jueves, 15 de febrero de 2024

EN TODO, AMAR

Te ofrezco algunos textos que pudieran ayudarnos a refrescar y practicar con mayor intensidad la Palabra de Vida de febrero («Haced todo con amor», 1 Co 16, 14)


 

DEJARNOS AMAR POR DIOS 

Volvamos a Dios con todo el corazón. En estas semanas de cuaresma, dejemos espacio para la oración silenciosa de adoración, en la que permanecemos en presencia del Señor a la escucha, como Moisés, como Elías, como María, como Jesús. ¿Somos conscientes de que hemos perdido el sentido de la adoración? Regresemos a la adoración. Prestemos el oído de nuestro corazón a Aquel que, en el silencio, quiere decirnos: «Soy tu Dios, el Dios de la misericordia y la compasión, el Dios del perdón y del amor, el Dios de la ternura y la solicitud. […] No te juzgues. No te condenes. No te rechaces. Deja que mi amor llegue a los rincones más escondidos de tu corazón y te revele tu propia belleza. Una belleza que has perdido de vista, pero que se hará nuevamente visible para ti a la luz de mi misericordia. [El Señor nos llama:] Ven, ven, deja que enjugue tus lágrimas, y deja que mi boca se aproxime a tu oído y te diga: “Te amo…”.

PAPA FRANCISCO, Homilía miércoles de ceniza, 14 febrero 2024

 

 

NO PERDER LA ESPERANZA

En primer lugar, debemos hacer una distinción entre ilusión y esperanza: la ilusión es una esperanza falsa, cuando tenemos confianza sólo en nosotros mismos o en las personas; La verdadera esperanza se manifiesta cuando unimos nuestras fuerzas con el poder de Dios.

La esperanza nunca decepciona cuando está respaldada por la confianza total que tenemos en el poder de Dios. A veces, las acciones de Dios no son acordes a nuestros deseos, pero siempre es un bien mayor para nosotros.

Podemos perderlo todo en esta vida: posesiones, seres queridos, empleos, salud, todo; pero si no perdemos la fe ni el coraje de amar, la esperanza será siempre nuestra estrella guía.

Nuestra confianza en el amor de Dios nos hace testigos de la esperanza que no defrauda. 

APOLONIO CARVALHO NASCIMENTO, Comentario al Pasapalabra 26 de enero de 2024

 

  

 

SABER ESPERAR

El tiempo es de Dios, no es nuestro ("¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?"). Nuestro es este momento: para vivir, amar, sembrar... Y que todo crezca y florezca a su hora.

P. MANOLO MORALES, O.S.A., Comentario al Pasapalabra 29 de enero de 2024

 

 

 

EL VALOR DEL MOMENTO PRESENTE 

Es el tiempo que Dios nos da en esta vida, que tiene como fin nuestra realización en Cristo. Por eso en cada fracción de nuestro tiempo, en la que hacemos la voluntad de Dios, podemos crecer espiritualmente. En este "momento favorable" si volvemos a Dios, podemos rescatar nuestro pasado; viviendo su Palabra podemos construir nuestra felicidad presente y eterna.

Luego, el momento presente es de manera especial el momento en el que Dios nos hace sentir más claramente su voz, iluminándonos, animándonos, dándonos una fuerza única para que demos un paso determinado en la vida espiritual. Es un momento muy importante y no sería leal fingir que no hemos oído la voz de Dios o bien dejar nuestra respuesta para otra ocasión.

CHIARA LUBICH, Palabra de vida de febrero 1994

 

 

 

ORAR MÁS

…la oración es muy importante. Es constitutiva del hombre. El hombre y la mujer, así como Dios los creó, poseen una característica que los distingue y es su relación con Dios, porque es única. Ninguna otra criatura tiene una relación personal con Dios. Tenemos la posibilidad de dialogar con Dios directamente.

Quien no reza, no es un ser humano, porque para ser hombre, para ser mujer, es esencial esta dimensión que los constituye que es la oración…

 …Tener la posibilidad de estar en comunión con el Omnipotente y hacerlo tan pocas veces, tan de pasada y, a menudo, con desgana…

…Al final de la vida nos arrepentiremos de haber dado tan poco tiempo a la oración… 

CHIARA LUBICH, El amor eleva (diciembre 1998)

 

 

 

ORA ET LABORA: SER PACIENTES

"Nuestro equilibrio no es únicamente quietud, ni sólo movimiento, ni la mezcla de ambos. Se puede comparar con una cuerda tensa y de la cual tiran por ambos lados dos fuerzas iguales. Si uno por impaciencia descuida la presencia de Dios dentro de su alma, su vida –aunque muestre caridad fraterna- es una caridad frívola, ligera, superficial y peligrosa, porque no se asienta sobre la Roca: no es, pues, caridad. Esta alma se muestra como una peonza. Por otro lado, si una persona está replegada en sí misma, sin el amor, está muerta.

El alma que tiene el verdadero amor es como María, la Madre celestial, totalmente poseída por su Dios, sólo por Dios, quien encontró en ella en el recogimiento de su vida antes de la anunciación, en la voluntad de Dios que le manifestó el ángel, en el niño Jesús, en la Cruz, en San Juan, en la llamada de lo alto en la Asunción. Dios lo es todo para ella, porque poseyó su alma con la paciencia". 

CHIARA LUBICH, Equilibrio divino, Roma 1950

 

 

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