que veo un Corolla, me quedo mirando… casi arrepentido de haber mandado arreglar el mío, (por la insistencia del taller, sobre todo; que les interesaba, claro; eso sí, siempre se han portado bien conmigo). Y cada una de esas veces, más allá de las molestias y contrariedades, le digo al Señor en mi interior, (y a veces en voz bien alta dentro del coche): “¡¡¡Tú, Señor, eres mi único Bien!!!, no ese coche, ni este”. Y a vivir bien el momento presente y arrostrar con paciencia y buen humor las consecuencias.

2c.-      La semana pasada ya creí que en el taller por fin esta vez me lo habían devuelto totalmente bien acabado…, pero… había una cosa sin importancia que no funcionaba, ¡paciencia! Sin embargo, a los pocos días ha dejado también de funcionar la climatización y comenzaron a hacer ruidos sus ventiladorcitos. Así que, tendré que llevar la semana que viene de nuevo el coche al taller por unos cuantos días. Al menos, sigue vigente el año de garantía de la reparación.

La PdV de octubre ha venido en mi ayuda. Todo ello, me hace pedir al Señor, con plena confianza, que lo reparen ya completamente, del todo, bien, (¡que eso es más fácil que crear cielo y tierra!). Repito continuamente, (en esto y otras coas, como p.ej. las obras en la cubierta del templo parroquial para subsanar las abundantes y persistentes goteras): “el auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”. Confiando en el Señor, no en los humanos; quizá se lo había pedido poco. ¡Pongo en Él toda mi confianza y que se valga de las mediaciones humanas!

 

 VIDA DE LA PALABRA                   primeras semanas de OCTUBRE

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2), la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6) y la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):

1.-        “…nuestra empresa, (nacional; tiene su sede en el territorio de demarcación de la parroquia), por medio de cinco o seis de nosotros sus empleados, promovemos la preparación de una Misa mensual en la cual se rezan las oraciones "por las santificación en el trabajo", proclamamos las lecturas de la Palabra de Dios y las peticiones, y se encarga ofrecer la intención principal, entre otras cosas, por todos los trabajadores, por nuestras familias, por nuestros difuntos y por algún acontecimiento señero de la empresa en esas semanas. El rato posterior al salir en corrillo en la puerta, a menudo prolongado compartiendo una cervecilla, nos ayuda también a hablar de nuestras cosas, sí, pero desde esta otra perspectiva más humana y cristiana….

 

2.-        “muchas gracias, Paco, por este momento de Vida con la Palabra de Jesús!!!.

 

3.-        “muchas gracias por tus continuos regalos!!!, que saboreo como el primer día. Unidos en la fe!.

 

4.-        “muchas gracias por la PdV: al igual que esa joven, es mi "momentazo",  siempre llega en el instante más preciso y justo el tema que me está merodeando en la cabeza.


martes, 30 de septiembre de 2025

NUESTRO AUXILIO ES DIOS

 PALABRA DE VIDA                                       octubre 2025       


«Mi auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra»

(Sal 121, 2)

¿Quién no ha sentido alguna vez en la vida que no puede más?

Es lo que le pasa al autor del salmo 121, que pasa por circunstancias difíciles y se pregunta de dónde le puede venir la ayuda que necesita.

La respuesta es la afirmación de su fe en Dios, en quien confía. La convicción con la que habla del Señor, que vela y protege a cada uno y a todo el pueblo, expresa una certeza que parece nacer de una profunda experiencia personal.

 

«Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra».

 

En efecto, el resto del salmo es el anuncio de un Dios poderoso y amoroso que ha creado todo lo que existe y lo protege día y noche. El Señor «no deja titubear tu pie, no duerme tu guardián» (Sal 121, 3), afirma el salmista, deseoso de convencer a quien lo lea.

Envuelto en dificultades, el autor ha levantado los ojos (cf. v. 1), ha buscado dónde agarrarse fuera de sí y de su entorno más inmediato y ha encontrado una respuesta.

Ha experimentado que la ayuda viene de aquel que ha pensado y dado vida a cada criatura y sigue sosteniéndola en todo momento, sin abandonarla nunca (cf. v. 8).

Cree firmemente en este Dios que vela noche y día sobre el pueblo entero –es «el guardián de Israel» (v. 4)–, hasta tal punto que no puede dejar de comunicarlo a los demás.

 

«Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra».

 

En los momentos de incertidumbre, angustia y vacilación, Dios quiere que creamos en su amor y nos pide un acto de confianza. «[…] quiere que aprovechemos estas penosas circunstancias para demostrarle que creemos en su amor. Lo cual significa tener fe en que él es nuestro Padre y piensa en nosotros. Arrojar en él todas nuestras preocupaciones. Cargarlas sobre Él»[1].

Pero ¿de qué modo nos llega a cada uno la ayuda que viene de Dios?

La Escritura narra muchos episodios en los que esto se concreta a través de la acción de hombres y mujeres –como Moisés, Elías, Eliseo o Ester– llamados a ser instrumentos de la solicitud de Dios por el pueblo o por alguna persona en particular.

También nosotros, si «levantamos la mirada», reconoceremos la acción de personas que, conscientemente o no, acuden en nuestra ayuda, y estaremos agradecidos a Dios, de quien procede en última instancia todo bien (Él ha creado el corazón de cada uno) y podremos testimoniarlo a los demás.

Por supuesto, es difícil darse cuenta de ello si estamos encerrados en nosotros mismos y si, en los momentos difíciles, pensamos en cómo salir adelante solo con nuestras fuerzas.

En cambio, cuando nos abrimos, miramos alrededor y levantamos los ojos, descubrimos que también nosotros podemos ser instrumentos de Dios que se ocupa de sus hijos. Nos damos cuenta de las necesidades de los demás y podemos ser una ayuda preciosa para otros.

 

«Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra».

 

Cuenta Roger, de Costa Rica: «Un sacerdote que conocía me anunció que iba a venir a verme una persona para recoger unos pañales para adultos que le había ofrecido el grupo solidario del que formo parte, sabiendo que un parroquiano suyo los necesitaba. Mientras lo esperaba, vi pasar por delante a una vecina que estaba pasando por una situación muy difícil, y le di los últimos siete huevos que tenía, y otras cosas de comer. Se quedó sorprendida porque no tenía nada para comer, ni ella, ni su marido ni sus hijos. Le recordé la invitación de Jesús: “Pedid y se os dará” (Mt 7, 7), subrayando que Él está atento a nuestras necesidades. Volvió a casa feliz y agradecida a Dios.

Por la tarde llegó a casa la persona enviada por el sacerdote. Le ofrecí un café. Era camionero, y hablando, le pregunté qué transportaba. “Huevos”, me dijo, y me regaló 32».

 

SILVANO MALINI y el equipo de la Palabra de Vida

 



[1] C. Lubich, Conexión CH, 26-3-1987: Buscando las cosas de arriba, Ciudad Nueva, Madrid 1993, p. 31.