domingo, 16 de junio de 2024

PAZ Y PACIENCIA CON EVANGELIO SEMBRADO

VIDA DE LA PALABRA                     primeras semanas de JUNIO

Alguna de mis EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria, con la Gracia de Dios, la Palabra de Vida de junio («El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece», Mc 4, 26-27) y la de mayo («Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor», 1 Jn 4, 8):

1.-        La Palabra de Vida de este mes me está ayudando en múltiples ocasiones a sembrar con paciencia o a tener paciencia con lo sembrado hace muchos años: en tareas parroquiales, (la catequesis de primero, p.ej., y otros grupos), en el trato con las personas… Asegurarme sobre todo de que la “semilla” es buena, es decir, que trato de hacer la Voluntad de Dios, trato de amar, trato de decidir las cosas “dos o más unidos…” al menos por la estima recíproca. Y así, tengo la seguridad de que Dios irá haciendo su obra, no con mi impaciencia, sino a “Su” ritmo, respetando las capacidades de cada persona, grupo, familia o comunidad.

Y conforme pasa el tiempo… paradójicamente, me da más seguridad en Él. Como si me dijera en cada caso: “El tiempo transcurre a nuestro favor. Tú ocúpate solo de amar; si tú, (u otra persona), sembró buena semilla…, tranquilo, que Yo haré que produzca fruto, (no el que tú esperas, ¡eh!, otro mejor), no cuando a ti te apetezca, sino cuando Yo haga ir madurando muy poquito a poco…”.

“Buena semilla siempre” y, también, “¡paciencia!”, me estoy repitiendo a menudo a mí mismo a cada paso.

 

2.-        A principios de enero parecía que también el ejercicio precedente lo íbamos a cerrar con gran déficit en la parroquia, a pesar los esfuerzos habidos y por haber por parte de todos, (de no gastar y de ahorrar), y de fomentar colaboradores con suscripciones mensuales. A finales de marzo parecía, en cambio, que iban a salir las cuentas a la par.

Pero en noviembre pasado y en este abril, encima habían aparecido unas goteras en la cubierta del templo parroquial: hace años, por lo visto, hubo otras y después de mucho, hará unos 6 años, se gastó una millonada en renovar la mitad de la cubierta. Me daba terror simplemente las goteras, pero más si hubiera que hacer algo similar con la otra parte de la cubierta.

            En una imagen de S. José durmiente, (que tenemos muchos parroquianos en nuestras respectivas mesillas de noche, igual que hace el Papa Francisco), puse debajo un papelito con esta intención, (económica esta vez), para que el Señor, por intercesión de S. José, se encargara: “¡que es tu parroquia, parroquia de S. José!: ¡encárgate tú, incluso mientras es hora de dormir!”. A la vez, una amiga, viéndome preocupado, me comunicó que había hecho algo similar ya hacía semanas y que seguía pidiendo.

            Después de todos estos meses, hace 2 semanas, por sorpresa se me comunica que la Parroquia va a recibir estos días una cantidad monetaria, parte de una herencia legada por un feligrés fallecido precisamente a finales del 2023. ¡Y el miércoles pasado nos arreglaron las goteras!: ¡¡espero que los técnicos hayan atinado bien!! Ha habido de sobra para pagar la obra.

            Dios ya había respondido incluso semanas antes de que yo empezara a pedírselo más en serio. Aunque también hay otros desperfectos de diversa índole pendientes; pero Dios proveerá también.

 

3.-        Esta mañana vino un setentañero al despacho parroquial: quería información para “borrarse”, (=apostatar). El corazón me dio un golpe de tristeza y reaccioné tratándolo todavía con más sonrisa y atenciones.

Me contó su mala experiencia  en la parroquia, en su infancia, acrecentada porque sus padres no eran creyentes, (en un tiempo en que se discriminaba por ello a la gente). En realidad, decía que él tampoco lo había sido nunca, aunque lo bautizaron y recibió incluso la primera Comunión. Era muy sincero. Al principio un poco “descarnado”, pero dado que yo le escuchaba todo hasta el fondo y trataba de acogerlo con respeto, declinó esa acritud.

Al rato intentó incluso llevarme a su terreno: “si en realidad usted tiene una carrera muy buena y larga y difícil, pero en el fondo ninguno de ustedes cree en Dios”. Terminé de escuchar su puñalada y argumentos y, en cuanto se paró, (pidiendo yo fugazmente al Espíritu Santo todos sus dones para confesar la alegría de mi fe), rápidamente empecé casi como una confesión, con mis meteduras de pata, sí, pero tratando de expresar en palabras mi relación personal de amistad con Dios, de modo habitual y en cada circunstancia; casi “palpable” a veces; continué testimoniando casi sin respirar, pues cuando cogía aire, yo percibía como que iba a empezar a rebatirme; no le daba yo opción a ello, con todo respeto por supuesto a él, pero a la vez todo mi amor a Dios: yo le había escuchado largamente hasta el fondo, sin interrumpirle, así que sin necesidad de explicaciones, yo continuaba serenamente y tratando de reflejar mi entusiasmo.

Antes, solo cuando él había acabado ya de explayarse del todo, había intervenido yo haciéndome cargo de sus escepticismos, pues era su experiencia personal, pero tratando a la vez, con respeto, de aclarar otras cosas que, en definitiva, seguramente sin malicia, sin darse cuenta, eran juicios y prejuicios manidos. Lo que yo le comunicaba, ¡también era mi vivencia y experiencia, (muy distinta a la suya, ciertamente)!

            Continuamos luego hablando en tono amigable de varias cosas relacionadas con Dios y las religiones.

Al final, con todo mi dolor, pero con respeto a su postura y a su conciencia, con amabilidad le expliqué los trámites, (tampoco yo me los sé muy bien, pero le dije que me informaría mejor), y, añadí, que, sin embargo, le recomendaba dejar todo como está: “tú sabes que nunca has creído en Dios y tu familia y amigos también; y ahora yo también lo sé, y, no obstante, te ofrezco amistad y saludo cuando nos volvamos a ver o cruzar por la calle; pero, si de todas maneras nunca has venido a una iglesia ni vas a venir, si quieres, mueve los papeles, pero te diría que lo dejases todo así tal como está: de todas maneras fue un hecho histórico que no se va a cancelar ni esa página de tu bautismo se puede borrar, (solo se añadiría una hoja notariada ahí, diciendo que renuncias a Dios, a la iglesia y a cualquier oración por ti). Así que, sigue sin venir por aquí, y déjate de líos de papeles; pero tú haz lo que tu conciencia te diga, ¡eh!”.

Me contestó: “pues yo creo que lo dejamos así”. Y para mi sorpresa añadió: “…pero vendré de vez en cuando, si no tienes inconveniente, a saludarte y charlar contigo”. Le pedí un abrazo y se marchó tranquilo. 

 

Alguna de vuestras EXPERIENCIAS tratando de llevar a la práctica diaria la Palabra de Vida de junio («El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece», Mc 4, 26-27), la de mayo («Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor», 1 Jn 4, 8) y la de abril («Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía», Hch 4, 33):

1.-        “…hoy me levanté temprano y un poco mal humorada por todas las tareas que se presentaban a lo largo del día. Mientras le daba a la plancha os escuché en el audio de la reunión… y poco a poco ese enfado se esfumaba, reinando la serenidad y el amor en lo que hacía, ¡hasta la plancha se aceleraba sola!: he acabado antes de lo previsto y mi alma  está preparada para continuar con lo que “Jesús” disponga de mí en lo que queda de día. No sin ello, los últimos minutos de la grabación me han roto el corazón, sin poder evitar derramar lágrimas, cuando leísteis que la enfermedad de nuestra amiga avanza y ha empezado con paliativos... Sin duda seguiré pidiendo por el milagro… no importa donde esté físicamente….

 

2.-        “nos conocimos hace ya bastantes años… en que ibas a celebrar Misa a mi parroquia… Desde entonces recibo estas “Palabras de vida”, y es lo primero que leo… ¡Cuánto bien me han hecho… a lo largo del tiempo!

Estoy pasando una época difícil… Estoy sumida en una crisis… Me encuentro en una encrucijada vital… Me cuesta ver la luz e incluso la mano de Dios en mi vida, (aunque sé que ha estado…), y me vienen a la cabeza las palabras de Isaías: “en vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas…”.  Por eso, me han sido de gran consuelo la palabra de Vida de este mes, del Evangelio de Marcos: “duerma o se levante… de noche o de día… el grano brota y crece”. Él pone el incremento, aunque no sepamos cómo.

De momento, sigo recibiendo con mucha alegría tus correos, que me hacen un bien inmenso. Se nota el amor y cariño que pones al enviarlos.

 

3.-        “…Ayer fui a ver a mis hermanos: hacia quince días que no iba, pues estuve con bronquitis; además, mi cuñada está malita y el que la cuida es mi hermano (también está malo). Se alegraron. Con mi hermano hablamos, (me cuesta cuando está ella). Como a él le gusta mucho el fútbol y había un partido, yo, por “hacerme uno” con él, a veces le preguntaba algo del fútbol: a él le gusta que le pregunten de este tema. A mí, la verdad, ni me gusta ni entiendo.

Al rato se levantó mi cuñada. Le dio alegría que yo estuviera allí.

La escuché a fondo y a veces lloraba. Lleva muchos años enferma y no la pueden hacer mucho más. Estuve un buen rato, casi dos horas. A veces me decía: “no puedo llorar, ni delante de tu hermano, ni de tu sobrina”. Le contesté: “no te preocupes; llora lo que quieras y habla también, que si yo tengo que llorar contigo también lloro”. Cuando se calmó, le dije, que me iba porque le gusta rezar los sábados por la mañana y no quería yo interferir. Algún día también rezo con ella; seguimos hablando un rato los tres y me fui.

Me fui feliz porque la había escuchado a fondo, pero con pena porque es un calvario para ella y los de alrededor….

 

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