jueves, 16 de octubre de 2025

CONFÍA EN DIOS Y VIVE TRANQUILO

 Te ofrezco unos textos que nos ayuden a renovarnos en la intensidad de practicar la Palabra del mes, («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra»):

 


 

REZAR

Cuando tenemos algunas preocupaciones o queremos orar por alguien o por alguna intención que nos es muy querida, quisiéramos orar con mucha fe, porque Jesús dice "Todo lo que pidáis con fe, lo recibiréis", pero nos damos cuenta de nuestra pequeñez, nuestra fragilidad, nuestra lucha en la fe. Entonces podemos acudir a alguien, invitándolo a orar con nosotros y por las intenciones que llevamos en el corazón, intentando poner en práctica lo que nos dice Jesús: “si dos de vosotros se ponen de acuerdo para pedir”. Esto lo podemos hacer con mucha gente: amigos, jóvenes, niños, enfermos, con la comunidad reunida en la misa dominical; podemos ponernos en contacto con monjas de clausura u otras personas consagradas y sobre todo con niños y enfermos. Todo esto da mucho consuelo, fuerza y esperanza. Verdaderamente el Señor escucha la oración hecha con perseverancia, en caridad y en armonía. [...]

Pregare con Fede assieme agli altri - www.quram2.net

 

 

 

NO DETENERSE ANTE LAS APARIENCIAS

A menudo juzgamos a las personas, las situaciones o incluso a nosotros mismos únicamente por lo que se ve desde fuera.

Las apariencias pueden ser engañosas, ocultando profundas riquezas o incluso heridas silenciosas. Por eso, Dios mira nuestro corazón y nos invita a ir más allá de lo superficial.

No detenerse en las apariencias significa aprender a ver con los ojos de la confianza y de la misericordia. Es percibir el valor que se esconde en cada persona; descubrir la semilla de la bondad que aún puede brotar; percibir la presencia del bien incluso en medio de las dificultades.

Cuando buscamos tener esta perspectiva más profunda, lo que vemos deja de ser un escenario de máscaras y comenzamos a percibir la verdadera belleza del ser humano: la belleza que nace del interior, donde Dios habita y actúa.

APOLONIO CARVALHO, Comentario al Pasapalabra diario 14 octubre

 

 

  

 

SIEMPRE PUEDES DAR ALGO

Podrías decir: 'Pero no tengo nada que dar'. No es cierto. Si queremos dar, ¡tenemos tesoros inagotables!: tenemos nuestro tiempo libre, nuestro corazón, nuestra sonrisa, nuestros consejos, nuestro conocimiento, nuestra paz y nuestras palabras para convencer a quienes tienen, para dar a quienes no tienen.

CHIARA LUBICH, Comentario a la Palabra de Vida de junio 1978

 

 

 

OFRECER UNA SONRISA

 Esa sonrisa para regalar, ese trabajo que hacer, ese coche para conducir, esa comida para preparar, esa actividad para organizar, esa lágrima para derramar por el hermano o hermana que sufre, ese instrumento para tocar, ese artículo o carta para escribir, ese evento feliz para compartir festivamente, ese vestido para limpiar... Si lo hacemos por amor, todo, todo puede convertirse en oración. 

CHIARA LUBICH, Comentario a la Palabra de Vida de diciembre 2000

miércoles, 15 de octubre de 2025

HAZ LO QUE PUEDAS Y PIDE LO QUE NO PUEDAS

 VIDA DE LA PALABRA                          primeras semanas de OCTUBRE

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2) y la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6):

1.-        La mañana de mi día semanal de descanso tuve la oportunidad de acompañar al hospital para una prueba a alguien a quien ese día no podía llevar ningún familiar suyo. Tocó madrugar y, sin embargo, esperar luego la hora y media que se retrasó el personal médico para esa prueba hospitalaria de 20 minutos. Y al terminar, un tiempo prudencial esperando para que no hubiera reacciones secundarias, y luego llevarla a la puerta de su casa al pueblo de al lado. Tuve que ir cambiando sobre la marcha lo que me había planeado para esa mañana y fue todo una oportunidad bonita para mostrar agradecimiento y amistad y, además, para charlar larga y fraternalmente.

 

2.-        A finales de febrero, como te conté entonces, tuve un accidente. La duda era si reparar el coche o comprar, como aconsejaban los sacerdotes de mi focolar, con la comunión de bienes de ellos, un Toyota Corolla híbrido blanco gama más sencilla, que era la que ellos y algún sobrino de ellos me recomendaban según el uso, (¡y mucho!), que doy a un vehículo.

Sin embargo, al final opté por la reparación del viejo: estuvo más de dos meses seguidos en taller y luego, en meses sucesivos, cada vez que me lo daban, le descubría yo cosas sin arreglar o mal arregladas después de varios días usándolo, (eso sí, el motor parece que está bien; y las ruedas se las tenía nuevas recién compradas y buenas); y… de nuevo al taller otros cuantos días; así por lo menos ¡¡ por lo menos en 7 u 8 ocasiones hasta la semana pasada!!

Lo bonito ha sido que varias personas de la comunidad y de la parroquia me han ido ofreciendo su propio coche o un segundo que tenían utilizando poco: he usado estos 8 meses alternativamente 5 distintos, (en varias semanas, incluso 2 paralelamente); uno siente que es verdad el “quien deja casa, padre, madre, hermanos, tierras…, encontrará 100 veces más hermanos, hermanas, ¡¡coches!!… con persecuciones… y el Reino…”).

2b.-     Todos estos meses, cada vez que veo un Corolla, me quedo mirando… casi arrepentido de haber mandado arreglar el mío, (por la insistencia del taller, sobre todo; que les interesaba, claro; eso sí, siempre se han portado bien conmigo). Y cada una de esas veces, más allá de las molestias y contrariedades, le digo al Señor en mi interior, (y a veces en voz bien alta dentro del coche): “¡¡¡Tú, Señor, eres mi único Bien!!!, no ese coche, ni este”. Y a vivir bien el momento presente y arrostrar con paciencia y buen humor las consecuencias.

2c.-      La semana pasada ya creí que en el taller por fin esta vez me lo habían devuelto totalmente bien acabado…, pero… había una cosa sin importancia que no funcionaba, ¡paciencia! Sin embargo, a los pocos días ha dejado también de funcionar la climatización y comenzaron a hacer ruidos sus ventiladorcitos. Así que, tendré que llevar la semana que viene de nuevo el coche al taller por unos cuantos días. Al menos, sigue vigente el año de garantía de la reparación.

La PdV de octubre ha venido en mi ayuda. Todo ello, me hace pedir al Señor, con plena confianza, que lo reparen ya completamente, del todo, bien, (¡que eso es más fácil que crear cielo y tierra!). Repito continuamente, (en esto y otras coas, como p.ej. las obras en la cubierta del templo parroquial para subsanar las abundantes y persistentes goteras): “el auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra”. Confiando en el Señor, no en los humanos; quizá se lo había pedido poco. ¡Pongo en Él toda mi confianza y que se valga de las mediaciones humanas!

 

 VIDA DE LA PALABRA                   primeras semanas de OCTUBRE

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de octubre («Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra», Sal 121, 2), la de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6) y la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):

1.-        “…nuestra empresa, (nacional; tiene su sede en el territorio de demarcación de la parroquia), por medio de cinco o seis de nosotros sus empleados, promovemos la preparación de una Misa mensual en la cual se rezan las oraciones "por las santificación en el trabajo", proclamamos las lecturas de la Palabra de Dios y las peticiones, y se encarga ofrecer la intención principal, entre otras cosas, por todos los trabajadores, por nuestras familias, por nuestros difuntos y por algún acontecimiento señero de la empresa en esas semanas. El rato posterior al salir en corrillo en la puerta, a menudo prolongado compartiendo una cervecilla, nos ayuda también a hablar de nuestras cosas, sí, pero desde esta otra perspectiva más humana y cristiana….

 

2.-        “muchas gracias, Paco, por este momento de Vida con la Palabra de Jesús!!!.

 

3.-        “muchas gracias por tus continuos regalos!!!, que saboreo como el primer día. Unidos en la fe!.

 

4.-        “muchas gracias por la PdV: al igual que esa joven, es mi "momentazo",  siempre llega en el instante más preciso y justo el tema que me está merodeando en la cabeza.


martes, 30 de septiembre de 2025

NUESTRO AUXILIO ES DIOS

 PALABRA DE VIDA                                       octubre 2025       


«Mi auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra»

(Sal 121, 2)

¿Quién no ha sentido alguna vez en la vida que no puede más?

Es lo que le pasa al autor del salmo 121, que pasa por circunstancias difíciles y se pregunta de dónde le puede venir la ayuda que necesita.

La respuesta es la afirmación de su fe en Dios, en quien confía. La convicción con la que habla del Señor, que vela y protege a cada uno y a todo el pueblo, expresa una certeza que parece nacer de una profunda experiencia personal.

 

«Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra».

 

En efecto, el resto del salmo es el anuncio de un Dios poderoso y amoroso que ha creado todo lo que existe y lo protege día y noche. El Señor «no deja titubear tu pie, no duerme tu guardián» (Sal 121, 3), afirma el salmista, deseoso de convencer a quien lo lea.

Envuelto en dificultades, el autor ha levantado los ojos (cf. v. 1), ha buscado dónde agarrarse fuera de sí y de su entorno más inmediato y ha encontrado una respuesta.

Ha experimentado que la ayuda viene de aquel que ha pensado y dado vida a cada criatura y sigue sosteniéndola en todo momento, sin abandonarla nunca (cf. v. 8).

Cree firmemente en este Dios que vela noche y día sobre el pueblo entero –es «el guardián de Israel» (v. 4)–, hasta tal punto que no puede dejar de comunicarlo a los demás.

 

«Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra».

 

En los momentos de incertidumbre, angustia y vacilación, Dios quiere que creamos en su amor y nos pide un acto de confianza. «[…] quiere que aprovechemos estas penosas circunstancias para demostrarle que creemos en su amor. Lo cual significa tener fe en que él es nuestro Padre y piensa en nosotros. Arrojar en él todas nuestras preocupaciones. Cargarlas sobre Él»[1].

Pero ¿de qué modo nos llega a cada uno la ayuda que viene de Dios?

La Escritura narra muchos episodios en los que esto se concreta a través de la acción de hombres y mujeres –como Moisés, Elías, Eliseo o Ester– llamados a ser instrumentos de la solicitud de Dios por el pueblo o por alguna persona en particular.

También nosotros, si «levantamos la mirada», reconoceremos la acción de personas que, conscientemente o no, acuden en nuestra ayuda, y estaremos agradecidos a Dios, de quien procede en última instancia todo bien (Él ha creado el corazón de cada uno) y podremos testimoniarlo a los demás.

Por supuesto, es difícil darse cuenta de ello si estamos encerrados en nosotros mismos y si, en los momentos difíciles, pensamos en cómo salir adelante solo con nuestras fuerzas.

En cambio, cuando nos abrimos, miramos alrededor y levantamos los ojos, descubrimos que también nosotros podemos ser instrumentos de Dios que se ocupa de sus hijos. Nos damos cuenta de las necesidades de los demás y podemos ser una ayuda preciosa para otros.

 

«Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra».

 

Cuenta Roger, de Costa Rica: «Un sacerdote que conocía me anunció que iba a venir a verme una persona para recoger unos pañales para adultos que le había ofrecido el grupo solidario del que formo parte, sabiendo que un parroquiano suyo los necesitaba. Mientras lo esperaba, vi pasar por delante a una vecina que estaba pasando por una situación muy difícil, y le di los últimos siete huevos que tenía, y otras cosas de comer. Se quedó sorprendida porque no tenía nada para comer, ni ella, ni su marido ni sus hijos. Le recordé la invitación de Jesús: “Pedid y se os dará” (Mt 7, 7), subrayando que Él está atento a nuestras necesidades. Volvió a casa feliz y agradecida a Dios.

Por la tarde llegó a casa la persona enviada por el sacerdote. Le ofrecí un café. Era camionero, y hablando, le pregunté qué transportaba. “Huevos”, me dijo, y me regaló 32».

 

SILVANO MALINI y el equipo de la Palabra de Vida

 



[1] C. Lubich, Conexión CH, 26-3-1987: Buscando las cosas de arriba, Ciudad Nueva, Madrid 1993, p. 31.

COMPARTIR LA ALEGRÍA

 VIDA DE LA PALABRA                        últimas semanas de SEPTIEMBRE

 

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6) y la de  agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34):

1.-        El domingo pasado retomamos la formación permanente parroquial para adultos, que, a la vez, sirve para los que no estuvieran bautizados o confirmados, prepararse para estos sacramentos.

         El momento inicial de compartir lo vivido en las últimas semanas, de presentarse los nuevos, etc., fue de verdadera “alegría… por la oveja perdida”, pues todos con unas expresiones u otras manifestábamos las ganas de seguir más firmemente a Jesús. Cada uno era verdaderamente un tesoro en todo lo que decía y a todos se nos llenaba el corazón viendo cómo Dios actúa a través de circunstancias o personas.

         P.ej. un señor participó en un funeral en la parroquia y a raíz de ahí se apuntó al coro y decidió leer los evangelios y el libro de Hechos de los Apóstoles, lo cual fue para leer un “descubrimiento alucinante” (lo decía con énfasis y emoción) y a raíz de eso ha decidido formarse más en la fe y vida cristianas y prepararse a la Confirmación.

Una veinteañera enfatizaba que este encuentro semanal de formación era su “momentazo” semanal, del cual vivía el resto de la semana.

         A todos se nos llenaba el corazón por lo que cada uno comunicaba: sencillo y, a la vez, lleno de Vida y profundo cada uno; paso y huella de Dios a través de lo cotidiano.

Se notaba que, (a través de esta “comunión de alma” y “comunión de experiencias concretas viviendo el Evangelio”), crecíamos como comunidad y como personas. Se percibía un “ambiente” especial: ¡la presencia de Jesús “donde dos o más…!”.

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6), la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34) y la de julio («Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión» Lc 10, 33):

1.-        “En nuestro pueblo hay muchos barrios, mucha gente de origen hispano y personas que no se acercan al templo parroquial.

A algunos nos resonaba en el corazón el «consolad a mi pueblo» de Isaías y el «tengo que ir a otros sitios» del propio Jesús. Con ello, se nos fue ocurriendo una evangelización en las casas de aquellos que no van o no pueden ir a la iglesia, llevándoles la Palabra. Al lanzar la propuesta, se animaron medio centenar de "misioneros": se sumaron a la iniciativa catequistas, Cáritas, grupo de duelo, grupo de fe, focolares…). Está sirviendo, además, para unificar a la parroquia y ha hecho más comunidad si cabe.

Y así, coincidiendo con el Año Jubilar de la Esperanza, nos pusimos en marcha como «Iglesia en salida» que predicaba el Papa Francisco. Antes comenzamos con dos sesiones de formación para el "misionero" para prepararnos con sensibilidad pastoral.

Más de 40 familias se apuntaron para ser visitadas en sus casas en esta «primera oleada misionera». Son gente que está deseando hablar de Dios, y el hecho de llevarles a su casa la Palabra hace que fructifique en familia.  Vamos de dos en dos a los hogares, enviados como los discípulos y con una Biblia. Además de la unidad que se favorece en los encuentros en las casas, se provoca también que la Palabra sea carne de tu carne, ven que es para vivirla. He experimentado con fuerza la realidad del «donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos».

A las familias que se anotan se les anima a que inviten a más gente a su casa; y así p.ej. el próximo 2 de octubre, jueves, la anfitriona ha corrido la voz entre amigos y vecinos, y participarán unas 20 personas, (tiene un patio en el que poder estar).

Han ido ya a unos diez hogares en unos encuentros que ya van dando frutos: adultos que quieren iniciar un catecumenado, niños que se apuntan a catequesis, parejas que se plantean su matrimonio por la Iglesia… Y alegría, consuelo, paz. Esperanza. También para los propios misioneros: es poner en práctica tu propio crecimiento espiritual.

 

2.-        “…comparto contigo estos actos concretos al vivir la Palabra de Vida de agosto:

 Estoy renovada en mi entrega a Jesús. Con grande ánimo quiero proseguir mi camino de dar la vida en lo pequeño... Y así quiero vivir... amando a los demás, pensando en ellos...y en ellos, al mismo Jesús.

En pequeñas cosas intento hacer la vida fácil y agradable a mí hermana y llevar Paz por donde paso...

            Colocar la ropa, cogerla del tendedero, doblarla, intentar tener todo a punto para cuando llegue del trabajo y comprar cosas que la gusten para el postre... Pequeños gestos que me hacen salir de mí y mi comodidad... y me hacen volar hacia los demás.

Hoy he estado con una amiga y ha sido como estar en el cielo... disfrutando de la amistad y de estar juntas sin prisa, sabiendo que todo lo que contaba era escuchado con cariño y atención... y sabiendo que en ese momento lo más importante era estar con ella y para ella: momentos divinos.

Hoy tras la misa por una amiga ha sido muyyyy grato ver a tantos amigos de los tiempos jóvenes...y poder transmitirles mi amor, saludando, escuchando, sonriendo, amando...

Hay algo en mí que no  es mío...es de Dios Amor...y a Él se lo agradezco todo con un beso al cielo y otro a los que pone en mi camino….

 

3.-        “preciosa reflexión y testimonio, Paco. Me han tocado los testimonios, para recordar que en la Providencia se encuentra el destino de cada uno, más allá de mis afanes y controles. Un gusto cada mensaje que nos envías.

 

4.-        “muchas gracias por la PdV, como siempre me ayuda y anima a seguir adelante. Una suerte contar con tu recuerdo y con esa Parroquia que tanto quiero!.


lunes, 15 de septiembre de 2025

ALEGRÍA DEL REGRESO

La Palabra de Vida de este mes, («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6), nos ayudará a llevar todo adelante bien, sin dar nada ni nadie por perdido. Y para recordarlo y reforzarlo, unos textos y alguna experiencia:


DAR AL AMOR EL PRIMER LUGAR

Dar al amor el primer lugar es decidir, cada día, que las personas importan más que las cosas, que el perdón es más valioso que el orgullo y que la compasión es una fuerza que puede revolucionar nuestra vida.

Cuando el amor es una prioridad, nuestras acciones adquieren un nuevo significado. Las palabras se vuelven más cuidadosas, los gestos más acogedores, e incluso los conflictos se afrontan con el deseo de reconstruir en lugar de destruir.

Esta elección de amar antes de juzgar, de comprender antes de reaccionar, no siempre es fácil, pero es profundamente liberadora.

Al dar al amor el primer lugar, iluminamos el camino no solo para nosotros, sino también para los que caminan a nuestro lado. Porque amar es sembrar vida donde hay muerte y aridez del alma, esperanza donde solo hay dolor y desesperación, y unidad donde hay separación.

 

APOLONIO CARVALHO, Comentario al Pasapalabra diario 1 septiembre

 

 

 

 

 

HACER DE CADA OBSTÁCULO UN TRAMPOLÍN

 

Es como una carrera en el estadio la vida. La valla interpuesta es una oportunidad para saltar: para amar con mayor vigor y fiarnos del poder de Dios. Quejarnos a Él será también una forma de creerle y rezarle. Somos débiles. Él lo sabe.

 

P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra diario 31 agosto

 

 

 

 

 

MIRAR AL PRÓJIMO

 

[...] no juzgar las intenciones del otro por lo que hace o dice y que puede ser que no comprendamos; no aumentar lo que vemos, sino tratar de observarlo por lo que es en el presente; conseguir mirar al otro, cada día, como si lo viéramos por primera vez, sin añadir a la molestia actual la de los días anteriores...

Hecho este primer paso, será más fácil saber leer lo que el otro tiene en su corazón y que, a menudo, es oscurecido por ese modo de actuar que nos molesta; y llegar a comprenderlo, a comprendernos, y también a ayudarse a mejorar. [...]"

 

FRANCESCO CHÂTEL, Primo passo: sopportare, Città Nuova

 

 

 

 

 

 

VIVIR EL MOMENTO PRESENTE.

 

Es viviendo el presente como se pueden cumplir bien todos nuestros deberes.

Es viviendo el presente como las cruces se vuelven soportables.

Es viviendo el presente como se pueden acoger las inspiraciones de Dios, los impulsos de su Gracia que llegan en el presente.

Es viviendo el presente como podemos construir con fruto nuestra santidad.

Dijo Francisco de Sales: "Cada instante viene cargado de un orden y va a hundirse en la eternidad para fijar lo que hemos hecho con él."

¡Vivamos, pues, el presente! ¡A la perfección! Nos encontraremos en el atardecer de cada día y en el de la vida, llenos de obras buenas acabadas y de actos de amor ofrecidos.

 

CHIARA LUBICH, Se viviamo il presente

 

 

 

 

 

 

SUPERAR LA INTRANSIGENCIA

 

Muchas veces, la intransigencia nace del miedo a ceder, a parecer débiles o a perder el control. Pero, en realidad, la fuerza reside en quien sabe aceptar lo diferente y buscar el diálogo incluso ante los desacuerdos.

Para superar la intransigencia, es necesario ser humilde. Saber reconocer que no somos dueños de la verdad (solo Dios) y que el otro también tiene algo que enseñarnos. Exige valentía para ceder posiciones, dejar atrás el orgullo y construir cercanía donde hay distancia.

En la vida cotidiana, esta superación se manifiesta en gestos sencillos: ceder en un conflicto familiar, escuchar con atención a quien piensa diferente, pedir disculpas cuando cometemos un error.

Cuando elegimos la apertura en lugar de la cerrazón, el amor en lugar de la rigidez, damos espacio para que Dios actúe en nosotros y a través de nosotros.

 

APOLONIO CARVALHO, Comentario al Pasapalabra diario 10 septiembre

 

 



domingo, 14 de septiembre de 2025

GOZO POR EL RETORNO

VIDA DE LA PALABRA                    primeras semanas de SEPTIEMBRE

 Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6) y la de  agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34): 

1.-        El martes pasado hubo diálogos bonitos en el vestíbulo de la Parroquia.

A media mañana, una joven, (algo alejada de la vida cristiana), vino a visitar a una amiga suya, que nos ayuda en el despacho parroquial y, como estaba aquí precisamente, esta me preguntó si podía ella decirle que viniera. Me ofrecí para enseñarle la parroquia y hablarle de Dios: “¡claro!; por eso le he dicho que venga aquí”.

Tras explicarles y la capilla del Santísimo, nos pusimos a charlar en la puerta. En ese momento salió una joven después de hacer su buen rato de oración y la incorporamos a la tertulia: resultó un precioso diálogo entre todos, compartiendo vivencias religiosas y ganas de superar dudas y comprometerse en la amistad con Jesús.

Se fueron todas juntas muy contentas. La señora luego me dijo que ambas jóvenes estaban agradablemente sorprendidas tanto por las vidrieras como por el “ambiente” de toda la parroquia y el buen rato de charla amistosa en Cristo y que la amiga añadió que, aunque vive lejos, tiene que volver pronto.

 

1b.-     Esa misma tarde, a la salida de la Misa, vi a un matrimonio de Villalba muy amigos míos. Estábamos charlando animadamente cuando salía un joven. Los presenté mutuamente, como hago siempre en el vestíbulo cada vez que salen personas que imagino que quizá no se conocen o que, aunque se hayan visto, no saben sus respectivos nombres.

Fue un momento de apertura sincera de corazones. El joven compartió su proceso de reciente conversión y que desde entonces no ha faltado a la Misa ni a diario. Fueron 15 ó 20 minutos preciosos de comunión: se percibía la confianza mutua y la presencia de Jesús en medio allí donde 2 ó más están unidos. Y nos fuimos realmente con muy buen “sabor de corazón” los 4, (más incluso que con el grupito de la mañana).

 

2.-        El sábado celebré la Misa en el altar mayor de la Basílica de la Santa Cruz, en el Valle. Siempre me emocionaba cuando veía a los monjes hacerlo con tanta unción y solemnidad, sobre todo en la consagración cuando se apagan todas las luces y queda una luz cenital sobre el gran altar y su inmensa cruz.

         Ahora no era solo verlo en perspectiva desde unos metros, sino estar yo en el centro del altar (justo debajo de la cruz) consagrando con mis propias manos, víspera de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

En el momento de la elevación, para que todos vieran bien, levanté mucho la Sagrada

Eucaristía, (todo lo que daban mis brazos). Apagándose las luces y quedando la cenital,  levanté mi mirada y… mis ojos se toparon con los pies del gran Crucificado y todo su cuerpo (casi doble del tamaño natural) y su rostro y su mirada: la Sagrada Forma delante, el Crucificado detrás, como si estuviese “derramando” su vida y su sangre sobre ella (y luego sobre el cáliz). La emoción fue tal, que un nudo se me puso en la garganta y los ojos querían humedecerse. Y levantando más aún la mirada, la gran bóveda que representa el cielo y a los santos que a él suben. Sentía tan cerca a Jesús, y era tal la intensidad del momento, que no me salía la voz para consagrar el cáliz. Pero lo mismo me pasó cuando consagré con este. Uff: inexplicable. No me salía la voz para continuar…

 

 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de septiembre («Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido», Lc 15, 6), la de agosto («Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», Lc 12, 34) y la de julio («Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él y, al verlo, tuvo compasión»

Lc 10, 33):

 

1.-        “…padre, aquí sigue su hermana amiga; estoy igual con mi gran enfermedad: habiéndome dado cuatro meses de vida y ya llevo seis años; los médicos no se lo creen; tengo una Gran Ayuda a mi lado        

Gracias por sus PdV: son muy importantes para mí. En su último correo-e., la preciosa reflexión de Benedicto (“…la herencia que será nuestra alegría, la verdadera vida…”), precioso, padre, lo que nos manda todos los meses.

Espero que su madre siga mejorando poquito a poco. Por lo demás, sin cambios: sigo muy atareada con mi marido y mis hijos, pero siempre dando gracias todos los días cuando me levanto y rezando mucho. Padre, le deseo que Dios le dé mucha salud para seguir ayudándonos con sus buenos mensajes tan llenos de cariño para que sigamos adelante….

 

2.-        “… en mi periplo misionero a mi edad, ya dejé hoy el pueblo donde estaba... No me pude despedir de muchos porque no dejó de llover ni de noche ni de día y al día siguiente, las familias que ayudo durante el año, en el momento de partir vinieron a despedirme llorando, yo alguna lágrima derramé… De un modo especial una señora, que no tiene familia y está sola, en silla de ruedas y le falta una pierna; me ha cogido mucho cariño. No tenía para medicación. Cuando vaya a España lo intento y si puedo se lo envío. Me dio a entender que tampoco para comer. Después de escucharla a fondo me fui, pero a la noche no podía dormir: “algo tengo que hacer, Señor…”. Me dije: “duerme tranquila y mañana antes de irte le llevas algo”. Así hice y me dio un abrazo. Cuando estuve en el asilo lo comenté y me dijeron: “llévale, aquí hay bastante y da igual un anciano que otro”. Parece que no te cuesta hablar cuando no es para ti.

Cuando volví, seguí viendo a personas mayores, que estaban en la pobreza total y a algunas les di medicación que siempre llevo algo, o les llevo comida….

 

 

 

Si quieres leer más experiencias similares, 

de gente de todo el mundo,

puedes encontrarlas “pinchando” AQUÍ o AQUÍ 

 

 

 

 

 

 

 




lunes, 1 de septiembre de 2025

ALEGRÍA DEL REENCUENTRO

PALABRA DE VIDA                     septiembre 2025


 

«Alegraos conmigo,

porque he hallado la oveja que se me había perdido»

(Lc 15, 6)

 

En el Antiguo Testamento, los pastores contaban las ovejas al volver de los campos, dispuestos a buscar a la que se hubiese perdido. Incluso se internaban en el desierto de noche con tal de encontrar a las ovejas descarriadas.

Esta parábola es una historia de pérdida y hallazgo que pone en el primer plano el amor del pastor. Este se da cuenta de que falta una oveja, la busca, la encuentra y se la carga a hombros porque está debilitada y asustada, quizá herida, y no es capaz de seguir al pastor por sí sola. Es él quien la lleva a resguardo y, por último, lleno de alegría, invita a sus vecinos a celebrarlo con él.

 

«Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido».

 

Los temas recurrentes de este relato podemos resumirlos en tres verbos: perderse, encontrar y celebrar.

Perderse. La buena noticia es que el Señor va a buscar a quien se extravía. Muchas veces nos perdemos en los desiertos cercanos, o en los que nos vemos obligados a vivir, o en los que nos refugiamos; son los desiertos del abandono, de la marginación, de la pobreza, de las incomprensiones, de la falta de unidad. El Pastor nos busca también allí, y aunque lo perdamos de vista, él nos encontrará siempre.

Encontrar. Intentemos imaginarnos la escena de la afanosa búsqueda por parte del pastor en el desierto. Es una imagen que impacta por su fuerza expresiva. Podemos entender la alegría tanto del pastor como de la oveja. El encuentro entre ambos devuelve a la oveja la sensación de seguridad por haberse librado del peligro. Por tanto, el encontrar es un acto de misericordia divina.

Celebrar. Él reúne a sus amigos para celebrarlo, porque quiere compartir su alegría, tal como ocurre en las otras dos parábolas que siguen a esta, la de la moneda perdida y la del padre misericordioso (cf. Lc 15, 8 y 15, 11). Jesús quiere que entendamos la importancia de participar de la alegría con todos y nos inmuniza contra la tentación de juzgar al otro. Todos somos personas encontradas.

 

«Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido».

 

Esta Palabra de vida es una invitación a ser agradecidos por la misericordia que Dios tiene con todos nosotros personalmente. El hecho de alegrarnos, de gozar juntos, nos presenta una imagen de la unidad donde no hay contraposición entre justos y pecadores, sino que los unos participamos en la alegría de los otros.

Escribe Chiara Lubich: «Es una invitación a comprender el corazón de Dios, a creer en su amor. Inclinados como estamos a calcular y a medir, a veces creemos que el amor de Dios por nosotros también podría llegar a cansarse […] La lógica de Dios no es como la nuestra. Dios nos espera siempre; es más, le damos una inmensa alegría cada vez que volvemos a Él, aunque se tratase de un número infinito de veces»[1].

 

«Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido».

 

A veces podemos ser nosotros los pastores, los que cuidamos unos de otros y vamos con amor a buscar a quienes se han alejado de nosotros, de nuestra amistad, de nuestra comunidad; a buscar a los marginados, a quienes están perdidos, a los pequeños, aquellos que las pruebas de la vida han apartado a los márgenes de nuestra sociedad.

Nos cuenta una educadora: «Había varios alumnos que venían a clase esporádicamente. Durante mis horas libres solía ir por el mercado que está al lado de la escuela, esperando encontrarlos en ese lugar, porque me había enterado de que trabajaban allí para sacarse un dinero. Un día por fin los vi, y ellos se quedaron asombrados de que hubiese ido personalmente a buscarlos, y les impactó ver lo importantes que eran para toda la comunidad educativa. Desde entonces empezaron a venir regularmente a clase y fue en verdad una fiesta para todos».

 

PATRIZIA MAZZOLA y el equipo de la Palabra de Vida

 



[1] C. Lubich, Palabra de vida de septiembre de 1986: Palabras de Vida/1 (1943-1990) (ed. F. Ciardi), Ciudad Nueva, Madrid 2020, pp. 387-388.